Texto de Ximena Antillón
El Viernes 24 de julio
de 2015
Todas las noches, antes de dormir, le leo
un cuento a María, mi hija de seis años. Esta noche María no me pide un cuento.
Quiere que le explique qué pasó con los 43 estudiantes normalistas
desaparecidos. Pienso en las palabras y el tono, ¿cómo explicar este horror a
una niña? Entonces empiezo como si fuera un cuento, el que nunca hubiera
querido contarle.
-Los estudiantes son de una escuela que se
llama Ayotzinapa, que significa lugar donde hay muchas tortugas, y que está en
un estado que se llama Guerrero.
-¿Ayotzinapa está en Guerrero o Guerrero
está en Ayotzinapa?-, me pregunta María, y como siempre, me
desconcierta. Le digo que Ayotzinapa está en Guerrero… pero, tal vez, al revés
también.
-¿Y tú sabes qué pasó con los estudiantes?-,
insiste María. Le digo que los muchachos se perdieron, y que sus papás y mamás
los están buscando.
-Sí, los desaparecidos, los cuarenta- me
responde como reclamando que eso-ella-ya-lo-sabe
y que no le estoy explicando bien-.
-Son cuarenta y tres, preciso. ¿Quieres
verlos?-. Saco de mi bolsa las fotos que mis compañeras de trabajo imprimieron
para la marcha del miércoles pasado. Se las voy pasando, mientras le leo los
nombres, y ella las acomoda cuidadosamente sobre la cama en cuatro filas. Los
cuenta: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20,
21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40,
41, 42, 43. Le llama la atención que uno tiene corbata y que otro se ve
preocupado.
-¿Son niños?-, me
pregunta.
-No, son más grandes que tú. Mira, él tiene
21 años.
-Pero parece un niño.
-Es verdad-, le
contesto, y se me aprieta el estómago.
-Pero
cuéntame desde el principio, me exige María.
-¿Desde el principio?… Bueno, pues todos
ellos tenían un sueño, desde muy chiquitos. Tal vez desde que tenían tu edad.
Su sueño es ser maestros, así como tu maestra de primero de primaria. Los
maestros son muy importantes…
-Sí -me interrumpe-, porque enseñan a los niños y los niños tienen que saber las cosas… Que
la comida chatarra es inconveniente.
-¿Dijiste “inconveniente”?-,
pregunto sorprendida por semejante vocabulario. -¿Sabes qué significa?
-Mmmm… ¿qué está mal?
-Sí, inconveniente es algo que no te
conviene. Por eso son importantes los maestros.
-Para que enseñen a los niños lo que está
bien y lo que está mal. ¡Yo quiero ser maestra de karate!
-¡Eso estaría muy bien! Entonces ellos se
fueron a estudiar a esa escuela donde hay muchas tortugas, y sus papás y sus
mamás les dijeron “hijo, nosotros te vamos a apoyar para que estudies y aunque
no tengamos dinero vamos a trabajar mucho para que puedas estudiar”. Y entonces
se fueron a vivir a Ayotzinapa. Ahí les enseñan a ser maestros y también
siembran flores.
-¿Viven en la escuela?
-Sí. Se llama “internado”.
-Mamá, yo no quiero ir a un internado, me da
miedo –me dice haciéndose una bolita en la cama-.
-No tengas miedo amor, por eso estamos
protestando. Para que cuando crezcas seas libre para ir a donde tú quieras y no
tengas miedo.
-¿Se los llevaron de la escuela?, ¿quién se
los llevó?, ¿los policías?
-No. No se los llevaron de la escuela. Ellos
fueron a otra ciudad a buscar unos autobuses para ir a una marcha, ¿te acuerdas
de las marchas? Y los policías se los llevaron en sus patrullas.
-¿Se los llevaron a todos?
-No. Sólo se llevaron a los que cabían en sus
patrullas. Por eso sus papás y sus mamás los están buscando, porque los
policías no quieren decir a dónde se los llevaron.
-Mamá, ¿me regalas una foto?
-Si amor, te las regalo todas. Aunque no los
conocemos, los queremos mucho y nos duele que no estén. Por eso muchas personas
están protestando. ¿Quieres una cajita especial para guardarlas?
-Sí. ¿Las puedo llevar a mi escuela? Sólo
las voy a sacar en el recreo.
Buscamos
una cajita y acomodamos las fotos. María prepara una camita dentro de una
canasta y pone una pequeña tortuga hecha de conchas de mar. Por fin se queda
dormida, con su cajita y su tortuga.
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