#24A No estás
sola
Voces de
Mujeres
Publicado el
28 abr. 2016
#24A ¡Mucha energía,
mucho poder! Así nos sentimos en la marcha de las mujeres contra las violencias
machistas.
Porque
hemos llegado a un límite de violencia, acoso y feminicidios. ¿Por qué
marchamos? ¡Para cambiar el mundo! Somos muchas mujeres ya que levantamos la
voz #NoTeCalles
Juntas somos más fuertes #PrimaveraVioleta
Una
crónica colectiva de #VocesdeMujeres,
Luchadoras, La Sandía Digital, Subversiones ·
Agencia Autónoma de Comunicación
Por Voces de mujeres
Texto y fotos: Manada
Subversiva. Materiales compartidos bajo copyleft CC By NC 4.0
Video: colaboración de
Luchadoras, La Sandía Digital & SubVersiones en el marco del proyecto Voces
de Mujeres.
Agencia SubVersiones
/4 mayo, 2016/
El domingo 24 de abril (#24A) muchas personas desayunamos un
torrente de testimonios sobre algunas de las violencias machistas que hemos
padecido. Por Twitter y Facebook, abrimos nuestra memoria para inundar las
redes sociales con ella y compartirla con otrxs. Lo que había adentro no eran
lindos recuerdos sino retrospectivas interiores sobre las primeras violencias
sexuales que sufrimos por ser identificadas sexo-genéricamente como mujeres. De
las memorias de acoso surgieron otras que tal vez habíamos decidido olvidar,
ocultar, silenciar, bloquear, enterrar, ahogar o reprimir en lo más profundo de
nuestra psique: de prejuicios, abusos, agresiones, imposiciones sobre nuestras
cuerpas, vidas y dignidades. El ejercicio colectivo se hizo purga, reclamo,
catarsis y sanación sororaria[1].
#MiPrimerAcoso fue la
respuesta inicial de miles de mujeres a la convocatoria nacional de
movilización, visibilización, cuestionamiento y denuncia de las violencias
machistas. Porque el feminicidio en México se equipara a un holocausto, porque
nos han tomado como botín de guerra. Porque vivas nos queremos.
Razones para movilizarnos
en las calles sobran pero el hartazgo y la indignación ante los feminicidios
pareciera ser lo más urgente: en México, cada día se asesina a 7 mujeres. Ese
desprecio hacia nuestras vidas y cuerpos tiene otras maneras de manifestarse en
los demás aspectos de nuestra existencia. Todos los días (una evidencia está en
el torrente de testimonios) niñas, jóvenes, adultas y ancianas sufrimos
vejaciones que se suman a otras opresiones del capital. Ser considerada mujer
es estar en riesgo permanente. Quienes escribimos estuvimos presentes en las
movilizaciones de EdoMex-CDMX y Cuernavaca, por lo que los testimonios que se
presentan a continuación fueron recopilados en dichas movilizaciones, aunque
muchos de ellos se refieren a la situación en contexto nacional o hasta global.
Venimos sufriendo y padeciendo, nos están matando, nos están
asesinando, ya estamos hartas, es terrible esta situación; de hecho me parece
que es una marcha tardía, pero bueno, estamos acá finalmente porque esta
situación ya no se puede aguantar, no aguantamos más violencias contra las
mujeres, contra las niñas. Y esta violencia la tenemos que parar las propias
mujeres. Y bueno, sobre todo la violencia que ejerce el Estado en este país es
terrible: desapariciones, asesinatos, violaciones, y la mujer como botín de
guerra.
—Nicte (La Sexta, DF).
Las estadísticas no
alcanzan a retratar la dimensión de la tragedia
Los testimonios son la fuente de donde habremos de sacar el
cálculo y el criterio para comprender la magnitud del genocidio:
La verdad es que sí tenemos un problema como país y como mundo
en la situación de las mujeres. Este sistema nos ha puesto a competir entre
nosotras, como un objeto sexual, como un objeto de placer para los varones. Nos
han puesto a las mujeres a competir entre nosotras y ¿qué hacemos nosotras si
no nos damos cuenta de esa situación? En lugar de restablecer nuestra fortaleza
como lo que somos, seguimos sometidas ante esta situación. Entonces el
patriarcado incide en todos nuestros ámbitos de vida: laboral, el hogar, el más
personal, el más íntimo con las parejas… —Nicte.
