Carlos Hernández López
Viento Sur
24/10/2016
El objetivo de este trabajo es compartir una reflexión acerca
de la propuesta anunciada por el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional(EZLN) relacionada a la formación de un Concejo
Indígena de Gobierno y nombramiento de una mujer indígena como candidata
independiente para las elecciones presidenciales de 2018; entendiendo antes que
nada que esta propuesta es mucho más profunda de lo que pareciera ser y que
estará sometida a consulta durante 2 meses en las bases del CNI y EZLN. Una
cuidadosa lectura de las Palabras de la Comandancia General del EZLN en la
apertura del Quinto Congreso Nacional Indígena y del Comunicado conjunto del CNI y EZLN titulado “Que retiemble en su centro la tierra”, da algunas muestras de
lo astuto, políticamente minucioso, oportuno y revolucionario que resulta esta
nueva iniciativa.
En los últimos días ha
salido a relucir el racismo y machismo de parte la intelectualidad
institucional que brilla por su desinformación. Este grupo de “saltimbanquis de todo tipo” no logra
ver que esta propuesta encabezada por CNI-EZLN hará eco en todos los rincones
de este país y llegará a los oídos y corazones de toda la rabia e indignación
del pueblo mexicano. No logran percatarse que esta iniciativa puede generar un
calambre social que paralice el sistema político mexicano tal y como lo
conocemos ahora. Otros todavía no se sorprenden porque no parecen entender las
profundas convulsiones que generará la formación de un Concejo Indígena de
Gobierno y el lanzamiento de una candidata indígena. A estas alturas puede
parecer difícil afirmar y creer que esta propuesta moverá todas las placas
tectónicas políticas de México, creando un terremoto social casi sin
precedentes en México. Resulta difícil pensarlo así en tan temprana hora, pero
todo parece indicar que así será.
II
El contexto mundial de estancamiento económico ha profundizado
las tensiones en el seno de la gran burguesía dominante en México. Estas
tensiones en la esfera económica se han reflejado mediante aberturas del
sistema político mexicano monopolizado hasta hoy por partidos políticos
oficiales (PAN, PRI, PRD, Morena, Verde, PT, etc.). A las fracciones y sectores
de la burguesía afectadas por la reconcentración de la economía en cada vez
menos manos, les deja de servir el sistema partidista existente, o por lo menos
les sirve cada vez menos, ya que no encuentran ahí la posibilidad de que se
diriman sus intereses. Asistimos a una crisis económico-política que si bien
inició hace 30 años con la implantación del neoliberalismo, se profundiza en la
actualidad por el grado de irreconciliación en el seno de la gran burguesía.
Este escenario se diferencia de la gran crisis del “Estado benefactor” que se llevó a cabo hace poco más de 30 años
y que representó una primera gran ruptura económico-política entre sectores
medios y altos de la burguesía. Ahora asistimos a una profunda tensión, no sólo
entre sectores medios de la burguesía y la gran burguesía, sino que dentro de
esta última se vuelve cada vez más difícil la conciliación de intereses. Es
decir, las contradicciones ya no son fundamentalmente entre sectores medios y
altos de la burguesía, sino que, provocado por una mayor apertura neoliberal y
mayor maquilización de la economía mexicana, algunas fracciones de la gran
burguesía encuentran crecientes limitaciones para ampliar sus ganancias,
provocando así una agudización de las contrariedades en las esferas más altas
de las clases dominantes.
En México, la
profundización de la concentración y centralización del capital en los últimos
30 años (redoblada con la puesta en marcha del TLCAN), fue acompañada de una
creciente monopolización del ejercicio de poder y un agotamiento cada vez más
pronunciado de la democracia representativa. Si bien es cierto que dejó de
existir el PRI como partido único, la incorporación de otros partidos al
sistema político y la llamada “transición democrática” no descentralizó el
ejercicio de poder político. Por el contrario, estos partidos “oficiales” se alinearon rápidamente a
los intereses de la gran burguesía para formalizarse en un sistema
plutocrático. El congreso compuesto por diversos partidos oficiales se
convirtió en la representación política de los intereses de la gran burguesía,
ya que ahí se aprobaban sus proyectos de clase dominante y ahí mismo dirimían
sus tensiones. Como resultado paradójico, en vez de que las diferentes
fracciones y sectores de la burguesía quedaran representadas por diferentes
partidos políticos, la gran burguesía quedó representada por varios partidos,
mientras que las burguesías medias, las burguesías pequeñas y por supuesto la
pequeña burguesía quedaron fuera del elenco.
