ALAI,
América Latina en Movimiento
México, 2013-10-21
1. La
Escuelita en dos comunidades zapatistas
Siempre hay modo de llegar a las comunidades
zapatistas para enterarse -más o menos-, y tener una idea -más o menos-, de lo
que ahí pasa. Una es yendo, y otra, oyendo. Como quiera es difícil que un
foráneo se las sepa de todas, todas.
Una mañana, un joven toma un café
con mi joven amiga Marisol, y ya saben, después de los saludos a la usanza
ladina empezó el güiri güiri. Resulta que el joven que vivía en Quintana
Roo había estado en La Escuelita. A él le toco una comunidad del Caracol de La
Realidad. La pregunta obligada fue: ¿Cuáles han sido tus vínculos con el
zapatismo? Ninguno, respondió. ¿Entonces qué hiciste para que te
invitaran? Pues ellos lanzaron la convocatoria, yo les pedí que me invitaran y
me invitaron. ¡Así de fácil, afirmó el joven! ¡Qué suerte de muchacho! Pensé,
recordando a mis compañeros que no fueron aceptados. Recordaba de otros sus
lamentos, reclamos, reparos y no pocas maldiciones por la “arbitraria” selección de los alumnos.
¿Por qué hacen así? Preguntaban algunos.
Yo les decía: Cuándo alguno de
ustedes va a hacer una reunión o pachanga en su casa lo primero que
hacen es la lista de invitados, luego la revisan y dicen: Cuidado y se ocurra
invitar a mengano o zutano. “Son
muchos”, “no tenemos pa’ tantos”,
o “falta mengano o zutano”.
Entonces “quitan y ponen” y dicen: “Ese es medio ojeis y ese otro es reojeis”.
Al final cadi quien hace lo que
quiere o invita a quien quiere a su casa. ¿Arbitrario? ¡Pues sí! ¿Y?...
Pongamos un ejemplo extremo y sin agraviar, a ver: ¡Levante la mano quien
invite a Peña Nieto o a Zambrano a su casa! ¡Levante la mano quien invite a
Rosario Robles o a Martín Longoria!
Lo real es que los compas
hicieron un enorme esfuerzo de meses para la socialización y sistematización de
su experiencia de autonomía y ponerla en los Libritos. Pasaron meses en la
preparación de cientos de profes para bajar la socialización a sus bases y
luego otro chingo de horas-hombre, en la formación de las/os Votan para cada
una/o de las/os estudiantes; en el acondicionamientos de la infraestructura,
seguridad y transporte de las/los Votan y las/os estudiantes. Todo, para la
organización de la primera Escuelita. Sólo en transporte y alimentación los
compas tuvieron que metieron un chingo de recursos económicos. Después que los compas
escucharon el rumor de la creación del “comité
de excluidos”, “de marchas y
plantones y huelgas de hambre en protesta” y “mentadas”, lanzaron la convocatoria a dos Escuelitas más.
Una para diciembre y otra para Enero de 2014. Van a estar picudas pues
serán parte del marco en la celebración del 20 Aniversario del Levantamiento
Armado aquel frío invierno de 1994.
Atender a, más o menos en suma, 5
mil estudiantes/es como lo hicieron en la Escuelita I no es cualquier cosa.
Súmenle la banda que se lance para los festejos de Enero del 2014. Va a estar
muy cabrón que el Estado neoliberal haga una estupidez.
Yo no sé si Rafael Sebastián, el
premio Gabino Barreda-UNAM, asesoró a Marcos en la cuestión
educativa. Son notables los conceptos de la Educación Formal que utilizó el
Sub. Se notan también en los títulos los Libritos: “Cuadernos de texto de primer grado del curso de…”. Luego vimos
partes de los usos y costumbres de la UNAM con aquello de las y los “exentos” -a los que no bajábamos de cerebritos
o matados y se llevaban el MB-, o los privilegiados de los “invitados especiales”. Sin embargo, el
modelo educativo del Paraje-Champa-Vinculación-Convivencia-Escuelita, y un
Votan para cada estudianta/e, la educación/aprendizaje fuera de las aulas, los
indios como profes, sin dar grados, diplomas, constancias o reconocimientos por
asistir al curso, rompió con modo educativo formal occidental colonizado que se
imparte desde el Sistema Educativo Nacional en todos sus centros de educación,
incluyendo el de las pretenciosas “nuevas”
universidades. Vamos, el “gran centro de
enseñanza” no estaba en los centros urbanos. No estaba en las ciudades.
