Colaboración/27 agosto, 2015/
Renzo Dalessandro
Este mes se cumplió un año
del brutal genocidio israelí en Gaza y Rafah cuyo saldo fue de 1,500 civiles
palestinos asesinados (539 niños y niñas), miles de heridos, 1.8 millones de
palestinos desplazados además de los más de 370 mil niños y niñas afectados
psicológicamente. El bombardeo de 50 días por parte de Israel fue un castigo
colectivo indiscriminado que ninguna presión internacional logró detener. Al
interior de Israel, las muestras de solidaridad de grupos de anarquistas con
los palestinos fueron ocultadas. Amitai Ben-Abba, miembro del grupo Anarquistas
Contra el Muro en Israel, nos comparte su visión y experiencia de resistencia
en contra de la violencia y del estado israelí al Sur del Hebrón. Anarquistas
Contra el Muro nace a partir de la segunda Intifada y de la organización
Ta’ayush[1]. Ben-Abba aborda sus impresiones en torno a las tácticas y la
resistencia anarquistas en Israel y nos aporta una visión interesante para el
análisis de la conjunción de resistencias globales.
¿Cuál es la utopía que persiguen los anarquistas israelís?
No es muy importante
definir una utopía especialmente, pensada como una solución con un Estado o dos
Estados. Nosotros no hablamos de estas cosas, al menos no públicamente. Lo que
se busca es una coincidencia desde la resistencia. Este es de hecho el sentido
de Ta’ayush que significa «convivir» en árabe. No hay una utopía o un fin, sino
que tienes que crear lo que quieres ver en el mundo a partir de la manera en
que te organizas en el presente. Nuestra concepción es de solidaridad,
resistencia y descolonización a partir de lucha que está en nuestras
interrelaciones.
¿Concretamente la posición política por Ta’ayush, es la recuperación de
las tierras palestinas o la integración de los palestinos a una sociedad
multicultural?
No es para una integración.
Nuestro trabajo es de acción directa para la recuperación de tierras. Las
familias que tienen un derecho histórico a las tierras son acompañadas por
nosotros. Nosotros utilizamos métodos prácticos y efectivos para tal recuperación:
la táctica es usar nuestro «privilegio»
como ciudadanos israelís y como familia entramos a la tierra y cuando los
soldados o los colonos que se encuentran cerca de la tierra intentan sacarnos
nosotros nos oponemos a través de la desobediencia civil, porque las tierras
son palestinas que intentan ser sometidas a las leyes de Israel. Después de que
somos arrestados entramos a un proceso legal jerárquico que va subiendo hasta
llegar a la corte. Ahí se tiene que definir si las tierras son palestinas y al deliberar
una decisión de propiedad palestina el ejército tiene que respetar ese derecho.
Después se tiene que acompañar a las familias en su acceso a la tierra hasta
que el ejército lo permita. En sí, estoy simplificando, la verdad es muchísimo
más complicado que lo que lo expongo, cada caso es diferente y esta es la táctica
que usamos en Ta’ayush.
Pero estas recuperaciones se dan el marco de espacios políticos,
administrativos y legales propuestos por el mismo estado israelí, ¿es posible
construir un proyecto político de resistencia a largo plazo?
Esta es una de nuestras complicaciones principales. Esta es sólo una
táctica y una manera de recuperar tierras. Tenemos que crear resistencias más
profundas junto con las familias de las organizaciones de base en estos pueblos
pequeños, como lo venimos haciendo en el pueblo de Khalid al sur de Hebrón.
También debo decir que el uso del «privilegio»
es bastante complejo y que lo que hacemos tiene como finalidad construir una
anarquía de convivencia, resistencia y descolonización. Ta’ayush hace además
muchas otras cosas en el acompañamiento, trabajo y acciones directas. Además
hacemos acciones directas para romper bloqueos. Regularmente el ejército hace
bloqueos en las calles para bloquear el acceso de los palestinos a sus pueblos.
