enero 1, 2014
archivo fotográfico
por Daniel Hernández
Vice.
El 1 de enero de 2014 se marcan 20 años desde que un
ejército desconocido emergió de la selva de Los Altos de Chiapas y le declaró
la guerra al gobierno. Fue un día histórico. A todos nos afectó. A principios
de 1994, yo era un morro de 13 años en la secundaria en el sur de California.
Sabía que algo grande estaba sucediendo en el país de mis padres. Empecé a
prestar atención.
Ese mismo día, el
Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México entró en vigor.
El TLC —o NAFTA, en inglés— permitiría una economía globalizada, alzando a
México a la liga de países desarrollados. Más y mejores bienes baratos nos
llegarían de EU. Se supone que todos debíamos de estar emocionados con lo que
venía.
Pero el grupo armado que
tomó regiones de Chiapas ese Año Nuevo, el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional, tenía otro punto de vista.
Ellos le declararon la
guerra a un ejército decenas de veces más grande que el de ellos porque la
gente indígena y pobre de México ya estaba harta. En el régimen autocrático
liderado por los “dinosaurios”,
explotación, desigualdad y negligencia eran lo común, la vida normal. Nada
cambiaba. Protestas pacifistas ya no eran una opción para el ejército que se
hacía llamar zapatista, un gesto de homenaje —y un reclamo de linaje— al gran
líder insurgente de la Revolución Mexicana.
Los nuevos zapatistas
sospechaban, y con toda razón, que el TLC no haría nada para mejorar su
situación, e incluso la empeoraría. La guerrilla del EZLN procuró abrirle los
ojos a México.
Fue el primer
levantamiento armado en México desde la Guerra Sucia contra las guerrillas en
los setentas. También fue considerado el primer levantamiento en armas apoyado
y fomentado por la tecnología moderna y el internet, aunque sus primeros comunicados
fueron enviados por fax. Las tropas de la guerrilla incluían a hombres y
mujeres, la mayoría de ellos mayas, hablantes de lenguas indígenas. Se apoyaron
en un carismático vocero conocido como Subcomandante Marcos para difundir al
mundo su mensaje. En poco tiempo, la pipa de Marcos, su metralleta y
pasamontañas, se convirtieron en imágenes icónicas.
La rebelión del EZLN
duró 12 días. Murieron más de cien personas, aunque ese número aún se disputa.
Hubo un fin a la guerra y se iniciaron unos diálogos de paz, aunque esos nunca
lograron su finalidad. La violencia política y las desapariciones en Chiapas
aún ocurren en la actualidad.
Ese 1º de enero de 1994,
no se sabía el resultado del levantamiento zapatista. Pero todos sabían que
México no sería el mismo.
Marco Antonio Cruz, uno
de los fotoperiodistas más respetados de México, en ese entonces era director
de una agencia de fotografía llamada Imagen Latina. La mañana después de que
emergió el EZLN, Cruz y un pequeño grupo de periodistas de la Ciudad de México
se juntaron en el aeropuerto y convencieron a una aerolínea que los llevara a
Tuxtla Gutiérrez, ya que todas las rutas a la capital estatal de Chiapas habían
sido congeladas. Él cubrió los primeros y sangrientos días del conflicto del
EZLN.
Hoy Cruz es el editor de
fotografía en la revista Proceso. Este semanario publicó algunos de los
momentos más memorables del movimiento zapatista. Visité a Cruz en su oficina
en las instalaciones de Proceso para recordar la batalla del EZLN a través de
los fotoperiodistas que lo documentaron.
“Para muchos fotógrafos Chiapas es un estado de la
injusticia, la negligencia, y ha sido histórica. Mucho de lo que sucedió
después del triunfo de la Revolución Mexicana no llegó a Chiapas. Han sido
siglos y siglos de esclavitud y opresión”, me dijo Cruz.
“El fotógrafo Antonio Turok tenía 15 o 20 años viviendo ahí,
y mis primeros viajes fueron en los ochentas cuando los refugiados
guatemaltecos arribaron. También hice un proyecto sobre la ceguera en México,
así que fui a comunidades en Chiapas donde la gente está afectada por la
ceguera. Conocí la situación. Es un lugar donde la gente muere de enfermedades
curables. Algo así [el
levantamiento] tenía que suceder”.
En su oficina, el
fotógrafo recordó el miedo que sintió por primera vez al ver a zapatistas
muertos después de los enfrentamientos con el ejército mexicano, y cuando
sintió, al igual que muchos de nosotros, la emoción de ver la entrada de la
caravana de los zapatistas ante miles de simpatizantes al corazón de la nación,
el Zócalo.
Cruz relató a VICE la
historia de 20 años del Ejército Zapatista de Liberación Nacional con veinte
fotografías de su archivo.
