LOS CARACOLES
ZAPATISTAS:
Redes de resistencia y
autonomía
(Ensayo de interpretación)
Pablo
González Casanova
Publicado
en La Jornada
11 septiembre 2003
UNA NUEVA FORMADE
PENSAR Y HACER
De las ricas aportaciones que el movimiento
zapatista ha hecho a la construcción de una alternativa, el reciente proyecto
de los Caracoles desembrolla muchos falsos debates de políticos e
intelectuales. El proyecto de los Caracoles "abre nuevas posibilidades de resistencia y de autonomía de los
pueblos indígenas de México y del mundo, una resistencia que incluye a todos
los sectores sociales que luchan por la democracia, la libertad y la justicia
para todos", según palabras del Comandante Javier.
En España, alguien comenta: "El zapatismo se ha vuelto una
herramienta que puede ser usada por todas las rebeldías que navegan el mar de
la globalización. Nos invita a materializar la construcción comunitaria y
autónoma con la paciencia y la tranquilidad del caracol".
La idea de crear organizaciones que sean
herramientas de objetivos y valores a alcanzar, y hagan que la autonomía y el "mandar obedeciendo" no se
queden en el mundo de los conceptos abstractos ni de las palabras incoherentes,
es una de las aportaciones más importantes de los Caracoles. Sus
creadores están conscientes de las limitaciones y posibilidades que el proyecto
tiene.
El Subcomandante Marcos reconoce con
una mezcla de modestia y de entusiasmo que los Caracoles constituyen "una pequeña parte de ese mundo a que
aspiramos, hecho de muchos mundos. Serán -afirma- como puertas para entrarse a las comunidades y para que las comunidades
salgan; como ventanas para vernos dentro y para que veamos fuera; como bocinas
para sacar lejos nuestra palabra y para escuchar la del que lejos está. Pero
sobre todo para recordarnos que debemos velar y estar pendientes de la cabalidad
de los mundos que pueblan el mundo". Con sus palabras están los
hechos.
Cuando el gobierno incumplió los acuerdos de
San Andrés y se negó a reconocer los derechos de los pueblos indios, faltando
así a sus compromisos, los zapatistas no llamaron a las armas. Se pusieron a
construir la autonomía en los "territorios
rebeldes", según comunicado del l9 de julio de 2003.
Las comunidades zapatistas decidieron
construir "municipios
autónomos" (un objetivo, por cierto, que habían "enarbolado" desde principios de la insurgencia). Las
comunidades nombraron a sus autoridades locales y a sus delegados para que
cumplieran sus mandatos en los distintos niveles a sabiendas de que si no los
cumplían serían revocados. Al mismo tiempo siguieron impulsando medidas prácticas
del "mandar obedeciendo".
También fortalecieron los vínculos de solidaridad especial entre las
comunidades locales de distintas etnias. Además, articularon unidades mayores
que comprendían varios municipios y que fueron conocidas como los Aguascalientes,
hoy sustituidos por los Caracoles.
El cambio tiene varios significados, pero
entre los más importantes parece encontrarse la transformación de zonas de
solidaridad entre localidades y comunidades afines en redes de gobiernos
municipales autónomos, que a su vez se articulan en redes de gobierno que abarcan
zonas y regiones más amplias. Todas las comunidades construyen las
organizaciones de redes mínimas de gobierno, así como las redes de alianzas
mayores. En todos los casos practican el conocimiento y manejo de la política
interna y externa, de barrio y de poblado, de conjunto de poblados que se
integran en un municipio, de poblados y autoridades que articulan varios
municipios...
La dimensión y profundidad que alcanza el
nuevo proyecto zapatista corresponde a la capacidad que ha mostrado este
movimiento para redefinir su proyecto rebelde en los hechos y también en los
conceptos, manteniendo al mismo tiempo sus objetivos fundamentales de un mundo
con democracia, libertad y justicia para todos.
Es más, en sus reflexiones y elaboraciones,
el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) continúa usando ese estilo
tan original de pensar y hacer que combina la narrativa del Viejo Antonio
-quien desde el ahora recuerda el pasado para construir el futuro- con las
utopías y firmezas dialécticas de Durito, el escarabajo que es un
caballero andante moderno y posmoderno, antisistémico.
En realidad, gran parte de lo que se propone
el planteamiento de los Caracoles ya había sido expresado desde los
inicios del movimiento zapatista como la lucha por "los Municipios Autónomos Rebeldes". Pero ese y otros
conceptos fundamentales fueron objeto de olvidos e incomprensiones entre compañeros,
hermanos, simpatizantes, adversarios y enemigos.
El nuevo planteamiento de los Caracoles
no sólo redefine con claridad conceptos que se prestaron a las más distintas
interpretaciones, debates y hasta oposiciones. Articula y propone un proyecto
alternativo de organización (a la vez intelectual y social) que, arrancando de
lo local y lo particular, pasa por lo nacional y llega a lo universal. En la
salida y en la llegada deja a sus integrantes toda la responsabilidad de cómo
hacer el recorrido: si de lo grande a lo chico o de lo chico a lo grande, o de
las dos maneras, dividiéndose el trabajo con una ruta para unos y otra u otras
para los demás.
