Huellas de la memoria. Entrevista a Alfredo López
Casanova
Publicado el 2 feb. 2016
Grabar
mensajes sobre las suelas de los zapatos es duplicar la carga de denuncia, pero
también aumentar la esperanza de que este mensaje llegará a su destino final:
el hijo, la hermana, la esposa, el padre. «Me
interesa el vacío representado en la presencia de quien busca» explica
Alfredo en una entrevista realizada en su estudio de trabajo. Tal vez sea
momento de que la construcción de la memoria cuente también las historias de quienes
se quedan con el peso de la búsqueda, con quienes viven día tras día el
desesperante vacío que colma sus casas y sus vidas.
Por Heriberto Paredes
Agencia SubVersiones
02 febrero, 2016
Miles de madres caminan bajo un abrumador
sol. Es el 10 de mayo de 2013 y como en años anteriores –como lo seguirán
haciendo en años venideros– madres, hermanas, esposas e hijas de mujeres y
hombres desaparecidos, caminan en una dolorosa manifestación. Buena parte del
país se rinde al ritual que mercantiliza el hecho de ser madre y lo vuelve una
fecha de consumo. Pero entre todo este sufrimiento está situado el escultor y
artista plástico Alfredo López Casanova, se encuentra documentando las voces y
los gestos de quienes buscan sin doblegarse a sus familiares desaparecidos.
De pronto
un gesto cambia la perspectiva de la construcción de la memoria que hasta
entonces tenía en mente Alfredo: baja la mirada y observa los pies, los zapatos
que concentran todo el esfuerzo y el dolor que implica recorrer el país entero
en busca de las personas sustraídas. Para el artista, los zapatos concentran
toda esta información y la devuelven en forma de un objeto incómodo, algo que
impide olvidar que México está sumido en una guerra que pretende olvidarse
desde el poder político y económico.
Grabar
mensajes sobre las suelas de los zapatos es duplicar la carga de denuncia, pero
también aumentar la esperanza de que este mensaje llegará a su destino final:
el hijo, la hermana, la esposa, el padre. «Me
interesa el vacío representado en la presencia de quien busca» explica
Alfredo en una entrevista realizada en su estudio de trabajo. Tal vez sea
momento de que la construcción de la memoria cuente también las historias de
quienes se quedan con el peso de la búsqueda, con quienes viven día tras día el
desesperante vacío que colma sus casas y sus vidas. Y que estas personas dejen
de ser recordadas como víctimas para convertirse en personas que luchan.
En esta
tarde en que Alfredo nos muestra el proceso de trabajo para realizar los
grabados también nos muestra los primeros pares de zapatos que llegaron a sus
manos y el resultado de las frases grabadas. Con su relato vienen las imágenes
de Lety Hidalgo, Tere Vera y Alfredo Moreno recorriendo el país sin esperar a
que movimientos u organizaciones se conformaran; «muchas de las personas que me dieron sus zapatos caminaron solas al
principio» explica mientras toma los zapatos del anaquel amarillo en donde
reposan.
La
propuesta artístico-política de «Huellas
de la memoria» es en sí misma un sello indeleble. Es la posibilidad de
documentar las historias de la guerra en tiempo real, al momento en que la
búsqueda de desaparecidas y desaparecidos, se vuelve en México una tarea
central en el escenario político, social y cultural de una nación fracturada y
herida. Los zapatos convertidos en objetos incómodos fueron también el vehículo
a través del cual se sostuvieron los pasos que recorrieron fiscalías,
ministerios públicos, cementerios, morgues, hospitales, cárceles, fosas
clandestinas.
Siguientes pasos
Hasta el momento existen ya, poco más de una
decena de pares de zapatos donados y trabajados a través del soporte del
grabado. Sin embargo, la necesidad de ampliar este memorial es urgente, el
contexto nacional ha vuelto a la desaparición forzada uno de los problemas
centrales, así como hace una década casi todo mundo tenía un familiar viviendo
en Estados Unidos, ahora –cada vez más rápido– las familias tienen a alguien
desparecido o desaparecida. Por esta velocidad de la tragedia es que la labor
de «Huellas de la memoria» es
titánica aunque no imposible: recopilar la mayor cantidad de zapatos y mensajes
para ser grabados y, simultáneamente, abrir el proyecto para que todas las
personas que así lo deseen, se unan y comiencen a grabar.
Un día
fueron los pañuelos bordados, y sin que estos se detengan, ahora son los
zapatos. Seguramente, las paredes continuarán siendo un mostrador de la
indignación y la rabia. No sabemos hasta dónde hay que llegar para levantar la
voz y detener este crimen que asfixia al país. Tal vez hay que construir todos
los memoriales que haga falta al mismo tiempo que se cava la tierra, se
comparan muestras de ADN, se denuncia contubernios entre funcionarios y
criminales, se recorre una y otra vez el territorio nacional. Por eso es
importante que mucha más gente se sume y colectivice el proyecto, tal y como
espera Alfredo a partir de la difusión de «Huellas
de la memoria».
Lo que viene
es recopilar los zapatos de más personas que van luchando o que lo han hecho
hasta el final de sus días. Como Nepomuceno Moreno o Roberto Galván. Como María
Herrera o Melchor Flores. Hace falta aún la recolección de zapatos de las
colectividades que no dejan de sumar desapariciones forzadas, como Guerrero,
Michoacán, Tamaulipas o Veracruz. Esta es la tarea inmediata para seguir
abonando al cometido mayor, en palabras de Alfredo: «Crear memoriales para
crear nuevas formas de memoria o recuperar algunas estrategias pasadas».
Hasta
ahora se han creado algunas páginas de redes sociales que van difundiendo este
proyecto, y de manera simultánea existen ya páginas espejo que desde lugares
como Japón, Italia o Londres muestran su apoyo a partir de la difusión.
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