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SubVersiones
22
noviembre, 2014
Por Marlene
Mondragón, Juan Manuel García y Rafael Camacho
Marcha al AICM deriva en enfrentamientos
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Publicado el 21/11/2014
En el marco del paro nacional
del #20Nmx estudiantes marcharon hacia el Aeropuerto Internacional de la Ciudad
de México con la intención de bloquear sus accesos pero la policía capitalina
les impidió el paso lo que derivó en enfrentamientos y detenciones
El contingente, supuestamente de vándalos, violentos,
agresivos y bárbaros que pretendía tomar el Aeropuerto Internacional
de la Ciudad de México fue sometido por granaderos y soldados vestidos de
civil, el 20 de noviembre de 2014, en el marco de la #AcciónMundialPorAyotzinapa.
En esta acción dieciséis personas fueron arrestadas y muchos más «encapsulados», reprimidos y
violentados.
La cita fue en punto de
las 9:00 a.m., en las estaciones del metro Moctezuma y Oceanía. Dos
contingentes de aproximadamente 600 estudiantes de la UACM, FCPyS, UAM, IPN,
ENAH y CCH tomaron el pavimento de la avenida Oceanía para tratar de acercarse
a las inmediaciones del aeropuerto, sin embargo, se alcanzó a divisar la ratonera que les tenían preparada
miles de granaderos, y elementos de seguridad vestidos de civiles. Decidieron
no enfrentarse, «ese es el acuerdo»
mencionó el grupo por medio del megáfono.
La movilización decidió
rodear el aeropuerto y realizar el bloqueo en el cruce de avenida Zaragoza con
Boulevard Puerto Aéreo; los granaderos, que los seguían a distancia desde
algunos kilómetros atrás, decidieron avanzar sobre el contingente que realizaba
el bloqueo, ante lo cual, entonces sí, fueron recibidos con piedras, palos y
bombas molotov.
«No caigan en provocaciones»,
gritaban algunos estudiantes; los granaderos se acercaron y dislocaron la manifestación.
Las personas se refugiaron en negocios, corrieron a calles aledañas, algunos
decidieron marcharse, pero nada evitó que fueran acorralados.
En un intento por evitar la represión, compañeros de Marabunta
realizaron un cordón para proteger a los manifestantes, algunos estudiantes
leyeron artículos de la Constitución y gritaron algunas consignas para hacerse
escuchar. El miedo a ser sujetos de otra masacre se veía en sus rostros.
El estruendo del arribo de los aviones al aeropuerto fue la
cadencia que acompañó la tensión formada en el enclaustramiento por parte de
los elementos de seguridad. Durante un lapso de dos horas, se discutieron
posibles acuerdos: dejarlos salir de diez en diez y revisar sus pertenencias,
dejarlos salir uno por uno, que salieran primero las mujeres, fueron algunas de
las propuestas que se obtuvieron en la mediación entre observadores de derechos
humanos y elementos de concertación ciudadana del Gobierno del Distrito Federal
(GDF). Mientras las negociaciones parecían avanzar, una avalancha de granaderos
arremetió contra los estudiantes que se encontraban acorralados y se llevó a
algunos, entre golpes y jaloneos, además de confiscar gasolina,
resorteras, cohetes y otros materiales.
Los vecinos de la colonia Industrial Puerto Aéreo y otros más que iban
pasando de hacer sus mandados, se tomaron el tiempo para echar un ojo a
la situación: algunos miraban desde sus ventanas, otros más salieron a las
esquinas a ver qué pasaba. Como era de esperarse, les ofrecieron su apoyo a los
estudiantes, incluso hubo expresiones de aversión hacia los policías mientras
ellos escoltaban al contingente de «anarquistas»,
los padres de familia no los dejaron solos, también los escoltaron para
asegurarse de que no hubiera más detenciones, hostigamiento y heridos.
La fe que algunas personas todavía tienen en el Estado ha provocado que
acciones de protesta congruentes y justificadas —frente a las matanzas,
represión, desaparición forzada, impunidad e infinitos etcéteras— como la toma
de casetas, de aeropuertos o la quema de palacios municipales sean tachadas de políticamente incorrectas, ilegítimas, salvajes u orquestadas por
provocadores, ¿y la violencia que ejerce el Estado contra el pueblo? ¿De
qué legitimidad presumen? El Estado ya se cansó, está desgastado, no
sirve.
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