Rebelión, 05-03-2013
Perro sí come perro. Se
desmiente la máxima original: a saber, que entre perros no se comen. La
confabulación para derrocar a Elba Esther Gordillo, líder vitalicia del “Tercer Reich” en el magisterio, llevaba
años tramándose con matemática astucia política. La utilizaron para consumar
dos de los tres golpes de Estado constitucionales más recientes (o fraudes
electorales, en el argot eufemístico); su designación se concretó precisamente
en el primero de estos tres procesos comiciales truculentos. Y su ascenso
meteórico al poder, con la venia del poder en turno, fue tan vehemente y
categórico como su sepultura política, también por capricho del poder en turno.
En el
mundo de los cárteles y los capos de poca o mucha monta, se usa una expresión
para referirse al dinamismo en el escalafón piramidal de la delincuencia
inconstitucional (nótese que la más nociva es la constitucional): “Los gringos te hacen, los gringos te
deshacen”. Extrapolando el antedicho canon a las esferas de la Revolución
Institucional, esa añeja estructura pútrida en la que se agrupan todos los
partidos políticos, así como las formas visibles e invisibles que dan contenido
a la cultura política dominante, podría inaugurarse otro adagio afín al
acontecer de la tragicómica política en México: “El PRI te hace, el PRI te deshace”. La compungida Elba Esther no
dudaría en asentir. Cabría preguntarse si los panistas, una vez agotada su
litúrgica cantaleta transicional, lo habrán entendido al fin. Es altamente
probable que sí. Y acaso esto explique la tersa convivencia de la derecha
confesional con el peñanietismo en vertiginoso maratón de legitimación.
(Tristemente para la sociedad civil, estos golpes de timón en aras de
legitimidad no pocas veces se traslapan: con la resaca a cuestas, acuden de la
mano la política de guerra de la anterior administración y el demencial uso
faccioso de la justicia de un inequívoco neo-salinismo recargado).
Perfectamente
planeada, la destrucción política de la
maestra se comenzó a cocinar con más sistematicidad a partir de la
exhibición del documental De Panzazo, producción que en realidad nunca
aborda el tema de la educación, salvo superficial e incluso deslealmente,
descontextualizando el tópico toral, e insistiendo en una perorata denigratoria
–no crítica– en relación con la enseñanza. Pero en cambio sí se empeña en
mostrar los vicios del sindicato, y en responsabilizar a los maestros
–sostenidos por esta estructura sindical– de todas las deficiencias que acusa
la educación en México. Estrategia propagandística prototípica de la empresa
privada cuando ataca lo público que escasamente sobrevive.
Como se
aprecia, la educación está secuestrada, maniatada; botín que se disputan élites
estatales y particulares. Pero el bandidaje dirigido por el Estado es un
desatino en tiempos de ‘emprendedurismo’
encolerizado; en el presente, el bandidaje lo dirige la empresa privada, con su
marcado desprecio por la enseñanza, y su inagotable apetencia por el lucro.
Esta doble coyuntura, por un lado, la legitimación en el poder del vitalicio
cártel revolucionario, y por otro, la arremetida contra la educación pública a
manos de un poder con filiación empresarial, explica la caída de la que fuera
lideresa estacionaria de uno de los sindicatos más numerosos de América Latina,
otrora aliada incondicional de los poderes más corruptos en México, y sin cuya
participación hubieran sido impracticables los artificios fraudulentos que
llevaron al poder a sus actuales verdugos.
La
captura, aprehensión, detención o sepulcro político de Elba Esther, se suma a
la mediáticamente aparatosa liberación de Florence Cassez (tan mediáticamente
aparatosa como su captura), la celebración del teatral pacto por México, la
aprobación a modo de dádiva de la reforma educativa, con su inconfundible tufo
privatizador, y para beneplácito de Empresarios
Primero, enmascarados tras el falsario título de Mexicanos Primero. Esta secuencia de acciones resueltas, claramente
orientadas a la reconcentración del poder, evoca aquella escena del bautizo en
el filme de Francis F. Coppola El Padrino, en la que paralelamente se
alternan dos líneas narrativas que se contradicen en sus contenidos simbólicos
pero que en realidad se complementan en su significación dramática. La escena
pomposa del bautizo, es alternada con otra escena que muestra la ejecución
sangrienta de los capos rivales. Coppola alguna vez explicó el propósito
original de este gangster film: “Hacer
una metáfora del capitalismo en América”…
En
México, pelones y copetudos también saben de ficción política y de política
gansteril.
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