La concreción del proyecto se da al convertir
las luchas por las autonomías y la creación de autonomías en redes de pueblos
autónomos. Se trata de un programa de acción, de conocimiento, de perseverancia
y dignidad para construir un mundo alternativo, organizado con respeto a las
autonomías y a las redes de autónomas. Su propósito es crear con las
comunidades, por las comunidades y para las comunidades, organizaciones de
resistencia que desde ahora formen mallas a la vez articuladas, coordinadas y
autogobernadas que les permitan mejorar su capacidad de contribuir a que otro
mundo sea posible.
Al mismo tiempo, el proyecto postula que
desde ahora, en lo que se pueda, las comunidades y los pueblos tienen que
ejercitarse en la alternativa que quieren para adquirir experiencia. No esperar
a tener más poder para redefinir el nuevo estilo de ejercerlo.
El proyecto de poder, por lo demás, no se
construye bajo la lógica del "poder
del Estado" que aprisionaba a las posiciones revolucionarias o
reformistas anteriores, dejando ayuno de autonomía al protagonista principal,
fuera éste la clase obrera, la nación o la ciudadanía. Tampoco se construye con
la lógica de crear una sociedad ácrata, esa lógica que prevalecía en las
posiciones anarquistas y libertarias (y que subsiste en expresiones poco
felices, como la del "antipoder",
que ni sus autores saben qué quiere decir), pero que se renueva con los
conceptos de autogobierno de la sociedad civil "empoderada" con una democracia participativa, que sabe
hacerse representar y sabe controlar a sus representantes en lo que sea
necesario para el respeto de los "acuerdos".
El de los Caracoles es un proyecto de
pueblos-gobierno que se articulan entre sí y que buscan imponer caminos de paz,
en todo lo que se pueda, sin desarmar moral o materialmente a los
pueblos-gobierno, menos en momentos y regiones donde los órganos represivos del
Estado y las oligarquías locales, con sus variados sistemas de cooptación y de
represión, están siguiendo pautas cada vez más agresivas, crueles y necias del
neoliberalismo de guerra, que incluyen el hambre, la insalubridad y la "ignorancia obligada" de la
inmensa mayoría de los pueblos, ya sea para debilitarlos e incluso para
diezmarlos o acabarlos si es necesario cuando fallen los sistemas de
intimidación, cooptación y corrupción de líderes y masas.
El nuevo planteamiento de los Caracoles
combina e integra en la práctica ambas lógicas, la de la construcción del poder
por redes de pueblos autónomos y la de integración de órganos de poder como
autogobiernos de los que luchan por una alternativa dentro del sistema. El
planteamiento hace suyos elementos antisistémicos en que la creación de
municipios autónomos rebeldes empieza por fortalecer la capacidad de
resistencia de los pueblos y su capacidad de creación de un sistema
alternativo. Ambas políticas -la de la construcción y la de integración del
poder- son indispensables para una política de resistencia y de creación de
comunidades y redes de comunidades que hagan del fortalecimiento de la
democracia, de la dignidad y de la autonomía la base de cualquier proyecto de
lucha.
Los Caracoles corresponden a un nuevo
estilo de ejercer el poder de comunidades entramadas en la resistencia y para
la resistencia, en que sus comandantes se someten a las comunidades para
construir y aplicar las líneas de lucha y organización, sin que por eso dejen
de decir "su palabra" ni
unos ni otras, pero siempre con respeto a la autonomía y dignidad de personas y
pueblos, que ven en cualquier actitud paternalista y en cualquier "generosidad humanitaria" no
sólo algo parecido a las "acciones
cívicas" de los enemigos sino a las acciones equivocadas de los
amigos, hermanos y compañeros que no han comprendido bien la importancia que
tiene la solidaridad comprometida y respetuosa.
Más que una ideología del poder de los
pueblos-gobiernos, los Caracoles construyen y expresan una cultura del poder
que surge de 500 años de resistencia de los pueblos indios de América, y que se
inserta en la cultura universal para la construcción de un mundo tan variado
como el que implica cualquier alternativa multinacional, multicultural, con civilizaciones
distintas y también con características y valores comunes de los constructores
de la misma.
Los cambios que llevan a la concreción y a la
precisión del pronunciamiento zapatista sobre los Caracoles corresponden
a un método muy novedoso, que debemos hacer explícito para nosotros mismos sin
temor a equivocarnos y a que nos corrijan quienes le encontraron o dan otro
sentido. También debemos hacer de ese método de pensar, hoy identificado con el
zapatismo, una especie de sentido común en el que aparezcan nuestras distintas
formas de pensar, de expresar, de actuar, a sabiendas de que el necesario diálogo
aclara afinidades y diferencias, y permite lenguajes comunes y consensos cada
vez más amplios, capaces de un accionar multicultural por un mundo alternativo.
