El proyecto de Autopista Naucalpan–Aeropuerto Toluca, a costa de destruir más de 600,000 mts2 de bosque
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Las promesas de campaña para gobernador y presidente de Enrique Peña
Nieto, fueron y siguen siendo para sus amigos. Esos que se dedican a
expandir el capital, despojando a las comunidades indígenas de sus tierras,
destruyendo sus procesos de autonomía, destruyendo su hogar.
Esos amigos tienen nombre y apellido. El proyecto de autopista,
Naucalpan-Aeropuerto Toluca está a cargo de la constructora Autopista de
Vanguardia, filial del grupo Higa, cuyo dueño es Armando Hinojosa Cantú, su
hijo estuvo casado (estuvo, porque ya murió, murió en un accidente aéreo) con
la hija del exgobernador de Veracruz, Fidel Herrera.
Esta empresa familiar construyó, por más de 7mmdp, el hospital de
Zumpango, EdoMex, cuando Peña Nieto fue gobernador.
Esta empresa pretende destruir 600,000 mts2 de bosque, afectando la vida de cientos de especies de
plantas y animales, muchas de ellas endémicas como el coyote. La Dirección
General de Política Ambiental e Integración Sectorial del EdoMex notificó a la
SEMARNAT que el proyecto de autopista es incongruente con el programa de
ordenamiento ecológico del Estado de México. Sin embargo esto ha
importado poco, destruir y generar miles de millones es el objetivo de Peña y
sus amigos empresarios a quien les debe aportaciones generosas a su campaña
presidencial.
Los compañeros guardianes del Bosque Otomí, Xochicuautla, Lerma, Ayotuxco,
Huitzizilapan y otras comunidades nahuas y otomís nos vienen a advertir: “este proyecto no solo nos afecta a
nosotros, el agua que se llevan de nuestros lugares va para el Sistema
Cutzamala que abastece al Valle de México, si no pone cada quien su granito de
arena pronto estaremos padeciendo la falta de agua” (cosa que ya pasa en
muchas colonias del DF. imaginen sin el bosque). Los compañeros nos explican
que es a través de asambleas fraudulentas “donde
hay más policías que comuneros” como se dan los despojos, dicen: “nos van midiendo, las asambleas no son de
ahorita, ya llevan años, quieren saber quiénes pueden llegar a estar de acuerdo
con el proyecto para así ofrecer dinero aprovechándose de que no hay”.
Denuncian también como se han llevado sus árboles, argumentando que ya están viejos, pero los que ahí viven
nos dicen que se llevan los mejores. Nos explican su relación con el CNI: “es un espacio donde nos encontramos
comunidades indígenas que no pertenecen a ningún partido político, que tenemos
autonomía, que la quieren, que la están buscando, que la quieren recuperar”.
Los compañeros guardianes hablan y nos dicen: “seguimos aquí, de frente, no tiene precio nuestro territorio”.
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