Corresponsal de
guerra infiltrado en el cártel de Sinaloa quedó sorprendido por la violencia en
México
Manuel Hernández
Borbolla
The Huffington
Post
David Beriain conversó con HuffPost México sobre los
miedos que tuvo que afrontar para retratar lo que ocurre al interior de la
organización criminal más grande del mundo.
Entrevista con David Beriain
Publicado el 13 marzo, 2017
David Beriain ha sido corresponsal de guerra en
Irak, Afganistán y Libia. Ha reportado desde las minas de sangre en el Congo y
se ha adentrado a la densa selva colombiana para hablar con los guerrilleros de
las FARC. Pero a pesar de haber narrado conflictos armados en todo el mundo
confiesa que nunca había visto algo como lo que ocurre actualmente en México,
donde el poder de la droga y del dinero han desatado una crisis humanitaria sin
precedentes en la historia reciente del país. Esta es la principal conclusión
que sacó tras pasar más de tres meses infiltrado en el cártel de Sinaloa, tras
la recaptura de Joaquín Chapo Guzmán.
El periodista español asegura
que la normalización de la violencia y la manera en que la "narcocultura" han logrado echar raíces en grandes
extensiones del país representan un fenómeno único a nivel global que evidencia
la manera en que opera el capitalismo, pues el narcotráfico "no es otra cosa que la versión más
extrema, salvaje y violenta de algo que mueve la vida de todos nosotros: la ley
de la oferta y la demanda".
Pero documentar lo que ocurre
al interior del cártel de Sinaloa no fue tarea sencilla, pues reconoce que los
primeros encuentros frente a frente con los capos de la droga son los más
peligrosos; los encuentros a solas, sin cámaras, momentos complicados en los
que cualquier comentario fuera de lugar puede terminar en un reguero de sangre.
Y menos aún, cuando en medio de las grabaciones, algunos grupos criminales
balearon la casa de la madre del Chapo Guzmán a mediados de 2016. Sin
embargo, casi un año entero dedicado al proyecto rindió sus frutos, tal como
puede apreciarse en las impactantes escenas con las que Beriain y su equipo
documentaron el proceso de producción de la heroína y la metanfetamina, los
patrullajes que realizan los sicarios en Culiacán, el traspaso ilegal de drogas
a Estados Unidos y la introducción de armas a México. Un trabajo reunido en
tres capítulos de su programa Clandestino, que se transmitirá semanalmente por
Discovery Channel a partir del 15 de marzo a las 22:00 horas.
"Yo pienso que, haciendo una historia del narcotráfico, en
el fondo estás haciendo una historia de cómo funciona el mundo actual", señala Beriain en entrevista
con el Huffington Post México, el periodista asegura que
en el mundo del narcotráfico, donde todo se reduce a matar o morir, las
percepciones del bien y el mal pueden evidenciar las muchas contradicciones del
mundo y del ser humano. Algo que puede resultar aterrador. "¿Cuántas veces nosotros en nuestra vida, en una escala sin que
estén tantas cosas en juego, hemos hecho cosas que no nos gustan o que sabemos
que no debemos hacer?", se pregunta Beriain.
"Lo que
realmente me da miedo de mi trabajo es que cuando tú te sientas delante de ese
al que llaman terrorista, asesino o narcotraficante, gente que mata gente, y no
a uno ni a dos, a veces te gustaría pensar que va a existir una distancia
infinita entre tú y él, que va a pertenecer prácticamente a otra especie. ¿Y
sabes qué es lo que pasa cuando te acercas? Es igual que tú. Y puedes reconocer
muchas partes de ti en él. Y eso asusta. Y asusta ver cómo en el narcotráfico
se ven muchas de las fuerzas que mueven a este mundo", cuenta el periodista y autor del blog En pie de guerra.
He tratado de buscar
luz y humanidad hasta en los lugares más oscuros. Clandestino es un programa
que abunda en los grises de la naturaleza humana, donde los malos son malos
pero también son buenos.
