(MARYS YIC)
Red Latina sin
fronteras
En la madrugada del 21/4/1974 un operativo de las Fuerzas Conjuntas ingresa a la casa de la familia
Barrios Fernández buscando a Washington, su hijo, militante del MLN-T y esposo
de Silvia Reyes.
El operativo
fue dirigido por el Batallón de Artillería Nº 1 con apoyo de Artillería Nº 2, a
cargo del Gral. Juan Rebollo y la participación de los Grales. J.C. Rapela y E.
Cristi, los Mayores A. Méndez y José “Nino”
Gavazzo, el coronel Manuel Cordero y los entonces capitanes Mauro Mauriño,
Julio César Gutiérrez y el Tte. Jorge Silveira.
Preparados para
la guerra rodearon la manzana, coparon las azoteas y asaltaron la casa. Cuando
abren la puerta entran amenazando a sus ocupantes y preguntando por Washington
Barrios, lo confunden con su padre por llevar el mismo nombre y se abalanzan
sobre él, hasta que uno grita: “No, a ese
no lo maten que es el padre”.
En ese mismo
operativo mataron a Dorval Márquez, un agente de policía que volvía a su casa
en bicicleta luego de su jornada laboral y que confundieron con Washington.
En medio de un
griterío infernal y ráfagas de ametralladoras se dirigen al apartamento de
enfrente derribando la puerta. Entraron disparando y ametrallando todo el
apartamento, estaban por todos lados, rodeando la manzana y por los techos.
Allí solo se encontraban durmiendo tres compañeras de estudio y de militancia.
Tres jovencitas que fueron asesinadas a sangre fría.
Los vecinos
linderos debieron salir y esconder a sus hijos ya que la balacera era tan
grande que parecía traspasar las paredes. Hubo más de 140 tiros que fueron
contados luego por la familia y allegados. Sacan los cuerpos al otro día luego
de montar una ratonera toda la noche para esperar a Washington Barrios, pero
éste no aparece.
Laura Marta Raggio Odizzio
Uruguaya de 19 años de
edad, soltera y estudiante de la Facultad de Psicología.
El terror
estaba instalado en la casa, de repente sonó el teléfono y su padre atendió: “¿Familia Raggio?… Lo llamamos de las
Fuerzas Armadas… Debe pasar a buscar el cadáver de su hija por el Hospital
Militar…
Su madre la vio
con un balazo en la cabeza y cuando la velaban creyó que se había teñido el
pelo de rojo, pero era sangre. Atesoró durante años sus fotos, sus papeles y
recortes de prensa. Era la única manera de seguir teniéndola cerca.
Diana Riva Maidanik Potasnik
Uruguaya de 21 años de
edad. Estudiante de la Facultad de Humanidades y Ciencias y maestra de Jardín
de Infantes.
Aquel día
cuando su madre atendió el teléfono, una voz dijo: “Su hija murió en un enfrentamiento, venga a reconocerla”. Allí en
la morgue del Hospital Militar, Flora ve a su pequeña amada, tan callada…
Silvia Ivonne Reyes Sedarri
Uruguaya, casada con
Washington Barrios. Tenía 19 años de edad, estudiaba y militaba.
El padre de
Silvia debió reconocer a su hija en la morgue del Hospital Militar. Contó más
de 30 impactos de bala en su cuerpo, donde además llevaba un embarazo de 3
meses de gestación. Le sacó el anillo de matrimonio de la mano derecha y se lo
envió a Washington que ya estaba clandestino en Argentina, donde después sería
secuestrado y desaparecido.
En el
velatorio, que se hizo en la casa materna, Rapela apareció a provocar. El padre
de Silvia en un impulso le sacó el arma y le apuntó a la cabeza, lo sacó de la
casa y le dijo que lo iba a matar si le pasaba algo a Stella –hermana de Silvia
-. Finalmente pudieron convencerlo de devolverle el arma y Rapela se fue.
La presencia
militar no impidió que los vecinos llegaran y en silencio se fueran ubicando en
la vereda de enfrente, donde armaron una cadena humana. Cuando salió el
féretro, una lluvia de rosas rojas cayó sobre él. Con las manos unidas la gente
formó el espontáneo y cálido cortejo.
En el año 2007
el juez, Dr. Pablo Eguren, dispuso el archivo del expediente que investigaba el
asesinato de las tres muchachas en 1974. El magistrado clausuró la
investigación a pedido del fiscal Enrique Möller. Desde el año 2008 la denuncia
se encuentra en la CIDDHH (Corte Internacional de Derechos Humanos) aún sin tener
respuesta.
Los datos aquí
narrados fueron tomados de los libros “Ovillos
de la Memoria” y del Tomo 1 de Álvaro Rico “Investigación Histórica sobre la dictadura y el terrorismo de Estado
en Uruguay 1973–1985”).
Uruguay firmó
el “Acuerdo de Londres” el 8 de
agosto de 1945 por los Juicios de Núremberg, firmado por las potencias aliadas
que actuaron “en interés de todas las
Naciones Unidas”, mediante el cual se anunció la creación de un Tribunal
Militar Internacional para el juzgamiento de los criminales de guerra cuyos
crímenes no tuvieren localización geográfica particular. En el estatuto del
Tribunal de Nüremberg se definieron los actos que se consideraban crímenes
sujetos a la jurisdicción del Tribunal, clasificándolos en tres categorías: “crímenes contra la paz”; “crímenes de guerra” y “crímenes contra la humanidad”, estos
últimos definidos como “asesinatos,
exterminio, sometimiento a esclavitud, deportación y otros actos inhumanos
cometidos contra cualquier población civil antes de, o durante la guerra; o
persecuciones por motivos políticos, raciales o religiosos en ejecución de o en
conexión con cualquier crimen de la jurisdicción del Tribunal, sean o no una
violación de la legislación interna del país donde hubieran sido perpetrados”.
Este caso es
uno más en un océano de horror y perversidad. La impunidad sigue vigente a la
espera de que la SCJ cumpla con sus obligaciones y de que el Parlamento
Nacional anule con otra ley, y de una buena vez, la Ley de Caducidad, que desde su nacimiento es inconstitucional.
¡Por
Laura, Diana y Silvia, mantendremos la memoria viva!
¡Por
ellas y por tod@s, verdad y justicia!
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