Respuesta a José Arreola
y Mario Benítez
Rebelión,
30-01-2014
[El pasado 25 de noviembre de 2013 José
Arreola publicó, en la revista electrónica Rebelión, la presentación del
documental “SME: 4 años resistiendo.
Ya es hora de romper el silencio” (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=177312),
elaborado por compañeros afiliados al Sindicato Mexicano de Electricistas.
Dicho documental generó un profundo rechazo en las filas electricistas, pero
más allá de las filias y fobias, es necesaria una respuesta política, que
ubique al espectador externo, sobre cuál es el balance y sentir mayoritario de
los heroicos trabajadores esmeítas.]
La noche del sábado 9 de octubre de 2009,
luego de un juego de la selección mexicana de futbol, el Ejército mexicano
(disfrazado de Policía Federal Preventiva), tomó todas las instalaciones de la
empresa Luz y Fuerza del Centro. Posteriormente la revista Proceso
difundió declaraciones de soldados que revelaron que tenían órdenes de disparar
en contra quién tratará de rescatar las instalaciones. De haberse dado esa
confrontación, el gobierno tenía preparada la detención de la dirección
política del SME, la toma armada de sus sedes sindicales y la persecución
implacable de sus miembros más combativos. El decreto de Extinción de LyFC del
presidente Felipe Calderón, totalmente inconstitucional e ilegal, tenía por
objeto destruir al único sindicato que podría enfrentar las ulteriores reformas
privatizadoras del sector energético que actualmente ha consumado el Partido
Revolucionario Institucional.
Se
trata pues de una decisión de estado, cuyo alcance estaba pensado para iniciar
una guerra destinada a refundar al capitalismo mexicano, sobre la base de
aplastar al conjunto de la clase trabajadora. La reforma laboral (aprobada el
año pasado), el golpe al magisterio y los inminentes golpes a los trabajadores
petroleros y electricistas (del burocratizado Sindicato de Único de
Trabajadores Electricistas de la República Mexicana), confirman esta dinámica.
Es
obvio que enfrentar una ofensiva del estado, va más allá de la capacidad de una
sola organización sindical por más combativa que ésta sea Peor aún si tomamos
en cuenta que más del ochenta por ciento de la clase trabajadora se encuentra
desorganizada, el 17 por ciento está sometida al gansteril control de la
burocracia sindical (charrismo) y sólo un 2 o 3 por ciento se encuentra
organizada democráticamente, pero divididos en diversas centrales o aisladas.
Esta es la razón que explica por qué en México no se realiza una Huelga General
desde 1936. Este hecho pasa completamente desapercibido por las organizaciones
ultraizquierdistas, que se pasan la vida demandando “huelga general”, cuando carecen de todo poder de convocatoria para
realizarla.
Durante
el año pasado se realizaron impresionantes movilizaciones del magisterio
democrático, acompañadas paros de labores en cinco o seis entidades de la
República, y no les fue posible frenar la reforma educativa. Es claro que falta
un replanteamiento estratégico, que vaya más allá de la retórica
ultraizquierdista, para enfrentar la ofensiva de los patrones y gobierno.
Además
de todas estas dificultades, el SME enfrentaba una fuerte división provocada
por la intromisión del gobierno en la vida interna del sindicato. En el proceso
electoral de mediados del 2009, la dirección clasista, encabezada por el
compañero Martín Esparza Flores, apenas logró un pequeño margen de ventaja del
1 por ciento sobre los títeres del gobierno.
Conscientes
de esta adversidad, el SME, en Asamblea General Democrática, definió una
táctica basada en tres vías: la lucha de masas, la defensa jurídica y la lucha
política.
La vía
de la movilización la estamos utilizando al máximo de las posibilidades del
movimiento social en México; se ha llamado a Paros Nacionales (con una
respuesta mínima pero significativa); se realizaron dos huelgas de hambre, que
tuvieron repercusión nacional e internacional; un plantón de más de seis meses
en el zócalo capitalino; organizado, exitosamente, a decenas de miles de
usuarios de la energía eléctrica para el no pago de las altas tarifas;
caravanas, marchas, tomas de edificios gubernamentales, plantones, jornadas
unitarias de lucha popular, campaña de agitación entre la población, etc.
Gracias
a esta movilización hemos logrado diversos objetivos; continuar siendo
reconocidos como sindicato y de su dirección; impedir la consumación jurídica
del decreto de extinción de la empresa y del Contrato Colectivo de Trabajo; el
pago de prestaciones pendientes; continuar recibiendo el servicio médico; la
liberación de nuestros presos políticos y garantizar el pago de las
jubilaciones a un sector que, con el “Decreto
de Extinción”, había quedado en la indefensión jurídica. En el marco de una
furiosa ofensiva de gobiernos de ultraderecha y medios de comunicación, estos
logros nos son nada despreciables.
Pero el
logro más importante es el de haber obligado al gobierno, pese a sus “tácticas dilatorias” y la “administración de conflictos”, a reconocer
el derecho de jubilación de los miembros de la resistencia que ya han cumplido
la antigüedad requerida y de la reinserción laboral de los restantes en el
sector eléctrico.
