La estructura del
régimen de Peña Nieto y el desmantelamiento del nacionalismo
Mario Casasus
Texto originalmente publicado en:
Clarín.cl
Desinformémonos
12 enero 2017
Guadalajara,
Jalisco / Desinformémonos. Lorenzo Meyer (1942), En
entrevista con Clarín.cl
Lorenzo Meyer (1942), politólogo mexicano, denuncia la estructura del régimen
de Peña Nieto y el desmantelamiento del nacionalismo:
“El origen de mi libro
es una observación irritada, me parece injusto ver cómo está viviendo México su
vida pública, me parece absolutamente inaceptable la corrupción, la
irresponsabilidad de algunas decisiones y la estupidez del presidente. Son una
bola de corruptos, desde el presidente de la República hasta el presidente
municipal y el policía”. El doctor Meyer reitera: “Desde la cúpula
desmantelaron el nacionalismo mexicano, era parte central de la relativa
soberanía de nuestro país. Yo no pensaba en Trump cuando ordenaba los capítulos
del libro, tenía una tesis: los gobernantes decidieron que nuestra suerte era
unirnos a Estados Unidos y disolvernos económicamente en Estados Unidos”.
Lorenzo Meyer es autor de los libros: Su Majestad Británica contra la Revolución mexicana
(1991), La segunda muerte de la Revolución
mexicana(1992), Liberalismo
autoritario (1995), El Estado
en busca del ciudadano (2005), De
la euforia del cambio a la continuidad (2007), Las raíces del nacionalismo petrolero en México
(2009), Nuestra tragedia persistente
(2013) y Distopía mexicana
(Editorial Debate, 2016), entre otros libros y antologías en coautoría.
Entrevista a Lorenzo Meyer, por Mario Casasus
El investigador y catedrático del Colegio de
México hace una declaración de principios: “Mi
obligación es prestarle un servicio a la comunidad mexicana porque me educó, mi
educación universitaria la pagó el Estado, soy profesor e investigador de una
institución del Estado, y lo menos que puedo hacer es cumplir con mi
responsabilidad de forma independiente en las investigaciones, en los ensayos
que escribo y en la preparación de los alumnos”. Desde el ámbito académico
se enfrenta al poder, afirma Lorenzo Meyer: “porque
lo considero ilegítimo y dañino, quienes han ejercido el poder en México no
están a la altura de las circunstancias”.
MC.-
Doctor, ¿cómo surgió el libro Distopía mexicana?
LM.- Este libro lo hice en dos etapas, cada
semana tengo que redactar un artículo para la prensa, pero escribo todos los
artículos pensando en un libro, no pienso en la coyuntura de ese día o semana,
tomo los temas actuales, tal vez es muy presuntuoso o muy humilde –no sé cuál
de las dos-, “escribo menos para el
presente y más para el futuro”, quiero dejar un testimonio. Hace años,
cuando comencé a colaborar en un periódico me costó algunos reproches del medio
académico, un personaje que llegaría a ser presidente del Colegio de México me
dijo: “veo muy mal que escribas en el
periódico, porque la vida académica es una vida centrada y concentrada para el
mundo universitario, escribir para un público mayor es degradante”; como no
le hago mucho caso a las autoridades –ni a las de mi institución, por eso nunca
me dejaron llegar a puestos directivos-, seguí colaborando en un periódico, en
la radio y la televisión pública, en mis primeros años tenía el respaldo de
Cossío Villegas que escribía en Excélsior.
MC.-
¿Reescribió los artículos del periódico “Reforma” para Distopía mexicana?
LM.- En este libro no encontrarán los artículos,
me sirven como materia prima para rehacerlos y comprimirlos, a veces una página
de mis libros lleva algo de 2 o 3 artículos, la mayor parte del material
periodístico está desechado, espero que alguien, algún día, lea mi reflexión
sobre la vida política y cotidiana de nuestro país. En “Distopía mexicana” están los últimos 5 años: el final del gobierno
de Felipe Calderón y la primera mitad del gobierno de Peña Nieto, voy viendo la
evolución -o involución- y reflexiono, en parte yéndome a la historia del
fenómeno –aportando el contexto histórico-, en parte recurro a la teoría
política, voy tratando de escribir para un público mayor, exactamente lo
contrario que me reprochó el que sería presidente del Colegio de México. Mario,
no crea que fue fácil escribir de manera sencilla, porque en la vida académica
–sobre todo cuando yo empecé- premiaban lo confuso, entre más confuso y obtuso
solían decir: “este doctor debe ser un
genio, porque no le entendí nada, debe ser brillante, alcanza alturas
insospechadas”. Se pueden escribir cosas profundas de manera sencilla, no
hay que dar muchas vueltas ni usar conceptos de los iniciados en ciencias
políticas, se puede decir lo mismo de una manera más simple.
