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LA COMUNIDAD DE SUC-TUC, HOPELCHÉN, CAMPECHE, MÉXICO, FORMA AUTOGOBIERNO

 “Lo imposible sólo tarda un poco más”
-Alguien lo dijo. Hoy se replica en los muros (de la calle y del Facebook)-
Hacia un panorama donde nosotros pongamos los reflectores
El orden capitalístico actual, ordena las imágenes del mundo –y la información- a su conveniencia. Las alternativas que muchos buscamos ante el deterioro global y esa dictadura mediática que impide que más personas tengan conocimiento de ellas, también se centraliza en vanguardias, en resistencias históricas, dejando en segundo plano otras propuestas que emergen, incluso, más sólidas que éstas.
La rutina del trabajo -y el estudio- no refiere únicamente a la explotación de nuestro tiempo, energía y oportunidades para realizar otras actividades que no recaigan en la monotonía, en el “desearía no estar aquí”, le resta también panorama a nuestro entender-el-espacio, a ver otras geografías, a la posibilidad de entrelazarnos de sujeto en sujeto, de causa en causa. No es imposible salir de nuestras esferas.

Mientras se sigue hablando como principales tópicos sobre el #NoAlGasolinazo, la presidencia de Trump, la hipocresía de Obama en su último discurso, etc., una comunidad maya alejada de la metrópoli, se ha convertido en un nuevo estandarte de ese discurso que se repite y repite hasta el cansancio -y como la dieta que uno se propone para año nuevo- pocas veces se lleva a la práctica: ¡es hora de organizarnos!
En el municipio de Hopelchén en Campeche, la comunidad de San Franciso Suc-Tuc ha decidido regirse por usos y costumbres. ¿Qué significa esto?, los días 9, 10 y 11 de enero, tras una jornada de históricas asambleas deliberativas, los pobladores eligieron a un Consejo de Gobierno autónomo y a tres representantes que fungirán como tesorero, secretario y comisario, todos ellos, desconcentrados y revocables para la administración que se plantee en futuras asambleas, una diferencia radical de lo que enmarca el viejo orden constitucional.

Ahora, velarán por la gestión autónoma del territorio y la vida social en pos de los intereses comunes, y ya no por los que el Estado-Ayuntamiento siempre ha transformado en negocio y lucro de unos cuantos.
De la humillación silenciada a “la solución está en nuestra voz”
Suc-Tuc es un territorio comunal relativamente minúsculo que es atravesado por la carretera Campeche-Holpechén-Bolonchén, modernizada a mediados de 2015. Su sustento económico se consolida en la apicultura y la agricultura, principalmente en la producción del maíz criollo. En cuanto a la población, la mayoría es de descendencia maya y un 80% aún habla la lengua nativa, hay otros grupos como algunas familias guatemaltecas que se han incorporado a la localidad (representan a lo mucho un 2% de la población). Las cifras oficiales calculan un aproximado de 1179 habitantes, aunque ellos dicen que “empadronados sólo somos 653”.
Hay más factores a considerar para la lectura de este territorio. Desde su inmigración a México en 1922, algunos grupos de menonitas habitan en la ruralidad de Campeche, fenómeno demográfico que con el tiempo marcaría una clara segregación racial y de privilegios entre la mayoría productiva –indígena y mestiza- y la minoría –menonita-, esta última respaldada por los órganos estatales.