Se está protestando contra las violencias machistas, es una
protesta a nivel nacional para demostrar que estamos inconformes contra las
múltiples formas de violencia sexista que afectan a las mujeres principalmente
pero también a los hombres: desde los acosos en el metro, los chantajes
emocionales, las violencias sutiles que se viven a veces en las relaciones de
pareja o en las familias, pero también las violencias estructurales, que son
las reformas políticas, sociales, económicas… y sobre todo los feminicidios.
Creo que es la cima de todas las violencias que hacen que lleguen a un punto de
que se asesine a una mujer por el sólo hecho de ser mujer. —Libertad.
Entonces, ¿qué hacer ante
el ninguneo, los insultos y los acosos que nacen de una cultura en la que
nuestras vidas no importan? Y con los prejuicios, chantajes, los
hostigamientos, los «castigos» a las
diferencias, las amenazas, la explotación, la imposición de roles, las
agresiones físicas y psicológicas, el «amor»
romántico opresor, la represión, la compra-venta de mujeres y esclavitud
moderna, las violaciones y torturas sexuales, los asesinatos… el
femini-genocidio. Algunos de estos temas buscan una respuesta en las etiquetas
de la movilización: si tocan a una respondemos todas, ninguna agresión sin
respuesta, ni una menos. No hay respuestas fáciles ante la proporción de la
guerra.
Vivas —autónomas,
dignas y libres— nos queremos
El llamado se pasó de boca en boca y la movilización se
organizó rizomáticamente por mujeres diversas, en tanto que individuas o en
tanto que integrantes de colectivas, organizaciones o redes de mujeres. Se
hicieron asambleas físicas y virtuales, sin demasiados trámites ni
politiquería. No sin contradicciones, no sin conflictos y tensiones. Pero la
otra herramienta que permitió el avance de la auto-organización de la
movilización fue que de dichas asambleas salieron acuerdos, tareas, comisiones
y una convocatoria nacional, pública, callejera y sin partidos políticos:
#24A es una manifestación organizada por asociaciones,
colectivas, asambleas y feministas independientes, se pueden sumar todas las
mujeres que deseen hacer algo para visibilizar, cuestionar y denunciar todas
las violencias machistas de las que somos víctimas todos los días, en todos los
espacios, las mujeres. ¿Qué mujeres? Todas las mujeres: cis, trans, les, bi,
etc. Si algún colectivo masculino quiere participar puede hacerlo, sin acaparar
el discurso, sin robar espacios, ni vaciar el contenido combativo de esta
manifestación, la cual es principalmente un reclamo contra la estructura
política, económica y social que está solapando esta violencia: el patriarcado. —Convocatoria nacional.
Aproximadamente en 40 ciudades, mujeres y contingentas
diversas respondieron a la convocatoria. Entre todas hicimos viral la difusión
y las propuestas de acción, la organización para los performances, las
consignas, canciones, poemas. Las contigentas fueron surgiendo: de artistas, de
danzantas, de maestras, de sordas, de agrupaciones militantes, de mujeres en
bici, de batucadas, de madres, de madres lesbianas, de mixtos. Y fue fácil,
porque cada una conoce a una que conoce a otra que tiene una amiga que tiene
una hermana que tiene una madre que tiene una compañera de trabajo que tiene
una red de amigas que…
Audios:
Sonoridad feminista. Lluvia obsidiana
No queremos igualdad de privilegios sino destruir el capital.
SubVersiones.
No queremos igualdad
de privilegios sino destruir el capital
Los reclamos y advertencias iban pintados en las cuerpas,
mantas, paraguas, telas, cartones, volantes, canciones, consignas, manifestamos
nuestro repudio a las violencias machistas, así como nuestra alegría y fuerza
por salir, organizarnos, estar juntas. Ahí pudimos platicar con algunas
compañeras y preguntarle sus motivos de asistencia:
Estoy participando porque a pesar de que existen leyes que
defienden a las mujeres, vivimos una violencia terrible, y en lugar de mejorar
con los años parece que está regresando el machismo y la violencia en las
escuelas y en la calle (…) Yo soy maestra y veo como en las escuelas ya habían
dejado de haber golpes entre los novios y otra vez regresan. O las chicas de la
prepa se dejan de vestir como se visten porque son agredidas por sus compañeros
o en la calle (…) Yo creo que vivimos en una cultura que promueve la violencia,
no solamente contra las mujeres, aunque nosotras lo hemos vivido desde que
nacemos, pero sí hay mucha agresión, está lo de los estudiantes de Ayotzinapa,
la marginación… yo creo que estos son momentos de concientización pero hay que
hacerlo en aplicación efectiva: en la casa, en las escuelas, en la televisión,
en lo que vemos en los medios también. —Rosalía.