MC.-
¿La Distopía corresponde a la decepción de los sexenios de Calderón y Peña
Nieto, o tiene que ver con el estado de ánimo al perder las utopías?
LM.- Tiene que ver con una decisión, por lo menos
con la palabra “distopía”, de
enfrentarme a un poder que considero ilegítimo y dañino, quienes han ejercido
el poder en México no están a la altura de las circunstancias -coincido con la
observación de Cossío Villegas publicada en 1947, aunque él fue injusto con
Lázaro Cárdenas-, escribo desde la única opción que me queda, pude inscribirme
a un partido político y tener una participación en la administración pública,
pero considero a los partidos políticos parte fundamental del problema, por
otro lado, creo que en un punto chocan ser académico y militar en un partido,
porque un partido político exige lealtades, tienen objetivos y uno tendría que
ajustarse a esos objetivos, el académico de las ciencias sociales tiene que ser
crítico de la situación en su entorno. Los académicos que militan en un partido
político pierden independencia; para bien o mal en mis libros está mi juicio,
pero es mío, no le estoy haciendo la corte a nadie, ni le estoy prestando
servicio a los gobernantes, mi obligación es prestarle un servicio a la
comunidad mexicana porque me educó, mi educación universitaria la pagó el
Estado, soy profesor e investigador de una institución del Estado, y lo menos
que puedo hacer es cumplir con mi responsabilidad de forma independiente en las
investigaciones, en los ensayos que escribo y en la preparación de los alumnos.
MC.-
Después de investigar los sexenios de Felipe Calderón y Peña Nieto, ¿podríamos
hablar de un patrón de conducta gubernamental o comparten pocos puntos
similares?
LM.- El origen de mi libro es una observación
irritada, me parece injusto ver cómo está viviendo México su vida pública, me
parece absolutamente inaceptable la corrupción, la irresponsabilidad de algunas
decisiones y la estupidez del presidente -es lo menos importante porque la
naturaleza nos da las neuronas, si el presidente y los secretarios de Estado
tienen un número limitado de neuronas no sería tan grave, si fueran honestos,
si tuvieran un compromiso social, la inteligencia no sería tan importante-, pero
son una bola de corruptos, desde el presidente de la República hasta el
presidente municipal y el policía, ¿todos los presidentes han sido corruptos?,
yo salvaría a Lázaro Cárdenas, algunos secretarios de Estado se han
comprometido con un proyecto nacionalista, también hay muchos servidores
públicos honrados.
MC.-
Pienso en un par de embajadores admirables: Gonzalo Martínez Corbalá y Gilberto
Bosques…
LM.- De acuerdo, el problema está en la cúpula.
MC.-
El libro comienza con el capítulo dedicado a la relación México-Estados Unidos,
¿es un orden aleatorio o era una propuesta profética ante el triunfo de Trump?
LM.- No es aleatorio, pero tampoco lo pensé así,
no me sorprende el triunfo de Trump. Mi primera investigación fue sobre el
petróleo y la expresión positiva del nacionalismo mexicano; el nacionalismo
mexicano es defensivo, no es el nacionalismo alemán de la década de 1930,
tampoco es el ofensivo nacionalismo norteamericano. Desde la cúpula
desmantelaron el nacionalismo mexicano, era parte central de la relativa
soberanía de nuestro país. Yo no pensaba en Trump cuando ordenaba los capítulos
del libro, tenía una tesis: los gobernantes decidieron que nuestra suerte era
unirnos a Estados Unidos y disolvernos económicamente en Estados Unidos; el
embajador francés Alain Rouquié publicó el libro: México, un país de la América del norte (2014), su tesis era muy
sencilla: “México decidió cortar con su
historia como país latinoamericano y apostó por su geografía”. La geografía
no es destino, si fuera destino Cuba sería una islita en medio de la nada, pero
lograron su independencia y tuvo un costo enorme impuesto por el embargo de
Estados Unidos. Según Rouquié: “México
apostó por lo que era natural”, no era natural, porque desde Estados Unidos
nos dicen: “fíjense en el espejo, ustedes
son morenos, no saben inglés, no pertenecen al norte, nos desagradan y vamos a
construir una muralla en la frontera”. ¿Quién demonios pensó que realmente
nos dejarían ser parte de Norteamérica?, el gobierno de México desmanteló lo
poquito que construyó la revolución: el nacionalismo defensivo y la autonomía
relativa.