El despertar por la autogestión y un nuevo panorama de vida en Suc-Tuc tiene su primer cauce en el hecho de que el gobierno concesionara a Monsanto Company el 6 de junio de 2012 –con aval de la SAGARPA y SEMARNAT- 253,000 hectáreas para la producción de soya genéticamente modificada y otros productos. Entre los pilares más beneficiados por este jugoso e ilegal negocio, se encontraron familias menonitas y sub-empresas asociadas a este ecocida monopolio de transgénicos que instalaron sus maquinizados para comenzar a sembrar, y a la par, propiciaron una inmensa deforestación que se tradujo en serios problemas de la producción para los apicultores (de los 10-15 tambores que producían diariamente, la cantidad se redujo a 2-3).
La lucha fue de golpe en esos años y la gente se instruyó en el reto de la espontaneidad. “Cuando supimos y oímos lo de los transgénicos, que tampoco sabíamos qué cosa eran, ya los teníamos aquí. Luego, a través de nuestra organización, fuimos sabiendo qué cosa es transgénico, qué daño hace y quién lo trae. Entonces nos pusimos alerta y vimos también de los efectos que estaba haciendo en la apicultura” [1], narra José Luis, campesino maya y activista en torno a este primer precedente de organización.
Aunque los cultivos ilegales y estas afectaciones ocurrieron en las comunidades vecinas de Suc-Tuc (ubicadas en el centro de Campeche y en la frontera con Yucatán), fue el proceso de irrigación química por avionetas la causa de que se viera un daño directo en el ejido. La salud también ha estado en riesgo.
En agosto de 2016, salieron a la luz pública diversas investigaciones del Centro de Ecología, Pesquerías y Oceanografía del Golfo de México (EPOMEX) de la Universidad Autónoma de Campeche, confirmando la presencia de glifosato en el manto freático de Hopelchén, así como en la sangre y orina de mujeres y niños de Ich Ek, Suc-Tuc, San Juan Bautista Sacabchén y Crucero San Luis, donde productores menonitas han usado durante años ese herbicida, considerado como una mortal sustancia cancerígena [2].
Aunque la distancia es abismal entre los privilegios laborales de estos dos grupos, no existió un conflicto que llegara a la violencia en la región.
La mente es propensa a trazarse un solo rumbo, monótono, rutinario. Autoelimina las posibles alternativas para vivir de una manera más complaciente y placera, todo ello por la resignación y el temor de sacar a flote la conciencia, sentimientos negativos que provoca la explotación del trabajo y la falta de oportunidades en el campo, las provincias y –desde la Colonia- en las comunidades indígenas.
Un futuro incierto era lo único seguro para la gente de Suc-Tuc. Un imperio inconsciente cimentado en el “así nos toco vivir y así serán las cosas”. Reitero: era, en pretérito.
Y entonces… ¿qué es lo que provocó que Suc-Tuc decidiera autodeterminarse y trazar un nuevo rumbo? Vayamos a los hechos recientes. Por los primeros días de diciembre del año pasado, la comunidad tomó por asalto la iniciativa de reunirse, discutir y deliberar desde las suspicacias algo que inquietaba a la mayoría –aunque en principio, afectando directamente sólo a una minoría-. Posteriormente y con documentos oficiales a la mano -obtenidos por algunas instancias que investigan la supuesta ‘transparencia’ de los organismos gubernamentales-, el domingo 4 de diciembre, la población comprobó que la comisaría municipal Olivia Esther Ucán Chan, se constreñía en corrupción; desvió recursos y falsificó firmas en distintos documentos lícitos que corresponden a un programa de becas para jóvenes en la comunidad, padres de familia denunciaron la falsificación de identidades en esos documentos y, por obviedad, que el apoyo nunca llegó a sus manos.
La gente enarboló protestas en la cabecera de Hopelchén. El 14 de diciembre, la asamblea acudió al Ayuntamiento del municipio para ingresar la denuncia donde se acusa de fraude a la comisaria. De esa movilización, el poder municipal y el secretario del Ayuntamiento, Javier Soberanis Acosta –un personaje clave para entender el teatro que el gobierno ha montado contra el movimiento- se comprometieron a convocar a una reunión resolutiva, sin embargo, pasó que sólo dieron largas y largas.