Claros de que "el método de pensar" no es todo y que a él se añaden las
"verdades del corazón",
fundamentales en la cultura maya, necesitamos irlo precisando para nosotros y
los demás en diálogos e intertextos que recojan su uso desde que los zapatistas
planearon un nuevo proyecto universal en sus comunicados insurreccionales y en
los que emitieron a lo largo de los diálogos de San Andrés y de la lucha por
los derechos de los pueblos indios, hasta ahora en que asumen esos derechos que
formalmente les fueron negados. Los zapatistas construyen en una nueva etapa de
su historia una alternativa pacífica de transición a un mundo viable, menos
autoritario, menos opresivo, menos injusto, que tenga la capacidad práctica de
seguir luchando por la paz con democracia, justicia y libertad.
El método, o manera más o menos constante de
hacer y pensar, parece tener siete características principales:
La PRIMERA
consiste en usar las combinaciones más que las disyuntivas. En lugar de decir y
hacer "esto o esto" se dice
y hace "esto y esto". El
conjunto es mucho más que la suma de las partes: es la articulación de las
partes. El problema entre hermanos es doble: ni restar ni desarticular. La
fuerza de resistir aumenta cuando los pueblos indios no sólo se articulan entre
sí, sino con los pueblos no indios que luchan por los mismos objetivos, siempre
con respeto a las diferencias personales o religiosas o culturales o tácticas.
La SEGUNDA
característica consiste en generalizar los conceptos al tiempo que se
generalizan las redes de comunidades. Cuando se generaliza el pensar, tomando
en cuenta a los actores sociales pensantes que se integran a las redes de la
resistencia y las alternativas, se pueden precisar con más facilidad los
problemas de la unidad en la diversidad y la posibilidad concreta de que varios
actores den las mismas luchas de la misma manera o de distinta manera: así, por
ejemplo, si la generalización se hace en relación a la unión de distintos
pueblos mayenses y de allí se pasa a generalizar incluyendo a pueblos de indios
nahuas, mixtecos, tarascos..., las generalizaciones se enriquecen con las
experiencias particulares de la resistencia y las autonomías que los otros
pueblos viven y expresan. La fuerza de la generalización actual es todavía
mayor cuando se incluye como actores a los campesinos, a los trabajadores, a
los estudiantes que piensan y actúan en función de los mismos objetivos éticos,
culturales y sociales de la resistencia y del mundo alternativo, pero que pueden
tener varias estrategias y tácticas para alcanzarlos, algunas sólo válidas en
la situación puntual de que parten y otras que pueden adaptarse para combinar
experiencias que fortalecen y amplían a las redes.
En TERCER
lugar, el método permite la elaboración de conceptos cada vez más profundos,
como cuando se percibe quién está por aumentar la resistencia y quién está por
debilitarla, por corromperla o destruirla, ya sea de una manera deliberada o
no.
El concepto y la fuerza de las redes se
profundiza (y ésta es una CUARTA
característica) cuando tanto en la acción como en la reflexión se pasa de la
lucha contra el cacique a la lucha contra el gobernador que apoya al cacique y
de allí se sube a toda una "especie"
o "clase" de "ricos y poderosos" que apoyan
no sólo al cacique contra el que se está luchando, sino aun a otros caciques,
políticos y empresarios que apoyan a una compañía trasnacional de las que
dominan o buscan dominar grandes territorios con proyectos como el Plan
Puebla-Panamá. De pronto se aclara uno mismo, como persona o colectividad, que
la lucha contra el cacique no es lucha nada más de un pueblo sino de varios, y
que todos los "hombres del poder y
del dinero" no sólo apoyan al cacique o a los caciques cuando se
sienten amenazados, sino hasta desatan una guerra encubierta o abierta con
fuerzas convencionales y no convencionales, militares y paramilitares, destinada
a defender sus intereses y valores o a conquistar nuevas riquezas, territorios
y poblaciones a cuyos habitantes ven como futuros "desplazados", "enterrados"
o "asalariados informales".
QUINTA: Para resistir el embate de "la especie" o "clase" de los ricos y
poderosos, que se repite una y otra vez desde hace 500 años, se siente en el
corazón (con el significado mayense) y en la conciencia (con la redefinición
crítica de la teoría de la praxis) que es necesario ir ampliando las
articulaciones de las fuerzas hermanas que actual o potencialmente luchan por
los mismos objetivos en los altos o las selvas de Chiapas, o donde quiera que
sea de México y el mundo.
Una SEXTA
característica se presenta como sigue: El subir de lo abstracto o formal a lo
concreto o actual, corresponde a la expresión "ir más allá de..." que a menudo alude a etapas
superadas. Pero aquí la expresión de "ir
más allá" recoge la necesidad simultánea de superar aquello que
manifestó debilidad en el pasado y de mantener al mismo tiempo lo que en el
pasado dio fortaleza a la resistencia y a la construcción de una alternativa,
eso sí, con las debidas adaptaciones y redefiniciones que la experiencia exige
y que los cambios aconsejan, propias de la narrativa del Viejo Antonio.
Una SÉPTIMA
y última característica, en esta lista incompleta, está relacionada con las
utopías que se expresan y se realizan entre contradicciones. Corresponde a la
necesidad de superar "las ideas de
los caballeros andantes" que buscaban "desfacer entuertos" para construir ("haciendo camino al andar", como dijo el poeta)
relaciones personales, relaciones sociales, culturales, sistemas sociales que
faciliten, entre tropezones, practicar y concretar determinados objetivos como "la democracia, la justicia, la
libertad". Esa es la característica de los sueños y de las
impertinencias de Durito, de esos sueños e impertinencias bien y mal
hablados, idealistas y picarescos que se nutren en la imaginación del mundo
entero, maya o no maya, occidental o no occidental, clásico o moderno, o
posmoderno.
