Homicidio industrial, las siete muertes en la cervecería del Grupo Modelo (por Francisco Retama/Desinformémonos)
Publicado el 15 de abril de 2013
Basta echar un vistazo a la
historia laboral en el Grupo Modelo, para que desaparezca la sorpresa de una
cadena de negligencias que tuvo como terrible resultado la muerte de los
obreros.
Ciudad de
México. A Tonatiuh nunca se le olvidará la escena del
17 de marzo de 1990, cuando cientos de integrantes del grupo de granaderos de
la policía del Distrito Federal ocuparon la planta cervecera ubicada en la
calle de Lago Alberto, esquina con Río San Joaquín, propiedad del Grupo Modelo,
empresa cuya accionista mayoritaria era la mexicana María Aramburuzavala, la
mujer más rica de América latina.
Con lujo de saña y prepotencia, la policía desalojó a los obreros que
mantenían un movimiento de huelga iniciado el 13 de febrero de ese año, y que
había sido declarado inexistente por la Junta de Conciliación y Arbitraje.
A pesar de la desigual batalla judicial librada por el comité ejecutivo
sindical, para defender su movimiento de huelga de la evidente colusión entre
las autoridades laborales y la patronal, un juzgado negó el amparo al sindicato
debido a que no acreditó en tiempo el depósito de mil millones de pesos de
entonces, que había exigido como fianza para garantizar los daños que pudieran
producirse por el otorgamiento de la suspensión de la resolución de la Junta.
Con el paso de los días, los 5 mil 200 obreros fueron obligados a desistir de
su huelga. La empresa acordó con la CTM el reconocimiento de un nuevo comité
ejecutivo, modificó el contrato colectivo, determinó la contratación
provisional del conjunto del personal, aceptó el reingreso de los obreros a
laborar con base en una lista que dejaba fuera a más de la mitad y concedió un
aumento salarial de 20 por ciento, que era menos de la tercera parte de lo que
demandaban los trabajadores en su emplazamiento a huelga.
Tonatiuh tiene también fresco el recuerdo de que dos días antes del
estallido de la huelga, el 11 de febrero, se enteraron de una tétrica noticia:
dos de sus compañeros murieron, uno como consecuencia de una enfermedad laboral
y el otro al caer de un camión repartidor. El primero tenía 35 años de
antigüedad en su trabajo para esa empresa, el segundo 32. Los deudos recibieron
1.5 millones de viejos pesos y 5 millones por concepto de liquidación, con eso
la empresa liberó su responsabilidad sobre las muertes de esos obreros que
literalmente habían dejado su vida en la fábrica.
El domingo 7 de abril de este año, al realizar labores de mantenimiento en
una cisterna, perdieron la vida siete obreros de la cervecería; el ahora viejo
Tonatiuh, ex obrero de la Cervecería Modelo, protagonista de aquella huelga y
testigo vivencial del golpe antisindical llevado a cabo por la patronal,
despertó y sintió como si no hubiesen pasado más de 23 años de esos hechos.
La tragedia está envuelta en la opacidad; a media semana de ocurrida, la
empresa sólo confirmó la muerte de sus trabajadores, y versiones periodísticas
suponen que ocurrió como consecuencia de una intoxicación provocada por la
acumulación de gases.
Lo sucedido debe ser calificado como un nuevo homicidio industrial, pues es
evidente que los trabajadores no contaban con las condiciones de seguridad
indispensables para prevenir los riesgos de su trabajo. Tampoco funcionaron los
sistemas de supervisión de la labor de los obreros, que son responsabilidad de
la empresa y que pudieron alertar de la posibilidad del siniestro.
Igualmente, no cabe duda de la corresponsabilidad de la directiva sindical,
que omitió velar por el cumplimiento de las más elementales normas de
seguridad, a través de la comisión mixta de seguridad e higiene, la cual por
ley debía funcionar en la emblemática fábrica del Grupo Modelo.
Basta echar un vistazo a la historia laboral en el Grupo Modelo, para que
desaparezca la sorpresa de esta cadena de negligencias, que tuvo como terrible
resultado la muerte de los obreros.