David Beriain, periodista
Asegura
que, contrario a lo que señala el presidente Donald Trump, el tráfico de armas
desde Estados Unidos podría provocar que en un futuro cercano sean los
mexicanos los que decidan construir un muro fronterizo para evitar que sigan
muriendo miles de mexicanos mientras los estadounidenses siguen beneficiándose
con el mercado negro de armas.
Este es un fragmento de la conversación que sostuvo
Beriain con el Huffington Post México:
HP: Con tu amplia experiencia
en zonas de conflicto armado, ¿qué fue lo que te dejó haberte adentrado en una
organización como el cártel de Sinaloa? ¿En qué se diferencia la violencia que
vive México por el crimen organizado frente a otros conflictos armados?
Es radicalmente
diferente. Una guerra es una cosa que pasa a pesar de ti, o al margen de ti. El
combate está ahí, se está produciendo y tú puedes elegir cuándo te vas a
acercar. Puede que te sorprenda y te envuelva, pero está ahí. Hay una gradación
del peligro que puedes afrontar. Aquí no. Estás dentro o estás fuera. No hay término
medio. Y si estás dentro, si las cosas van mal, no hay salida. Ninguna. La
medida de seguridad es que no pase nada, porque si pasa algo, no hay salida. No
puedes estar un poco dentro del cártel. No. Tienes que estar con ellos. Y el
problema es que si estás con ellos puede pasar algo. Y cuando pasa algo o se
aparece la ley, pues a la ley le vas a tener que explicar qué estás haciendo
ahí. Y eso costará más o menos. Pero más preocupante que eso es que ellos
piensen que ha aparecido la ley porque estabas tú.
HP: Esta es, quizá, la primera vez que se hace un trabajo de esta
magnitud a nivel cinematográfico dentro del cártel de Sinaloa. ¿Qué experiencia
te dejó esta aventura o con qué te encontraste que no esperabas?
Muchas. Creo que
quizá lo más increíble es la normalización. La normalización de la violencia,
del asesinato. La normalización. Pero también creo que no puedes hacerlo de
otra manera. Estas personas viven ahí, hacen eso, es normal, para ellos. Me
resulta increíble hablar, como estoy hablando contigo, durante una hora, con un
sicario que ha matado a cientos de personas. Y hablar abiertamente con él. Una
de las cosas que me impactan es la sinceridad. Y te cuenta: "para mí matar se ha convertido en una
adicción".
HP: ¿Tú consideras que la
situación de México pueda calificarse como una guerra interna? Hay
organizaciones que comparan la situación de México con la que existe en países
como Siria y Afganistán.
A mí me vienen las imágenes, a la cabeza, del otro
día, del ametrallamiento desde un
helicóptero artillado con una calibre .50 contra un miembro de los
Beltrán Leyva. Hombre, eso no es una operación policial, que yo sepa. Las
operaciones policiales sirven para capturar, no para acribillar a un grupo de
gente que está ahí. No conozco los detalles, pero desde luego, cuando en un
combate como este se meten fuerzas militares, desde luego la situación escala. Los medios que se están
empleando en esta guerra contra el narco son militares, son de guerra. Las tácticas, también. El
nivel de enfrentamientos, también. El nivel de víctimas, también. Ahora, yo te
pregunto una cosa: ¿hay que legalizar las drogas? No lo sé. Pero sí te digo que
lo que se está haciendo ahora aquí en México y en el mundo en general no
funciona.
HP: ¿Y qué papel juega el
gobierno de Estados Unidos en todo este conflicto? Ya que incluso tuviste
oportunidad de cruzar la frontera acompañando al cártel. ¿De qué manera se
convive al otro lado de la frontera con este fenómeno? Pues pareciera como si
en Estados Unidos no existiera el narcotráfico, no hubiera bandas criminales,
aún cuando es ahí donde se distribuye la mayor parte de la droga. Dicen por ahí
que Estados Unidos pone las armas y México pone los muertos. ¿Qué opinión te
merece esto?