Aquí parece necesario aclarar que en todos
los casos se juntan los métodos del viejo Antonio y de Durito.
Ambos plantean la dignidad de personas y colectividades como un elemento de
fuerza inquebrantable, no negociable, esto es, como el arma más feroz contra la
dictadura del mercado y la colonización mercantil de la vida. Para ser
efectiva, la dignidad se articula a la autonomía de la persona y de las
colectividades. No sólo se vuelve incluyente, recogiendo la mejor tradición de
los liberales de respeto a todas las creencias, religiones, razas,
nacionalidades, civilizaciones, sino que anima a todos aquellos que sean indios
y no indios, mexicanos y no mexicanos, y que quieran construir otro mundo
posible, a que se organicen en redes de autonomías allá donde vivan,
incluyendo a sus vecinos cercanos y lejanos, conversando con ellos, intercambiando
sueños fracasados y realizados, y yendo mucho más allá de la solidaridad, de
por sí valiosa, pero insuficiente, hacia la construcción y organización de
redes de pueblos autónomos y de otras fuerzas en lucha por un mundo donde
tienda a prevaler la democracia, la justicia y la libertad.
El proyecto de los Caracoles es la síntesis
de muchos planteamientos anteriores de los zapatistas, aquellos que el mundo
empezó a conocer hace 10 años y que ahora se articulan con los que descubrieron
en el camino de rescatar el mundo para la humanidad de indios y no indios. Si
luchan por la democracia, la libertad y la justicia empiezan por practicarlas y
fortalecerlas en su propia tierra.
El nuevo proyecto zapatista se junta a todas
las fuerzas que luchan contra el neoliberalismo, contra la guerra económica y
militar que hace estragos en los países sujetos a los sistemas de
endeudamiento y saqueo que imponen el Banco Mundial, el Fondo Monetario
Internacional, la Organización Mundial de Comercio, las grandes potencias
encabezadas por el gobierno de Estados Unidos, y sus aliados y subordinados
locales, como el actual gobierno de México, y todos los partidos que en el
Senado y la Cámara de Diputados de México les negaron y quitaron a los pueblos
indígenas los derechos que se habían comprometido a reconocerles.
La miopía o ceguera de las fuerzas dominantes
es tal, y su soberbia o capacidad de engañarse tan obcecada, que no alcanzan a
ver la inmensa posibilidad que se abre con la marcha de los Caracoles,
para imponer un cambio histórico pacífico mediante la negociación sin
cooptación ni mediatización de líderes y fuerzas que luchan por sobrevivir y
por un mundo alternativo. Los zapatistas ofrecen, otra vez, un novedoso camino
de paz a México, con las puertas y ventanas abiertas a la humanidad.
UNA NUEVA
ESTRUCTURACION DEL PODER
La fundación de los Caracoles en los
antiguos Aguascalientes realiza varias contribuciones a la
reestructuración del poder en forma pacífica y dentro de los marcos de la Constitución.
Al mismo tiempo que mantiene su convicción rebelde genera una nueva lógica
legislativa que viene de la sociedad civil y cuyo carácter innovador muy
probablemente se extienda como la "espiral
de trazo firme", que en la corteza de un árbol grabó el Viejo Antonio.
De la explicación concisa del Comandante
Brus Li (09.08.03) y de otros textos que sintetizan lo que los Caracoles
son, se derivan algunas prioridades en la acción política para la
reestructuración del poder y para la creación de caminos a un mundo alternativo.
Esas prioridades van a difundirse seguramente entre muchos movimientos
alternativos sistémicos y antisistémicos, en un diálogo universal, actual y no sólo
virtual, a distancia y presencial, que ya se realiza a través de los "sitios" y periódicos electrónicos
y de encuentros y manifestaciones que van desde la propia Lacandona y el "Otro Davos" hasta Seattle y
Cancún.
Precisar lo que las prioridades de los Caracoles
significan para concretar o actualizar en distintas partes del país y el mundo
la reestructuración del poder desde abajo y por los de abajo, plantea dificultades
y posibilidades de traducción de una lengua a otra, de un lenguaje metafórico a
otro más o menos directo y de una realidad histórico-social y cultural propia a
una distinta. También plantea el hallazgo de las simpatías y diferencias
concretas que en realidades diversas descubren los actores colectivos, rurales
y urbanos, asiáticos, africanos o americanos del norte y el sur, europeos y
australianos. Las generalizaciones se aparecen en vivo, las explicaciones
universales también, y eso permite precisar más las diferencias que se respetan
y conservan y las que se llevan al necesario diálogo del universo de actores.