El gobierno mexicano ha demostrado abiertamente que es un
gobierno asesino, es un gobierno omiso (…) nos
criminaliza por ser mujeres, nos criminaliza por ser indígenas, nos criminaliza
por ser gays, travesti, transgénero, transexuales y es una responsabilidad
venir a esta serie de manifestaciones pero no sólo eso, sino organizarnos como
sociedad para combatir la embestida del gobierno, que es brutal. —Drag
Queen Alberta Canadá.
Nosotros como organización… aunque somos de izquierda, o más
bien zapatistas, y todas las organizaciones y en todos los ámbitos sociales se
tiene ese problema: el machismo y el desprecio a las mujeres. Aunque sea muy
velado, aunque sea oculto, en las mismas organizaciones de izquierda existe [la problemática] (…) Me parece importante que digamos, no sólo
la violencia que es muy visible ya —y es terrible que nos estén matando— sino también
la violencia sutil, la violencia cotidiana, la violencia que ejercen los mismos
compañeros, las parejas… Nosotras como mujeres, como madres, ¿cómo enseñamos, a
lo mejor inconscientemente, esa violencia a nuestros hijos? Entonces justamente
es [necesario] romper, deconstruirnos
a nivel muy personal, muy pequeño, pero desde ahí tenemos que empezar, desde
ahí tenemos que dar la batalla. Por supuesto: la batalla más grande es ya parar
estos asesinatos terribles en todo el país y en el mundo, pero también hacer la
lucha pareja en nuestros hogares, desde lo más cercano a nosotras, que es
nosotras mismas. Luchar nosotras mismas contra este machismo que nos puede
estar atacando, desde “cuidar verme bien para los hombres” ya basta de eso, no,
voy a luchar y a acompañando a mis hermanas. (…) Nosotras, como Sexta, como mujeres, pensamos que el sistema
capitalista es el sistema patriarcal, o sea, el sistema capitalista usa al patriarcado
para seguir subsistiendo porque no sobreviviría sin la explotación de las
mujeres y de mucha humanidad… entonces vamos contra el capitalismo y ¿quiénes
lo detentan? Pues los hombres, el gran capital, los empresarios. Ellos son los
que están asesinándonos, a toda la humanidad. —Nicte.
El patriarcado es un sistema que dice que está centrado en los
hombres, pero de un tipo de hombre: un hombre “güero”, económicamente pudiente,
capaz de lastimar, romper o sustraer, de romper con los recursos naturales, de
imponer su sistema económico capitalista. Es un tipo de hombre capitalista que
oprime no solo a mujeres sino a otros hombres (…) Las mujeres, al final de cuentas, fueron criadas por este sistema
capitalista patriarcal y la mayoría de las mujeres tratan de imponer, de jugar
estos juegos de poder de “tu ganas o yo gano” también tratan de jugar este
juego de poder (…) Ambos estamos
criados en este sistema y ambos tenemos que dejar de reproducirlo. (…) Hay colectivas que dicen que la autodefensa
es la opción, creo que sí, la autodefensa, empezar a conocer, a organizarte con
otros colectivos pero con perspectiva de género y horizontalidad, que no haya
un “tú mandas, yo obedezco” sino que todxs construimos en conjunto y nos
cuidamos y protegemos. —Libertad.
¿Contra cuáles
violencias machistas nos posicionamos?
La violencia física es toda agresión que se dirige al cuerpo y
deja lesiones leves o graves, internas o externas, visibles o invisibles. Las
más comunes son:
Golpes, cachetadas, jalones de pelo, apretones dolorosos, pellizcos,
cinturonazos, empujones.