Para los zapatistas el
conocimiento también estaba en los sótanos de la vida rural, campesina. En la
vida cotidiana de las y los indígenas rebeldes. Había que ir, escuchar y
aprender de los pueblos. Por primera vez en su historia, las familias, bases de
apoyo del EZLN, hombres y mujeres de todas las edades se visibilizaron,
abrieron sus hogares y se colocaron frente a un puñado de estudiantes/es como
las/os principales actores.
Total, el joven videoasta, o sea,
que hace video, me contó que cuando las/os estudiantes llegaron a La Realidad,
la recepción fue espectacular. Unos 500 Votan con pasamontañas y el puño
en alto los esperaban. Después de asignarles a su Votan fueron llevados a la
Paraje-Champa-Familia-Escuelita. Algunos tuvieron que caminar y por primera vez
sentir el bamboleo en un “puente de
hamaca” –un puente colgante-, para llegar con su Votan a la casa de la
Familia Profesora. Cuenta el joven, que lo levantaban por ahí de las 6 de la
mañana, aunque escuchaba que las labores empezaban más temprano. Le impresionó
la vivienda construida con tablas de madera de caoba. El techo era de lámina y
contaba con tres espacios. Uno de ellos fue destinado para su descanso.
El suertudo durmió en cama de tabla. Contaba el estudiante que el desayuno era
la milenaria combinación del frijolito, la tortilla y verdurita, acompañados de
los coloniales productos apropiados: café endulzado con jugo de caña. Es decir,
en el lugar había caña de azúcar y un trapiche movido con la tracción animal de
un burro. La ausencia de azúcar les llamó la atención a los estudiantes. Le
contaba que en otros lugares el café se endulza con plátano.
El afortunado estudiante narró
que la familia que lo acogió estaba formada por el abuelo, una madre soltera y
tres hijas. Con la familia se iba a trabajar al frijolar, a la cosecha o a
picar el rastrojo. Había tiempos de estudio con el Votan que a veces le
preguntaban “qué quería hacer”. Hacía
calor. El joven se apenaba cuando no podía charlar con los demás miembros de la
familia hablantes de Tojolabal.
En esa comunidad convivían
zapatistas y no zapatistas. Según el estudiante estaban bastante parejos los
grupos: ¿Cómo lo sabes? Pregunté. “En la
comunidad había dos lugares de reunión prácticamente del mismo tamaño. Uno de
los zapatistas y el otro de los partidistas. Me tocó ver cuando cada grupo se
reunían y su número era bastante parejo. Casi del 50 y 50 por ciento. Contaba
que a simple vista, es muy complicado identificar a una familia zapatista de
una no zapatista. “Sólo ellos lo saben bien”.
El esquema de la economía
zapatista es semejante en cada comunidad, municipio o zona. En la economía
zapatista se combina el trabajo asalariado eventual, una tiendita y el trabajo
en la parcela familiar, con el trabajo en las unidades de producción agrícola o
pecuaria en colectivo y cooperativas de consumo para el abasto de básicos. En
algunos casos se comercializa en el mercado los excedentes de maíz y por lo
general la producción de ganado y café. En esa comunidad había energía
eléctrica y algunos “platos de VTV”.
La cooperativa contaba con un su refri.
Hablando de economía. Hace dos
días escuché el sarcasmo de un compañero al referirse a la inexistente economía
zapatista en un contexto de guerra. Me decía que los zapatistas carecían de una
“economía de guerra”. Mmmmh… tas
pior que yo, fue lo único que alcancé a decir.
Alguna vez Marcos mencionó
que los zapatistas eran expertos en la resistencia. Eso es cierto.
Seguramente Marcos no se refería a los años resistencia de las FLN, ni
mucho menos a los años de resistencia del EZLN. Si algún grupo humano ha
tenido que resistir y crear estrategias de sobrevivencia a lo largo de más de
500 años son los indios. Las guerras de exterminio han sido prolongadas y en
ese contexto han forjado una economía suficiente para estar presentes en la
historia de este país, por lo general, en las peores condiciones.
A principios de la década de
1970, en Yalbá me tocó ver algunas puestas en práctica de esa economía. Una de
ellas está en la alimentación. Los platillos milenarios: frijol (chenek’),
tortilla (vaj), pozol (matz’), chile (ich), pinol, verdurita (itaj) y algo
de carne (bek’et) han sido suficientes para su reproducción social. La ración
es la mínima necesaria y a la hora de comer no queda nada en el plato o en la
taza. Poco o muy poco, todas/os comen, y le dan gracias a Dios por los
benditos alimentos. Dan gracias a Dios por el pan de cada día. En ese momento
de Gracia se rebasa el ámbito de la economía, es más que el limitado concepto
de la “economía solidaria y sustentable”,
es Comunión. ¿Se puede imaginar el contenido y la fuerza de ese diario
ritual? ¿Se imagina la fuerza de ese diario ritual en medio de un proyecto de
Liberación Nacional? Eso ha desaparecido en lo fundamental en el ámbito urbano.