Las buenas traducciones conceptuales, racionales y emocionales facilitan el
conocimiento de lo que los zapatistas se proponen con la fundación y
organización de los Caracoles, esa rara metáfora que tiene algo de la
cultura mesoamericana y algo del pensamiento crítico más profundo y
actualizado. "Los muchos"
tendrán que hacer análisis, que renovar (o concretar) conceptos comunes
aplicables y variaciones universales. Tendrán que priorizar, como géneros, el
diálogo y el debate, la argumentación exacta que acerca a los objetivos más
queridos hasta cuando tiene uno que retroceder y que, deseosa de hacerse
entender, precede ese deseo por el de entender uno, mediante la observación, la
reflexión y la expresión aclarada, las "palabras
fundamentales" que logran consensos y efectos en la resistencia y la
autonomía articuladas.
De las palabras del Subcomandante Marcos
sobre la organización de los Caracoles se desprende que éstos
corresponden al conocimiento de lo interior y de lo exterior, de la visión de
quien no sólo se mira, sino mira a los demás; del que se anima y anima a otros,
por lejos que estén y por dormidos que se hallen en sus escapes y sus sueños, a
participar con acciones cada vez más eficaces para lograr los objetivos
propuestos. Los Caracoles se organizan para no perderse en las partes,
para ver el conjunto y para actuar en el conjunto articulado de los pueblos de
su propia "tierra" y del
mundo.
Saber oír y hablar para pensar y actuar
corresponde a un conjunto de acciones organizadas cuyo punto de partida aparece
en la evocación de los dioses mesoamericanos que dejaron encargado a uno de
sostener el cielo. Para cumplir su cometido, "el sostenedor del cielo" se puso "en el pecho colgado un caracol y con él escucha los ruidos y
silencios del mundo para ver si todo está cabal, y con el caracol llama a los
otros sostenedores para que no se duerman o para que despierten"
(O4.O8.03).
A esa evocación mesoamericana se añade otra
que vincula a los "enseñadores
antiguos" de los mayas con el corazón de Pascal, y con una nueva
filosofía de los "chavos",
a la vez emotiva y tecnológica, que aparece en la llamada "Era de la Comunicación" y que plantea el saber como
poder alternativo.
A decir de los "enseñadores", "mientras
la palabra camine el mundo (sic) es
posible que el mal se aquiete y esté el mundo cabal...". "Así dicen" -comenta el subcomandante-,
y añade: "Por eso la palabra que no
duerme, del que está pendiente del mal y sus maldades, no camina directo de uno
a otro lado, sino que anda hacia sí misma, siguiendo las líneas del corazón, y
hacia fuera, siguiendo las líneas de la razón..." (Un comentario: Durito
le hizo ver al Sub que mejor "pusiera":
"que anda hacia sí misma y hacia
fuera siguiendo las líneas del corazón y de la razón...". Sin la disyuntiva
que en el pasado priva a la autocrítica del corazón... y hasta de la razón...
Aún no se sabe por qué el Subcomandante mantuvo esa redacción...)
Una lectura correcta de los principios del
pensar-hacer de las nuevas organizaciones zapatistas no sólo obliga a incluir
la amplia gama que va del conocimiento de sí mismo hasta los procesos históricos
que entre vueltas logran alcanzar puntos cada vez más altos. Una lectura
cuidadosa de los textos metafóricos, narrativos, reflexivos, increpatorios,
convincentes del EZLN, sólo logra una mayor comprensión si cada una de sus
expresiones y figuras se liga a la enorme capacidad de resistencia que han
mostrado los zapatistas en todos estos años de asedio y dolor, de pobreza y
engaños, sin que les hayan destruido ni la esperanza, ni la decisión de seguir
luchando, ni la inmensa capacidad de buscar nuevas formas de construir otro
mundo que sea posible en las palabras y en los hechos.
Con ese mismo espíritu cabe esbozar algunas
prioridades de los Caracoles y relativizar lo que se dice a veces de ellos,
aclarando lo obvio, que ésta es sólo una lectura de las mismas y que puede
haber otras, incluso de sus propios autores:
1. Dentro del marco legal y nacional crear la
autonomía ejercitada, y no depender de que el Estado la reconozca para
organizarla, lo que significa darse a uno mismo la tarea y el ejercicio de construir
y practicar la autonomía y el autogobierno. El autogobierno se responsabiliza
de llevar a la práctica los principios de democracia, justicia y libertad, y de
hacerlos explícitos con la comunidad o las comunidades que constituyan el
autogobierno y de las personas que lo integren, cuya autonomía de pensamiento y
crítica deberá también respetarse.
2. Combinar la democracia participativa con la
democracia electoral siempre que se dé a la democracia su sentido actual de
gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo, y a ese sentido se añadan
los agregados esenciales de la lúcida propuesta de que los autogobiernos sean
pluriétnicos y respetuosos de las distintas creencias y filosofías así como del
espíritu laico en la educación, la investigación y la difusión de la cultura.
3. Pasar de "los
espacios de encuentro" crítico y contestatario, generador de
esperanzas y planes de acción, a las Juntas de Buen Gobierno que escuchan,
hacen, deciden y mandan-obedeciendo a las comunidades y sus organizaciones
territoriales.
4. Asumir el papel y "la lógica del legislador de la alternativa" para hacer
efectivos los derechos de los pueblos indios en la organización de su autonomía.
