Por : Yadira Llaven
2013-05-08
“Viví un infierno que no se lo
deseo a nadie. Estuve secuestrado 28 horas y todavía la Policía Ministerial
tuvo el cinismo de preguntarme si quería que mi cuerpo lo tiraran en el mar o
en la tierra”, fueron las
palabras de Néstor López Sánchez, al salir del penal regional de Cholula.
Este joven diminuto, con un
peso de 40 kilogramos y que apenas rebasa el metro y medio de estatura, confesó
temer por su seguridad y la de su familia, luego de que fue detenido desde la
mañana del viernes y liberado la noche del lunes, por supuestamente planear un boicot
contra el presidente de la República.
Cobijado por sus compañeros
del #YoSoy132, ayer estuvo a temprana hora en el reclusorio de Cholula
para esperar impaciente la salida de su compañero Eduardo Salazar.
Mientras conversaba con La
Jornada de Oriente toma aire y con la voz entrecortada declaró que fue
golpeado, humillado y amenazado con ser violado, por parte de agentes
ministeriales de la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJ).
Pausadamente, Néstor narró los
hechos que registró meticulosamente tras su detención en las afueras del
edificio del Instituto Nacional de Migración en la ciudad de Puebla, donde
presta su servicio social como estudiante de Relaciones Internacionales de la
UAP.
“Dos cuadras antes de llegar a Migración me venía
siguiendo una persona hasta que me dio alcance, me jaló y me dijo ‘ven hijo de
la chingada, que te llegó la hora’; comencé a pedir auxilio a gritos, pensando
que me quería robar, pero nadie salió en mi defensa”, recordó asustado.
Posteriormente comentó que fue
arrastrado hasta una camioneta, de donde descendieron dos personas, entre ellos
una mujer, y entre los tres lo subieron por la fuerza a la unidad.
Mientras la mujer conducía el
vehículo, indicó que uno de los hombres le colocó el suéter como pasamontañas
en el rostro, que le impidió por momentos la respiración hasta el desmayo.
“En el trayecto me dijeron que ya había valido
madres y que me iban a matar; fue una situación horrible, porque además me
obligaron a firmar varias hojas, sin haberlas leído, y me tomaron mis huellas
dactilares, mientras le suplicaba que no me mataran”, reveló el joven originario
de la comunidad de San Salvador Chachapa.
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