Las calles son el único acceso que tienen para entrar a sus tierras y es el
paso para poder sacar sus ovejas a pastar, o para obtener agua (porque los
pueblos palestinos no tienen acceso al agua y tienen que comprarla a tanques
privados). Entonces lo que hacemos es acompañar a la gente y quitar los
bloqueos para permitir que la gente pase. Esto nos conecta con las formas como
estos pueblos organizan la protesta contra la ocupación. Por ejemplo, en el
pueblo de Sutzia jugamos un rol en las protestas en contra de las demoliciones
de sus pueblos. Hay órdenes de demolición en cada lugar de los pequeños
pueblos. Ahora mismo, mientras hablo, los militares están ejecutando órdenes de
demolición en varios lugares. En este caso estamos hablando de un pueblito de
200 habitantes y hacemos todavía campaña en contra del ejército para evitar la
demolición de este pueblo.
En términos de lo que preguntas, sobre el aspecto utópico de la
solución, el ejemplo que estás buscando lo vas a encontrar en Anarquistas Contra
el Muro. Al principio en la protesta de Mes’ha, en contra del muro del
apartheid donde los anarquistas y los palestinos del Comité Popular vinieron a
vivir juntos para proponer una forma de co-existencia diaria a partir de la
convivencia durante las operaciones. Esto fue algo muy raro y muy complicado de
alcanzar. Muchas cosas surgen para separarnos cuando tratamos de crear esta
forma de resistencia. Existe un movimiento inter-palestinos en contra de la «normalización». La normalización es que
cuando trabajas con el ocupante, con el opresor, la gente tiende a normalizar
la situación de esta inequidad. Esto sucede con ONG’s o grupos de diálogo que
tienden a normalizar las condiciones. Puedes crear amistades y relaciones sin
intentar desmembrar las estructuras que permiten la inequidad y este es un
riesgo que corremos cuando trabajamos en esto, podemos caer en esto, y
entendemos que esto es un punto de preocupación de muchos de los activistas
palestinos, quienes toman sus precauciones para trabajar con israelís aunque
vengamos a decirles que estamos totalmente en contra de la colonización y
queremos demoler el estado de Israel, la libertad de los presos políticos, etc.
Me da la impresión de que así como ustedes van evolucionando en sus
conceptos y tácticas, el Estado israelí también; una de las tácticas que al
menos vemos en México (aunque no exclusivamente) es que el Estado considera al
anarquismo y a los anarquistas como terroristas, ¿está pasando esto también eso
con ustedes?
Sí, definitivamente. Muchas
veces nos llaman «grupos apoyadores de
terroristas». Cuando quitamos los bloqueos nos pueden acusar de apoyar al
terrorismo, aunque sea un acto totalmente humanitario el de permitir a la gente
que tome agua para poder llevarla a su aldea. Así que si lo haces estás en
riesgo de ser acusado de apoyar a terroristas. Nuestras tácticas como
anarquistas israelís son normalmente no tan militantes como la de los
anarquistas de otros contextos como el mexicano, el español o el italiano que
son más cercanas a la lucha en la calle y al sabotaje. Nosotros nos limitamos
al acompañamiento y tal vez es un problema que no estamos corriendo los mismos
riesgos que los palestinos cuando, en las manifestaciones, donde los palestinos
están tirando piedras, nosotros no participamos. Nosotros creamos situaciones
en las que los militares tienen que cumplir con las regulaciones de tiro y no
donde pueden disparar contra piedras. Pero nosotros no participamos en las
tácticas, en el diseño o en las confrontaciones de las organizaciones de base
de los palestinos.
¿Qué es lo que queda del espíritu utópico anarco-comunista de los kibutz
dentro de la resistencia pro-palestina de los anarquistas israelís?
Hay una larga historia del
anarquismo israelí, pero en general no hay una continuidad ideológica entre los
primeros anarco-comunistas de los kibutz y nosotros. Por supuesto sabemos de
ellos, pero no hay una inspiración directa. Hay sin duda varios ejemplos
interesantes. Trumpeldor, un famoso luchador sionista, se identificaba a sí
mismo como anarco-socialista y comunista, pero dese mi perspectiva esto es en
realidad un proyecto colonialista que cooptó a muchos anarquistas europeos
dentro del sionismo que expulsaba a los palestinos de su tierra.
