Corea del Norte y el cuento mediático de la Guerra Mundial como pretexto para la expansión imperialista
Corea no se prepara
para atacar, sino para defenderse
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(x Vicky Peláez)
Ria novosti
Los pensadores norteamericanos consideran que a partir de 2015 China y
Rusia llegarán a un potencial difícil de confrontar
La mejor
táctica durante un conflicto es dejar que la fuerza pase como el viento o como
el agua siguiendo su corriente
(Jin Kwon, Maestro de TaeKwon Do)
(Jin Kwon, Maestro de TaeKwon Do)
Periódicamente
los medios de comunicación unidos, implícitamente en el Partido Mediático
Globalizado, eligen a un líder que se atreve a oponerse a los halcones
neoliberales que planean subyugar a su país, para tildarlo de “loco”, “diabólico”, “brutal”, “irracional”, “paranoico”, “dictador”, “narcisista” etc...
Cuando
escuchábamos estos epítetos relacionados con América Latina, ya se sabía que se
trataba de Fidel Castro o Hugo Chávez, aunque últimamente Evo Morales también
ha sido incorporado en este grupo de “políticos
peligrosos al sistema”. Pero ahora por voluntad de los globalizadores esta
lista se expandió a Asia envolviendo al presidente de la República Popular
Democrática de Corea (RPDC), Kim Jong-un, acusándolo de ser promotor de una guerra en la península
coreana.
Tan poderoso ha
sido el despliegue de la nueva guerra mediática que prácticamente todos los 195
países miembros de las Naciones Unidas, a excepción de Cuba y Bielorrusia, se
han adherido a Washington en su condena a la RPDC. A la vez el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad en enero último la
resolución 2087 destinada a recrudecer el bloqueo económico y financiero
impuesto por los Estados Unidos y sus aliados incondicionales de la OTAN, desde
hace ya 60 años y que ha sido mucho más severo y duradero que el acoso contra
Cuba. La situación se agravó drásticamente después de que la Unión Soviética
abandonó en 1989 a su aliado incondicional y su vecino coreano. China siguió
ayudando a la RPDC, tratando al mismo tiempo de no disgustar a su mayor socio
comercial de Washington.
Para entender el
acoso primero, del Japón contra Corea y después, del occidente contra la RPDC,
se debe revisar la historia moderna de la península coreana. Desde 1910 hasta
el final de la segunda Guerra Mundial en 1945 la península había permanecido
ocupada por el Japón que la convirtió en su colonia. Los frecuentes intentos de
la rebelión fueron cruelmente reprimidos. En 1930 los japoneses crearon varios
escuadrones especiales para experimentar armas biológicas con coreanos. Uno de
ellos, el Escuadrón 731 superó inclusive por su crueldad los experimentos del
doctor alemán Josef Mengele. Cerca de 200.000 mujeres coreanas fueron obligadas
a convertirse en las “mujeres de placer
sexual” para el ejército imperial japonés. En 1945 la parte del norte de
Corea fue liberada por la URSS y la del sur por los EE.UU. Los norteamericanos
para prevenir los intentos del líder revolucionario del norte Kim Il-sung de
reunificar el país en 1948, cuando él se proyectó como un posible ganador de
las elecciones presidenciales en la península, canceló las elecciones, haciendo
permanente la división del país en dos partes.
Posteriormente
la misma maniobra hizo en Vietnam. En 1950 bajo el pretexto de unas maniobras
militares conjuntas norteamericanas-surcoreanas se desató una guerra en la
Península que duró tres años.
