Martes, 14 Mayo 2013
El autor expone el pasado priista
del gobernador Ángel Aguirre y sus prácticas perredistas actuales para explicar
su fidelidad a las reformas neoliberales y la represión lanzada contra el
magisterio.
México, DF. Fiel a la cruz priista de su parroquia, el tono
fundamental del régimen de Ángel Aguirre es la violación sistemática de
los derechos más elementales de los guerrerenses.
Ángel Aguirre
Rivero, político profesional, quien durante la mayor parte de su vida fue
militante y destacado funcionario priista y que, en el desempeño de su gestión
como gobernador interino, se distinguió como represor de movimientos sociales
(recordemos la matanza de El Charco en 1998), fue acogido y premiado por la
dirección y los militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) con
la primera magistratura estatal.
Este
funcionario perredista de negra memoria colaboró de manera destacada en la
represión contra los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, el 12 de
diciembre de 2012; en el mismo escenario, el 5 de abril del 2013 apoyó el
desalojo con lujo de violencia contra los profesores que protestaban por
la reciente aprobación de la “reforma
educativa”, engendro de ley constitucional que afecta directamente la
selección, permanencia y promoción de los trabajadores docentes. En los
primeros días de mayo, Aguirre aprobó la detención y envío de cuatro
trabajadores de la docencia a penales de alta seguridad en Nayarit y Veracruz.
El gobernador
repite en todos los medios de comunicación su disposición al diálogo, siempre y
cuando se acepten las condiciones infamantes de las recién aprobadas reformas
en materia educativa y, no conforme con su antidemocrática conducción de los
asuntos internos de Guerrero, amenaza con contratar esquiroles en aquellas
escuelas que sigan en paro. Balandronadas de un supuesto gobernante de “izquierda” que es el mejor material
didáctico para demostrar el carácter traidor a los intereses del pueblo
mexicano que asumen las actuales dirigencias de los “partidos progresistas”. La consigna es no molestar a los sectores
hegemónicos y, con suerte, nos regalarán algunas migajas del gran pastel que
significa la educación pública.
En el mejor
estilo priista, el flamante militante perredista Ángel Aguirre Rivero amenaza
con descuentos, ceses y encarcelamiento a los profesores que pugnan porque se
mantengan las conquistas laborales, ganadas en casi un siglo de luchas. En
respuesta, el personaje de marras amenaza con intensificar la represión contra
aquellos trabajadores de la enseñanza que decidieron tomar las calles para
externar su desacuerdo con las medidas gubernamentales.
Las agresiones
contra el magisterio fueron provocadas por la actitud perversa e intransigente
de un gobernante perredista que sólo responde a los intereses de los grandes
consorcios privados[1]. Es en
este contexto, que el perredismo guerrerense se disuelve en la corrupción de la
clase política tradicional y abandona a aquellos que de alguna manera acudieron
a depositar un voto amarillo con la esperanza de tener mejores condiciones de
vida en su entidad, la cual forma parte de ese sureste mexicano sumido en la
pobreza extrema.
Nos
encontramos, desde hace ya varias décadas, ante un creciente fenómeno político
y social donde los militantes de la izquierda supuestamente se agrupan en
partidos políticos para transformar la realidad y construir una sociedad más
justa e igualitaria. Este paradigma fue abandonado paulatinamente, de tal forma
que en los actos de contrición que nos obsequian cotidianamente en los medios
de comunicación (dixit magíster: Jesús Ortega, “quien no sale en la televisión no existe”), estos personeros de la
izquierda domesticada se convirtieron en parte de la grotesca farsa que
nos venden los noticieros diurnos, vespertinos y nocturnos, en cuyas emisiones
los entrevistados tratan de borrar todo vestigio que les pudiera recordar su
pasado de ideas revolucionarias. De esa manera encontramos a ex militantes de
la Liga Comunista 23 de septiembre, apoltronados en sus curules o en la
dirección del PRD, desde donde emiten sendas filípicas contra aquellos que se
atreven a protestar por las medidas tomadas en un supuesto “Pacto por México”, junto con sus pares de la derecha (Partido
Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y Partido
Verde Ecologista de México, PVEM).
De igual forma,
estos presuntos representantes del “ala
progresista” se asimilaron de manera natural a la “clase política”. Su principal esfuerzo
está dedicado a cooptar a multitud de expriistas, con los cuales se encargan de
ganar posiciones desde las que reproducen el sistema e, incluso, mejoran en
muchos aspectos la podredumbre que el PRI construyó en 70 años.
Manuel Camacho
Solís, Porfirio Muñoz Ledo, Ángel Aguirre Rivero, Ricardo Monreal, Cuauhtémoc
Cárdenas, Marcelo Ebrard, Arturo Núñez Jiménez, Leonel Cota Montaño y Andrés
Manuel López Obrador son parte de los centenares de priistas que al no acceder
a puestos de poder en su partido de origen, decidieron militar en la presunta izquierda electoral y de esta manera,
llevaron junto con su persona todo el caudal de mañas y corrupción política que
sólo es posible imaginar en aquellos que mantuvieron el control gubernamental,
por más de setenta años, con total impunidad en este país.
La traición por
parte de las diversas agrupaciones que optaron por el color amarillo, al
aceptar y promover la “reforma educativa”
que va contra los intereses de los trabajadores de la enseñanza, nos lleva a un
símil con una práctica discriminatoria que se desarrolló en la España del siglo
XIV, que consistía en obligar a los judíos a identificarse con una escarapela
amarilla que simbolizaba la felonía que Judas perpetró contra Jesús.
Los votos que
prometieron los “partidos progresistas”
en el Congreso de Guerrero y que después traicionaron de manera vergonzosa, es
un ejemplo del funcionamiento de estas mafias organizadas a favor de los
grandes barones del capitalismo internacional.
Los maestros de
Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Michoacán y de todos los estados de la República
merecen nuestro más amplio reconocimiento y solidaridad. Caminemos junto con
ellos en la búsqueda de la democracia.
[1] Confederación
Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), Consejo Coordinador Empresarial
(CCE), Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), Televisa, TV Azteca,
Mexicanos Primero, Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL), Milenio y otras.
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