El buen gobierno de los Caracoles debe ser el primero en reconocer y
ejercer los derechos para no actuar con arbitrariedad como lo hace el mal
gobierno. En caso de que algunas reglas resulten en la práctica inconvenientes,
el buen gobierno las modificará previa consulta a las comunidades. En caso de
que el buen gobierno se vuelva mal gobierno, será destituido por las comunidades.
(Costumbre por lo demás muy experimentada en las culturas mesoamericanas y que
hoy se enriquece con las experiencias de otras culturas y organizaciones políticas
que se propusieron el autogobierno y no lo lograron por errores o populismos y
caudillismos no superados, no controlados, y cuyos efectos autodestructivos no
estaban en la conciencia concreta de quienes querían construir verdaderos
autogobiernos.)
5. Impedir a tiempo cualquier mella de la autonomía
y la unidad, pues ambas son la fuerza de las comunidades y éstas sólo se pueden
preservar si el buen gobierno impide, con el ejercicio diario de la democracia,
la formación de mafias y clientelas que se separan de sus comunidades y hacen
del separatismo de comunidades y pueblos una forma de satisfacer ambiciones
meramente personales o de grupo, como ocurrió en muchos países de nuestra
América, cuyas oligarquías desde el siglo XIX rompieron el ideal bolivariano,
o en la Yugoslavia que puso en un primer plano su fallido proyecto de
autogobierno, origen de las mafias que después de la debacle mostraron y
aumentaron su fortunas mal habidas y sus autoritarismos contumaces. Si las
lecciones de la moral están muy lejos de ser "puras ilusiones" para cualquier proyecto de interés
general, es suicida olvidar las lecciones históricas de la inmoralidad pasada y
presente. Esas lecciones están claras en el zapatismo cuando declara indignos a
los que abusan del poder o se pliegan ante el poder, a quienes dan dádivas y
concesiones personales y paternalistas desde el poder, y a quienes las reciben
como agachados.
6. Tener la capacidad de cambiar uno mismo como
rebelde sin dejar de serlo. Tener la entereza de pasar de proyectos
insurreccionales armados a proyectos de negociación sin claudicación -como en
San Andrés- o a posiciones de enroque en la resistencia -como después de que el
Congreso negó los derechos a los pueblos indios-, o a la reestructuración del
poder local con las redes de los Caracoles, tras un largo periodo de
silencio expresivo y reflexivo en que las experiencias de la organización
preliminar y local del buen gobierno en la autonomía permiten plantear un proyecto
fuerte de redes con posibilidades nacionales e internacionales.
7. Al abandonar la toma del poder por la
fuerza, construir el poder de las comunidades como proyecto que combina lo
micro y lo macro en el proceso de construcción de las bases organizadas, con
las variaciones que sean necesarias de unas regiones y países a otros, y en
distintas situaciones dentro del mismo país o región. En este punto tal vez sea
necesario aclarar un poco más que el proyecto de los zapatistas no corresponde
a la lógica anarquista o libertaria, por actualizadas que estén, ni a la lógica
estatista de toma del poder del Estado o de reformas al Estado, por decaídas o
desprestigiadas que se hallen. Aclarar que el proyecto busca construir el poder
desde la sociedad civil, consciente de que esa construcción en muchas partes
del mundo, al agotar las luchas políticas y sufrir persecuciones armadas
convencionales o no convencionales, obliga a los habitantes a ejercer el
derecho de autodefensa de sus pueblos y hogares, y que si en un momento pasan a
proponerse acciones armadas para una rebelión contra el orden injusto y
opresivo, depredador, explotador y excluyente, ahora otra vez más confirman su
vocación pacífica con un nuevo camino que en todo lo posible será rebelde y
operará dentro de los marcos legales, y que hará todo lo necesario en sus
estructuras políticas y sociales para impedir negociaciones con cooptaciones
que mellen la autonomía de las personas y de las comunidades. La política de
la dignidad empieza por el respeto a uno mismo que exige y organiza el respeto
de los demás.
La lucha por
la construcción del poder desde las más pequeñas comunidades y municipios,
hasta zonas y regiones articuladas, es la lucha concreta de los zapatistas.
Constituye una contribución muy importante para el aumento de la fuerza
necesaria en la transición a un mundo nuevo sin que se sostenga una "teoría general" de que en
todas partes, todos, todo el tiempo construirán la transición de la misma
manera, lo cual sería un absurdo en que caen quienes se olvidan de la enormidad
y variedad del mundo.
Al mismo
tiempo, esa posición de los zapatistas ni es "antipartido" ni busca fundar un partido. Los zapatistas
no se proponen fundar un partido que encabece a un bloque para la toma del
poder del Estado, ni quieren luchar en las elecciones como un nuevo partido del
Estado. Buscan recorrer el nuevo camino de construcción de comunidades y redes
de comunidades autónomas. Si éstas logran acaso una "redistritación" y "remunicipalización"
reconocida por el gobierno, ese hecho, como los acuerdos de San Andrés,
seguramente no implicará ninguna concesión de principio y sólo permitirá que
los pueblos luchen por sus valores e intereses con una legalidad formalmente
reconocida.