El congreso se convirtió
en el espacio de legitimidad por excelencia de las políticas económicas
neoliberales. Todas las reformas estructurales aplicadas en México en los
últimos años, particularmente aquellas impulsadas durante el gobierno de Peña
Nieto, han contado con la aprobación de los partidos en el Congreso. La
militarización extensiva del territorio nacional, la entrega de recursos
naturales a empresas trasnacionales, la reforma laboral, la reforma educativa,
la reforma fiscal, etc., han contado con el aval del conjunto de partidos
oficiales en el parlamento. Por eso puede entenderse que México no haya pasado
por la misma experiencia de golpes de Estado militares que pasaron los países
del cono sur durante los años 70, donde fueron disueltos los congresos
nacionales. En México no ha sido necesaria la disolución del Congreso e
implantación de una junta militar de gobierno porque el Congreso en su
totalidad se encuentra completamente alineado con los intereses del gran
capital. Es el aval político y legitimador del gran capital. Puede estar
extendida la presencia militar en todos los rincones del país, puede estar
operando el terror estatal en cada minuto y rincón del país, puede haber 150
mil muertos y 30 mil desaparecidos en 10 años, puede haber la descomposición
más profunda en la historia del país, pero no importa porque “seguimos en democracia y hay congreso
elegido democráticamente donde están representados todos los ciudadanos de
México”. Por tanto, el congreso se convierte en el sostén del estado
mexicano, a pesar de su pudrición. Ahí se legitima y sostiene el proyecto de
muerte por el que atraviesa México.
Sin embargo, las cosas no
están tan controladas y homogéneas en el ejercicio de la política. Pasados 8
años de la crisis del 2008 que sacudió a la economía mundial en su totalidad,
las tensiones dentro de la gran burguesía se han profundizado al grado que los
intereses encontrados ya no pueden ser dirimidos por la representación de los
partidos “oficiales”. Estos se
encuentran completamente alineados con las fracciones del gran capital que
salen ganando de esta crisis, mientras que los grupos de la gran burguesía
afectos buscan alternativas políticas para llevar adelante sus intereses, sin
violentar el sistema político mexicano en sus bases, pero proponiendo
transformaciones que refeljan cierto agrietamiento del sistema partidista
mexicano. Frente a la cerrazón de los partidos oficiales que no acogen sus
reclamos, la burguesía afectada por la crisis busca ampliar la participación
política dentro del congreso mediante la formación de los llamados partidos independientes.
El caso “Bronco” es paradigmático por
representa esta creciente tensión en el seno de la gran burguesía. Con este y
otros casos es posible afirmar que la oficialización de partidos independientes
representa una pequeña fisura política producida por las tensiones de arriba.
III
Con una sabiduría y lectura política impecable, el CNI-EZLN,
antes que nadie, se dan cuenta de esta fisura en el sistema político mexicano
para lanzar una candidatura independiente y buscar convertir esa pequeña fisura
en una grieta que termine por quebrar el sistema partidista tal y como lo
conocemos en la actualidad. Ojo, no se busca aprovechar la fisura para
integrarse a la institucionalidad y subsumirse en las reglas del arriba. Esto
queda rápidamente desmentido con el último comunicado del CNI-EZLN, donde se
reitera que la lucha “no es por el poder”,
así como con su práctica política de los últimos 20 años, donde han dejado
claro que las curules no son la solución, ni parte de la misma, sino que son el
problema, el problema principal. Por el contrario, la apuesta es a aprovechar
la fisura que se ha generado en el seno de la clase política mexicana para
ampliarla y profundizarla, entendiendo que “la
putrefacción del sistema político es también su debilidad”. Así puede
entenderse la pregunta el Sub Galeano cuando dice:
"¿Qué tan sólido estará el sistema político mexicano, y
qué tan fundamentadas y consistentes son las tácticas y estrategias de los
partidos políticos, que basta que alguien diga públicamente que está pensando
algo, y que le va a preguntar a sus demás iguales qué piensan de lo que está
pensando, para que se pongan histéricos?"
Las fisuras que se
generaban arriba han sido siempre zanjadas y suturadas arriba. Las tensiones
empresariales y partidistas se han dirimido bajo el común interés de la
burguesía y dentro de los muros parlamentarios, siempre y cuando no se
involucre al común del pueblo explotado y despojado. Sin embargo, con la
propuesta del CNI-EZLN, se entierra un cuchillo en la fisura que se ha generado
arriba, no sólo evitando que se suture, sino promoviendo su mayor abertura con
el impulso de la organización de abajo y a la izquierda y así llevando al
sistema político mexicano a la crisis más grande que habrá de vivir en las
últimas décadas. Se trataría de un golpe cruzado desestabilizador que deja al
contrincante en un estado de fragilidad del que difícilmente pueda recuperarse.