“Este es Antonio Turok, él
colaboraba con Imagen Latina y vivía en San Cristóbal de las Casas. La
madrugada del 1º de enero, él se encontró con los zapatistas y la toma de un
municipio de San Cristóbal de las Casas. Tomaron los principales municipios de
la ciudad y de la selva, y la más importante de todos era San Cristóbal. Esta
foto ya es un ícono. Es parte de la historia de este país, la entrada de los
zapatistas”.
Esto es dentro del palacio municipal de San Cristóbal, ellos son
zapatistas, en ese tiempo no usaban pasamontañas ni se cubrían las caras. Y
dice: ‘No hay guerrilla, dice Godínez Bravo’... Godínez Bravo era el encargado
de la zona militar de Chiapas. Meses antes de la erupción del zapatismo,
encontraron un campamento de guerrilleros en la selva, cerca de Ocosingo. Pero
sólo encontraron el campamento, nunca a un guerrillero. Es por eso que Godínez
Bravo dijo eso, y claro, sí había una guerrilla. Esta foto también es del 1º de
enero.
“Después de la toma San Cristóbal, los zapatistas se fueron a combatir a
la zona militar Rancho Nuevo, la base más cercana a San Cristóbal de las Casas.
Yo estuve ahí, esta foto es mía. Son zapatistas muertos en enfrentamientos. Y
también hubo emboscadas contra zapatistas. Cuando tomé esta foto, hubieron más
o menos 20 muertos. Estaban uniformados, habían sido asesinados 20 minutos
antes de que yo llegara. Escuché la balacera. Fue horrible”.
“Misma escena. Esas fotos de verdad las tomé temblando. Me tuve que
calmar para tomarlas. La muerte nunca ha sido un tema sencillo para nadie,
sobre todo que recién acaba de suceder. Parte de la cabeza de este hombre ya no
la tenía porque, lo remataron. Los cuerpos quedaron expuestos por 15 días. Fue
una medida para darle miedo a la gente. Hacía tanto frío, entonces no hubo una
descomposición rápida. El frío era impresionante”.
“Esta es la carretera de San Cristóbal a Ocosingo, tomada por los
zapatistas. Nos cerraron el paso, revisaron nuestras cosas, nos identificábamos
y nos dejaban ir. Esto es en un retén”.
"Estos son los combates de Rancho Nuevo. Este helicóptero bajó a
auxiliar a soldados, y llevarse gente herida. Yo los vi disparando, pero a los
zapatistas nunca los vi, estaban bien escondidos. Fueron momentos muy tensos.
Era muy difícil que los zapatistas ganaran, el primer golpe que dio el
zapatismo fue genial, militarmente fue un poema. El hecho de haber mantenido callada
una guerrilla durante tanto tiempo, por años, y que diera el golpe justamente
cuando entró México al Tratado de Libre Comercio, todo fue muy genial. Los
primeros días, poca gente murió. Días después, muchos murieron, pero pudo haber
muerto más gente. Su estrategia militar guerrillera fue muy audaz, muy
impresionante”.
“Esta es del combate en Ocosingo. En Ocosingo, el ejercito acorraló a un
grupo muy importante de zapatistas en el mercado, muchos murieron ahí. Esta
foto es muy importante para mí porque estos cinco zapatistas fueron ejecutados.
Están en la posición de ser ejecutados. Ellos los pararon y los mataron, y eso
es una violación de los derechos humanos. Hay convenciones en las cuales el
ejército mexicano está suscrito para prevenir esto, y aún así sucedió”.
“Esto sigue siendo el 4 de enero de 1994 en Ocosingo”.
“Lo que le siguió a esto fue una protesta muy popular que demandaba un
fin al combate. La guerra duró quince días y en base a la protesta, la pelea
terminó, y ambos ejércitos tomaron posiciones, inició el tratado de paz. Esta
foto es en la catedral, durante los diálogos de paz, y el personaje principal
es el Subcomandante Marcos. El resto son comandantes indígenas. Ellos eran los
comandantes verdaderos. Este es el 24 de febrero”.
“El estado se militarizó de una manera impresionante.
Esta es una escena de guerra, pudiera haber sido Vietnam, Laos… cualquier parte
del mundo. Esta es por Araceli Herrera, para Proceso, el 10 de enero”.
“Este es Víctor Mendiola, es una foto en un lugar llamado Guadalupe
Tepeyac en territorio zapatista. Es una de las pocas fotos que existe de Marcos
disparando”.
“Guadalupe Tepeyac representa mucho para el
zapatismo. Esto fue alrededor de junio, cuando invitaron a organizaciones de
todo el país para participar en la Convención Nacional Democrática. Es el
bastión del zapatismo”.
“Ellos son zapatistas, quién sabe quiénes sean, pero son el ejército,
simpatizantes. Son indígenas, gente de la selva. El acceso era muy complicado.