Encierro, aislamiento, privación de la libertad, secuestro.
Violación y toda forma de agresión sexual.
Amenaza con armas.
Abandono en lugares peligrosos.
Obligarte a vestir de un modo que no te gusta.
La violencia psicológica es la más difícil de detectar, pues no deja
huellas visibles, y es la más difícil de curar, pues disminuye la autoestima y
la autoconfianza.
Abuso verbal: insultar, ridiculizar, humillar, utilizar juegos
mentales, ironizar para confundir, interrumpir, no dejar hablar, no escuchar,
imponer argumentos, chantajear, manipular, coercionar, etcétera.
El bullying: el ‘cabuleo’ o
burla por parte de familiares, compañerxs de escuela, trabajo, amigxs.
Intimidación: asustar con miradas, gestos, gritos, ruidos,
arrojando objetos o destrozando cosas.
Encierro: aislamiento, prohibición de salir.
Sometimiento: control de la vida de la mujer mediante de
vigilancia de sus actos y movimientos.
Desprecio: tratar a la persona como inferior, tomar decisiones por
ella, hablar en su nombre, minimizarla y callarla en público.
Provocar confusión: quien agrede niega que lo hace, culpa a la
persona agredida, da instrucciones contradictorias, manipula para presentar a
la otra como mentirosa, confundida, loca.
Compararte con otra
persona de manera humillante.
Contarte aventuras o
relaciones sexuales con otras mujeres sin que tú estés de acuerdo.
Infantilizarte: tratarte como si fueras una niña, como si no
pudieras ser responsable de tí misma.
Discriminarte o humillarte por tu orientación o autodefinición
sexo-genérica.
LA VIOLENCIA SEXUAL
es todo acto de agresión relacionado con tu vida sexual y tu capacidad y
libertad reproductiva. Entre las más comunes:
Violación sexual: que te obliguen a tener relaciones sexuales con
una o más personas. Tu pareja, un amigo, un familiar o cualquier persona
desconocida.
Durante el acto sexual consentido, que te obliguen a realizar acciones que te duelan o humillen.
Tocar cualquier parte de tu cuerpo sin tu consentimiento o contra tu voluntad; manosearte.
Dirigirse a ti con apodos sexuales.
Ignorar o no respetar tus necesidades y deseos sexuales y
reproductivos.
Prejuzgarte, condenarte, delatarte, perseguirte o castigarte por decidir abortar o por
decidir no hacerlo.
Obligarte a usar o no usar cualquier método anticonceptivo.
Burlarse de tu cuerpo, de tus preferencias, deseos o relaciones
sexuales.
LA VIOLENCIA ECONÓMICA se ejerce para determinar
e impedir el movimiento, la manutención, la supervivencia, la independencia y
autonomía de las mujeres. Por ejemplo:
Control de tu dinero y tus
finanzas.
Recompensas o castigos monetarios.
Obligarte a o impedirte
trabajar.
Negación o
condicionamiento
del sustento.
Bloquearte o impedirte el
acceso a
recursos materiales y económicos.