De acuerdo al
general norteamericano Curtis Lemay, que participó en la invasión, cerca de un
20 por ciento de la población de Corea fue aniquilado, cinco millones se
quedaron sin hogar y dos millones se convirtieron en refugiados. Los
historiadores frecuentemente se acuerdan cómo el general MacArthur ordenaba a
los pilotos no regresar nunca de sus misiones de bombardeo con las bombas a
bordo. Todas las construcciones más de un piso en Corea del Norte fueron
convertidas en ruinas. Se calcula que los estadounidenses lanzaron más bombas
sobre la RPDC que sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Recién en 1953,
al sentirse el ejército norteamericano impotente, frente a la resistencia de
los coreanos del norte, se decidió firmar un armisticio entre ambas Coreas que
coincidió también con el inicio de la Guerra Fría. Al disolverse el campo
socialista, Norteamérica y la Unión Europea decidieron encrudecer el bloqueo
tanto contra Cuba como la RPDC. Al inicio del segundo gobierno de Barack Obama
fue creado por el Pentágono el plan “Eje
Asiático” que significó el inicio de la política de contención militar
contra China y el traslado de las prioridades geoestratégicas occidentales del
Medio Oriente al Pacífico asiático.
La elevación de
la Corea del Norte por los estrategas del Departamento de Defensa y los del
Departamento de Estado al nivel de un “latente
peligro” para la seguridad nacional norteamericana y del mundo, ha sido un
pretexto para endurecer todo tipo de ya existentes sanciones contra la RPDC con
el aval prácticamente incondicional de casi 195 países del planeta. Parece que
ninguno de estos países se percató que la RPDC es el único país del mundo que
no tiene derecho de lanzar un satélite de observación para evaluar la extensión
de sus bosques y pronosticar la cosecha agrícola nacional.
Inmediatamente
después de poner su satélite en órbita, el mundo entero apoyó sin reflexionar
la iniciativa de EE.UU. de condenar este lanzamiento como una prueba de un
misil balístico a pesar de que los especialistas más destacados en la materia,
como el científico aeroespacial alemán Marcus Schiller y el analista de
seguridad espacial Michael Elleman del 'International
Institute for Strategic Studies', entre muchos otros, declararon que no se
puede comparar el lanzamiento de un satélite con él de un misil balístico. Ha
sido un invento de los medios de comunicación globalizados. Sin embargo, en
este período de tiempo cuando la “ignorancia
y la desinformación controlada” reemplazan al conocimiento libre. Todo
indica que a casi nadie le interesa la verdad sino su propio acomodo individual
con el poder reinante para sobrevivir cómodamente.
Lo curioso fue
que el mismo día, la India hizo la prueba de un misil balístico y
posteriormente Corea del Sur lanzó un misil de esta categoría sin avisar a
nadie y ningún país del mundo lo objetó, ni nadie hizo el ruido mediático que
se levantó por el caso norcoreano. El representante de la RPDC ante las
Naciones Unidas (NU), So SE Pyong declaró que “desde la fundación de las NU se realizaron en el mundo 2.000 pruebas
nucleares de las cuales sólo tres eran norcoreanas y fueron lanzados 2.000
misiles balísticos de los cuales cuatro eran de su país.
Sin embargo, las únicas pruebas y lanzamientos condenados por las
Naciones Unidas eran de la RPDC, negando este organismo el derecho de usar el
espacio con los fines pacíficos a su país”. Tampoco le
permiten el desarrollo de su energía nuclear a pesar de ser desde 1984 miembro
de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y firmante del Tratado de No
Proliferación Nuclear.
La situación en
la Península Coreana se agravó en marzo pasado cuando Estados Unidos y Corea
del Sur iniciaron las maniobras militares conjuntas “Key Resolve”, mostrando un despliegue inusitado del poderío
militar para este tipo de ejercicios anuales y una agresividad excesiva. En la
percepción de los dirigentes norcoreanos esta actitud tenía cierto parecido con
las maniobras de 1950 que dieron inicio a la guerra en la península coreana. En
seguida dieron orden de alerta a sus fuerzas armadas y llamaron a los
reservistas que superarían unos cuatro millones. También el gobierno norcoreano
canceló el armisticio de 1953 viendo cómo los aviones B-52 estaban sobrevolando
la península a baja altitud y a plena luz del día, entonces anunció un “estado de guerra” con Corea del Sur.