No son opiniones,
son hecho. Lo he visto con mis propios ojos. Los espectadores lo van a poder
ver en el programa. Sube un tipo con drogas, seis kilos de heroína, llega a San
Diego, espera, le cargan el coche con un Kalashnikov, un R-15, munición
antiaérea, granadas y vuelta. (Con) todos los controles que hay para evitar que
suban (a Estados Unidos) las personas y las drogas, no existe ninguno para
agarrar (lo que) baja (del norte). El coche ni se detuvo totalmente un segundo.
Y esas armas se han comprado legalmente en Estados Unidos. Por la laxitud de la
legislación se han reportado perdidas o robadas, y han ingresado al mercado
negro. Luego pasan con esa facilidad que te cuento. Dos mil armas ilegales
pasan la frontera cada día de Estados Unidos a México, 700 mil al año.
No estamos hablando
de pistolas, sino armas de guerra, ametralladoras pesadas, armas antiaéreas,
lanzagranadas, granadas de mano, rifles de francotirador de alta potencia. Todo
eso viene de Estados Unidos. Prácticamente el 100% de las armas que tienen en
su poder los cárteles viene de Estados Unidos.
Entonces, cuando
Donald Trump coge su dedo índice y lo apunta aquí, no a los cárteles mexicanos
sino a México, al conjunto de los mexicanos y al conjunto de los hispanos, y
los hace responsables de todos los males que sufre su América, Estados Unidos,
debería pensar quién compra las drogas. Sin demanda no hay oferta que valga,
quién vende las armas. En esta historia no está libre de pecado nadie. Nadie
puede tirar la primera piedra, nadie. Hay sobrados ejemplos de cómo cuando le
ha sobrado esto a Estados Unidos, y yo no soy especialmente antiamericano, ha
utilizado, cuando el gran enemigo era la lucha contra la insurgencia de raíz
comunista en América Latina, ha utilizado el narcotráfico para financiar sus
operaciones sin ningún problema. Lo que pasa es que ese narcotráfico se ha
vuelto tan fuerte que amenaza la viabilidad de países que están muy cerca de
Estados Unidos. Y ahora ya no quiere nada que ver con eso. Y ahora le interesa
mirar a los hispanos y decir, "oye,
es que si usted no tiene trabajos es por esto". ¿Quién va a limpiar
Estados Unidos, literalmente la mierda, quién va a hacer todos los trabajos que
no quieren hacer? Literalmente colapsaría la economía de Estados Unidos sin los
hispanos y los mexicanos. Entonces yo realmente, yo me planteo si no va a haber
un momento en que el sacrosanto muro este de las narices, no va a llegar un
momento en que los mexicanos digan, "no,
lo vamos a construir nosotros". Porque las armas con las que nos están
matando a nosotros vienen de usted. Y de ese tráfico ganan dinero ellos,
también. Y las drogas llega un momento en que ya no las trafican los mexicanos,
las trafican los americanos. ¿De qué estamos hablando?
HP: Durante mucho tiempo se habló que el Chapo Guzmán era uno de
los hombres más ricos del mundo y el criminal más buscado. Después de lo que
viste, ¿te parece que el cártel de Sinaloa es la organización criminal más
grande del mundo como se nos suele contar?