La ruta
jurídica logró un importante triunfo. En el mes de octubre de 2012, el Segundo
Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo otorgó al SME, un amparo “definitivo” en el que se ordena que “la Comisión Federal de Electricidad
(CFE) asuma la figura de patrón sustituto
de los electricistas despedidos en forma injustificada tras la intervención
policial y el desmantelamiento de Luz y Fuerza del Centro decretada por Felipe
Calderón”. No obstante, de manera completamente ilegal y aberrante, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación revocó dicho amparo el 30 de enero de
2013. Una nueva demostración de que estamos ante un golpe de estado que va más
allá de toda legalidad.
Ahora
éste atraco jurídico se ventila en la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y esperamos una pronta respuesta. En tanto, continúan pendientes de
resolver las demandas por despido individual injustificado.
El caso
más complicado fue la búsqueda de una solución política. La adversa correlación
de fuerzas nos obligó a buscar diversas negociaciones, a las que se ven
obligados a recurrir todo los movimientos sociales en las mismas condiciones.
Por esa vía han transitado diversos movimientos en México y el mundo, desde
Atenco hasta la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Rechazar la vía de la solución política de un conflicto social, de antemano o
por “principio”, no son más que
fanfarronadas de demagogos o sectarios.
Ante la
negativa de los partidos de la derecha de solucionar el conflicto respetando “el estado de derecho” y la traición del
Partido de la Revolución Democrática, el SME ha convocado a la clase
trabajadora a construir su propio partido político: un partido de los
trabajadores. Esta iniciativa cuenta con el respaldo de la mayoría de los
trabajadores electricistas, sectores del magisterio, de diversas organizaciones
sociales y de una parte de la izquierda revolucionaria mexicana.
Además
de la constante movilización, el SME también ha recurrido a diversas instancias
internacionales: la Organización Internacional del Trabajo, la ya mencionada
Comisión Interamericana de los Derechos Humanos y el Tribunal Permanente de los
Pueblos, entre otras.
Todo
esto quiere decir que no hemos dejado de recurrir a cualquier recurso, que esté
a nuestro alcance, para lograr la ansiada victoria.
Especial
importancia tiene la iniciativa, lanzada por el SME, de construir una Nueva
Central de Trabajadores, capaz de unificar al grueso del sindicalismo
democrático e independiente, para los próximos días 22 y 23 de febrero. Esta
iniciativa está plenamente respaldad por nuestros camaradas de la CNTE, diversos
sindicatos universitarios, del transporte y la industria y que, en conjunto,
involucran a más de medio millón de trabajadores. En el marco de la intensa
polarización social que vive nuestro país –y de la cual el surgimiento de
autodefensas armadas en el estado de Michoacán, que combaten a las mafias y la
indiferencia gubernamental, significa su expresión más alta-, el surgimiento de
esta nueva centra de trabajadores puede convertirse en catalizador del gran
descontento social.
El protagonismo de Mario Benítez. Como en
todo sindicato democrático, las asambleas del SME son extremadamente ricas en
debates y aportaciones, esa tradición se ha mantenido a lo largo de casi cien
años (desde1914). Sin embargo también ha sido tradición que estos debates se realizan
únicamente al interior y más cuando estamos bajo intenso fuego enemigo. Quienes
han recurrido al escrutinio externo, para dirimir diferencias internas, siempre
han sido aquellos que han actuado bajo mandato del gobierno.
Este no
es el caso de Mario Benítez, reconozco en él a un militante honesto pero
enfermo de sectarismo, por esa razón jamás ha logrado convencer a la mayoría de
nuestra organización sindical. Desesperado por ese aislamiento, y por una lucha
que lleva ya más de cuatro años, ahora recurre a un documental –en mi opinión
muy parcial y rebosante de protagonismo mesiánico-, para suplir su incapacidad
de convencernos en los debates internos.
Este
posicionamiento “ultra” de Mario
Benítez no es nuevo. Durante el año 2000 se realizó una muy justificable huelga
en la Universidad Nacional Autónoma de México, para defender la gratuidad de la
enseñanza pública. Los estudiantes levantaron un pliego petitorio y el
movimiento obligó a la Rectoría a retractarse, pero sin comprometerse a cumplir
las demandas estudiantiles al cien por ciento, como demandaba la “megaultra” (sic), entre ellos Mario
Benítez. Dicha huelga se extendió casi un año, se desgastó inútilmente y el
gobierno la resolvió con la ocupación del ejército de las instalaciones
universitarias. Ciertamente se logró evitar el aumento de cuotas, pero a costa
de una derrota del movimiento que hasta ahora no se ha revertido. Convertir
victorias en derrotas, esa es la especialidad de la ultraizquierda en el mundo.
No
obstante este desatino, al compañero Mario Benítez se le siguen reconociendo
sus derechos sindicales y su incuestionable derecho a disentir, él mismo
reconoce este hecho. Lamentablemente, para su causa, esta actitud lo ha debilitado
aún más en lo interno.
Aunque
el SME ha recurrido a todas las formas de lucha de manera correcta, el ansiado
triunfo no será fácil y nunca ha estado “al
alcance de la mano”, como ingenuamente afirma Mario. Estamos conscientes de
que no estamos ante un conflicto gremial o coyuntural, estamos enfrentado una
refundación salvaje del capitalismo a escala mundial y la única posibilidad de
revertirlo es tarea del conjunto de la clase trabajadora y del pueblo en
general.
El SME
continúa su heroica resistencia y no se doblegará. Continuaremos construyendo,
paciente y firmemente, las condiciones necesarias para lograr la ansiada
victoria.
Rebelión ha publicado
este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
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