MC.-
Entre los problemas domésticos, ¿cuál le preocupa más?, ¿la violencia del narco
o la corrupción?
LM.- La corrupción, porque la violencia es
resultado de la corrupción. La corrupción propicia la violencia, la corrupción
es una manera de decirle a las instituciones que son débiles, que no tenemos
una estructura a la altura del siglo XXI, por eso me preocupa la corrupción,
porque nos detiene en la construcción del Estado de derecho, donde la ley se
cumpla, la ley en México puede ser injusta, además de ser injusta la ley no se
cumple. Domésticamente me preocupa la corrupción porque afecta la estructura
extremadamente injusta y desigual de México.
MC.-
¿Cuál sería su reflexión sobre los efectos de la violencia del narco en México?
LM.- Por un lado tienes al SAT (Servicio de
Administración Tributaria) intentando recaudar los impuestos y del otro lado
está la eficacia del narco que cobra derecho de piso a los pequeños comercios y
a las escuelas, el crimen organizado te hace su víctima para extorsionar, o te
conviertes en el enemigo para exterminar, o mueres como daño colateral de una
balacera.
MC.-
El libro termina con el capítulo: “Los medios”, analiza la libertad de
expresión, el despido de Carmen Aristegui y el legado de Julio Scherer. ¿Cómo
podrán debatir los académicos, los periodistas y los lectores ante la censura
del gobierno?
LM.- Una sociedad sana requiere que los medios
sean libres, autónomos y plurales. Incluí el caso de Carmen Aristegui porque la
conocí, colaboré en su programa durante años, muchas veces le dije: “Bueno Carmen, ¿hasta cuándo te van a dejar
frente a los micrófonos?”, ella se reía de mi broma, pero en W Radio le
ofrecieron permanecer en el programa con la condición de que la XEW (filial
radiofónica de Televisa) pondría el contenido editorial, Carmen se fue y le
costó mucho trabajo conseguir trabajo hasta que MVS Radio la contrató, porque
ellos querían tener a una periodista de peso para negociar con el gobierno,
Carmen y MVS firmaron un código de ética donde ella era libre, pero un día
Felipe Calderón se ofendió con la pregunta sobre sus problemas de alcoholismo,
la despidieron momentáneamente, MVS reinstaló a Carmen porque las negociaciones
con Calderón no funcionaron y luego llegó la gran investigación de la “Casa Blanca” de Peña Nieto y Angélica
Rivera, el resto es historia. Carmen presentó una demanda ante la Suprema Corte
de Justicia para que se pronuncien si tiene sentido que los medios privados al
usar un bien público deben respetar la libertad de expresión, la Corte hizo como que la virgen le habla, fallaron
las instituciones, sus instituciones están podridas, la parte sana de México se
estrella contra las instituciones podridas, el caso Carmen es emblemático y lo
conocí de primera mano.
MC.-
Finalmente, ¿qué opciones tiene la ciudadanía si la podredumbre del gobierno es
irreversible?
LM.- ¿Qué hacemos contra las instituciones?, no
estamos en un caso extremo, no vivimos en el régimen nazi, tampoco en la dictadura
de Stalin. ¿Qué hacemos?, en nuestro pequeño espacio y mientras se pueda:
cumplir con mi responsabilidad individual. Pero, qué hace alguien que no tiene
una historia de ciudadanía, en un sistema que compra el voto y que usa la
pobreza para ganar las elecciones que son espurias, pero formalmente son legales, los acarreados y militantes van
a votar y se benefician con alguna cosa material y el sistema se perpetúa, ¿qué
hacemos?, hay una parte de la sociedad que reacciona ante la compra del voto
porque puede, pero no podemos culpar enteramente a la otra parte porque son
pobres y no se les dio la educación necesaria para entender cómo están metidos
en el círculo infernal, donde ellos perpetuarán su pobreza mientras sigan
votando de esa manera clientelar, el PRI tiene las estructuras clientelares
para mover a sus bases y comprar las elecciones. ¿Qué hacer?, individualmente
tenemos que reaccionar en contra del sistema, lo que no es garantía de que
colectivamente podamos echar al PRI, se hizo un esfuerzo en la elección del año
2000, pero el personaje y el equipo que llegaron a dirigir al país no
estuvieron a la altura, ni en broma, y se dejaron tragar por esas estructuras y
se convirtieron en lo mismo que antes habían criticado. Espero sin mucha
ilusión la elección del 2018, en fin, tenemos que ver entre la oferta que viene
para 2018 quién da la posibilidad real de enfrentarse a una estructura y sus
intereses creados.
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