(O
de la reforma política de 2014 a la postulación de María de Jesús Patricio
Martínez)
Colectivo
La Digna Voz
02
junio, 2017
(Leer más sobre la defunción de los partidos políticos en
La lucha electoral se encuentra en los
niveles más bajos de popularidad desde la Revolución Mexicana. Y nuevos actores
(no partidistas) entran a la escena de los comicios.
Para hacer memoria, cabe recordar que
en 1996 se establecieron las bases del sistema partidocrático que operó hasta
2014. La traición de los partidos políticos a los Acuerdos de San Andrés
(suscritos en febrero de 1996), sentó las bases del ordenamiento
político-electoral del país por los siguientes dos decenios. Y por otro arreglo
entre las principales fuerzas partidarias, concertado a espaldas del escrutinio
público (como el Pacto por México u
otros análogos), quedaron suspendidas las demandas de apertura y
democratización incluidas en las negociaciones de los Acuerdos de San Andrés.
La evidencia sugiere que, con la reforma de 2014, las élites en México
recogieron (adulterado) el modelo “San
Andrés” casi 20 años después, pero para construir, desde la derecha, un
régimen de representatividad política basado en las candidaturas
independientes, y con los partidos políticos como actores de reparto. No
obstante, la reforma abrió espacios para la participación política de otros
actores otrora condenados al ostracismo en la arena pública.
Entre las disposiciones más
significativas que comprende la reforma de 2014, destacan la abolición de las
juntas estatales y la centralización de la organización electoral en un solo
sistema nacional (Instituto Nacional Electoral), la habilitación de la
reelección de legisladores y ayuntamientos, la implementación de ajustes al
modelo de comunicación política, la regulación de coaliciones electorales, y la
incorporación de las candidaturas independientes, que inaugura la posibilidad
constitucional para que los ciudadanos puedan aspirar a ocupar cargos de
elección popular, sin tener que pasar por la postulación de algún partido
político. Los requisitos de firmas de apoyo para ser candidato son: del 1% del
padrón electoral para presidente de la República y 2% para senadores y
diputados. Esto significa que un aspirante a candidato presidencial debe reunir
al menos 789 mil firmas de apoyo (Animal Político 27-V-2014).
La habilitación de la figura de la candidatura independiente, aun cuando
abre la posibilidad de instalar en el poder público a actores privados con
capacidad de autofinanciamiento electoral y alejados del escrutinio ciudadano
(como ya acontece en otros países: e.g. Donald Trump), introduce, acaso
involuntariamente para el establishment
tradicional, la oportunidad de que en esa grieta del sistema de partidos se
filtren propuestas electorales que obedecen a las agendas de la resistencia
organizada. Una de esas resistencias de largo aliento, ahora representada
conjuntamente por el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN), anunció la postulación de una mujer indígena
para contender en la elección presidencial de 2018.
El pasado 28 de mayo, el CNI y el EZLN
eligieron a María de Jesús Patricio Martínez como vocera del Concejo Indígena
de Gobierno (CIG) de México, y candidata independiente para las elecciones
presidenciales de 2018.
María de Jesús es indígena nahua. Nació
en el municipio de Tuxpan, en el estado de Jalisco, en 1963. Es una médica
herbolaria reconocida por su labor en defensa de los pueblos indígenas. Tras su
designación, Patricio Martínez llamó a los pueblos originarios a “participar en la reconstrucción del país,
de la mano con el Consejo Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de
Liberación Nacional” (Grieta29-V-2017).
Fortino Domínguez, representante zoque,
definió el curso de acción de la candidatura, y refrendó el deslinde del CIG en
relación con los “usos y costumbres”
de los partidos políticos: “No vamos a
hacer una campaña sino buscamos organizarnos junto con todo el país para
desmontar el poder que desde arriba nos imponen. Este es un camino que comienza
y es un camino colectivo. La experiencia en México nos dice que los partidos
políticos tienen que ser deconstruidos, se deben acabar. Esa forma de hacer
política ya no tiene una salida viable para nosotros”, comentó Fortino
quien además señaló “debemos deconstruir
este Estado Nación. Nosotros ya estamos decididos a hacerlo” (Elio
Henríquez en Rebelión 30-V-2017).
Otro testimonio que abona al
significado de la postulación de la candidata indígena es el del Profe Filo,
representante de la región mixteca poblana: “El
día de hoy es el más grande de nuestra historia. Nos tomó 20 años conocernos.
Durante cinco siglos estuvimos en resistencia y hoy estamos haciendo un
alzamiento indígena, el más grande en la historia de México y es no violento”
(Ibídem).
¿Qué significa la candidatura de una
mujer indígena arropada por las resistencias más antiguas y transgresoras del
país?
Unos ven en esa disposición una ruptura
con el programa original (la tradición autonómica no-institucional). Otros, la
continuidad de una agenda de resistencia multifactorial que ahora incorpora el
renglón electoral a la lucha. Algunos más, una treta para boicotear a Andrés
Manuel López Obrador, candidato de centro-izquierda
que perfila contender por tercera ocasión a la presidencia de la
República.
Para otros, no pocos, se trata de un
segundo nacimiento de México. Apenas el inicio de una segunda y definitiva
independencia.
Ellos, los indígenas y zapatistas
responden: “Llegó la hora de nosotras y
nosotros indígenas mexicanos…”
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