Además de todas estas violencias machistas, comunes en las
relaciones familiares y de pareja, están otras VIOLENCIAS ESTRUCTURALES Y SISTEMÁTICAS:
Ataques que vivimos en los
espacios laborales, por parte de
jefes o compañerxs de trabajo;
El hostigamiento y
agresión sexual en escuelas y
universidades, por parte de profesores, autoridades o compañerxs;
La cosificación del cuerpo de la mujer en los medios publicitarios y de comunicación;
La estandarización de roles y mandatos de género implícitos en las telenovelas, programas, series y películas
en el cine, la radio y la televisión,
La violencia pornográfica que opera como pedagogía social de la
sexualidad de manera ‘escondida’,
pero masiva;
La escasa, confusa o nula información y educación sexual en
las escuelas, espacios comunitarios y centros de salud;
El maltrato y falta de atención humana y adecuada en las instituciones de salud públicas y privadas;
La violencia gineco-obstétrica (las esterilizaciones forzosas, el
ejercicio autoritario de la medicina y el trato inhumano en los partos y
embarazos; el desprecio institucional a las parteras, las yerberas y médicas
tradicionales, etc.);
La estigmatización social, persecución moral y penalización de las
mujeres que abortan;
La discriminación sexista en los espacios públicos y de participación
y decisión políticas;
La estigmatización y fobias, en todos los ámbitos de la vida, a las
disidentes sexuales, la lesbofobia, la transfobia (o sea, fobia a las
lesbianas, a las trans, a las bisexuales);
El sexismo social (hombres contra mujeres, en abstracto);
El odio y agresiones hacia las feministas (nos llaman histéricas, malcogidas, viejas
insatisfechas, feminazis, etc.);
El racismo (el maltrato y odio a las mujeres que no corresponden al
modelo racial colonialista y de belleza del primer mundo);
El clasismo (el maltrato y sojuzgamiento a las mujeres pobres y
oprimidas estructuralmente; las que no pudieron ir a la escuela, las
trabajadoras del hogar, las trabajadoras sexuales, las migrantes, las mujeres
que viven o trabajan en la calle, las obreras de maquiladoras y ensambladoras,
las que trabajan haciendo limpieza para otrxs; las cuidadoras profesionales,
enfermeras y acompañantes de personas de la tercera edad; las que trabajan en
telemarketing, las que ganan apenas y el sueldo mínimo, las desempleadas, las
ambulantas y comerciantes informales, etc., etc., etc.);
El especismo (el maltrato y abuso a seres vivos de especies no
humanas);
La emergencia planetaria: el despojo, saqueo, invasión, extracción,
contaminación y abuso a la Madre Tierra, así como la persecución de mujeres,
defensoras de comunidades y pueblos que históricamente han cuidado de ella, y
que están teniendo también que autodefenderse frente a todo tipo de amenazas
corporativas y gubernamentales, de poderosos intereses empresariales
capitalistas, desarrollistas, progresistas, nacionales y transnacionales.
La violencia del Estado (desaparición forzada, persecución política de
defensoras, criminalización y encarcelamiento de luchadoras sociales, tortura
sexual, asesinatos; impunidad, mentiras históricas, falta de voluntad para
averiguar y esclarecer los miles de casos…).
La violencia por la guerra contra las drogas (enfrentamientos, secuestros,
violencia sexual, tortura, asesinatos y más desapariciones).
Como si todo esto no fuera
suficiente, hoy en México hay una violación sistemática a miles de mujeres y
niñas migrantes, mexicanas, centroamericanas y de otros lugares, que sufren todo
tipo de vejaciones y abusos en el trayecto hacia su destino a México y los
Estados Unidos.
Toda esta violencia
machista y patriarcal la hemos venido padeciendo durante años y siglos, pero la
actual guerra global la ha recrudecido: la llamada «guerra contra las drogas» nos convirtió en botín de guerra. Se han
detectado y denunciado ya diversas redes de trata de niñxs y mujeres. El Estado
y sus instituciones no han demostrado ninguna voluntad para esclarecer los
miles de casos de mujeres y niñxs desaparecidas y asesinadas, violadas,
torturadas y explotadas sexualmente. La violación a nuestros derechos humanos
es sistemática.
Por todas estas razones es
que las mujeres de todo el país salimos este #24A a apropiarnos de la calle.
Para encontrarnos, para abrazarnos, para hablar de procesos de sanación, de
transformación, para gritar, para clamar y reclamar, para compartir el hartazgo
de este histórico ninguneo que nos está aniquilando en todos los ámbitos de
nuestra vida. Nos están matando y decidimos movilizarnos. Esto es: no es sólo
marchar sino encontrarnos, hacer más, organizarnos en nuestras comunidades y
colectividades.
Nos anteceden miles de
compañerxs, hermanxs, maestrxs, madres, abuelas. El feminismo ha sido una lucha
histórica de las mujeres en todas partes del mundo. Reivindicamos esta lucha
desde la identidad de mujeres porque el mundo está organizado, dividido
asimétrica y jerárquicamente, por géneros. Nacer con pene o vagina genera
privilegios u opresiones, de igual manera que el color de piel, la clase
económica, el origen cultural, la espiritualidad y la religión, la «patria».
Las opresiones son transversales y se yuxtaponen para componer el tejido
complejo, pútrido y violento que es el capital. Nosotrxs hemos aprendido a
rebelarnos, a luchar, a atrevernos, a liberarnos, a defendernos.
