La
Voz del Anáhuac
24
abril, 2015
La llamada “universalización del sector salud” es
un paso más hacia la privatización de un derecho fundamental del pueblo
trabajador.
Este proceso privatizador, paulatino hasta ahora, comenzó con la aplicación
del modelo neoliberal del capitalismo, en los años 80’s del siglo pasado. Los
reiterados recortes al gasto público destinado a la salud han ocasionado
severos problemas: desabasto de medicamentos, personal médico y de enfermería
insuficiente y mal pagado, ausencia de equipos y materiales clínicos,
subrogación de servicios al sector privado. Estos problemas se agudizaron aún
más en el IMSS en 1997, cuando se privatizó el fondo de pensiones, entregándolo
a las Afore.
Dos años después ocurrió lo mismo con el fondo de pensiones del ISSSTE. (De
hecho, desde 1992 ya intervenía la banca en la administración de los fondos de
pensiones a través del SARH). Pero las pensiones seguían siendo asignadas por
IMSS e ISSSTE. Desde 1997 el control de los fondos de pensiones se convirtieron
en un gran negocio para la banca, pues los invierte en la bolsa de valores,
obtiene grandes utilidades que nunca se reflejan en los fondos de las cuentas
personalizadas de los trabajadores, pero en caso de pérdidas, pues las Afore
pueden hacer inversiones riesgosas, entonces sí, las pérdidas afectan las
cuentas de los trabajadores.
La privatización de los fondos de pensiones, mas los recortes
presupuestales a la salud han repercutido en la disminución drástica de la
calidad del servicio que recibimos los trabajadores: frecuentemente faltan
medicamentos, cuando somos hospitalizados muchas veces no se cuenta ni con lo
mínimo indispensable para nuestra atención, no se nos hacen todos los estudios
necesarios porque en los laboratorios no cuentan con los reactivos o los
equipos para Rayos X, ultrasonido o tomografía están descompuestos y no hay
para cuando se reparen, pues “no hay
presupuesto”.
Ahora el gobierno pretende, como una más de sus llamadas “reformas estructurales” imponer la del
sector salud, a la que ha denominado “Universalización
de la salud”. Esta consiste en que luego de haber inducido la severa crisis
que padecen el IMSS y el ISSSTE, se dispone a fusionar estas instituciones con
la Secretaría de Salud y el Seguro Popular, para homologar los servicios al
nivel de este último, es decir, reducirlos a la atención del primer nivel, el
del médico general, conocido como médico familiar, todos los demás servicios,
de segundo y tercer nivel (hospitalización, cirugía, especialidades,
laboratorios, estudios clínicos) quedarán subrogados a la medicina privada, es
decir, habrá que pagarlos (procesos como la hemodiálisis, laboratorio clínico,
endoscopia y hemodinámica se encuentran ya en manos de empresas privadas que
triplican los costos reales).
Y la gran incógnita para los trabajadores jubilados y pensionados por el
IMSS y el ISSTE es ¿qué pasará con sus pensiones? Se entiende que al
desaparecer el IMSS y el ISSSTE pierden razón de ser sus respectivas leyes, que
regulan los términos en que se pagan las pensiones. Y al crearse una
institución de Salud Universal tendrá que elaborarse una ley nueva. ¿En qué
términos quedarán reguladas a partir de entonces las pensiones de los
trabajadores?
Esta anunciada reforma a la salud pública es motivo de preocupación para
todos los trabajadores que hasta hoy recibimos atención en el IMSS y el ISSSTE,
tanto por la privatización que pretende imponerse como por el derecho a una
pensión digna luego de haber entregado nuestra vida laboral a la producción o a
la prestación de algún servicio. De por sí toda nuestra vida laboral hemos
cotizado nuestras cuotas (al IMSS y al ISSSTE) para la atención médica integral
y para financiar un fondo de pensiones que al término de nuestra vida laboral
activa, nos retribuya el pago de una pensión digna por el tiempo que nos reste
de vida.
Por eso afirmamos que el sistema capitalista es un sistema de muerte, pues
mientras nos explota nos niega el derecho a un servicio médico digno y de
calidad, y al final, cuando por derecho nos jubilamos, cuando ya no le somos
productivos, nos condena a perecer en la miseria.
Por todo esto, es necesario que todos los trabajadores sepamos en negro
panorama que se cierne sobre nosotros. Ya padecemos las consecuencias de la “reforma laboral”, con la que muchos de
nuestros derechos colectivos han sido mutilados o cancelados. Ahora incluso se
nos condena a una sobrevivencia aún más precaria como consecuencia de la
mentada “universalización de la salud”.
Es necesario pues que cada uno de nosotros, trabajadores activos o
jubilados cumplamos el papel de difusores de esta nueva amenaza neoliberal en
nuestra contra, que seamos conscientes de ello y que estemos dispuestos a
luchar en contra de estas pretensiones del gobierno, fiel servidor de los
intereses de los capitalistas que toda la vida nos han explotado y que amasan
grandes fortunas con el trabajo nuestro.
¡A luchar! ¡A defender nuestro derecho humano a la salud pública, digna y
de calidad!
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