Enero 25, 2014
Publicado
por guerrillacmx
La Liga Comunista 23 de Septiembre
centra su atención en un ambicioso objetivo para reforzar su estructura: el
rescate de militantes recluidos en diferentes prisiones del país y en las
celdas clandestinas del Campo militar Número Uno.
En la mira está el antiguo
penal de Oblatos, Guadalajara, que alberga a dos mil prisioneros y mil
quinientos procesados. Los acusados de subversivos son considerados de máxima
peligrosidad y están recluidos en una sección llamada “El Rastro”. Ahí estaban alojados cuarenta presos de la 23 de
Septiembre, las FRAP y la Unión del Pueblo.
El Plan de fuga de la Liga
Comunista es matemáticamente exitoso. Logran escapar Antonio Orozco Michel, “El Michel”; Mario Álvaro Cartagena, “El Guaymas”; Enrique Guillermo Pérez
Mora, “El Tenebras”; Trinidad
Villegas Vargas, “El Billetes”;
Armando Escalante Morales, “el Loco
Escalantes”, y Francisco Mercado Espinoza, “el Flaco”, recluidos en el segundo piso del Rastro.
La construcción tenía dos
plantas, diez celdas de dos metros de largo por 1.20 metros de ancho y
comunicaba a un patio de cuatro por diez metros.
Participan tres comandos:
el de los seis prisioneros sería el encargado de horadar en la pared de una de
sus celdas un boquete de cuarenta centímetros de circunferencia. De esta forma
penetrarían a una torre ubicada en la esquina de la calle 58 y Gómez Mendiola.
Como sus celdas estaban en un segundo piso, ya dentro de la torre deberían
saltar hacia la planta baja para poder tener acceso a su escalera de caracol.
Los escalones conducirían a la azotea, en donde tendrían que neutralizar a los
vigilantes ahí apostados.
Dos meses tardaron en
horadar la pared. Primero debieron desprender cuidadosamente los mosaicos para
poder raspar los ocho ladrillos que estaban detrás. El trabajo de pulverización
fue lento.
El polvo era recogido en
bolsitas de plástico que eran tiradas en el excusado. Todo debía hacerse con
suma precisión para ocultar las herramientas y colocar el cartón, en donde
habían pegado los mosaicos desprendidos, para que en las tres revisiones
carcelarias diarias, llamadas las “Zorras”,
los custodios –que tocaban paredes y levantaban colchones- no notaran nada
sospechoso.
Cuando raspaban la pared
con un desarmador, otros miembros del comando bajaban al patio a jugar
básquetbol y así cubrir los ruidos. Las herramientas y las pistolas habían sido
introducidas de manera clandestinas. El mensaje de que el operativo ya tenía
fecha y hora había sido recibido con tres días de anticipación. La fuga se
programa para el 22 de enero de 1976, a las 19:19 pm, en sincronía unos relojes
que habían comprado con anterioridad.
El mismo día del escape
programado todavía les faltaba pulverizar un ladrillo y hacer las cuerdas.
Elaboran tres de diez metros de largo con los sobrantes de estambres que otros
internos habían usado en el tejido de chales. Cada una era una cadena de
treinta trenzas unidas por nudos que a la vez servían para descender con más
facilidad.
En el plan el comando
externo se dividiría en dos. Una pareja estaría besándose en la contra esquina
de la torre en cuestión para distraer al custodio de la calle 58. Los demás
cuidarían a la patrulla de resguardo que pasaba por el punto cada quince
minutos. A una orden, atacarían al guardia de la garita de Gómez Mendiola
–armado con una metralleta de tripeé- y a los celadores que acostumbraban comer
en la taquería de dicha calle. Mientras tanto el tercer comando, lejos, en la
carretera de Tlaquepaque a Chapala, tomaría por asalto la subestación eléctrica
El Álamo para que a la hora exacta, a las 19:19 pm, se provocara un apagón en
todo el sector que posibilitaría la fuga.
A las cuatro de la tarde
empiezan a quitar el último ladrillo. A las seis no terminan todavía. Dan las
siete y no acaban. La pelota de básquetbol es botada con nerviosismo por los
otros compañeros. De pronto, en las afueras de la celda, se escucha la voz de
un custodio que grita: “¡Orozco Michel!
¡Salga!” Lo buscaba el director. Entonces El Guaymas intenta impedir que el
Michel acudiera al llamado. La huida estaba en riesgo.
Y me dicen los compas: “¡Pues dile al custodio que chingue a su
madre o algo!”. Corro y le digo que Michel se está bañando. A las siete
diez viene otro y dice: “¡Que salga
Michel o de lo contrario van a venir por él!”, y le contestamos: “¡Que venga el director porque él no va a
salir!” Y se va a darle el recado al director.
Estamos nerviosos porque
teníamos que estar a las 7:10 abajo, en la torre. A esa hora, luego de quitar
el último ladrillo, empieza a bajar la raza, los más delgados primero.
A las 7:16 todos vamos
subiendo las escaleras de la torre, despacito, sin hacer ruido. Al llegar a la
azotea tenemos a los custodios como a tres metros y a los otros como a cinco,
en la otra torre, que era la peligrosa porque es donde íbamos a saltar por la
calle 58. A las 7:18 ya estamos los seis listos. No se había detectado la
ausencia de presos.
A las 7:19 se va la luz. Agarramos un encendedor y damos la señal de que estamos listos. En eso los compañeros externos empiezan a atacar a los custodios de la taquería y al de la metralleta con el tripié mientras nosotros atacamos a los de las torres. Está muy oscuro, no se ve nada. La única luz es la de la luna. Todo el mundo se asusta, hay un corredero. Brincamos y nos estaban esperando con una camioneta. Todos salimos ilesos. A las 7:25 ya estamos dispersos. A las nueve de la noche todavía seguía el apagón.
A las 7:19 se va la luz. Agarramos un encendedor y damos la señal de que estamos listos. En eso los compañeros externos empiezan a atacar a los custodios de la taquería y al de la metralleta con el tripié mientras nosotros atacamos a los de las torres. Está muy oscuro, no se ve nada. La única luz es la de la luna. Todo el mundo se asusta, hay un corredero. Brincamos y nos estaban esperando con una camioneta. Todos salimos ilesos. A las 7:25 ya estamos dispersos. A las nueve de la noche todavía seguía el apagón.
El saldo es de tres
policías muertos y uno herido. Al día siguiente el director de la Dirección
Federal de Seguridad amanece enfurecido con la noticia.
http://www.periodicomadera.com/la_fuga_de_oblatos_una_historia_de_la_lc23s
— con Alejandro Martínez.
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