La memoria indeleble del episodio antiobrero protagonizado por los patrones
del Grupo Modelo en 1990 no dejó de alimentarse en los años posteriores, en los
que se sumaron hechos que sólo confirmaron el carácter explotador y
antisindical de esta empresa de María Aramburuzavala, la mujer más rica de
América latina, esposa de Tony Garza, quien fuera embajador de Estados Unidos
en México, en el gobierno de George Bush.
Más recientemente, en el 2002, con la complicidad de la Confederación
Revolucionaria (sic) de Obreros y Campesinos, el Grupo Modelo cerró la
Cervecera de Yucatán, dejando en la calle a 700 trabajadores que laboraban en
esa planta. En 2005, la empresa liquidó a la totalidad de los obreros de su
cervecera en Zacatecas, para imponerles luego un nuevo contrato colectivo, pero
esta vez bajo la modalidad de subcontratación, que les arrebató el derecho al
reparto de las multimillonarias utilidades que genera esta compañía.
En el 2008, fueron despedidos más de 300 obreros de la fábrica de botellas
de vidrio del Grupo Modelo, Industria Vidriera del Potosí. Los patrones
encabezados por Aramburuzavala y Carlos Fernández, emprendieron de esta forma
la destrucción del sindicato independiente que habían elegido los obreros potosinos
para agruparse y mejorar sustancialmente sus condiciones de trabajo y sus
percepciones salariales, luego de una década de traiciones y arbitrariedades de
los líderes cetemistas que los representaban.
Han pasado cinco años del inicio de los despidos en la Industria Vidriera
del Potosí y la patronal de Grupo Modelo no escatimó en corromper a los
funcionarios laborales que, con todo tipo de argucias y recursos leguleyos,
prolongaron hasta ahora el juicio entablado por más de 30 trabajadores que
decidieron resistir a la conducta del Grupo Modelo.
En medio de este conflicto, en el 2011, surgió otro en la Industria
Vidriera de Tierra Blanca, en Veracruz, donde fueron despedidos alrededor de
cien trabajadores por agruparse para despojarse del control de la central
sindical charra que los subyugaba.
En la Cervecería Modelo, en julio de 2007 los obreros recuperaron su
voluntad de lucha, a casi 20 años del golpe que significó el desconocimiento de
su huelga y el despido masivo de los trabajadores que la protagonizaron y 500
de ellos se agruparon en forma independiente para cerrar la fábrica y demandar
el desconocimiento del sindicato que los mal representaba. En un principio
fueron seducidos por el actual senador Carlos Aceves del Olmo, jefe de la
sección 15 de la CTM, para después terminar en manos del líder del
Sindicato de Trabajadores Embotelladores de la República
Mexicana, quien llegó a un acuerdo con la empresa para terminar con la
ocupación de cuatro días que paralizó la producción de la fábrica.
Pensaron los obreros de la Cervecería de Lago Alberto que las
arbitrariedades, los despidos injustificados y el autoritarismo habían
terminado; pero no tuvo que pasar mucho tiempo, para que fueran objeto de una
nueva traición, esta vez a manos de Neira, afamado cacique sindical mexiquense,
quien también era senador por el PRI. El nuevo secretario general de la sección
del sindicato de embotelladores, convocó una asamblea en marzo de 2009, para
anunciar el despido de 1200 trabajadores, con el pretexto de la crisis económica.
Esta vez, ya no hubo resistencia.
Así, entre traiciones de los líderes sindicales corruptos y la conducta
antiobrera del Grupo Modelo, los trabajadores de esa compañía han visto
precarizarse sus condiciones de trabajo y pisotearse su derecho a la libertad
sindical.
Mientras tanto el Grupo Modelo hace alarde de su poderío económico; en el
2011, sus ganancias reportadas fueron de 6 mil 801 millones de pesos. Ahora el
consorcio se convirtió en propiedad al 100 por ciento de la firma transnacional
belga InBev, que adquirió el 50 por ciento de las acciones que seguían en manos
de los empresarios mexicanos, por 21 mil millones de dólares.
Las siete vidas perdidas de los obreros de la Cervecería Modelo quedan como
tenebroso testimonio de la forma en que se amasa riqueza en nuestro país.
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