Poco se ve en el “hogar urbano”,
menos en los espacios capitalistas como el “restaurant”
donde el celular sustituye a las personas y se “comparte” el alimento para hacer alguna transacción del tipo que
sea.
Cuando el viento dobla la milpa,
no llueve o llueve más de la cuenta y se pierde la cosecha, es una verdadera
tragedia para los pueblos. Peor para los que viven en tierra fría donde se hace
una siembra y la cosecha del bendito maíz no alcanza. Cuando hay cosecha se
levantan todas las mazorcas y no se deja una vaina de frijol tirada en el
suelo.
En alguna ocasión, la abuela de
los Moshan dirigía con severidad el majar de las vainas para liberar al frijol.
El montón de vainas estaban sobre un petate y le daban de palos. Las semillas
saltaban y se iban separando las vainas abiertas a golpes, mientras la vieja
corpulenta festejaba con su don de mando el trabajo con sus nietas/os.
Al final, en medio de bendiciones de la abuela, se levantó el frijolito
en un canasto, se levantó el petate y la labor terminó cuando los niños
-bajo la vigilancia de la abuela-, no dejaron una semilla de frijol regada por
ahí. Una economía sin desperdicio. Una economía anticapitalista.
La “economía de guerra” estrictamente zapatista tiene, en su base,
esas prácticas y, más aun, una historia de resistencia. Sus principios son: Basarnos
en nuestras fuerzas y recursos propios.
Si usted quiere reventar la
economía de los pueblos indígenas. Si quiere reventar la resistencia zapatista,
haga trizas esa economía de sobrevivencia. Résteles libertad, independencia y
autonomía. Continúe con la guerra y hágalos dependientes con la Cruzada contra
el Hambre.
El estudiante venía contento pues
le permitieron grabar imágenes y tiene la intención de hacer un video. En una
de esas le pregunté: ¿Notaste la presencia del Capitalismo en esas comunidades?
Rápido me contestó: En la venta de refrescos. Me tocó ver como cargaban a un
caballo con dos paquetes de refresco. Eran de esas botellas como de tres
litros. Lo chistoso fue que de un lado de la bestia colocaron un paquete de Coca
Cola y el caballo se recargó de ese lado. Luego pusieron un paquete de Pepsicola
del otro lado y el caballo se equilibró. Al final, un tercer paquete lo cargó
el comerciante campesino. ¡Estaba de comercial! Lo que no sé, dijo, si
iban a la comunidad de los zapatistas o partidistas. Nunca vi refrescos ni comida
chatarra en la cooperativa de los compas.
Por ese rumbo le tocó La
Escuelita al joven padre internacionalista que participa en una red de apoyo.
Si mal no recuerdo, contó que en esa comunidad-escuela, de 40 familias 6 eran
zapatistas. Que el proyecto de vida de su joven Votan era la lucha zapatista
junto con su pareja. Que habían decidido no tener más de 2 hijas para poder
atenderlos. El internacionalista, hijo o nieto de campesinos, estaba
sorprendido del uso de los recursos de la montaña para el aseo. Para lavar su
cabello las mujeres utilizan lodo y una planta que llaman jaboncillo. Para el
endulzado del café, el jugo de caña. Su Votan le platicó como compartía las
labores domésticas con su pareja y como el machismo se movía en su interior: “Mi Votan me comentó que cuando sus hijas lo
ven haciendo labores en casa, le dicen que ellas lo hacen y que le dan ganas de
abandonar su tarea”. Es muy probable que eso sea parte del cotidiano en las
familias que se han propuesto modificar los roles impuestos por el patriarcado
y cuyo fantasma recorre el planeta y nuestras entrañas. A veces el
internacionalista se “siente viejo”
pues no pudo descansan sobre las tablas que le tocaron de cama. Al igual que un
buen de estudiantes/es, rompió con el reglamento escolar y compartió sus
saberes. En veces fue una compartición de enseñanzas. Que unas de por allá y
otros de por acá, entre estudio y estudio de Los Libritos y entre pregunta y
pregunta al Votan, se la pasaron haciendo pan “toda la semana”. ¡Faltaba más!
La despedida, como todas las
despedidas, cuando algo dejamos y algo nos llevamos, fue muy sentida: Lágrimas,
abrazos, un hasta pronto y avanzar por la vereda, volteando de vez en
vez, con el puño en alto.
¿Qué aprendieron?
Cadi quien lo sabe.
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