Septiembre
de 1968: Manifestación Silenciosa, defensa del Politécnico, resistencia desde
los barrios
La Voz del Anáhuac
septiembre 2017
Pasmado el Estado durante casi todo el mes de
agosto, ante la irrupción de un movimiento rebelde sin precedentes, que rebasó
con mucho sus mecanismos de control, de cooptación, de manipulación y que no
pudo sofocar con la irrupción del ejército en el inicio, sino que desencadenó
mayores protestas, la generalización de la huelga en las principales
instituciones educativas de la capital y de algunos estados, al finalizar
agosto, frente al 4º informe de gobierno de Díaz Ordaz y faltando ya sólo un
mes y medio para la celebración de la XIX Olimpiada, era visto por el poder
como una “amenaza comunista”, decidió
entonces desatar una ofensiva terrorista.
Grupos porriles,
paramilitares, agentes policíacos y militares vestidos de civil arremetieron
contra las brigadas estudiantiles y lanzaron ataques armados nocturnos contra
diversas escuelas: las Vocacionales 4 y 7, las Preparatorias 4, 7 y 9, el
Colegio de México y otras escuelas fueron ametralladas, atacadas las guardias
nocturnas, provocando un clima de zozobra y terror. Tras una de estas
agresiones, estudiantes de la Prevocacional 4 reaccionaron, repelieron a un
comando paramilitar y lograron capturar a uno de los agresores y lo entregaron
al CNH.
Tras obtener la confesión
de éste, fue presentado ante una conferencia de prensa, denunciando el plan de
hostigamiento gubernamental.
Esta campaña de terror se
extendió desde el desalojo del Zócalo en la noche del 27 de agosto hasta días
después del informe de Díaz Ordaz. El propio informe fue una ominosa amenaza
contra el movimiento: “hasta donde
tengamos que llegar, llegaremos…”, advirtió el déspota gobernante.
Pese a las amenazas el
movimiento continúa. En CNH convoca a una Manifestación Silenciosa el 13 de septiembre. El silencio como una
forma distinta de protesta frente al odio y el terror del Estado. A diferencia
de las anteriores manifestaciones, en esta ocasión se despliega una abrumadora
campaña intimidatoria para impedirla dirigida principalmente a los padres de
familia: “no permitas que hijos sean
llevados a un enfrentamiento con el ejército” era el mensaje, miles de
cartas personalizadas, inserciones pagadas en los diarios, comentaristas de
radio y TV dando consejos “paternalistas”,
la moralina falsa, la juventud está siendo manipulada por “fuerzas extrañas”…, etc.
Pero, pese a todo, la
asistencia masiva es sorprendente: más de 300 mil hombres y mujeres marchan en
total silencio desde el Museo de Antropología hasta el Zócalo en absoluto
orden. El movimiento da una gran muestra de unidad, firmeza y disciplina.
Imágenes de Morelos, Zapata y Villa se levantan con el mismo orgullo en que se
han levantado las del Che y Ho Chi Minh. Los 6 puntos siguen siendo reclamados
junto a la exigencia del diálogo público. Frente a la ofensiva violenta y las
amenazas, el movimiento responde así con gran dignidad.
La noche del 15 de septiembre en Ciudad
Universitaria, Zacatenco, el Casco de Santo Tomás y la Vocacional 7 se
organizan reuniones populares en los que se da el grito de independencia,
mientras la muchedumbre reunida en el Zócalo abuchea a Díaz Ordaz, como
respuesta a su “el odio no ha nacido en
mí”.
Ante la presión
gubernamental, que le endilga responsabilidad por el movimiento, Javier Barros
Sierra, renuncia a la rectoría de la UNAM, misma que es rechazada por el
Consejo Universitario. El CNH le reitera solidaridad al rector, quien continúa
en la rectoría.
Entonces se propala el
rumor de que el gobierno amenaza con clausurar la UNAM y el IPN si no se
levanta la huelga. Grupos políticos cercanos al PCM plantean un “repliegue táctico” para que las bases
estudiantiles, dispersas ante la embestida represiva, se reagrupen y se
reorganice el movimiento, pero ya sin huelga. Esto es visto como traición y
claudicación por un amplio sector activista del movimiento, principalmente del
Politécnico, pues se sabe que a cambio de levantar la huelga, el PCM negocia
con el gobierno su registro como partido electoral.
Pero, como sea, el
gobierno ha decidido ya aniquilar el movimiento. Piensa que “descabezarlo” apresando en masa al CNH,
logrará desarticularlo. Decide entonces tomar Ciudad Universitaria el horas de
la noche del 18 de septiembre, pues
ahí, en CU, se reunía el pleno del CNH en esas fechas.
La tropa y cuerpos
policíacos tienden un cerco al campus universitario. Cuando se da la voz de
alerta ya la tropa militar ha iniciado la toma de CU. Una a una son tomadas las
diferentes facultades sin encontrar resistencia alguna. Estudiantes,
profesores, padres de familia, intelectuales y demás personas que se
encontraban en la universidad salen de los planteles levantando los brazos, con
la señal de la “V” en las manos y se
les conduce a la explanada de la rectoría, obligándolas a tenderse pecho a
tierra con las manos en la nuca.
Pero pese a que se
realizan centenes de detenciones, no logran el objetivo de aprehender al CNH en
masa.