Las tierras apropiadas por los kibutz estaban confinadas exclusivamente
para la mano de obra hebrea, no usaban fuerza de trabajo palestina sino que
incluso boicoteaban sus productos. Eran militantes del desplazamiento
palestino, colaboraban con el mandato británico. La izquierda era incluso más
dura que los primeros sionistas de la ultra derecha. Hubo quizá algo de
continuidad durante los 50 y 60, había un grupo cultural anarquista en Tel Aviv
que eran refugiados de la Segunda Guerra Mundial. La actual corriente del
anarquismo israelí viene, según yo, del queer punk de principios de los 90 y
finales de los 80. Hay algunos otros pequeños ejemplos muy interesantes como
familias mitad israelí y mitad palestinas cuyos hermanos comienzan a aparecer
en la escena punk en los finales de los 60 y principios de los 70. Así que
desde mi punto de vista, el anarquismo de Tel Aviv de finales de los 90 y hasta
el 2000 fue retomado por «anarquistas
contra el muro» como representación de la solidaridad israelí con la
resistencia palestina.
¿Qué lecciones puedes sacar de tu vivencia con el zapatismo que pueda
ser útil para ambas resistencias?
Hay tantas cosas que
aprender del zapatismo, tan increíbles y más allá de mis expectativas. Vine
sabiendo un poco de lo que leí acerca del zapatismo, de la resistencia indígena
y del anarquismo en Latinoamérica y no puedo dejar de pensar que no es nada de
lo que los demás piensan, o se ha dicho, siento que es completamente diferente
a lo que se ha dicho. Después de pasar un tiempo en las comunidades zapatistas
puedo ver que no hay zapatismo en Palestina. Los activistas internacionales que
conocí querían un zapatismo palestino pero esto no es lo que tenemos. Los
zapatistas están muy bien organizados, cada pueblo está listo para defenderse a
sí mismo. Los zapatistas están muy bien formados políticamente y trabajan muy
arduamente, lo que me impresionó muchísimo. Pienso que los anarquistas podemos
aprender mucho de los zapatistas, sobre todo en lo referente a la organización
y la disposición de trabajo, la cuestión de la delegación del poder y rotación
de las figuras de autoridad por ciclos de tiempo puede ser útil especialmente
cuando organizamos la resistencia en contra el Estado. Esto es sólo un ejemplo,
pienso que el zapatismo no puede ser importado a Palestina. Cuando veo los
logros y la capacidad que muestran aquí, me encantaría que la gente de los
suburbios tuviera esta increíble capacidad de organización y de entender la
economía en un proceso lento pero estable, en no dejar su cultura y sus
tradiciones. Así que ha sido muy aleccionador para mí.
¿Cómo se puede definir el anarquismo que representan políticamente?
Yo no la definiría de
ninguna forma porque cada persona ve las cosas de forma diferente. Además de
que somos muy pocas personas hablando de los anarquistas israelís. Hay dos
aspectos a dimensionar, el primero es ¿qué tipo de anarquismo a partir de las
intifadas palestinas? y ¿qué tipo de anarquismo podemos entender del lado
israelí y judío desde una perspectiva un poco más académica? En el caso del
segundo, se pueden nombrar pensadores anarquistas judíos como Martin Buber,
pero yo no diría que éste tuvo o tiene alguna influencia en nuestras prácticas.
Así que yo no lo definiría como anarquismo israelí o anarquismo judío, sino que
más bien diría que los anarquistas israelís se han expandido muy bien en las
luchas que conllevan.
Hay mucha experiencia respecto a los derechos de las mujeres, también en
la defensa de los derechos de los animales que es un asunto grande en Israel.
