Domingo, 14 Abril 2013
El nacimiento del Estado, de la ley penal y de la cárcel surge de la
perdida de la autonomía del individuo en todos los aspectos de su existencia,
uno de ellos precisamente es la perdida de la posibilidad de la resolución de
los propios conflictos de manera directa. La substracción de las
potencialidades individuales deviene de la delegación de las mismas
(tanto por voluntad propia como por imposición) hacia una autoridad superior y
a una estructura social que delimita y obliga las formas de actuación y
proceder bajo las diferentes circunstancias de la vida. En ese sentido alguien
que vive en libertad acorde con sus potencialidades naturales,
individuales y colectivas -sin un sistema que ejerza una dominación y
mediación sobre él- tendría la posibilidad de resolver cualquier problema que
se le presente recurriendo a metodologías que no forman parte de una
maquinaria de Poder o Autoridad y que no se extiende en el tiempo conformando
un sistema de dominación, sino que nace y muere en la acción inmediata o
continua que se utiliza para resolver el problema. Por ejemplo una persona
podría resolver un conflicto tanto por el dialogo, el perdón, la indiferencia,
la exclusión o la violencia de manera directa sin recurrir para esto a una
superestructura legal, a un juez, a un policía, a las leyes o a la cárcel.
El sistema precisamente es de
estas posibilidades (las cuales no son carcelarias) de las cuales nos despojó y
si en algún momento ha propiciado el “dialogo”,
el “perdón” o la violencia es bajo su
tutela, sus lógicas y sus valores, intentando siempre dirigir la conducta del
individuo hacia aspectos de obediencia y sumisión (secuelas psicológicas). Es
decir el sistema bajo cualquier forma que busque “resolver sus conflictos” siempre es
para erigirse como vencedor y reafirmarse como autoridad y dueño de nuestrxs actos.
El Estado/Capital creó
un ordenamiento que debe ser obedecido para a hacer respetar y mantener la
propiedad privada, la moralidad, la legalidad y en si el orden social de
dominación imperante. Generó leyes contra el robo, leyes de trabajo, leyes de
moral pública, leyes de formas de expresión, leyes de comercio, leyes de
camino, leyes para cada uno de los aspectos de una vida que se desenvuelve bajo
el cielo del capitalismo. Por lo tanto si el individuo transgrede el orden
social y moral impuesto acarreara consigo una consecuencia, un castigo y en
muchísimos casos termina en la cárcel.
La cárcel y las leyes
surgen también de entender que la sociedad debe funcionar perfectamente, si hay
un error hay que corregirlo. Pero ¿Por qué surgen los errores? Los problemas
que existen en el capitalismo son precisamente los problemas propios del
capitalismo, así como también de una vida basada en estructuras de poder. Son
problemas que tienen que ver con desigualdades sociales y con la vida que creó
este al destruir y sustituir las formas de vidas libres y naturales, por
formas de vida artificializadas por la necesidad de producción y
acumulación de capital.
Desapegarnos de la naturaleza
y de las formas de vida comunales y anárquicas para ser suplantadas por la idea
de “progreso social” y su falso
bienestar colectivo, dio origen al capitalismo, a la explotación de humanxs,
animales y de la tierra así como de sus respectivas cárceles.
Lxs anarquistas no deberíamos
tener nuestro ideal práctico sometido a las formas existentes, no
deberíamos ver el “mundo anarquista tal
cual existe actualmente” sino más bien, como una nueva forma de existir
sobre los cimientos de esta pútrida sociedad. La visión clásica del
anarquismo, por ejemplo, expresa principalmente su proyecto en el cambio en las
relaciones de la forma en la que está siendo manejada la estructura productiva,
es decir la visión de la revolución proletaria en la que lxs proletarixs son
los dueños de los medios de producción y con ello alcanzan la libertad.
Este tipo de visiones (que
aunque ya criticaban las cárceles) basaban y basan sus expectativas en
administrar toda la nocividad y la miseria que fue construida por el
mundo capitalista, sin darse cuenta lo carcelario que resulta toda la
infraestructura creada por el capital para poder desarrollarse y decimos
nocividad porque de estas infraestructuras y las actividades que en ellas se
realizan surgen los conflictos que nos agobian, distancian y confrontan. Las
cárceles, las escuelas, las fábricas, los puestos de trabajo, las
iglesias, las sedes gubernamentales, todas estas estructuras físicas
surgen precisamente de la necesidad de controlar y dominar. Desde dentro de
ellas se gestaron las mentes sumisas y policiales que hoy en día habitan en millones
de personas alrededor del planeta para precisamente generar ese estado de orden
necesario para consolidar su dominación. Precisamente para la defensa de las
estructuras físicas del sistema sus mitos y sus cabecillas, es que se necesita
la existencia de policías que protejan sus intereses y la creación de un
imaginario colectivo que les avale.
