¡Viva la vida, en tiempos donde desde abajo se construye un mundo nuevo! ¡Nunca más un México sin nosotros!
Por Edith Peredo
Centro de Medios Libres
Publicación Abierta
28 diciembre, 2015
Arrancaron nuestros frutos,
cortaron nuestras ramas, quemaron nuestro tronco, pero no pudieron matar
nuestras raíces.
Popol Vuh
Este año, como muchos otros, ha sido largo ¿verdad?
Llegar a donde estamos,
reconocer, recordar… ¿Cómo escribes tanto en unas cuantas líneas?
Las palabras sobran y a
veces faltan. Hemos hablado de frente, llorando nuestras penas, compartiendo
nuestros dolores. Escribimos y dialogamos y exigimos y nada ha sido suficiente.
Las palabras retumban en la memoria de los que resistimos, se plasman en la
piel, se adhieren a la lengua y brotan como semillas que luchan por sobrevivir.
Y seguimos y todo vale; porque siendo diferentes, las palabras nos unen; porque
si nos callamos, arriba ganan.
Los ojos han visto tanto y
tan poco. Masacre, represión, golpizas, muerte. Y las lágrimas a veces no
alcanzan y aunque los ojos se hacen chiquitos de desvelo, cansancio, ganas de
no seguir viendo lo que vemos, siempre hay una disposición voluntaria para
continuar buscando un rayito de luz solar, una estrella luminosa que sonría y
encontrar otro ojo, una mano, un corazón que acompañe en la búsqueda de los que
somos, de lo que nos quitaron.
Las manos han tocado todo
y casi nada. Tierra fértil, agua cristalina, campo verde, otras manos… Los
dedos han servido para delinear formas, figuras, cuerpos, rostros. Y la piel
tiene memoria, y la piel no olvida y reclama lo sentido. La frescura del río
que nos robaron, la textura de la tierra donde sembrábamos, la tibieza de la
mano de una madre, un padre, un hijo, una hija, un compañero. Las manos no se
cansan de buscar lo que perdimos o nos perdieron o nos arrebataron.
Los pies han andado a
prisa y tan despacio. Han caminado otras geografías, diferentes territorios, y
los zapatos aunque gastados, siguen resistiendo el andar. Los pies adoloridos,
inflamados, llenos de recuerdos por tanta andanza, lastimados por tantas
piedras que nos han puesto en el camino, con las que intentan que tropecemos,
que caigamos, que renunciemos, que olvidemos a quienes acostumbraban marchar a
nuestro lado, al mismo paso, al mismo tiempo. Tanto el camino, tanta la
ausencia, tanta la injusticia. Y nuestra búsqueda no claudica, no se vende, no
se rinde.
No dejemos de resistir la
lucha, de llenar el corazón con todo lo bueno, por los que están y no están, por
los que fuimos, por los que somos y por los que queremos ser.
Y que viva la vida, en
tiempos donde desde abajo se construye un mundo nuevo.
Falta lo que falta…
Comentarios