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Silvia Ribeiro
* Investigadora del Grupo ETC
La Jornada
La Jornada
16/6/2014
Desde la milpa se ve el mundo
Con esa frase nos recuerda Ramón Vera Herrera,
de GRAIN y Ojarasca, la mirada desde la vida campesina, donde el entramado de
relaciones de comunidades, mujeres, hombres, niños, maíz y mucho más que crece
en la milpa [terreno donde se cultiva el maíz], nos permite ver el horizonte
con más claridad. Los senderos de la defensa del maíz y contra la invasión de
los transgénicos son una afirmación contundente de ello.
El libro '¡No toquen nuestro maíz!', publicado recientemente por GRAIN
(disponible en redendefensadelmaiz.net y grain.org), recoge muchas de estas
manifestaciones en los últimos dos años y su confluencia con la defensa de la
tierra y el territorio, con la lucha contra los despojos en campo y ciudad, con
la vitalidad y resistencia desde los barrios, desde los jóvenes y muchos más.
El mapa que se forma entre las muchas acciones y miradas nos permite entender
más profundamente lo que está en juego, pero también ver el horizonte, respirar
hondo y seguir caminando abrigados por lo colectivo.
Un buen ejemplo de construcción colectiva fue la elaboración de las
acusaciones que se presentaron en la audiencia temática "Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la
autonomía" del Tribunal Permanente de los Pueblos, capítulo México
(TPP), en la que confluyeron cientos de organizaciones y comunidades de todo el
país, miles de personas. El libro refleja las voces de muchos casos
presentados, los dictámenes de las pre-audiencias realizadas en Morelos,
Jalisco, Yucatán, Hidalgo, Oaxaca y Distrito Federal durante 2012 y 2013, así
como el dictamen final que emitió el jurado internacional recogiendo más de 300
casos y testimonios de todo el país.
Desde la resistencia a la contaminación transgénica de maíces campesinos
en las comunidades y su trabajo de cuidar las semillas y la milpa, los
testimonios críticos a los transgénicos de científicos comprometidos con la
sociedad, a los despojos legales y/o violentos de tierra, agua, semillas, territorios,
la contaminación con agrotóxicos y basureros, la colisión campo-ciudad, la
violencia médica y obstétrica, la negación de la diversidad cultural, los
asesinatos y persecución de quienes se defienden, la marginación y
criminalización de jóvenes y la negación de su futuro, las trampas jurídicas
para negar acciones legales justas, todo fue parte de las bases del dictamen
del TPP, que entre otros puntos, concluyó que "por los riesgos ambientales, a la salud y económicos a que se
somete al centro de origen global del maíz, así como a la bases del sustento de
los pueblos que lo crearon y legaron para bien de la humanidad, y en
consecuencia a la seguridad alimentaria mundial, se debe prohibir la
experimentación, liberación y circulación del maíz transgénico en México".
El libro nos muestra también otros documentos y relatos de acciones,
tanto nacionales como internacionales, de la resistencia ante la amenaza
transgénica al centro de origen del maíz y a los pueblos que lo crearon.
También menciona los señalamientos al gobierno por parte de organizaciones de
Naciones Unidas y la recomendación del Relator Especial del derecho a la
alimentación, Olivier de Shutter, para restablecer inmediatamente la moratoria
a liberación al maíz transgénico, por sus impactos en la biodiversidad y los
campesinos.
Esta amplia movilización nacional e internacional a muchos niveles
significó que desde 2012 el gobierno frenara el otorgamiento de permisos para
liberar maíz transgénico, tanto experimentales como comerciales. Un año
después, a fines de 2013, este freno popular se afirmó con la aceptación de una
acción colectiva para suspender las solicitudes pendientes, que está bajo
ataque pero sigue vigente. No obstante, el libro muestra que pese a esta orden
judicial, el gobierno siguió colocando en línea nuevas solicitudes de
liberación de maíz transgénico con fecha 2013, por lo que hasta fines de ese
año había 87 solicitudes pendientes de empresas trasnacionales para más de 7
millones 700 mil hectáreas. El documento detalla el tipo de transgénicos, en
qué estados, cuánta superficie y qué empresas los solicitan.
Adicionalmente y violando nuevamente la orden de suspensión, el gobierno
publicó cuatro nuevas solicitudes de maíz transgénico en 2014. Además de que
antes había aprobado cientos de miles de hectáreas de siembra de soya
transgénica, una amenaza brutal a comunidades, sistemas naturales y apicultura
en la península de Yucatán, hechos también condenados por el TPP y en parte
bajo orden de suspensión por acción legal de comunidades en Campeche. En 2014
el gobierno publicó por primera vez, una solicitud para experimentar con frijol
transgénico, a cargo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales,
Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). Como para dejar en claro que se proponen
terminar con todos los cultivos bases de la milpa, de la alimentación de la
población y con la soberanía.
Aunque las empresas y gobierno parecen creer que es una cuestión de
tiempo, de ataque, desgaste y esperar a que nos cansemos, lo cierto es que la
defensa del maíz, de las semillas, de tierra y territorios, son luchas para
siempre porque son la base de la vida de todas y todos. Pese a la duración y
tamaño de la agresión, siempre habrá semillas campesinas y manos que las
plantarán y volverán a germinar en muchas más.
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