México: #13SepMx Crónica de un desalojo anunciado (a un año del desalojo de la CNTE del Zócalo capitalino)
Escrito por Reurter Elpinchekezo
Nopalinzin
Para no olvidar, a un
año del coraje y la resistencia.
Son las tres de la mañana me
despido. Lxs compas con los que he estado platicando vemos cómo muchxs se
retiran de los campamentos. Delegaciones completas se han retirado, ¿a dónde?,
¿con quiénes? Lo ignoro hasta la fecha.
Lo que no ignoro y no dejo de recordar es el miedo, la preocupación que
se sentía en el ambiente. Han sido jornadas largas de protesta y pequeños roces
con los granaderos, con los medios de comunicación quienes han cuestionado
todo, con tal de deslegitimar este movimiento, con tal de dar pie a la
represión, la cual pareciera será cosa de horas para que se cumpla.
Entro a la casa de campaña propiedad de una maestra, compartida con la
despensa y el material de aseo que nos han donado ¿Quién financía este movimiento? Fue la pregunta de un lector de
noticias de la TV que sale por las mañanas. La respuesta está en las bolsas de
frijol, arroz, azúcar, barras de jabón y en cajas de medicamentos: ¡EL PUEBLO!, representado en esa
familia que escribió mensajes de ánimo y de esperanza; en los compañeros de
educación física del Estado de México que han sido diezmados en su lucha por la
democracia al interior de su sección sindical; en la receta con el nombre de
cada medicamento y para qué sirve, que donó aquel médico quien reconoce la
fuerza, coraje y valentía de los profesores. Son ellos y muchos más quienes
creen y sienten suyas (porque lo son), las demandas de este movimiento…
Descanso pues, si es que se puede descansar sobre un hule espuma rodeado de
alimentos, y sobre todo de miedo.
Son las 6 de la mañana. Me despierta el murmullo de tres voces, me asomo
y veo a lxs compañerxs de la delegación con la que me he refugiado, y de la
cual alguna vez formé parte. Les cuestiono: ¿y las demás? “No quisieron venir”, es la respuesta, “… se dice en Oaxaca que ya nos van a desalojar”. Sólo sonrió. Les
comento: “se dice eso desde que llegué en
agosto y no ha pasado nada, pero bueno, habrá que esperar. Me despido, les digo
que me iré a bañar a casa de mi tía, que regreso en un rato, que la maestra
está en la estatal, pues por lo que sé aún continúa, y que tendremos que
esperar...”
Llego a casa de mi tía, toco el timbre, espero que me abran, me invitan
el desayuno y me voy a bañar. Mando un mensaje, pregunto: “¿qué pasa, porque nadie dice nada y ayer estaba el rumor que nos van a
desalojar?” Me responden con un: “Sí,
ya está la PFP rodeando el plantón ¿dónde estás?” Sólo digo: “ya voy, estoy en casa de mi tía, llego en
un rato”.
Al llegar al zócalo, caminando desde el eje Lázaro Cárdenas por Madero,
lo que veo es a compañerxs llevando en sus hombros y en sus manos, cajas
mochilas, hules y bolsas; hay hombres y mujeres llevando consigo sus casas de
campaña, enseres de cocina, anafres, víveres. En sus rostros se ve
preocupación, molestia, un poco de miedo. Llego al campamento, los compañerxs
no saben qué hacer. ¿Nos quedamos?,
preguntan, ¿o nos vamos?
La policía está del lado de la novena: ¿a dónde nos movemos?, ¿qué
hacemos? Les digo que he escuchado que la indicación es irnos al Monumento a
la Revolución, “necesitamos levantarlo
todo”. Ellos asienten, pues la maestra nos ha llamado y ha dado
indicaciones de levantar el campamento y rescatar lo que pudiésemos.
Así lo hacemos: levantamos las casas de campaña, guardamos las
provisiones en una caja y en bolsas; acompaño a los compañeros, pues se irán al
Monumento a la Revolución, o eso entiendo yo, pues me alejó a buscar a mis
compañeros con los que estuve platicando en la madrugada. Encuentro a una
compañera y nos abrazamos. Nos damos las típicas recomendaciones de siempre: “cuídate, cualquier cosa me avisas”, “¿tienes crédito? ¿La batería del celular
tiene carga?”. Las respuestas son parecidas: “sí, me cuidaré”, “sí, tengo
crédito”, “tengo poca carga, no creo
que necesite más”. Nos despedimos con un fuerte abrazo y un sentimiento de
molestia.
He encontrado a mis compañeros, nos comenzamos a preparar para lo que
viene. Estamos frente a la Suprema Corte de Justicia (Pino Suárez esquina
Venustiano Carranza). Tomamos las vallas que en un primer momento sirvieron al
gobierno de la Ciudad de México como forma de control para su festival de cine.
A la llegada del magisterio y a la instalación del plantón, sirvieron como
delimitantes de los campamentos; los tendederos y alicates donde se amarraban
los lazos con los que se sostenían las lonas que nos protegían del sol y la
lluvia, ahora nos sirven para armar barricadas, colocándolas a lo largo de la
calle. Con ellas cerramos el paso.
Estamos a la espera de lo que en Oaxaca hemos vivido, de lo que conocemos:
ver granaderos dispuestos a deshacernos a golpes, armados con escudos y
toletes, gases lacrimógenos, rifles que como proyectiles tienen balas de goma,
con las cuales han matado compañeros o dejado en grave estado a otros. También
pareciera que los comerciantes se preparan para la batalla, pues comienzan a
bajar cortinas de sus establecimientos y pedir a sus clientes que se retiren.
Transeúntes nos ven con cara de asombro, unos con cara de molestia. Los más,
con celulares en las manos comienzan a grabar al pequeño grupo de 15 a 20
indiviuxs que con el rostro cubierto y ropas negras, comienzan a incendiar
basura para hacer barricadas. Quienes se alientan con consignas.
P.D. Si falta más, les toca a ustedes contar...
P.D.2 Gracias a todxs quienes solidariamente nos
apoyaron...
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