Aquí
como las nubes, todo se transforma: las tonalidades de la disidencia
Agencia de Comunicación Autónoma
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Para
llegar al “Caracol que canta al Universo”
preguntamos por el Maestro Filo. En los puestos de pitahayas,
tortillerías y pollerías algunas saben que acá en Santa Clara Huitziltepec, “Cerro de espinas negras”, yace un Teocalli contemporáneo,
mejor conocido como la “Pirámide”. No
se trata de un vestigio, ni una fantasía, sino del proyecto vital de Filo Zitlalxochitzin,
uno de los 71 concejales que conformaron el Concejo Indígena de Gobierno (CIG)
a finales del pasado mayo.
Organizadas para compartir el transporte, arribamos en
diversas manadas al Caracol, un gran terreno de matorrales y hormigueros que
alberga una Escuela Autónoma “Emiliano
Zapata”, un Centro de Salud, el Centro de Estudios Guadalupanos “Amoxkali” (ZEGA), la pizzería-panadería
“Hutizilin”.
Hemos sido convocadas por tres palabras:
diversidad-sexual-anticapitalista. Se tratará “de encontrarnos, de compartirnos, de aprender a respetarnos y, si se
da el caso, de planear algo juntos”. Acampamos en varias hileras, no
muy lejos de la Casa de Atención Integral a la Mujer “Zihuapilé”.
Pensando con los límites de la lengua propia
Adentro
de la Escuela Autónoma Emiliano Zapata desde aquihoras nos
esperaban lxs anfritriones. Es imposible no ver el lema a la entrada de la
escuelita: “Porque somos iguales tenemos
derecho a ser diferentes”. Al fondo y al centro colocada ya la bandera
arcoíris, la bisexual, un hacha Labrys hace presencia, las
chicas montan la bandera violeta con el símbolo feminista disimulado entre sus
pliegues. Al frente el maestro Filo y los muchachos de “Vida Plena, no dejarse es incluirse”, explican. A su lado el
estandarte de Tonatzin-Guadalupe rodeada por dos serpientes. Iconos colgados en
la pared: Zapata, Comandanta Ramona. Un mundo al revés. Arriba una frase en
lengua alemana pintada sobre la pared nos recuerda la onceava tesis de
Feuerbach: “Los filósofos no han hecho
más que interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
Comenzamos con la lectura de las 7 tesis para
sustentar el trabajo de los próximos días. Explicar y entender qué es el
sistema capitalista y la estela de guerra, despojo y destrucción que trae
consigo. De inmediato salta la crítica a la “inclusión”
aparente que ofrece el sistema capitalista a la comunidad ele-ge-be-te-te-te-i. Una voz comenta que la Marcha del Orgullo se ha convertido en un desfile de marcas que se
pintan de arcoíris para vendernos mercancías; otras insistían en que a pesar de
la mercantilización, la Marcha es la ocupación del espacio público desde la
disidencia sexual, lo cual es un desafío al orden existente.
¿Por qué la frase de la pared está en alemán? Me
pregunta Vanessa. Supongo porque fue pensada en la lengua materna del señor
germano. El aire es cálido, llega hasta el techo de lámina de la escuelita, el
papel picado multicolor es impermeable, su titiritar nos recuerda que todo aquí
como las nubes, se transforma. Parece que se avecina una tormenta.
Seguimos con las tesis. En tal tesis falta esto, eso o
aquello, opinan quienes ofrecen explicaciones complejas de cómo opera el
sistema de dominación actual. Lo cierto es que no hay ninguna alusión a las
relaciones que aparecen hermanadas junto al mal del Kapital. ¿Por qué no nombrarlo? Una voz dice: “aunque comunicemos los medios de producción, a las mujeres se nos
seguirá abusando sexualmente, violando, matando. Se llama Patriarcado y así hay
que nombrarlo”. Hay que llamarle “colapso
antropogénico”, sugieren otros, porque hay que pensar más allá de la
especie humana. Alguien sugiere que el hombre sigue siendo un animal.
La relatora interviene, invita a hablar en primera
persona, evitar colocar la experiencia masculina como universal. La mayoría de
los chicos de Vida Plena hablan en femenino o siempre empiezan con un “nosotras” y luego introducen el
nosotros, lo hacen casi automáticamente. “Hace
falta cuestionarnos más cosas”, recuerdan con paciencia.
Al otro día, el profe Armando nos interpela en lengua
macehual:
“Deseo saber cómo
es tu manera de vivir, dime algo de tu sabiduría si es que puedes. Mi habla es
diferente y tú burlas de mi lenguaje, me dices indio, y aunque así sea ¿qué no
somos hermanos?, ¿por qué quieres adueñarte de todas las cosas que hay en la
tierra, no sabes que nos iremos de nuevo? ¿Sabes, yo no pretendo presumirle a
nadie, se que todo acabará […]
Sólo quiero que sepas que los indígenas también pensamos. Tú no te imaginas
cómo vivo, trabajo con mucho entusiasmo como cuando nace una flor, uno va y la
corta con mucha alegría, así remojo mi cosecha, al terminar de llover la tierra
se refresca y está alegre al igual que yo. Nuestra existencia persiste,
subimos, bajamos como la sangre en nuestros cuerpos. Ayer, antier, ahora son
indígena y siempre preguntaré por qué. Tlasojkamati”.
Otro guadalupanismo
Mientras
tanto en la panadería-pizzería Huitzitzilin, Efraín, de cabello azul, ojos
profundamente obscuros al igual que su piel, sonríe apurado. Dirige la cocina.
