La Voz del Anáhuac,
Febrero de 2015
La historia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
no comenzó en 1994, cuando se levantó contra el mal gobierno. Tampoco se inició
en 1983, cuando se fundó el núcleo guerrillero que dio origen al EZLN tras una
silenciosa acumulación de fuerzas que echó raíces en las comunidades indígenas.
La historia del EZLN comenzó el 6 de
agosto de 1969, cuando en Monterrey, un grupo de jóvenes decidió luchar por una
nueva revolución en México y fundó las Fuerzas
de Liberación Nacional. Esta organización fue la que engendró al EZLN.
Las FLN comenzaron a organizar a
estudiantes, profesores y trabajadores decididos a llevar a cabo una nueva
revolución en México. Antes de que se cumpliera un año de la masacre del 2 de
octubre de 1968, las FLN, convencidas de que en México estaban cerradas las
posibilidades de luchar de manera civil y pacífica, optaron por la vía armada.
Asumieron que esa gran tarea no podía ser obra de un grupo de valientes sino
del pueblo trabajador. Y a organizarlo para esa tarea histórica se prepararon.
Comenzaron a
tejer redes de contactos, primero en Monterrey, luego en Puebla, Veracruz,
Tabasco, Chiapas, Estado de México, DF…
Con el tiempo
lograron establecer casas de seguridad, donde se llevaba a cabo la formación
teórica de sus integrantes y se hacía acopio de los recursos necesarios para la
lucha: equipos de radio transmisión, mimeógrafos, medicamentos, crianza de aves
de corral y conejos para la alimentación de los militantes, armas, mapas,
libros, etc.
A diferencia
de todas las otras organizaciones guerrilleras que surgieron en esos años, las
FLN no estuvieron de acuerdo en allegarse recursos con expropiaciones a los
bancos ni con secuestros de magnates o políticos, pues su estrategia era la de
acumular fuerzas en silencio, sin “hacer
bulla”, pues esto es lo que les permitiría crecer de manera segura, pues la
tarea revolucionaria nunca la miraron como una aventura sino como un compromiso
serio.
Así que en
Monterrey, en Puebla, en el Estado de México establecieron algunas sedes para
la formación de combatientes. Una de estas sedes fue en Nepantla, Estado de México. Ahí quedaron a cargo algunos de sus
integrantes más responsables y comprometidos.
Pero en todo
el país había ebullición revolucionaria. A inicios de 1974 una brigada de otra
organización revolucionaria atacó en un tren a un grupo de soldados federales
para quedarse con sus armas. Esa acción fue exitosa pero se desató una
implacable persecución contra los probables responsables. Al mismo tiempo, por
un descuido, fue descubierta una casa de seguridad en Nuevo León, dos
integrantes de la organización fueron apresados y torturados. No resistieron la
tortura y terminaron revelando información de la ubicación de la casa de
Nepantla. Con el antecedente del ataque a los soldados que fueron ejecutados
para desarmarlos, las fuerzas represivas del gobierno creyeron tener en sus
garras a quienes cometieron ese ataque en Xalostoc, EdoMex.. De la existencia
de las FLN supieron hasta las detenciones en Monterrey por los dos que no
aguantaron la tortura. Y así fue como las fuerzas represivas del estado
llegaron a Nepantla el 14 de febrero de 1974.
Aun así, no
fue sino hasta el anochecer que pudieron desatar la agresión en la casa de
Nepantla, pues los capturados-torturados, un hombre y una mujer, habían
llevado a la Brigada Blanca y al
ejército a un domicilio que no correspondía con el de la Casa Grande, como se conocía la casa de Nepantla, con la vaga
esperanza de que los compañeros se percataran y se pusieran a salvo.