La prensa
globalizada usó esta declaración y lanzó la campaña de histeria acusando a la
RPDC de propiciar una Nueva Guerra
Mundial y ser un potencial
provocador y agresor. Están usando su premisa de que en el mundo globalizado la
mentira y la desinformación son aceptadas fácilmente por la mayoría de la
población. Recién el 3 de abril los periodistas de “The Wall Street Journal”, Adam Entous y Julian E. Barnes revelaron
en el artículo “Estados Unidos reduce su
demostración de fuerza en Corea”, que hace varios meses el gobierno de
Barack Obama aprobó el plan “The
Playbook” para aumentar la tensión en la península y hacer chillar la
economía de Corea del Norte debido a la movilización declarada en todo el país.
A la vez es un pretexto para mostrar al pueblo norteamericano la necesidad de
mayor presencia de sus fuerzas armadas en la zona de Asia Oriental y en general
en el Pacífico.
No es de
extrañar que en el tiempo cuando el ministro de relaciones exteriores de Rusia,
Sergey Lavrov declara que “Moscú y
Washington no discrepan sobre la tensión en Corea”, la prensa rusa ha
tomado en serio la premisa norteamericana en su análisis, diciendo que Corea
del Norte está dando pretexto a los Estados Unidos para un incremento legítimo
de su poderío en la región. La tergiversación de la verdad más simple ya no
puede ser. El aumento de la presencia estadounidense en el Pacífico comenzó
agresivamente en el segundo período presidencial de Barack Obama con la puesta
en marcha del plan “Eje Asiático”
orientado a contener a China, así se lograría hacerla entrar en una nueva
variante de la “Guerra de Galaxias”
que daño en su tiempo la economía de la URSS debido al sobregasto militar.
Los pensadores “iluminados” norteamericanos consideran
que a partir de 2015 China y Rusia llegarán a un potencial difícil de
confrontar y actualmente debido a su cierta inseguridad geoestratégica es un
período de “oportunidad estratégica”
para contenerlos y en especial, a China. Para eso Estados Unidos debe aumentar
su presencia militar y económica en la región del Pacífico Asiático. Las 17
maniobras militares que Norteamérica realizó en la región en el año pasado
persiguen precisamente este fin, igual como la formación del Tratado Económico
del Pacífico. La existencia de Corea del Norte es un simple pretexto más para
ampliar esta agenda.
En realidad ni
Estados Unidos, ni China, ni Rusia quieren unificación de las Coreas. Para los
Estados Unidos con unificación terminaría la razón para mantener 35.000
soldados en Corea del Sur. China y Rusia podrían perder un país de contención
para los planes de expansión norteamericanos, porque la RPDC tiene una amplia
franja de frontera con China y también de menor dimensión una línea fronteriza
con Rusia. Y esto lo haría pensar dos veces tanto a China como Rusia en su
alianza con Norteamérica y en las futuras votaciones en el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas sobre Corea del Norte. También debería meditar bien la
Argentina porque siendo miembro del Consejo de Seguridad, ha apoyado todas las
condenas contra la RPDC sabiendo que son injustas, mientras a la vez está
pidiendo justicia respecto las Malvinas.
Es hora de saber
que estamos presenciando un juego sucio de la 'comunidad internacional' contra Corea del Norte. De un lado
Estados Unidos se encuentra clandestinamente con los representantes de la RPDC,
como lo hizo dos veces en marzo pasado, y del otro lado organiza provocaciones
para justificar su expansión. La prensa globalizada tampoco publica el mensaje
que el presidente de la RPDC, Kim John-un mandó en marzo pasado al presidente
Barack Obama: “No queremos guerra.
Queremos conversar”. Todo el mundo ignoró este mensaje igual como la
reciente orden del gobierno norcoreano anunciando el retorno de reservistas a
la labor habitual. Es decir el peligro de la guerra está disminuyendo, pero a
quién le gusta ver e interpretar las señales en esta época globalizada.
Uno de los
filósofos más relevantes de China, Lao Tsé que vivió en el Siglo VI a.C.
escribió un 'haiku' que decía: “Está lloviendo/ No hay quien lea la señal
del camino”. Igual estamos nosotros a pesar de los miles de años de
experiencia que hemos tenido.
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