La forma en que se toma
militarmente la UNAM indigna a quienes se han manifestado solidarios y en el
Politécnico se encrespan los ánimos. Saben que siguen el Casco de Santo Tomás y
Zacatenco. Pero lejos de atemorizarse deciden resistir y se preparan para ello.
No están dispuestos a entregar pacíficamente las escuelas, las defenderán hasta
donde sea posible.
Así, el 21 de septiembre se entabla un enfrentamiento
con los granaderos en Tlatelolco que dura todo el día. Estudiantes de la
Vocacional 7 y de la Prevocacional 4 encuentran importante apoyo de los vecinos
de la unidad habitacional de Tlatelolco y de las pandillas barriales de
Peralvillo, la Guerrero, San Simón Tolnáhuac. No se combate sólo desde la
Vocacional 7, sino también desde los edificios de Tlatelolco y desde las calles
adyacentes.
Se da la orden de
retirada a los granaderos cuando un incidente imprevisto sucede: un militar
asesina a dos mandos policíacos que ofenden a sus familiares. Vestía de civil
cuando esto ocurre. Pero una vez perpetrado el hecho, sube a su departamento,
se uniforma y regresa a entregarse, argumentando que actué en defensa de su
madre y esposa ofendidas por la policía.
El 22 de septiembre, en el intento de tomar Zacatenco, los granaderos
no encuentran la resistencia en los planteles sino en las calles adyacentes
(Montevideo, Av. Instituto Politécnico, Ticomán, Juan de Dios Bátiz…) Igual que
en Tlatelolco, encuentra el apoyo de los vecinos de los barrios de Cuautepec,
La Presa, Zacatenco… Tampoco logran las fuerzas represivas su objetivo.
El 23 de septiembre el ataque es ahora contra el Casco de Santo Tomás.
Desde el mediodía se rechaza el asedio policíaco. Se les mantiene a raya desde
Avenida de los Maestros, Tlatilco, Los Gallos, Carpio, Av. Instituto Técnico.
También acá refuerzan la resistencia desde los barrios de Santa Julia, Pantaco,
Santa María la Ribera, Plan Sexenal. En este caso hay además un aspecto
clasista: entre los vecinos de Pantaco y Tlatilco hay buen número de ferrocarrileros que
conservan fresca la memoria de la represión de 1959, cuando Demetrio Vallejo y
Valentín Campa fueron encarcelados y acusados de “disolución social” tras una lucha por democracia sindical y
salarios dignos. Y tampoco se olvidaba que ahí mismo, en el Casco de Santo
Tomás, también un 23 de septiembre, doce años antes, en 1956, intervino el
ejército para clausurar el Internado y el comedor estudiantil.
Quizá por estas razones,
los enfrentamientos en defensa del Casco de Santo Tomás fueron más
cruentos. Acá no sólo fue con bombas molotov y piedras que se repelió a
los granaderos. Se utilizaron cuantos recursos se tenían a la mano y la
creatividad estudiantil desarrolló:
Los lanzacohetes o
bazucas (tubos de PVC dese los que se disparaban cohetones)
Ballestas hechizas con
tramos de herraje con las que a guisa de saetas se lanzaban electrodos de
soldadura afilados con esmeril.
Pavimento bañado de
aceite donde al pasar los vehículos policiales se lanzaba una molotov que
ocasionaba una gran llamarada.
Centenares de canicas y
balines lanzados al pavimento al paso de la policía montada.
Y hasta “armas químicas”, cultivos de bacterias
mortíferas con las que se amagó al ejército cuando se disponía a tomar la
Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, última escuela en caer la noche del 23
de septiembre, cuando al final se ordenó al ejército intervenir, una vez que
había quedado claro que los granaderos no lograrían someter al Politécnico.
Después de la toma del
Casco de Santo Tomás también tomaron Zacatenco, por sólo unos días y la
Vocacional 7 que nunca sería devuelta. Esto ocasionó que centenares de brigadas
politécnicas migraran a los barrios y desde ahí resistirían, dando otra
dinámica de vinculación con el pueblo al movimiento.
Solo diez días después
del 23 de septiembre vendrían los días más aciagos del movimiento: la masacre
de Tlatelolco, parte que abordaremos en la siguiente entrega de esta serie de artículos que publica La Voz del Anáhuac al cumplirse 49 años del Movimiento Popular Estudiantil de 1968.
Puedes
leer las anteriores entregas de esta serie de artículos en los siguientes
vínculos:
Primera:
1968: De la protesta por la brutalidad policíaca a la lucha por
las libertades democráticas
Segunda:
26 de julio de 1968: una chispa incendia la ciudad. Inicia un
gran movimiento
https://sexta-azcapotzalco.blogspot.mx/2017/07/26-de-julio-de-1968-una-chispa-incendia.html
Tercera:
29 de julio de 1968: HUELGA GENERAL EN EL POLITÉCNICO, CRECE EN
TODO EL PAÍS
Cuarta:
IPN: 5 DE AGOSTO DE 1968,
MARCHAMOS LIBRES, SIN DIRECTOR, SIN CHARROS
https://sexta-azcapotzalco.blogspot.mx/2017/08/ipn-5-de-agosto-de-1968-marchamos.html
Quinta:
1968: NUESTRAS DEMANDAS CORRESPONDÍAN AL MOMENTO QUE VIVÍAMOS
Sexta:
MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
1968: 13 de agosto, gran manifestación toma el Zócalo
Séptima:
MUNDO, 1968: Vientos de liberad surcan el planeta de este a oeste,
de norte a sur
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