La Voz del Anáhuac
26 de octubre, 2015
Han transcurrido ya un año y un mes desde el 26 de
septiembre de 2015. El Estado ha apostado al olvido, al cansancio, ha mentido,
se ha burlado, ha tratado de manchar la memoria de los caídos y ha propalado el
absurdo de que nuestros 43 compañeros detenidos y desaparecidos por la policía “se lo buscaron” manejando que algunos
de ellos eran infiltrados de uno de los
cárteles que disputan el control territorial. La brutalidad con que se ensañaron
contra el compañero Julio César Mondragón Fontes (torturado, asesinado, arrancándole
el rostro y los ojos) ahora la quieren justificar
diciendo que era de “Los Rojos”,
grupo criminal rival de los “Guerreros
Unidos”. Siguen negando la participación del ejército y las policías
estatal y federal. Aceptan que los policías municipales de Iguala y Cocula
estaban coludidos con el cártel de los “Guerreros
Unidos” para pretender hacer pasar los hechos del 26-27 de septiembre como
un conflicto local derivado del pleito entre dos cárteles, donde los
normalistas no fueron más que “carne de
cañón”. Esa es la “verdad histórica”
que el Estado busca implantar para desviar la atención, para quedar impune y
estigmatizar a los compañeros normalistas.
Todo esto a pesar
de que el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes demostró
que la “verdad histórica” es una
mentira. A pesar de que la CIDH y la ONU han declarado que en México existe una
grave crisis de derechos humanos.
Sabemos que
del Estado no podemos esperar más que mentiras y cinismo. Sabemos que de arriba
no vendrá la verdad ni, mucho menos, la justicia. No se van a autocastigar.
Sabemos que es
un crimen de Estado. Sabemos que la desaparición forzada, la tortura, el
asesinato, son viejas prácticas del Estado en su guerra contra el pueblo.
Sabemos que el Estado se los llevó vivos y que vivos nos los ha de regresar.
Y también sabemos
que lograremos que los presente con vida sólo si no damos un paso atrás en
nuestra lucha junto a las madres, padres y compañeros de nuestros 43 compañeros
desaparecidos.
Sabemos también que organismos
como la CIDH, la ONU, los tribunales internacionales y las comisiones de
derechos humanos fueron creados, unos
desde que terminó la Segunda Guerra Mundial y otros desde el fin de la Guerra
Fría, no para que los derechos humanos de los pueblos sean respetados, sino
para garantizar estabilidad en los
países, para que se mantenga la apariencia de una normalidad democrática y esto permita un ambiente en el que las
inversiones transnacionales no corran ningún riego. No podemos esperanzarnos en
que la CIDH, la ONU y demás instituciones hagan prevalecer la verdad y la
justicia en favor del pueblo. Son otros intereses los que cuidan, los intereses
del gran capital internacional. No podemos hacer que nuestra lucha por la presentación
con vida de nuestros 43 compañeros dependa de sus investigaciones, pues estas
instituciones cuidan los intereses capitalistas, no los de los pueblos.
En vista de esto, nuestra
lucha debe buscar que la lucha por verdad y justicia para Ayotzinapa se
convierta en una lucha por verdad y justicia para todos los desaparecidos, para
todos los asesinados, para todos los prisioneros del sistema. Un movimiento por
los más de 26 mil desaparecidos, por los más de 150 mil asesinados durante la
llamada guerra contra el crimen organizado (que en realidad no es más que una
mascarada de la guerra contra el pueblo, pues la mayoría de las víctimas de
esta guerra han sido civiles que nada tienen que ver con los cárteles ni con
las fuerzas armadas del Estado, han sido “daños
colaterales”, como cínicamente les nombra el Estado).
Nuestra lucha es también
para acabar con la impunidad impuesta frente a todos los crímenes de Estado
perpetrados hasta
ahora: la masacre del 2 de octubre d 1968 en Tlatelolco, la del 10 de junio de
1971, la “guerra sucia” de los años
70’s y 80’s, las masacres de Aguas Blancas, Acteal, El Bosque, El Charco, la Guardería
ABC, Tlatlaya…
Esto sólo lo lograremos
luchando organizadamente como pueblo, sin la intromisión de ningún partido político,
de ninguna ONG oportunista, sino uniéndonos con las diversas luchas,
resistencias y rebeldías que abajo construyen su autonomía; que defienden la
tierra, el territorio y los bienes comunes de los pueblos; que resisten contra
los megaproyectos neoliberales de muerte y destrucción; que abajo y a la
izquierda luchan, resisten y se rebelan contra el capitalismo.
Hoy al cumplirse ya un
año y un mes desde la desaparición forzada de nuestros 43 compañeros de la
Normal Rural de Ayotzinapa, debemos acompañar la marcha convocada por madres,
padres y compañeros de los 43 que irá del Ángel de la Independencia al
Hemiciclo a Juárez, a las 4 de la tarde. Pero no basta con ir a la marcha, como
parte de las actividades que cada colectivo e individuo realiza, debemos seguir
levantando la voz en todas partes exigiendo la presentación con vida de los
compañeros, porque ¡vivos se los
llevaron, vivos los queremos…!
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