En cuanto a la resistencia popular palestina, quizás la actitud colonialista
impulsó algo de anarquismo pero no puedes decir que es anarquista desde un
sentido de una organización descentralizada. Es interesante que en los últimos
meses ha habido un resurgimiento de la resistencia palestina militante, gente
que está tirando cocteles molotov, en una resistencia que no pretende ser
pacifista y que no está siendo tomada en cuenta por la izquierda israelí o por
la izquierda palestina dado que está muy descentralizada. Simplemente son
grupos de gente de los pueblos que sale para atacar a los soldados y a los
asentamientos y nadie los organiza.
Una de las únicas fuentes que puede ser confiable, es la extrema
izquierda israelí, porque son interesados en nuestra lucha y se ven afectados
por ella. El anarquismo israelí y la extrema izquierda están separados de la
lucha popular palestina fundamentalmente por nuestros principios de la «no violencia», por nuestra incapacidad
de resistir en un mismo nivel de riesgo y nuestra pretensión de que resistencia
palestina sea desde una forma pacifista al estilo Gandhi, de lo cual no hay
ninguna evidencia, hay algunas personas que trabajan en ese sentido, pero a un
nivel de masas, la definición de la violencia desde la resistencia palestina es
completamente diferente a como nosotros la definimos. La mayoría de los
palestinos viven en un contexto tan diferente al nuestro y a nuestras protestas
pacíficas. Los grados de contención que vivimos en nuestras diferentes formas
de resistir nos separan definitivamente.
Últimamente desde el zapatismo se analiza el confederalismo democrático
kurdo como una forma de organización política interesante para reflexionar y
con la cuál construir puentes: ¿cómo perciben ustedes –como movimiento
anarquista– esta propuesta?
Desde mi conocimiento no
estamos en lo absoluto involucrados, es curioso que estando cerca esté tan
lejos de nosotros, porque hay muchas guerras que nos separan. Personalmente
estoy fascinado con la propuesta del confederalismo democrático y espero
conocerla mejor. Sabemos que los compañeros italianos están más involucrados.
Nos han hablado del «Rojava Calling»
una propuesta italiana (en inglés para mundializarla) que hace una especie de
acompañamiento en Rojava y nos parece muy interesante la idea de gente de
diferentes religiones peleando juntos, que sean mujeres las que lideren la
defensiva contra los Estados Islámicos. Es interesante ver una propuesta que
tiene principios anarquistas funcionando. De hecho, hay en Israel un nuevo grupo
de anarquistas-comunistas cuyo nombre es «unidad»
que han realizado protestas en la embajada de Turquía apoyando al PKK.
Finalmente, después de tu experiencia en las comunidades zapatistas
¿piensas que se puede lograr la construcción de más puentes de solidaridad
entre el movimiento anarquista israelí y el zapatismo?
La influencia que ha tenido
el zapatismo en mi pensamiento político después de estos meses va a tener sin
duda una influencia en mi comportamiento político y en mi manera de ver las
cosas y organizarme en Jerusalén, quizás ese es el pequeño puente que se ha construido
en mí mismo. Quizás para las bases campesinas la información que tienen de
Israel es más bien bíblica, entonces quizás los puentes pueden ser fortalecidos
a través de las organizaciones adherentes a la Sexta.
Sobre esta idea, la sociedad civil palestina espera mucha más presión
internacional contra Israel. Existe el movimiento Boycotts, Divestment and
Sanctions (BDS) que busca la imposición de sanciones al Estado israelí y este
es un camino interesante para que los activistas de otros países se involucren
con el trabajo de solidaridad en Palestina. De hecho, Israel ha admitido
públicamente que este movimiento es una amenaza, puesto que la gente está
boicoteando los productos israelís, las instituciones públicas como
universidades, boicoteando los deportes israelís, promoviendo sanciones desde
otros Estados, hay muchas acciones que se están enfocando para solidarizarse
con la sociedad civil palestina y mucha gente en México puede involucrarse con
este movimiento sin duda.
[1] Ta’ayush es un movimiento judeo-árabe creado en el año 2000 que
significa “vivir juntos” o “convivir” y conjunta una red de
organizaciones árabes, judías, israelís y palestinas para la reflexión y las
acciones no violentas en las escaladas de violencia en la región.
Comentarios