09 Diciembre, 2014
La conciencia
proletaria fortalece la lucha por la justicia social
En las últimas dos elecciones
presidenciales ha participado una izquierda cuya meta máxima es lograr
construir en México un Estado de bienestar capitalista, la cual podemos
ubicar en dos grandes grupos: quienes desde la plataforma electoral
fundamentan sus demandas y quienes desde un movimiento social aprovechan
las alianzas que se pueden generar dentro de los periodos electorales pero
guardando cierta independencia de los partidos políticos.
En estos procesos electorales, la burguesía ha sido representada por el
PAN, el PRI, el PVEM y la mayoría del PRD, mientras que la pequeña burguesía,
ha tenido su representación en el PT, MORENA y una mínima parte del PRD. A
nivel electoral la única clase que no tiene una representación es la
proletaria, la cual, en su gran mayoría simpatiza con el MORENA.
Bajo estas condiciones, parecería que el proletariado no tiene ninguna
oportunidad, ni siquiera de empujar sus demandas o por lo menos frenar el
avasallamiento de las políticas neoliberales que se han implementado con las
llamadas reformas estructurales.
López Obrador, máximo representante de MORENA, ha sido claro en cuál es
su objetivo: la toma del poder político por medio de las elecciones para
construir un Estado de bienestar. En su discurso no nos dice que esto significa
permitir una explotación capitalista pero acotada a través de la conciliación de clases, es decir:
una explotación que mantenga al proletariado menos jodido y ‘más contento’.
Por otra parte, existen otras manifestaciones organizadas del
movimiento pequeño burgués como el Movimiento de Liberación Nacional (MLN).
Si bien no cuenta con un registro legal para participar en las elecciones, se
ha aliado al MORENA. Además de perseguir puestos como diputados o funcionarios
en los gobiernos de “izquierda”
siguen luchando por conseguir más puestos para sus integrantes en diferentes
universidades, ya que algunos de sus más conocidos dirigentes son
investigadores, quienes se han caracterizado por ser intelectuales con un
alto nivel socioeconómico, que ante el temor de perder este status, sólo se
dedican a teledirigir movimientos de masas.
Otras corrientes aliadas al MLN son las conformadas por dirigentes de
algunos sindicatos como el SME y algunas secciones de la CNTE que tienen como
objetivo colocarse como diputados locales o federales. Si bien en parte lo
hacen por conseguir mejoras económicas para sus agremiados y mediatizar su descontento,
el problema es que no salen del círculo de la lucha económica, una lucha que
se restringe a mejorar sus condiciones de vida, sin contemplar a toda la clase
trabajadora.
Una de sus características que tienen estos aliados del MORENA es la radicalidad de su discurso. En el 2009
era claro para el MLN que debería existir “[…]
un proceso de insurgencia cívica y
popular que aproveche todas las formas de resistencia […] legales y extralegales, electorales y
extraelectorales, institucionales y extrainstitucionales”. Sin embargo,
en la práctica, en la movilización, no sólo limitaron el descontento popular,
sino que abonaron a la criminalización de la protesta social, condenando y
señalando a organizaciones y colectivos que pretendían llevar a cabo
acciones que no se podrían enmarcar en el pacifismo.
La acusación que se promovió sobre la existencia de provocadores e infiltrados
dentro de los movimientos sociales que usaron la autodefensa ante el ataque de
los cuerpos represivos, desnudó la posición política del MLN. Para esta
organización socialdemócrata pequeñoburguesa el precio de fortalecerse en la
movilización social es sacrificar a aquellos que están más allá de su izquierda, es decir, todos los que no
comparten su objetivo principal: llegar al poder del Estado por medio de
sus alianzas con movimientos o partidos que participan en las elecciones y que
limitan su actuar a un pacifismo mal entendido.
Entre las enseñanzas que podemos obtener de analizar los diferentes
objetivos y métodos de organización de las fuerzas que representan a la pequeña
burguesía están:
1) todo trabajo político
cotidiano o coyuntural debe tener como objetivo elevar la conciencia de clase
proletaria de las masas;
2) las demandas particulares
deben ir siempre atadas a la necesidad de una transformación que termine de
raíz con las causas de la desigualdad y la injusticia económica, política y
social y
3) debemos generar los
mecanismos políticos y organizativos para defendernos de la política represiva
del Estado, denunciar al oportunismo cuando sus intereses se vuelven un
obstáculo en la lucha social o cuando se busca señalar a los movimientos
sociales con la única finalidad de que el Estado los reprima.
Es importante recalcar que fuerzas como el MLN no son el enemigo
principal del movimiento proletario y que no debemos desgastar nuestras fuerzas
en el choque con estas posiciones políticas. Debemos orientar nuestra lucha
para que el pueblo trabajador pueda lograr objetivos políticos claros como
clase y con base en esta claridad, sienta la necesidad de desarrollar la lucha
política e ideológica y no solamente una lucha de demandas inmediatas. Esto
fortalecerá al movimiento socialista, debilitará al oportunismo y permitirá la
defensa organizada de las masas ante la embestida represiva del Estado, que
sigue su curso y cada día parece perfeccionar sus estrategias, sobre todo ahora
que de nueva cuenta el viejo PRI se encuentra bajo las riendas del gobierno
federal.
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