Desinformémonos, 07-09-2013
Traducción: CLAYTON CONN
Fuente: http://desinformemonos.org/2013/09/la-verdadera-historia-detras-de-la-lucha-por-los-derechos-civiles-de-los-negros/
Fuente: http://desinformemonos.org/2013/09/la-verdadera-historia-detras-de-la-lucha-por-los-derechos-civiles-de-los-negros/
Mientras
King y Newton cuestionaron al capitalismo, la mayoría de los líderes de los
derechos civiles que participaron en el 50 aniversario de la Gran Marcha a
Washington abrazan al capitalismo y no ofrecen un desafío serio al sistema económico
de los Estados Unidos.
Estados Unidos. Estamos en el 50
aniversario de la gran Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad
(FRA), y llama la atención un fenómeno peculiar: la fase de Poder Negro de la
lucha afroamericana por la liberación no consigue hacerse de amor en la
memoria. La mayor parte de nuestro recuerdo y reconocimiento a la FRA se deriva
de los actos de derechos civiles (1964) y derecho al voto (1965) que fueron
aprobados después. Hace unas semanas, cuando la Suprema Corte invalidó
disposiciones clave de la Ley de Derechos Electorales, se nos recordaron
aquellos sacrificios valientes de los selectos soldados por los derechos
civiles que marcharon, se sentaron y se enfrentaron a Jim Crow para luchar por
los derechos fundamentales.
Pero al
igual que los estadounidenses tienden a truncar la vida y el mensaje del Dr.
Martin Luther King Jr. después de su discurso “Yo tengo un sueño”, el recuerdo de la historia de la lucha contra
las múltiples formas de opresión contra el pueblo negro de Estados Unidos
también parece detenerse en ese punto crítico. Incluso cuando tratamos de
recordar el período posterior a 1963, lo hacemos con sorna. Ejemplo de ello es
la película recientemente de Lee Daniel, “The
Butler”, que representa la fase de Poder Negro de la lucha afroamericana
por la liberación como una caricatura y de forma casi despectiva.
Un área
que clarifica las lecturas superficiales y la comprensión inicial de ambos
movimientos es el hecho de que tanto el Dr. King como Huey P. Newton (fundador
del Partido de las Panteras Negras) atacaron las “virtudes” del capitalismo. Mientras tratamos de presionar para
cerrar la brecha de raza en el empleo, la mayoría de los activistas
convencionales de los derechos civiles actuales casi han perdido de vista las
afiladas críticas al capitalismo de King y Newton.
En su
libro La fuerza de amar, el Dr. King
argumentó: “Debemos admitir que el
capitalismo ha dejado a menudo una brecha entre la riqueza superflua y la
miseria, ha creado condiciones que permiten la necesidad de tomar de los muchos
para dar lujos a unos pocos, y ha animado a los hombres pequeños de corazón a
convertirse en fríos y sin conciencia por lo que… son impasibles ante el
sufrimiento y la humanidad empobrecida”.
En su
autobiografía Suicidio Revolucionario,
Huey P. Newton proclamó: “No tengo
ninguna duda de que la revolución triunfará. Los pueblos del mundo
prevalecerán, tomarán el poder, se apoderarán de los medios de producción,
acabarán con el racismo, el capitalismo, el intercomunalismo-reaccionario–
suicidio reaccionario. La gente ganará un nuevo mundo…. Si el mundo no cambia,
todos sus habitantes se verán amenazados por la codicia, la explotación y la
violencia de la estructura de poder del imperio estadounidense. Está escrito en
los muros. Los Estados Unidos están poniendo en peligro su propia existencia y
la existencia de toda la humanidad”.
Mientras
King y Newton cuestionaron la capacidad global del capitalismo para crear
condiciones económicas sanas, prósperas y sostenibles, la mayoría de los
principales líderes de los derechos civiles que participaron en las marchas de
este 50 aniversario abrazan al capitalismo y no ofrecen un desafío serio a la
corrosiva y cancerosa forma del sistema económico de los Estados Unidos. El
capitalismo estadunidense – que tiene sus raíces en la oligarquía de Wall
Street y la plutocracia corporativa – amenaza el bienestar de todos los
estadounidenses, y no solamente de los afroamericanos. Pero cuando el
capitalismo norteamericano se combina y entrelaza con el racismo estructural, crea
disparidades raciales no sólo en el empleo, sino en la riqueza, que es el
indicador más importante de la salud económica.
Cerca
del 4 de abril de 1967, el Dr. King conectó los puntos entre los derechos
civiles y los derechos humanos. Dio el salto entre la política interior y la
política exterior. Atravesó el abismo filosófico que separaba artificialmente
los derechos civiles y los movimientos del Poder Negro cuando predicó en su
sermón Más allá de Vietnam: Un tiempo para romper el silencio: “Estoy convencido de que si vamos a estar en
el lado correcto de la revolución mundial, nosotros, como nación, debemos pasar
por una revolución radical de valores. Tenemos que empezar con rapidez… debemos
comenzar rápidamente la transición de una sociedad orientada por objetos a una
sociedad orientada a las personas. Cuando las máquinas y las computadoras, el
afán de lucro y derechos de propiedad son considerados más importantes que las
personas, los trillizos gigantescos del racismo, el materialismo extremo y el
militarismo son incapaces de ser derrotados”.
Exactamente
un año después, el Dr. King fue asesinado en Memphis. ¿Una coincidencia? King
se había unido al creciente coro -del Comité Coordinador Estudiantil No
Violento y el Partido de las Panteras Negras- en dar testimonio de los peligros
de los Estados Unidos como imperio, no sólo como nación. Estados Unidos como
imperio amenaza a todo el mundo y a toda la vida humana. Estados Unidos como
imperio extrae la riqueza de las naciones del “Tercer Mundo”, apoyando a dictadores brutales, causando que
naciones sean subdesarrolladas, y que cientos de millones de personas mueran de
hambre. La mayoría de los líderes convencionales que luchan por los derechos
civiles no ofrecen hoy una crítica ética sostenida al nivel de King y Newton.