Todo esto realmente tiene que
ver con el paisaje en el que estamos inmersxs, si para el sistema existe la
necesidad imperante de ir acumulando e incrementando mecanismos de control y de
castigo cada vez más complejos sobre lxs individuos, es debido a la
complejidad que ha adquirido la sociedad actual. Decimos “paisaje” porque como se mencionó antes existe toda una
infraestructura que media nuestras acciones con lógicas propias para que se
mueva la maquinaria social, es precisamente por eso que nuestra lucha
anarquista tiene que ver con el paisaje, en el sentido en el que afirmamos que
para desarrollar mayores posibilidades de autonomía y de libertad se hace
necesario un entorno que no esté creado para esclavizarnos, es decir el paisaje
que nos brinda la naturaleza. Podríamos recomendar para entender esta lógica
salir a la calle, ahí en la ciudad y divisar las posibilidades reales de ser
libre frente a la vida gris y las cárceles cotidianas físicas y mentales, y
compararlo con un momento en la naturaleza.
Pero entonces ¿todo está
perdido? Hay que entender también que la cárcel o lo carcelario es una relación
social y que lxs anarquistas debemos actuar no solo hacia nuestro entorno si no
también hacia nosotrxs mismxs y lxs nuestrxs, nuestra actividad o al menos la
de ciertxs anarquistas o compañerxs afines es tendiente a la destrucción de lo
existente a la vez la vez que se desarrolla una pasión creadora en torno a
nuestras relaciones sociales, allí es donde hacemos nacer experiencias
liberadoras y donde proyectamos actitudes anti-carcelarias. No actuar como
jueces, ni como policías, ni imponiendo leyes ni castigos, peleándonos y
disgustándonos cuando es necesario y potenciándonos y apoyándonos también,
cuando es necesario. En el frente de ataque, en la ofensiva contra el enemigx
no le pedimos justicia al Estado, no exigimos leyes para solucionar
problemáticas ni cárceles para quienes no obedecen la ley. De ante mano sabemos
que una condicionante para la existencia y obediencia de las leyes es la
existencia de cárceles, carcelerxs, jueces, policías y autoridades que
las hagan valer. Frente al enemigx no se busca la resolución de conflictos sino
el conflicto permanente hasta su sepultura, pero entre nosotrxs la resolución
de nuestrxs conflictos de manera directa. Vivir y tomar de lo que hablamos en
el “aquí y ahora” es lo más
importante antes que teorizar sobre lo que aún no estamos viviendo, “la utopía”.
Ahora, como se mencionaba
anteriormente, en una situación “hipotética”
donde tengamos ese paisaje que nos permita crear plenamente (también aplica
para el “aquí y ahora”), hay ciertos
puntos que debemos tener en cuenta desde una perspectiva comunal (en la que el
humanx se siente parte de la tierra y no el dueño y sin pretender ser
arquitectxs y diseñadorxs del futuro), como que no debemos de buscar la
especialización de la resolución de los conflictos ni crear cuerpos judiciales,
que la utilización de la violencia de una manera consecutiva o habitual
genera un sistema de dominación, que si se quiere seguir en comunidad es mejor
dialogar, que un cambio de ambiente no es malo, que no debemos basarnos
en la lógica de las mayorías, que el individuo tenga intactas sus
potencialidades y que no se le obligue a vivir en comunidad, que la exclusión
no siempre tiene que ver con marginalización, que no debe existir una forma
inamovible y única para resolver los problemas sino que esta depende de las
personas y los contextos, que ni las cárceles, ni los castigos, ni leyes serán
una solución, que todo puede ser cuestionado, que si estamos juntxs es por
afinidad, que nada es para siempre y lo más importante de todo, que siempre
habrá problemas. La cuestión entonces versa en cómo resolver los problemas
anárquicamente a elección propia.
Ante todo esto se hace siempre
urgente la solidaridad con lxs compañerxs encarceladxs.
Rebelión Inmediata
México, Diciembre 2012
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