Esta foto también es de Juan Popoca, y es una foto muy fuerte, la presencia
militar… Imagínate”.
“Ellos son zapatistas, quién sabe quiénes sean, pero son el ejército,
simpatizantes. Son indígenas, gente de la selva. El acceso era muy complicado.
Esta foto también es de Juan Popoca, y es una foto muy fuerte, la presencia
militar… Imagínate”.
“Esta es una foto muy importante.
Es la liberación de Absalón Castellanos. Él fue un general en Chiapas, y en su
momento, el gobernador de Chiapas. Los zapatistas lo secuestraron por más de un
mes. [Obispo] Samuel Ruiz y
[político] Camacho Solís intervienen por
su libertad. Camacho Solís era el representante del gobierno en los diálogos,
el representante del [en ese entonces] presidente
Salinas. Una foto histórica, 16 de febrero de 1994”.
“Estas son fotos de los campamentos de capacitación de zapatistas,
hombres y mujeres, por Ángeles Torrejón. Ángeles, es mi esposa, y de las pocas
mujeres que han entrado a la selva y aceptada por los zapatistas para
documentar su entrenamiento, vida cotidiana, mujeres y sobre todo los niños”.
“Ella vivió en la selva por dos años, y logró tener una cercanía con
ellos, fue increíble”.
“Y bueno, esta es otra clásica, también por Ángeles, una clásica de ella.
Esto es el 15 de mayo, yo estuve con ella. Mira la parafernalia, su radio, su
pipa, su R-15, sus cartuchos. Es una imagen muy clásica de Marcos. Así es como era
él. Nunca hablé con él, se mantuvo con distancia. Ángeles sí tuvo cercanía con
él”.
“Esta también es de Ángeles, la presencia zapatista, y los civiles, la
gente de la selva. Es hermosa”.
“Esta es la última foto, la llegada de la caravana zapatista en el Zócalo
de la Ciudad de México, el 11 de marzo de 2001. Llegaron sin armas, rodeados
por una cadena de civiles para protegerlos, desde que salieron de Chiapas. Esta
foto simboliza demasiado. Después del levantamiento armado de 1994, el hecho
que llega la guerrilla al corazón, al Zócalo, tiene un enorme significado.
Representa el paso de grandes líderes, triunfadores, Zapata y Villa y ahí
llegaron los zapatistas. Bueno fue la segunda vez que los zapatistas habían
estado ahí. La primera vez fue cuando llegaron con Zapata”.
Después de
ver su selección de fotos del EZLN, le pregunté a Marco Antonio Cruz lo que
pensaba del zapatismo en la actualidad, y de Chiapas, desde su perspectiva como
periodista.
Cruz
respondió de inmediato: “El gobierno
jamás tuvo la capacidad de resolver el problema, y lo ha dejado ahí. Chiapas es
una bomba de tiempo. Y no solamente Chiapas. Hay varios estados de la República
con situaciones que socialmente no están resueltas y que en cualquier momento
van a estallar”.
Efectivamente,
Chiapas permanece casi igual; no ha cambiado mucho desde el levantamiento de
1994. El EZLN controla territorio semiautónomo en Los Altos de Chiapas y
algunos pueblos y comunidades se movilizan a través de “Juntas de Buen
Gobierno”. Pero, como dijo Cruz: los zapatistas efectivamente viven dentro de
un "cerco", vigilados o
intimidados por el Ejército, mientras que la amenaza de grupos paramilitares
ligados al PRI es constante.
Pero sobre
todo, el estado permanece pobre, abandonado y tenso. El 75% de la población de
Chiapas vive en la pobreza, según el INEGI. Seguro dentro de ellos no se
encuentra el gobernador actual, Manuel Velasco, un avatar televisoso del
Partido Verde, quien en estas fechas ha gastado sus pesos para auto promoverse
en el DF y Estado de México. Los héroes caen, también. El Subcomandante Marcos
—a quien luego se identificó como el hermano de una diputada priista de
Tamaulipas— ha desaparecido. En discursos atribuidos a él que se han extendido
en internet en los últimos años, ya no se lee su lucidez, su retórica poderosa,
sino parecen más y más como los llantos de un hombre acercándose a la demencia.
¿Es Marcos el mismo de siempre?
Marco
Antonio Cruz afirmó que el EZLN definitivamente no empieza ni termina con
Marcos. Nuevas generaciones de líderes, tal vez no tan adeptos a manejar los
medios de comunicación como Marcos, están llevando el zapatismo hacia el siglo
21. Al menos, eso esperamos.
“En 20 años, ahora tenemos
generaciones: niños que nacieron en 1994 o niños que nacieron con padres
zapatistas”, dijo Cruz. “Estas
son las nuevas generaciones de guerrillas”.
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