Hay
otro sentido en que simplificamos en exceso los movimientos de los derechos
civiles y del Poder Negro: el mito de la no violencia como una estrategia
ganadora. Lance Hill terminó con este mito en su espectacular libro Los
Diáconos para la Defensa: Resistencia Armada y el Movimiento de Derechos
Civiles; lo que derrotó a la organización terrorista conocida como el Ku Klux
Klan en el sur no fue la no violencia. Fue un grupo de hombres negros
organizados, conocidos como los Diáconos para la Defensa y Justicia. Cuando los
negros empezaron a armarse y a mostrar su voluntad de defenderse del terrorismo
del Klan (y la policía), fue el punto en el que el gobierno federal entró a
evitar el derramamiento masivo de sangre y aplastó al Klan.
La
mayoría de la gente tampoco recuerda el nivel de terrorismo racial sufrido por
los negros durante la época del movimiento de derechos civiles. Menos de un mes
después de la Marcha sobre Washington, cuatro niñas (Addie Mae Collins, Cynthia
Wesley, Carole Robertson y Denise Miller) murieron en el bombardeo a la iglesia
de la Calle 16. Menos de tres meses antes de la Marcha sobre Washington, el
líder de derechos civiles Medgar Evers fue asesinado enfrente de su propia casa
por un miembro del Consejo de Ciudadanos Blancos, Byron De La Beckwith. Este es
el tipo de terrorismo que los Diáconos para la Defensa fueron capaces de
enfrentar y derrotar en el sur, aunque muchos Panteras Negras fueron asesinados
en otras zonas del país por la operación terrorista doméstica del FBI conocida
como Cointelpro. Por lo tanto, a menudo olvidamos la manera en que el gobierno
federal funcionó -como santo y pecador -en cuanto a los derechos civiles y los
movimientos del Poder Negro.
Otra
forma en la que simplificamos demasiado la lucha por los derechos civiles y el
Poder Negro es que no hacemos lo necesario para dar el debido crédito a sus
precursores. Estas personas que normalmente no reciben ningún protagonismo en
estos momentos de recuerdo y celebración son: Fannie Lou Hamer, organizadora y
co-fundadora del Partido Liberal Democrático de Mississippi; Ella Baker,
organizadora suprema, estratega, y mentora de muchos líderes en el movimiento
de derechos civiles; la activista y conferencista anti linchamientos Ida B.
Wells-Barnett; Robert F. Williams, defensor y practicante de la autodefensa
armada en el condado de Monroe, Carolina del Norte, en 1959, y cuyas acciones
pudieron inspirar a Malcolm X y a los Diáconos para la Defensa; Asa Philip
Randolph, líder obrero que encabezó la marcha original, el Movimiento de
Washington, entre 1941 y 1945, para eliminar la segregación en las fuerzas
armadas y ofrecer oportunidades de empleo equitativas para los afroamericanos
-él fue la cabeza de la marcha de 1963 en Washington; W.E.B. Du Bois, estudioso
y activista, escribió obras innovadoras que llaman la atención sobre el racismo
y la supremacía blanca, el sexismo y el capitalismo, y quien murió un día antes
de la Marcha del 28 de agosto en Washington. Los derechos civiles y los
movimientos del Poder Negro no surgieron de la nada. Hubo muchos otros que
pudimos haber nombrado, soldados sin nombre en la lucha por la justicia y la
liberación. Tenemos una tendencia a ver la historia del movimiento de derechos
civiles a través de una lente mesiánica, como si Cristo hubiera llegado en
forma de rey y hubiera pagado el precio por nosotros. Pero la realidad es que
hay un precio que debemos pagar cada uno hoy en día, porque el trabajo aún no
ha terminado.
Nos
encontramos en un momento que profetizó poderosamente el maestro y artista de
rythm and blues Stevie Wonder, cuando cantó: “Cuando crees en cosas que no entiendes, entonces sufres. La
superstición no es el camino”. Si queremos superar verdaderamente y
garantizar la justicia social y la equidad racial, si vamos a triunfar sobre el
mal triple del racismo, el materialismo y el militarismo, si vamos a tomar el
poder sobre los oligarcas de Wall Street y plutócratas corporativos, entonces
debemos dejar de lado la lectura y la comprensión superficial y supersticiosa de
la lucha de liberación afroamericana, que es dominante pero peligrosa.
Cuando
reconocemos las lecciones más profundas que ambos movimientos transmitieron,
significa que luchamos no sólo por el empleo, sino también por la devolución de
la riqueza, la tenencia de la tierra y el final de las guerras de Estados
Unidos. Esto significa que necesitamos más que la no violencia si queremos
proteger no sólo a nuestros Emmitt Till y Trayvon Martin de la brutalidad
policial y los “justicieros”, sino también para confrontar la tremenda
violencia en los medios de comunicación, la música y los barrios y lugares
abandonados. Necesitamos una nueva mentalidad, una nueva humanidad y una nueva
masculinidad para enseñar a nuestros niños a respetar a las mujeres y cuidar
uno del otro, sobre todo en entornos urbanos abandonados. Por último, hay que
reconocer que todo el mundo tiene un papel, no sólo aquellos cuyos nombres constituyen
los libros de historia.
Cuando
hacemos estas cosas y cuando entendemos los éxitos y fracasos de los derechos
civiles y los movimientos del Poder Negro, podemos crear movimientos y
estructuras que nos permitan alcanzar la equidad y la liberación de los negros…
y la justicia para todos.
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