El día acordado tuvo fecha el 16 de diciembre. Con cinismo, ninguna autoridad gubernamental se presentó a la reunión, a lo que, con gran enojo, los pobladores bloquearon la carretera Campeche-Hopelchén durante la noche. Después de tres horas llegaron tres funcionarios del Ayuntamiento a dialogar,  se acordó “resolver el conflicto” en una asamblea en la comisaría ejidal de Suc-Tuc. El primer punto resolutivo fue la destitución definitiva de la comisaria. Al finalizar por la madrugada del 17 de diciembre, -ya cuando se había firmado la minuta con los acuerdos, e incluso, una persona iba en camino a la casa de Ucán Chan para que firmara su renuncia-, arribaron 4 camiones cargados de antimotines. Armados con gases lacrimógenos y macanas, ingresaron al lugar de la reunión con violencia verbal y psicológica en todo momento, hasta que empezaron a golpear a los pocos pobladores que aguantaron todo el día en la junta; detuvieron a 3 de ellos (Diego Armando Poot Pech, José Alfredo Poot Aguayo y Sergio Echazarreta Ucán). Afuera del lugar, corretearon, aventaron piedras y gases lacrimógenos a la gente que salió a auxiliar a los primeros agredidos, golpearon y rompieron los vidrios de varios automóviles y motocicletas por “puro gusto” [3]. La gente responsabiliza como actor intelectual de estos hechos al gobernador de Campeche, el priísta Alejandro Moreno Cárdenas, acusado de múltiples represiones durante su mandato desde septiembre de 2015.

Motocicletas y automóviles fueron dañados durante la represión policial.
Testigos que se encontraban en la junta, narran que al ingresar los antimotines de la Policía Estatal Preventiva (PEP), les gritaron con matiz de amenaza “¡liberen a los detenidos!”, a lo que mostraron estupefacción, pues las personas del gobierno “estaban sentados y hasta se estaban tomando un refresco”. Y en efecto, el contralor que fungió como instancia legal en la asamblea, acusó a los manifestantes de “privación ilegal de la libertad” y “obstrucción de las vías públicas”, delitos fabricados que se les imputan hoy en día. Como colofón, el “agredido” denuncia, literalmente: “firmé en contra de mi voluntad, la gente me retuvo”.

La organización Ka’ Kuxtal Much’ Meyaj A.C. [4] –de la cual forma parte uno de los presos- dio testimonio, de igual manera, sobre los hechos en un comunicado virtual, enunciando que (…) la comunidad se replegó, muchos buscaron refugio para no ser víctimas de los golpes que la policía estaba dando, sin embargo, otros más se enfrentaron al ver que se estaban llevando a sus amigos o familiares, algunos pudieron liberarse, pero cuatro personas fueron subidas a las camionetas de la policía. De estas cuatro, una persona fue regresada a la comunidad. Las otras tres se encuentran detenidas. Una de estas personas, es miembro de nuestra organización” [5].

Habitante golpeado durante la madrugada del 17 de diciembre.
Ese clima madrugador de violencia, mentiras y rabia, despertó aún más la participación de la asamblea de Suc-Tuc. Se endurecen los bloqueos carreteros. Los mítines afuera del Congreso del Estado radicalizan su tonalidad. Bajo las consignas “no somos pandilleros, somos una comunidad indígena que exige justicia” y “el gobierno reprime al pueblo de Suc-Ttuc” más gente asiste a las movilizaciones con el ánimo de colaborar por la liberación de los 3 presos. Actualmente, Sergio, Diego y José Alfredo se encuentran en calidad de ‘prisión preventiva’ en el Penal de San Francisco Kobén.
En las mesas de diálogos posteriores al 17 de diciembre, las autoridades se centraron -¡mágicamente!- en la sustitución de la comisaria, de los tres presos se habló muy poco. Algunos de los argumentos que las autoridades jurídicas utilizan como retórica, son que “no hay pruebas contundentes, por eso no los trasladaron a la ‘grande’, se les da 3 meses de prisión preventiva (…) para el 31 -¡¿de marzo?!- estarán de nuevo en sus casas”.

Aunado a eso, la población se entera de que la comisaria Ucán Chan sigue sellando y validando documentos desde su domicilio, por tanto, el mensaje de que el Estado seguirá desatendiendo las peticiones del movimiento se convirtió, más bien, en un mensaje de humillación que encontró su último segundo de vida. La comunidad cierra el telón diciendo: “ya no vamos a seguir yendo al Ayuntamiento a manifestarnos, vamos a organizarnos localmente para elegir a nuestros representantes y cambiar de rumbo”.