En todo
caso, la política de "redistritación"
y "remunicipalización"
supone, como requisito mínimo y prueba de buena voluntad del gobierno, el
abandono de los hostigamientos militares y paramilitares que los pueblos indios
han sufrido y sufren. Su cese necesario es ineludible para construir el nuevo
camino. Si ese camino no se da es porque continúan dominando en el gobierno la
ceguera y la pequeñez con que el Congreso rechazó los derechos de los pueblos
indios, contra la voluntad de los pueblos de México y de la nación mexicana. La
falta de reconocimiento legal de la autonomía dificultará pero no detendrá la
marcha de los Caracoles y su vigoroso proyecto de construir y articular
las autonomías de los pueblos indios y no indios. El proyecto cabe en la
Constitución y en el derecho de asociación de los pueblos y los ciudadanos.
8. Aclarar que si la nueva política no es
insurreccional ni reformista ni libertaria o anarquista, reconoce la validez de
muchas categorías descubiertas por esos movimientos y hasta por otros anteriores,
como los liberales y patrióticos de nuestra América, pero que en todo caso
descansa en el pensar y hacer colectivo de los pueblos indios para descubrir
las definiciones actuales y los lenguajes comunicativos del pensamiento crítico
y alternativo, sistémico y antisistémico, en sus distintas versiones y
experiencias reformistas y revolucionarias o nacionalistas o libertarias.
Es más,
resulta necesario aclarar con reiteradas expresiones verbales, mímicas,
intertextuales, que hay elementos del posmodernismo europeo y estadounidense, en
sus manifestaciones más creativas y radicales, que son y serán incluidos en los
textos y contextos del buen gobierno con sus límites actuales y con los que
aparezcan por las puertas y ventanas de "la
más pequeña de las alternativas" o de aquellas que se articulen desde cualquier
punto cardinal. Que éste no es un proyecto nada más zapatista o indígena o
chiapaneco o mexicano, sino que va al encuentro dialogal y mundial de proyectos
parecidos no cabe duda, como tampoco que está justificadamente orgulloso del
legado que le dejaron "los más
primeros habitantes de estas tierras".
9. Precisar que el proyecto de los Caracoles
pasa de la mera protesta, o manifestación o movilización, a la resistencia y la
organización del pensamiento, la voluntad y la acción. Que asume como
prioritarias las políticas de educación y salud, y busca resolver en todo lo
que se pueda y para que se pueda problemas de alimentación, vestido y vivienda,
empleo y retribución justa de las comunidades y los trabajadores. Que al mismo
tiempo alienta redes de comercio básico entre comunidades, pequeños productores
y comerciantes de la "economía
informal", señalando preferencias a los mercados locales y al
nacional. Las limitaciones y contradicciones en estos terrenos son bien conocidas
por los zapatistas. Plantean una mayor capacidad de resistencia frente al "comercio injusto" y a "las relaciones desiguales de intercambio", a los que buscan
enfrentar en lo que se puede, con la articulación de los mercados y los
productores locales para una política de sobrevivencia. La capacidad de
alcanzar mejores "términos de
intercambio" con los "centros
rectores" o explotadores que venden caro y compran barato dependerá de
los conjuntos de redes que se forjen y de su comportamiento en la reestructuración
del poder de las comunidades frente a los mercados colonizados. No cabe duda
que aquí se encuentra uno de los puntos más difíciles de resolver y que es
precisamente al que se enfrentan los más pobres entre los pobres: la explotación
por todas las vías de los trabajadores de las etnias, y el comercio
particularmente inequitativo con las etnias.
l0. Volver parte de la costumbre más arraigada
en la vida cotidiana el respeto a las mujeres, a los niños, a los ancianos.
11. Apoyar y apoyarse en las organizaciones y
movimientos auténticos de los obreros y los campesinos, de los estudiantes, de
los "colonos marginales de las
ciudades", de los "desplazados",
de los migrantes nacionales y extranjeros; de los ecologistas; en los
movimientos de género, de edad, de preferencias sexuales; en los que defienden
tierras y territorios, derechos humanos sociales e individuales.
12. Asumir y articular la lucha creciente en América
Latina y el mundo entero contra las políticas neoliberales de saqueo, depredación
y conquista, entre las que son particularmente amenazadoras las del Área de
Libre Comercio de las Américas (ALCA), las del Plan Puebla-Panamá y en general
las del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización
Mundial de Comercio y la triada de Estados Unidos-Japón-Europa con todas sus
redes de gobiernos colaboracionistas y agachados.
13. Oponerse radicalmente a cualquier acto de
terrorismo, ya sea de Estado o de la sociedad civil, y a cualquier acercamiento
o trato con el narcotráfico.
14. Establecer redes de información y cultura,
con espacios de reflexión y diálogo local, regional, nacional e internacional,
promoviendo con ellas no sólo la información veraz y el diálogo político-social
sino el diálogo de "las ciencias y
las artes universales".