Lo que sigue es el knock out.
Esta iniciativa se parece
al llamado de la Otra Campaña en 2006, ya que los objetivos de ambas son
esencialmente lo mismo: “construir una
nueva nación por y para todas y todos y fortalecer el poder de abajo y a la
izquierda anticapitalista”. Sin embargo, la nueva propuesta que hoy se
consulta en los pueblos para formar el Concejo Indígena de Gobierno y lanzar
una candidatura independiente mujer e indígena, ocurre en un contexto de mucha
mayor tensión e inestabilidad arriba. La Otra Campaña se llevó acabo en un
escenario nacional de fuerte consenso y rearticulación de la clase dominante,
mientras que esta nueva propuesta se lleva acabo, no sólo en un clima de mayor
descontento popular provocado por el redoblado despojo, explotación, represión
y desprecio a nivel nacional, sino en una situación en la que la clase
dominante se encuentra imposibilitada para “mantener
la inmutabilidad de su dominación”. En esta crisis que, parafraseando a
Lenin, podríamos llamar “crisis de las
alturas”, se “abre una grieta por la
que irrumpen el descontento y la indignación de las clases oprimidas”. Esta
podría ser, quizás, una de la razón más contundentes detrás del lanzamiento de
la candidatura independiente.
Colocarse en los poros
generados por la propia inestabilidad de la clase dominante servirá, no sólo
para dinamitar el sistema político mexicano, sino fundamentalmente como
mecanismo para fortalecer el diálogo abajo. La incursión en el campo electoral,
profundizará la crisis del arriba, ampliando la posibilidad de fortalecer el
poder desde abajo y convertir la crisis política en una situación
revolucionaria.
De esta forma el CNI-EZLN
se diferencia diametralmente de los partidos políticos (oficiales e
independientes) que participen en las elecciones y subsuman su dinámica interna
al objetivo del triunfo electoral. Por el contrario, el CNI-EZLN podrían
aprovechar los tiempos y geografía electoral para romper el cerco mediático que
esconde el despojo, explotación, represión y despreció por el que está
atravesando el pueblo mexicano, así como visibilizar las luchas de los pueblos
indígenas y la sociedad civil a nivel nacional. En este contexto podrán
promover lo que la comandancia en voz del subcomandante insurgente Moisés, notó
como necesidad urgente: unir el campo y la ciudad (“hoy más que nunca nos necesitamos de estar unidos, campo y la ciudad”).
“organizarnos para detener esta destrucción, fortalecernos en
nuestras resistencias y rebeldías, es decir en la defensa de la vida de cada
persona, cada familia, colectivo, comunidad o barrio. De construir la paz y la
justicia rehilándonos desde abajo, desde donde somos lo que somos (…) Es el
tiempo de la dignidad rebelde, de construir una nueva nación por y para todas y
todos, de fortalecer el poder de abajo y a la izquierda anticapitalista, de que
paguen los culpables por el dolor de los pueblos de este México multicolor”.
Pase lo que pase, la
estrategia es de ganar-ganar porque los pueblos indígenas son los más claros en
saber que la resistencia, la lucha y la organización no son coyunturales y van
mucho más lejos de lo que ofrece el calendario electoral. Pero es ganar-ganar
porque hay una posibilidad y buena oportunidad de que esta gran “moral de lucha” sea transmitida de los
pueblos originarios hacia el conjunto de la sociedad civil que dignamente lucha
en todas las geografías de México. Familiares de desaparecidos y familiares de
mujeres asesinadas que luchan incansablemente por la justicia, trabajadores y
desempleados que luchan por un trabajo digno, maestros que luchan contra la reforma
educativa, por una educación para y desde el pueblo, estudiantes que luchan por
la universidad pública gratuita y laica, campesinos que luchan contra el
despojo y la privatización de las tierras, ambientalistas que luchan contra la
depredación, migrantes que luchan por una vida digna, contra la represión
policial . Todas estas dignas rabias tendrán un lugar certero en este nuevo
llamado del CNI-EZLN, y mientras el sistema político mexicano se vaya
derrumbando en pedazos, habremos de ver el mundo de abajo resurgiendo.
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