La asamblea comunitaria delibera y elige a sus nuevos representantes en un acto de democracia directa.
El proceso
Vale no ser perniciosos, por lo que es de gran relevancia asentar que sería demasiado optimista dar de facto la instauración del autogobierno, al menos no en estos momentos, una definición concreta de lo que ocurre en Suc-Tuc es, como el título de este texto, la decisión mayoritaria de la comunidad por conformar y regirse en un autogobierno comunal. Los resultados y experiencias serán los factores determinantes para que en un futuro no muy lejano se escriba en todas partes que “Suc-Tuc es una comunidad autónoma”.
Así, podemos dibujar el cómo se gestó el proceso comunitario:
La convocatoria para elegir a sus autoridades por usos y costumbres se difundió de voz en voz para realizarse el 9 de enero, no obstante, la asamblea fue disuelta por la provocación de un agente infiltrado del PRI, desviando los objetivos que la gente ya tenía bien pensados, ocasionando a su vez que la asamblea se pospusiera para el siguiente día.
Ya el 10 de enero por la noche, Suc-Tuc eligió a los integrantes de un Consejo de Gobierno autónomo y a tres representantes que fungirán como tesorero, secretario y un nuevo comisario, respectivamente. Casi al finalizar este histórico momento,  hizo acto de presencia -con total exasperación- Javier Soberanis, intimidando e intentando volver a desviar los acuerdos logrados.
Los abogados y defensores de derechos humanos que integran la organización Caracol  ODDH -acompañantes  y traductores también en otras instancias de diálogo con los distintos niveles de gobierno-, difundieron en sus redes sociales que (…) “a pesar de que en todo momento el secretario del Ayuntamiento trató de decirle a los pobladores que no era correcto elegir por usos y costumbres, ‘ya que en Campeche no existe ninguna comunidad que se gobierne así’ y que esperaran los tiempos y procesos electorales del municipio, los pobladores eligieron a sus representantes y levantaron un acta de acuerdo, reconociendo así la nueva administración popular”. Como arma jurídica –que dejó sin argumentos a Soberanis- dieron lectura a los Artículos 2° y 39° constitucionales, pautas vigentes para la elección popular en cualquier momento.

La votación fue un acto de democracia directa con base en la confiabilidad y el apoyo mutuo que muestran tanto pobladores como los representantes electos. Es un nuevo esquema sin la participación directa/indirecta de los partidos políticos [6] y que descansa en una total horizontalidad.
El 11 de enero por la mañana, el pueblo llevó el acta del nuevo Consejo de Gobierno a la cabecera de Hopelchén. No resultó agradable el encuentro. En entrevista con Tribuna Campeche, los pobladores denuncian que el Ayuntamiento se negó a quitar del cargo a la comisaria, textualmente, diciendo que “lo más viable es que ella renuncie y facilite las cosas al pueblo” [7]. ¿Qué esperanza podemos tener en que una persona con tanto poder y con un estilo de vida resuelto a costa del trabajo productivo de los demás, renuncie a dichas comodidades de la noche a la mañana? Se les achacó con otras palabrerías, argumentándoles que “se tienen que esperar a 2018 porque ustedes eligieron a la comisaria (…) está bien que se organicen, pero su representante sólo puede ser civil, no comisarial”.
Si analizamos estas declaraciones podemos afirmar que… ¡es irrebatible!, el Estado busca todas las piezas de distracción-confrontación discursiva para ‘ganar tiempo’ y evitar que el autogobierno de Suc-Tuc logre consolidarse y comience a operar. De igual forma, Caracol ODHH informa que “Soberanis no quiso recibirles el acta porque no estaba ‘sellada’ con el sello de la ex-comisaria, a pesar de que el acta consta de firmas de la mayoría de los pobladores empadronados de la comunidad”, pretexto difícil de superar bajo el esquema de la legalidad, ya que la comisaria no ha salido a la luz pública desde el conflicto que se desató a inicios de diciembre.
La solidaridad definitiva
Construir un autogobierno comunal no simboliza una salida temporal, es un germen que se trabaja día con día, es una tarea político-organizativa que conlleva demasiado esfuerzo y vulnerabilidad para quienes lo integren y respalden. El Estado es hostil y buscará todas las maneras existentes para contrarrestar la fuerza de la gente de Suc-Tuc, por ejemplo, el retiro de programas sociales, las becas –irónicamente, el punto de lanza de este movimiento-, la intimidación policial [8] y hasta decisiones extremas de represión violenta como se observó en la madrugada del 17 de diciembre.
La solidaridad debe ser urgente y DEFINITIVA por parte de México y el mundo, tanto por la liberación de los presos como para evitar el desmantelamiento del proceso.
Por eso decimos: que los textos no vacilen sólo en la información, dotémosles de un sentido práctico. Repliquemos lo que sucede en Suc-Tuc de voz en voz, en las calles, en el internet, por todos los rincones existentes. Estemos atent@s, ¡encendamos y coloquemos los reflectores –de los cuales escribí al inicio del artículo- allí donde se necesitan!
¡SOLIDARIDAD DEFINITIVA E INTERNACIONAL CON LA COMUNIDAD DE SUC-TUC!
¡LIBERTAD INMEDIATA E INCONDICIONAL A SERGIO, DIEGO Y JOSÉ ALFREDO, PRESOS POR LUCHAR POR LA VERDAD Y LA AUTODETERMINACIÓN!

