La conciencia humana frente a la Pachamama
América
Latina en movimiento:
16 de
abril de 2020.
La pandemia del Covid-19 ha destapado (o
puesto de relieve) lo que es, aunque se niegue o se minimice, una realidad
incuestionable: la destrucción de la naturaleza a manos de los seres humanos
guiados por la lógica irracional del capitalismo.
No hace
falta recurrir a Karl Marx u otro destacado teórico del comunismo para detectar
y denunciar los estragos causados por el sistema capitalista en todo el orbe.
Es algo que cada persona sensata puede confirmar solo con observar las
consecuencias del extractivismo y de la industrialización que impulsa la
mayoría de los gobiernos del mundo, anhelando alcanzar los mismos niveles de
desarrollo de Estados Unidos y demás naciones capitalistas, afectando grandes extensiones
de territorios, generalmente ocupados por campesinos y pueblos originarios que
son desplazados a la fuerza por grupos paramilitares al servicio de
terratenientes y empresarios interesados en conseguir su control.
Ahora,
al margen del resurgimiento de algunas antiguas supersticiones europeas, muchas
personas perciben que la aparición y extensión del Covid-19 obedece a la
ruptura existente respecto a la naturaleza.
«Estamos -como lo advierte
Alberto Acosta en su artículo 'Reencuentro con la Madre Tierra: Tarea
urgente para enfrentar las pandemias'- en medio de un colapso climático: No podemos olvidar que los cambios en
el clima han sido parte consustancial en la historia de la Tierra. Y este
colapso lo hemos fraguado los seres humanos en el marco de lo que se conoce
superficialmente como el 'antropoceno'; en términos correctos corresponde al
'capitaloceno'».
La
conciencia que adquieran en este contexto nuestros pueblos podría contribuir a
revertir sus efectos negativos, al modo de la cosmovisión de los pueblos
indígenas, sintiéndose cada quien como parte de esa misma naturaleza que nos
sirve de base para nuestra sobrevivencia, pero sin la separación aportada por
la visión eurocéntrica que tanto ha generado a través de los siglos.
En este
caso, la Pachamama, nuestra Madre Tierra, tendrá que ser
reivindicada. Es una misión que debe motivar a todos al cambio radical del tipo
de sociedad vigente. No es creer que, superada la pandemia, todo volverá a la
normalidad cuando dicha 'normalidad'
es la raíz del problema. Es un cambio de índole cultural necesario. Esto supone
desprenderse de los conceptos y de los paradigmas que sustentan este tipo de
sociedad, de modo que puedan concretarse, realmente, los ideales de la
democracia, la libertad, la igualdad, la soberanía de los pueblos y, por
supuesto, esa armonía que debiera existir entre la humanidad y la naturaleza.
Algo
que no debe limitarse a una simple enunciación idealista o utópica sino a una
práctica social que se extienda a todos los ámbitos, aunque ella implique
mantener una lucha constante, asimétrica y, a veces, agotadora contra quienes
(desde las grandes empresas capitalistas transnacionales) pretenden ejercer una
hegemonía absoluta sobre los seres humanos y la naturaleza en beneficio exclusivo
de sus intereses económicos. Esto exige una nueva conciencia, orientada al
establecimiento de unas nuevas relaciones de poder, de unas nuevas relaciones
de producción, de unas nuevas relaciones humanas y, básicamente, de unas nuevas
relaciones respecto a nuestra Pachamama, nuestra Madre Tierra.
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