x Encuentro por la Unidad
Latinoamericana
26/1/2014
25 años del copamiento del
cuartel de “La Tablada”. Militantes del MTP sembraron con sus vidas la posibilidad
de un país soberano, con justicia social
“De todos los que se fueron. Es como si estuvieran
aquí, a esta hora. Algunos me miran, otros me dicen cosas. Yo les sonrío y a
veces les respondo. Sé que tarde o temprano iré con ellos. Tarde o temprano la
vida me pondrá por delante y saltaré al camino. Como un león.” Haroldo Conti
Al cumplirse 25 años del copamiento del cuartel
de “La Tablada” lo reivindicamos como
parte del proceso histórico en la lucha de nuestro pueblo por su liberación
definitiva: nuestros compañeros y compañeras caídos nos acompañan día a día, no
solo en nuestra memoria, como ilustre bronce, sino –y fundamentalmente– en
nuestra práctica política cotidiana, donde nos cuestionan, nos empujan y nos
guían. Es en ese sentido, que también los reconocemos como autores de esta
historia que intentamos escribir.
La Tablada expresa un grito ético contra el avance de los genocidas.
Para que la patria viva, hombres y mujeres militantes del MTP sembraron con sus
vidas la posibilidad de luchar en democracia por un país soberano, con justicia
social, imbuido del más genuino espíritu latinoamericanista.
Por aquellos años, la amenaza carapintada acechaba al proceso
democrático iniciado en 1983. Los militares volvían a arremeter contra la
democracia. Mientras, la oposición justicialista, encabezada por Carlos Saúl
Menem, conspiraba junto a los carapintadas,
la clase política omisa se enfrascaba en la pasividad del miedo y el gobierno
radical, acorralado, realizaba las más vergonzosas concesiones en contra de la
voluntad popular (muestra son la ley de obediencia debida y el punto final).
Una vez más se preparaban para cumplir con el mandato iniciado aquel 24 de
marzo de 1976, que había quedado inconcluso, la entrega total del país a la
hegemonía neoliberal a sangre y fuego.
El tiempo ha logrado aclarar algunos de los interrogantes sembrados en
su mayoría por los propios servicios de inteligencia, por una lado para
tergiversar los motivos que llevaron a nuestros compañeros a tomar tan
dramática decisión, para aislarlos y aleccionar todos aquellos que intenten
enfrentarse al poder, y por el otro, para encubrir las atroces violaciones a
los derechos humanos perpetuadas en la recuperación del cuartel. Represión que
incluyó la tortura, la ejecución de prisioneros, la desaparición de personas,
la utilización de bombas de fósforo blanco, la vejación y mutilación de
cadáveres. Fue una emblemática reproducción de cómo los personeros del poder
responden al accionar del pueblo.
El 18 de noviembre de 1997, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos de la OEA (CIDH) condenó al Estado argentino por torturas, asesinato de
prisioneros y desapariciones comprobadas. El gobierno, de Menem tenía un plazo
de un mes para poner en marcha una investigación “imparcial y sancionar a los responsables”. Hoy esta condena sigue
pesando sobre el Estado argentino y su repuesta sigue siendo la misma que en
ese entonces: el silencio.
Sin embargo, los agentes difamadores jamás hicieron silencio. La clase política,
algunos pseudo intelectuales, los medios de comunicación hegemónicos y sus
personeros nunca dejaron de recriminar una “falta
de autocrítica”, indagando sobre supuestos “motivos ocultos” de la acción, exigiendo “la verdad sobre La Tablada”. Es imposible, para estos sectores,
que viven la política y la militancia como espacio de retribuciones materiales,
creer que hombres y mujeres, parte de nuestro pueblo, tomaran esa implacable
decisión. En ese marco, para los sectores de poder, La Tablada, continúa siendo
símbolo de irracionalidad, que debe ser condenada permanentemente. Desde ese
lugar, nuestros compañeros fueron verdaderamente culpables. Fuimos y somos
culpables de haber pensado y sentido que podíamos ser capaces de parar la
embestida del poder militar y sus asociados, cambiando las reglas del juego de
la democracia liberal a favor del pueblo.
Veinticinco años después, reafirmamos que nuestros compañeros fueron a
parar un golpe. Y parar un golpe era revertir una situación de agobio
institucional a favor de los sectores populares. Parar un golpe era acabar con
la teoría de los dos demonios. Parar un golpe era que el gobierno entendiera
que con concesiones íbamos de mal en peor, que cada vez era menor la capacidad
de gobierno y la democracia cada vez más formal, o mejor dicho, más liberal.
Parar un golpe era avanzar en un proceso de transformación profunda, para el
cual -algunos pensábamos-, que estaban dadas las condiciones objetivas.
Una vez más, el justo homenaje a nuestros compañeros caídos nos impulsa
a repensar, a reflexionar. Veinticinco años han pasado y varios gobiernos
electos democráticamente, pero qué es lo que perdura? Más allá de las mentiras
y difamaciones, de los asesinatos, las torturas y la cárcel, perdura en el
tiempo el decoro y la integridad de nuestros compañeros y compañeras. Perdura
el recuerdo de nuestros hermanos caídos en la lucha contra el autoritarismo,
como ejemplo a seguir de compromiso y ética revolucionaria. Perdura su entrega
sin mezquindad ni especulaciones, “sin
pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie”. Perdura su
alegría en la lucha, sus sonrisas amplias hasta en los momentos más difíciles.
Perdura la convicción de que nuestro pueblo y la Revolución valen la pena.
“Independientemente de cualquier difamación, todos ellos tienen
asegurado el futuro en el corazón del pueblo. Porque cuando la verdad no se
logra imponer entre los contemporáneos, es la trascendencia, que se revela en
la historia quien siempre rescata las causas justas y a sus impulsores. Por eso
la historia reivindica a Espartaco y no a los esclavistas; a Cristo y no a
Judas; a Hidalgo y a Morelos y no a Iturbide o los colonialistas; a San Martín,
Artigas o Bolívar y no a los invasores realistas; a Sandino y no a Somoza. Y la
historia, y nuestro pueblo rescatará a los muertos, asesinados y desaparecidos
en La Tablada y no a los nostálgicos del genocidio”.
Enrique
Gorriarán. Alegato ante la Cámara Federal de San Martín, 2 de julio
de 1997.
Compañeros caídos en el copamiento del Cuartel
de La Tablada. Presentes!
Luis Segovia
Francisco Provenzano (detenido desaparecido)
Juan Manuel Murúa
Jorge Baños
Iván Ruiz Sánchez (detenido desaparecido)
Horacio Pedro Luque
Miguel Ángel Luque
Pedro Juan Cabañas
José Alejandro Díaz (detenido desaparecido)
Juan Arsenio González Rabuggetti
Roberto Sánchez Nadal
Claudia Lareu
Roberto Vital Gaguine
Julio Arroyo
Carlos Samojedny (detenido desaparecido)
Pablo Francisco Javier Belli
Pablo Ramos (detenido y fusilado sumariamente)
Sergio Mamani
Aldira Pereyra Nunes
Ricardo Veiga (detenido fusilado sumariamente)
José Mendoza
Carlos“Quito” Burgos
José Luis Caldú
Berta Calvo (detenida y fusilada sumariamente)
Rubén Álvarez.
Claudia Mabel Deleis
OscarAlberto Allende
Félix Díaz
Ricardo Arjona
Eduardo Luis Agüero
Juan José Tosi
Norberto Maldonado
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