Sí. Lo era, lo es
y posiblemente lo será. Con el Chapo Guzmán o sin él. Porque (existe) esta
pulsión tan fuerte de ponerle nombres propios a las amenazas, que se dio con Al
Qaeda y Osama Bin Laden: Estados Unidos desplegó una caza al hombre como no se
ha conocido en la historia de la humanidad para acabar con el mito. Bueno, pues
Osama Bin Laden murió. ¿Ha acabado el terrorismo yijadista? No. Porque el
fenómeno es mucho más complejo. Por mucho que lo queramos simplificar, la
complejidad nos va a terminar cazando a nosotros. Se dice que Joaquín Guzmán
Loera, es el líder del cártel de Sinaloa. Bueno, era el líder espiritual, pero
hay otras familias, que siguen funcionando en pleno movimiento. Es que, además
de esas familias que forman el núcleo del cártel, hay una cantidad de gente
allegada a esa organización, que es una red clientelar tan fuerte que es muy
difícil de desmontar. Mira, el tránsito de cocaína por ejemplo. El Chapo Guzmán
y su familia prácticamente no han exportado nunca cocaína a Estados Unidos,
porque lo que ellos hacen es traerla de los países productores como Perú,
Bolivia o Colombia, a Culiacán. La compran a 2,500 dólares el kilo. La venden
en Culiacán a 17 mil dólares. ¿A quién se la venden? A minoristas
independientes que luego la pasan. De 17, la colocas en San Diego en 20 o 22
mil. Ya no es tanta la ganancia. Y él no quiere asumir ese riesgo, porque sabe
que necesita una red mucho más grande, porque ya nadie pasa toneladas, a no ser
que tengas un túnel. Se pasa de a poco, porque se regresa menos, es más
efectivo. Entonces esa gente no trabaja para el cártel, se asocia con el cártel.
El
cártel dice, "no quiero
trabajadores", porque a los trabajadores hay que pagarles aunque se
haga el envío o no. Quiero socios, que los socios ya se ocupan ellos de
cuidarse a sí mismos, ya se ocupan ellos de tener éxito. Saben que les va su
negocio en ello. El cártel permite que mucha gente haga dinero, incluso
apoyándose en la estructura central del cártel. Pero eso le genera una red de
alianzas tan fuerte que cómo desmontas eso. Cuando la gente en Sinaloa sale a
protestar por la caída del Chapo Guzmán, dicen, "bueno, les habrán pagado". No. Es que hay mucha gente
que vive de eso. Nos podrá parecer lo que quieras a los demás, será todo lo
errado moralmente que queramos pensar, pero esa gente vive de eso, alguna gente
sobrevive con eso y otra gente se ha hecho rica con eso. En cualquier caso son
gente, que vienen de la sierra, que vienen de territorios donde el Estado no
significa nada para ellos.
“¿Qué
es el gobierno ahí? Nada. ¿Qué da el gobierno ahí? Nada. ¿Qué le debo yo al
gobierno? Nada. Cuando el Estado no se hace presente en esas situaciones,
cuando no hay ley, cuando no hay justicia, cuando no hay servicios, el hombre
siempre busca una forma de ley, de orden y de servicios, aunque sea de una
manera perversa para el resto de la humanidad".
Es impresionante
la admiración que provoca el Chapo Guzmán a mucha gente en Sinaloa que lo ven
como un hecho por sí mismo, que ha labrado su propia fortuna, que no se olvidó
de los demás, que intentó ayudar a su gente. Es muy difícil de asumir para los
que vivimos tranquilos en nuestra casa, yo en España, en el supuesto primer
mundo que ya es segundo, pero es que es así, para mucha gente es así. Y esto
hay que entenderlo.
HP: Estuviste mucho tiempo en Culiacán. ¿Qué fue lo que más te
impresionó de todo este contexto, de esta narcocultura? ¿Qué te impresionó más
de todo esto?
La narcocultura en sí misma, la normalización
de eso, que eso ya se haya convertido en una cultura. Me preguntan muchas
veces: ¿qué piensan de Narcos, de la serie?
Pues lo curioso es que Narcos se alimenta de la realidad pero la realidad se
alimenta de las series también. La habitación más demandada de los moteles de
lujo de Culiacán donde se hacen las fiestas de los narcos tiene un mural de
Scarface. Y dices tú, "pero qué
necesidad, si ya eres Scarface". Ya, pero son humanos. También quieren
ser los de las películas. Entonces, llegas a un punto es que eso es una cultura
donde parece que lo raro es hacer otra cosa o no tener una relación con eso.
Eso es lo más chocante, porque lo demás ya lo había visto en otra situación: la
normalización de todo eso y el poder que tiene, que no es tanto el poder del
narco, es el poder del dinero.
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