¡LA AUTONOMÍA ES LA VIDA, LA SUMISIÓN ES LA MUERTE!

NOTAS CRÍTICAS Y REFERENCIAS:
[1] “Los mayas de Hopelchén resisten a la muerte de su maíz, sus abejas y su pensamiento” en Red en Defensa del Maíz, Gloria Muñoz Ramírez, 08 de marzo de 2014. 
[2] “Encuentran glifosato en manto freático, agua embotellada y orina de habitantes de Hopelchén”, La Jornada por  Lorenzo Chim, 30 de agosto de 2016, p. 28.
[3] Entrevista  a Leonardo Poot Pech, padre de Diego  Armando Poot Pech, uno de los detenidos del 17 de diciembre. “Sin justicia e igualdad” en ¡Por esto!, Dignidad, identidad y soberanía, por Adrián Ferráez y Jorge Caamal, 28 de diciembre de 2016.
[4] Ka’ Kuxtal Much’ Meyaj A.C  “Organización indígena en defensa de las semillas” es una agrupación originaria de Hopelchén que apuesta por “construir como parte del pueblo maya, las condiciones educativas, organizativas y productivas para el buen vivir de nuestras comunidades”. Se ha dedicado enérgicamente a la concientización de la importancia de enfrentar al monopolio de la cosecha de transgénicos, logrando ganar amparos contra Monsanto. Han organizado también el “Festival de las Semillas Nativas” desde el año 2008,  replicado en Iturbide, Dzibalchén, Suc-Tuc y otras comunidades de Campeche y Yucatán.
[5] Pronunciamiento de Ka’ Kuxtal Much’ Meyaj A.C. sobre la represión ocurrida en San Francisco Suctuc, 18 de diciembre de 2016. Publicación en Facebook:
[6] No es una asamblea que discrimine, al contrario, invita cordialmente a que los “hermanos partidistas” participen, pero dejando de lado las banderas y los colores. Es lógico, los restos de la sociedad ulterior y su democracia representativa no se erradican de tajo, sino con la participación mayoritaria en un nuevo diagrama político.
[7] “Que renuncie Comisaria Municipal de Suc-Tuc”, Tribuna Campeche, 12 de enero de 2017.
[8] En entrevista con Caracol  ODHH, nos relatan que “la presencia policial es intermitente, a lo mucho hay 1 o 2 patrullas que rondan de forma esporádica en Suc-Tuc”. Otras causas que aminoran la presencia policial son la lejanía territorial a las cabeceras de Holpechén y Campeche, y el cobarde asesinato a golpes de Dennis Abraham Canché Trejo, ingeniero agrónomo y vecino de Bolonchén de Rejón el 1 de noviembre de 2014, por policías estatales.

Comentarios

René Torres dijo…
Tenemos muchísimo que aprender de nuestros pueblos originarios, mientras en las ciudades se está pensando hacer cambios y buscando los medios de emancipación nuestros hermanos ya lo están haciendo. Una luz y guía para el #GolpeDeEstadoPopularYa.

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