No fue así,
los compañeros no se esperaban el ataque, confiaban en las medidas de seguridad
y en la integridad de todos los compañeros de la organización. No fue sino
hasta que comenzó el ataque que supieron del inminente aniquilamiento que les
venía encima. Pese a la evidente desventaja decidieron resistir. Metralla y
gases lacrimógenos, corte de energía eléctrica y los gritos de los capturados
que los conminaban a rendirse y entregarse, los obligó a responder el fuego
mientras se buscaba cubrir la retirada de la mayor parte posible de los
compañeros que se encontraban en la casa. Fue una masacre. Unos cayeron
combatiendo, otros fueron ejecutados al momento de su captura, dos hechos
prisioneros. Salvador,
Manolo, Soledad, Gabriel, María Luisa, Martín y Ana. Cuatro hombres y tres
mujeres.
Con este demoledor golpe a la casa de Nepantla y el ulterior
desmantelamiento del núcleo guerrillero que se había establecido poco tiempo
antes en Chiapas, con el asesinato y desaparición forzada de quienes lo
integraban, creyó el gobierno haber aniquilado a las FLN.
Pero quienes sobrevivieron a esta
criminal acción policíaco-militar de exterminio no se rindieron, recomenzaron
el trabajo revolucionario en condiciones mucho más difíciles, para cumplir con
el compromiso revolucionario de “VIVIR POR LA PATRIA O MORIR POR LA
LIBERTAD”.
Firmes, con la
convicción de que la paciencia es virtud
guerrera, casi diez años tardaron en reconstruir las fuerzas de la
organización, acumulándolas en silencio, clandestinamente, hasta que el 17 de noviembre de 1983 quedó fundado
el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional. Y otros diez años después, se inició el alzamiento que dio a
conocer al EZLN con el grito de ¡BASTA
YA! en México y el mundo el 1° de
enero de 1994.
La historia subsecuente del EZLN es
pública a través de sus comunicados que pueden consultarse en la página: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/, pero mejor aun visitando el territorio zapatista donde se
construye la autonomía.
Relación de hechos
Hoy, día sexto del mes de
agosto
del año mil novecientos
sesenta y nueve,
estando prevenida la
historia,
el café amargo,
el tabaco por terminarse
la tarde por fenecer
y todo adecuado para
conspirar
contra las sombras y
tinieblas
que opacan el mundo y su
sol,
los abajo firmantes
comparecen
ante mí, la Patria, para
declarar lo siguiente:
Primero.- Que los abajo firmantes
renuncian a su hogar,
trabajo,
familia y estudios y a
todas las
comodidades que, sobre la
miseria
de los más, se han
acumulado
en manos de los menos.
Segundo.- Que los abajo firmantes
renuncian a un futuro,
vendido en abonos para
disfrute individual.
Tercero.- Que los abajo firmantes
renuncian también a la
coraza
de indiferencia frente al
sufrir
de otros y a la
vanagloria de un
lugar entre los
poderosos.
Cuarto.- Que los abajo firmantes
están dispuestos a todos
los sacrificios
necesarios para luchar
calladamente
y sin descanso para
hacerme a mí,
la patria, libre y
verdadera.
Quinto.- Que los abajo firmantes
están dispuestos a
padecer persecución,
calumnias y torturas, e
incluso
a morir si es preciso para
lograr
lo señalado en el punto
Cuarto.
Sexto.- Que yo, la Patria, sabré
guardarles su lugar en la
historia
y velaré por su memoria
como ellos velaron por mi
vida.
Séptimo.- que los abajo firmantes
dejan bastante espacio
debajo de sus
nombres para que todo
hombre y
mujer honestos firmen
este
documento y, llegado el
momento,
lo rubrique el pueblo
entero.
No habiendo más que decir
y sí mucho por hacer, los
abajo firmantes dejan su
sangre como ejemplo y
sus pasos como guía.
Heroica y Respetuosamente:
Vivir por la Patria o Morir por la Libertad
Manuel, Salvador,
Alfredo, Manolo, María Luisa,
Soledad, Murcia, Aurora,
Gabriel, Ruth, Mario,
Ismael, Héctor, Tomás
Alfonso, Ricardo...
Y siguen firmas de los
que habrán de morir y
de los que habrán de
vivir
luchando en este
país de dolorosa historia
llamado México, abrazado
por el mar y, pronto,
con el viento a su favor.
El Capitán.
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