Idus de marzo contra los transgénicos. (Los movimientos sociales se anotan triunfos en la lucha antitransgénica)
x Silvia Ribeiro (Investigadora del Grupo ETC)
24/03/2014
24/03/2014
La Jornada
En las últimas semanas hemos
visto importantes victorias de la resistencia contra los transgénicos
Al tiempo que se acumulan evidencias de sus impactos negativos sobre
salud, medio ambiente, economías.
El 7 de marzo, un juzgado de Campeche concedió
un amparo contra la siembra de soya transgénica aprobada a Monsanto por Sagarpa
en 2012. El litigio fue iniciativa de las comunidades mayas Pac-Chen y
Cancabchen de Hopelchén, Campeche, junto a varias asociaciones de apicultores.
El amparo aplica a todo el estado. Reclaman que se violó el derecho de los
pueblos indios a la consulta libre, previa e informada y su derecho a un medio
ambiente sano, por el alto uso de agrotóxicos y la deforestación que conlleva la
soya transgénica, así como por los impactos devastadores en la apicultura,
actividad tradicional y base del sustento de más de 25 mil familias campesinas
en la península de Yucatán.
Mostraron que Semarnat y Sagarpa (secretarías de Ambiente y Agricultura)
ignoraron intencionalmente los dictámenes negativos de la Comisión Nacional
para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), la Comisión Nacional
de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y el Instituto Nacional de Ecología
(INE), sobre siembras de transgénicos en la zona. Esto se ha repetido en muchos
otros casos del país donde el gobierno federal ha autorizado la siembra de maíz
transgénico en parcelas experimentales y piloto. Sistemáticamente, los
funcionarios han ignorado los dictámenes críticos a los transgénicos de sus
propias autoridades técnicas.
El mismo mes adquirió notoriedad un artículo científico que demuestra la
contaminación de miel con polen de soya transgénica en Hopelchén. Esto
significa un fuerte impacto a las comunidades por la imposibilidad de exportar
la miel a Europa, su principal ingreso. El artículo publicado el 7 de febrero
en Scientific Reports, del grupo
editorial Nature. El autor principal
es Rogel Villanueva, investigador de Ecosur. Pone al descubierto otra mentira
de la industria transgénica: que como la soya se auto-poliniza y las abejas no
llegan a sus flores, no hay riesgo. Al contrario, queda demostrado que
representa una grave amenaza a la biodiversidad y las bases del sustento
campesino.
El 15 de marzo, el Ministerio de Agricultura de Francia prohibió la
siembra del maíz transgénico Mon810,
de Monsanto, manipulado con la toxina de la bacteria Bt. El decreto, basado expresamente en el principio de precaución,
se tomó por la inminencia de la época de siembra, aunque en abril habrá una
discusión legislativa. Informan que "según
datos científicos fiables y muy recientes investigaciones internacionales, el
cultivo de semillas de maíz Mon810 presentaría graves riesgos para el medio
ambiente, así como un riesgo de propagación de organismos dañinos, convertidos
en resistentes". Francia es el décimo país europeo que prohíbe este
maíz. En enero, el Parlamento Europeo votó contra el consumo humano y animal
del maíz transgénico 1507, de Dupont-Pioneer, con toxina Bt y tolerante al agrotóxico
glufosinato, por considerar que los riesgos son muy altos y los métodos de
evaluación insuficientes. Aunque cada país europeo puede prohibir los
transgénicos si fueran aprobados por la Unión Europea, Francia propone que
debido al riesgo de contaminación, las empresas deben solicitar la aprobación
de cada país por separado. Otro dato que deja al descubierto las normas de
bio(in)seguridad en México, que afirman se puede sembrar en algunas zonas sin
contaminar otras, un dato desmentido por la realidad nacional y mundial de
hallazgos de contaminación a grandes distancias.
En Brasil, un juez emitió el 13 de marzo un dictamen histórico contra la
liberación del maíz transgénico Liberty
Link de Bayer, tolerante a glufosinato, luego de un litigio de siete años
de las organizaciones Terra de Direitos, Idec, Asociación de Pequeños
Agricultores y AS-PTA. El juez dictaminó que el estudio de impacto ambiental no
sirve por no estar adecuado a los diferentes biomas de Brasil. La sentencia
cuestiona de hecho todas las aprobaciones de transgénicos en Brasil, que no
tienen en cuenta la diferencia de riesgos según los ecosistemas. En México,
pese a ser un país megadiverso con decenas de ecosistemas diferentes, la
supuesta evaluación es aún más estrecha.
El mismo mes, el gobierno chileno retiró de la discusión una propuesta
de ley de semillas, que asimilaría la legislación de variedades vegetales a la
convención UPOV 91. Este convenio internacional garantiza los derechos de las
trasnacionales, en desmedro de las semillas campesinas y públicas, por lo que
en Chile la llaman "Ley
Monsanto". Una enorme oposición social de Anamuri, Vía Campesina y
muchas otras organizaciones forzó esta retirada. Nuevamente: varios contenidos
de esa ley están aprobados en México en leyes que regulan semillas. En 2012, se
intentó, sin éxito gracias a la oposición de organizaciones y científicos,
cambiar la ley sobre variedades vegetales para armonizarla a UPOV 91.
En Córdoba, Argentina, la Secretaría del Ambiente de esa entidad rechazó
el estudio de impacto ambiental presentado por Monsanto para construir allí la
mayor productora de semillas de maíz transgénico del continente, por ser "insuficiente, reiterativo y sin
profundidad". Esto como consecuencia de meses de una gran resistencia
de organizaciones y vecinos que han sido gravemente afectados por los
agrotóxicos que conllevan la siembra de transgénicos, incluyendo triplicar los
casos de cáncer.
No tiene ningún sentido permitir la siembra y consumo de transgénicos,
frente a los enormes riesgos que implican y existiendo una gran variedad de
alternativas, superiores en salud, rendimiento y economía.
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