Hasta ahora el proyecto de los Caracoles
parece confirmar la decisión de los zapatistas y los pueblos indios de luchar
en forma pacífica por los derechos de sus pueblos, por la democracia con
autonomía y autogobierno en el interior de los mismos. Busca también articular
sus luchas por la democracia, la justicia y la libertad con los otros pueblos
de México y del mundo. En términos prácticos y políticos, se trata de un planteamiento
que intenta imponer la transición negociada para alcanzar los derechos de los
pueblos indios y no indios.
El proyecto de los Caracoles se
propone aumentar las fuerzas de los pueblos y sus redes para que logren
soluciones negociadas con principios no negociables. Consciente de que sólo es "una parte muy pequeña" del
movimiento mundial, el zapatismo enfrenta y exige el cese de la guerra de
empobrecimiento, del acoso militar y paramilitar, de la discriminación cultural
y social, de las políticas de insalubridad, ignorancia y hambre que tantas víctimas
han hecho en México y el mundo. Va más allá de las meras increpaciones al
imperialismo y a los gobiernos colaboracionistas, a sus jefes y mafias. De
hecho, plantea una alternativa mundial no sólo a la opresión y dominación
dictatorial de los pueblos, sino a la ofensiva colonialista del imperialismo
neoliberal y al sistema capitalista mundial. A los proyectos revolucionarios y
reformistas o libertarios anteriores, agrega uno que busca superar las malas
experiencias de los gobiernos revolucionarios, reformistas o autócratas en su
lucha por la democracia, la liberación y el socialismo. El nuevo proyecto
universal, nacido en los pueblos pobres, tiende a juntar todas las luchas y a
enriquecerlas con las que se dan por la moral política, por la autonomía y
dignidad de las personas y las comunidades, y por empezar a hacer uno mismo lo
que quiere que hagan los demás.
11
de septiembre de 2003.
FUENTES ORIGINALES
* Comandante Brus Li. Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, "Plan
La Realidad-Tijuana", El nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto,
2003.
* Comandante David. Ejército Zapatista
de Liberación Nacional, "Palabras de
Bienvenida", El nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto, 2003.
* Ejército Zapatista de Liberación Nacional, "Palabras
para los hermanos indígenas que no son zapatistas", El nacimiento de los Caracoles,
9 de agosto, 2003.
* Ejército Zapatista de Liberación Nacional, "Palabras de clausura", El
nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto, 2003.
* Comandanta Esther. Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, "Para
los pueblos indios de México", El nacimiento de los Caracoles, 9 de
agosto, 2003.
* Comandanta Fidelia. Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, "A
las mujeres", El nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto, 2003.
* Subcomandante insurgente Marcos.
Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
"Chiapas,
la treceava estela (primera parte): un caracol", La Jornada, 24 de julio, 2003; "(segunda parte): una muerte",
ibídem, 25 de julio, 2003; "(tercera
parte): un hombre", ibídem, 26 de julio, 2003; "(cuarta parte): un plan", ibídem, 27 de julio, 2003; "(quinta parte): una historia",
ibídem, 28 de julio, 2003; "(sexta
parte): un buen gobierno", ibídem, 29 de julio de 2003.
"Falso", el reporte sobre encuentro con la Cocopa: Marcos,
La Jornada, 7 de agosto, 2003
* "Fragmento
de la presentación de Radio Insurgente", El nacimiento de los Caracoles,
9 de agosto, 2003.
* Ejército Zapatista de Liberación Nacional, "A las Juntas de Buen Gobierno
Zapatista. A los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas. A la sociedad civil
nacional e internacional", El nacimiento de los Caracoles, 9 de
agosto, 2003.
* Comandante Omar. Ejército Zapatista
de Liberación Nacional, "A los jóvenes",
El nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto, 2003.
* Comandanta Rosalinda. Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, "Resistencia
y autonomía", El nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto, 2003.
* Comandante Tacho. Ejército Zapatista
de Liberación Nacional, "Para los
campesinos de México", El nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto,
2003.
* Comandante Zebedeo. Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, "Para
los pueblos del mundo", El nacimiento de los Caracoles, 9 de agosto,
2003.
En la siguiente dirección se encuentran en
audio los discursos de los comandantes zapatistas en El nacimiento de los Caracoles:
Los documentos marcados con * se pueden consultar en la siguiente
dirección:
Comentarios
De las ricas aportaciones que el movimiento zapatista ha hecho a la construcción de una alternativa, el reciente proyecto de los Caracoles desembrolla muchos falsos debates de políticos e intelectuales. El proyecto de los Caracoles "abre nuevas posibilidades de resistencia y de autonomía de los pueblos indígenas de México y del mundo, una resistencia que incluye a todos los sectores sociales que luchan por la democracia, la libertad y la justicia para todos", según palabras del Comandante Javier.
En España, alguien comenta: "El zapatismo se ha vuelto una herramienta que puede ser usada por todas las rebeldías que navegan el mar de la globalización. Nos invita a materializar la construcción comunitaria y autónoma con la paciencia y la tranquilidad del caracol".
La idea de crear organizaciones que sean herramientas de objetivos y valores a alcanzar, y hagan que la autonomía y el "mandar obedeciendo" no se queden en el mundo de los conceptos abstractos ni de las palabras incoherentes, es una de las aportaciones más importantes de los Caracoles. Sus creadores están conscientes de las limitaciones y posibilidades que el proyecto tiene.