Habrá que dar de comer a más de cincuenta gentes provenientes de al menos
cuatro países (Brasil, Chile, Italia…) y además de Puebla, gente de Oaxaca,
Veracruz, Monterrey y Ciudad de México. Se las arregla para prender el fuego,
picar la verdura, hacer la salsa. Varixs le ayudan con el arroz y los frijoles.
Cada quien deberá lavar su plato, vaso y cuchara. Aunque siempre es un misterio
quién lavará las ollas.
Entre el camino de la escuelita Zapata y la cocina
Huitzitzilin, se encuentra imponente una Pirámide de aproximadamente siete
metros, o Teocalli como
dice la inscripción. No se trata de ruinas, fue construida en nuestra era;
pintada de blanco, cada glifo o figura tiene una explicación. Sólo se puede
subirla si una se quita los zapatos. Gente de lejos viene a verla y hablar con
el profe Filo para escribir en inglés sobre lo que llaman “Otro guadalupanismo”. No se trata de otra religión o de venerar a
una Diosa, sino de una “concepción otra
del universo”, donde la Madre Tierra está en el centro. Platican que desde
la Pirámide cada febrero parte una peregrinación al Cerro del Tepeyac.
El cuerpo-territorio-lucha
Como
en los encuentros zapatistas, se trata de escuchar y ser escuchadxs.
Hablan múltiples voces individuales y colectivas, todas desde la experiencia de
habitar una disidencia. “Soy hombre, soy
indígena, soy homosexual”. “Soy mujer
lesbiana urbana”. “Bisexual y
precaria”. “Fui hombre ahora soy
mujer”. “Era profesor bilingüe, me
salí de la SEP”. “Soy una mujer que
he padecido la violencia machista”. A ratos se junta un coro que da cuenta
de las violencias, persecuciones, exclusiones, todas comparten el dolor, pero
también la rabia. Aunque con diferentes historias, la sola existencia, la sola
presencia de las cuerpas, ya es resistencia.
Oídos atentos escuchan la reflexión filosófica,
política, económica —por llamarle de algún modo. Habla el pastor de una iglesia
alternativa que casa parejas de la disidencia:
“Todavía nos
condenan, porque piensan que ser homosexual es pecado”.
“La institución
médica hasta hace poco nos llamaba enfermos, la medicina también ha ejercido
una serie de violencias y despojos”.
“Nuestra
sexualidad siempre regulada por la ley o estudiada por la medicina”.
“Como mujer trans
ya no pude regresar a mi empleo anterior, nadie me contrata, en mi pueblo
intentaron lincharme”.
Lágrimas, coraje, dignidad.
“Hay que respetar
la corporalidad de las mujeres trans”.
Se desconfía de quienes hablen en tercera persona,
aquí se parte desde sí misma. Alguien más sugiere que en nuestros IFEs
(identificaciones) no tendría que especificar nuestro sexo. La identidad y el
deseo son complejos.
“Las etiquetas a
veces no alcanzan a definirnos, pero hay que nombrarnos para ser visibles”,
nos dice una compañera de Vida Plena.
“A las bisexuales
sólo se nos ve como fantasía, como unicornios”.
Al interior de la diversidad sexual también existe
misoginia: “hay un miedo a las drags, a lo femenino, a los tacones, a las
zapatillas”.
“Cada una tiene su
historia y no estamos para fiscalizar la sexualidad de nadie”.
“El gobierno se
gasta millones en perspectiva de género y cuando llegamos a denunciar no hay
justicia para las mujeres, no hay justicia para nadie”.
Viene la memoria de los tiempos en que las personas no
podían mostrar abiertamente su homosexualidad en la calle.
“Todo derecho es
producto de una lucha: no tendríamos que agradecer a la policía que deje de golpearnos,
que tengamos ‘derechos’ [en las leyes] es porque hemos sido una pesadilla para
el gobierno”.
Uno
a uno los testimonios asoman una experiencia de lucha que viene desde el
cuerpo.
“El cuerpo es un
arma muy poderosa”.
“Quien no se ha
apropiado de su cuerpo puede dejar que pasen por encima de su dignidad, así que
primero viene la autoaceptación”.
“El cuerpo es
nuestro territorio de Autonomía, de defensa, por eso nos hermanamos y
comprendemos las luchas por la tierra de las comunidades ”.
La propuesta
Habrá
que “asumir el cargo”, tal como un
mayordomo le toca organizar la fiesta, insta el anfitrión Filo quizá la voz que
más ha hablado durante el Encuentro. En estos dos días que reflexionamos de
resistencia y organización, no quedará nada más en abstracciones. Hay que
seguir luchando colectivamente porque la guerra contra el exterminio continúa.
Después de escucharnos, viene la propuesta. Así que se hace un cálculo: este
país que conocemos como México que se está cayendo a pedazos, apenas lleva 200
años. La lucha desde los pueblos lleva mucho tiempo más. Así que por voz del
Maestro Filo y con algunos delegados presentes del Consejo Nacional Indígena
(CNI), nos invitan a sumarnos a la propuesta del CIG: “hay que hacer las cosas como se tienen que hacer”, es decir si
tuviera que inscribirse a las entrañas del sistema, habrá que hacerlo. Así que
habría que posibilitar que la vocera del CIG María de Jesús Patricio Martínez
obtenga el registro necesario para que contienda como candidata independiente a
la presidencia nacional.
Finalmente el llamado para seguirnos escuchando no se
cerró. Abrazos, intercambio de sonrisas y correos. En el camino de regreso,
ahora sí sentimos que estábamos muy cerca de la zona huachicol, dos retenes
policiales; los puestos de pitahaya que rápidamente se levantan, se avecina la
tormenta.
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