Estamos aprendiendo a
desprogramarnos, a desacondicionarnos, a deconstruirnos, a auto-recuperarnos,
para vivir como soñamos. No buscamos igualdad con los hombres sino que se
asuman nuestras diferencias, nuestros diferentes seres. Asumir esto pasa por
aceptar lo que el torrente de testimonios en #MiPrimerAcoso deja a todas luces
ver: si una mujer nace es probable que alguien muy próximo a ella la abuse
sexualmente en la infancia (el tío, el vecino, el primo, el padrastro, el
padre, el maestro…) La cifra oficial dice que 7 de cada 10 mujeres han sufrido
una violación o agresión sexual, nosotras casi podríamos asegurar que el 100%
de las mexicanas hemos vivido más de una agresión sexual.
Padecemos constantemente
la amenaza intrínseca en los “piropos”,
las miradas lascivas y deliberadas agresiones sexuales en los espacios
públicos, el transporte, así como en espacios laborales y grupos de amigxs.
Asumir la diferencia es reconocer que en todas las estructuras e instituciones
sociales, privadas y del Estado, las mujeres tenemos que ir a contracorriente
para encontrar un lugar para participar, para hablar, para acceder a la
independencia económica, para proveer y cuidar a la familia, para expresarnos
pública y políticamente, para tomar decisiones sobre asuntos colectivos, para
tomar decisiones sobre nuestra propia vida, nuestra propia cuerpa. Asumir la
diferencia es aceptar que nosotras estamos expuestas a todas las violencias
machistas, todo el tiempo, en todos los ámbitos. Y que aún así, hemos
encontrado los caminos para no vivir victimizadas, para ayudarnos unas a otras,
para darnos una mano, un abrazo largo; para acompañarnos a abortar; para
acompañarnos a parir; para acompañarnos en la decisión de no parir, para
decidir soberana y autónomamente sobre cómo y cuándo nos relacionamos con
quién, o no, sexualmente.
No existe jerarquía en las
opresiones: hemos observado que se nos oprime por el sólo hecho de ser mujeres,
pero también por ser lesbianas; por no querer casarnos; por ser madres solteras
o por no querer ser madres; por ser indígenas, morenas o negras (y a algunas
hasta por ser güeras, fuereñas); por ser trabajadoras
sexuales; por ser gordas, flacas, chaparras o altas; por
ser velludas y tener estrías o
celulitis; por ser pobres o desclasadas; por no haber ido a la escuela o por
haber tenido que trabajar desde pequeñas; por haber tenido que migrar; por ser
precarias, marginales, informales; por ser rebeldes, por no dejarnos mangonear
ni ningunear, por defendernos legítimamente de violadores y acosadores; por ser
críticas; por no seguir los mandatos de género, por querer transformar nuestros
cuerpos según nuestros deseos; por travestirnos; por tomar decisiones sobre
nuestra sexualidad, nuestros afectos, nuestras cuerpas; por testimoniar las
violencias que padecimos –o por no denunciarlas ‘correcta’ y pacíficamente, sin
dramas, sin gritos, sin palabras escandalosas o agresivas; por defendernos
cuando quisieron agredirnos, o por ayudar y defender a nuestras madres,
nuestras hermanas y amigas; por luchar por la libertad de expresión e
información, y porque salga a la luz la auténtica verdad histórica sobre las
muertas en Juárez, Estado de México, Morelos, Guerrero, Veracruz…, sobre todas
y todos lxs desaparecidxs (Ayotzinapa y lxs miles desaparecidxs por este
Estado); por luchar junto a otrxs por la defensa de sus tierras y sus
territorios; por intentar construir caminos y espacios de autonomía,
reciprocidad, apoyo mutuo y autogestión; por protestar, por exigir derechos,
por enunciarlos, por ejercerlos… si bien todas estas opresiones se comparten
con el 99% de la humanidad, su origen es el sistema patriarcal, vertical,
jerárquico, basado en figuras de autoridad masculinas, en la figura de los “especialistas” o “expertos” que supuestamente tienen legitimidad para decidir sobre
nosotrxs, en la obediencia ciega a la autoridad, en la educación basada en el
miedo, el premio y el castigo. El capitalismo se sostiene en el patriarcado.
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