Fuente: Truthout,
24-09-2013
Entrevista al escritor
David Bacon, autor de The Right to Stay Home [El derecho a permanecer en
el país propio]
Traducido para Rebelión por
Germán Leyens
The Right to Stay Home. Noam Chomsky articula de
modo sucinto la importancia del nuevo libro de David Bacon sobre la migración
mexicana (y centroamericana) hacia EE.UU. a fin de sobrevivir económicamente:
“Combinando evocativas narraciones personales con un penetrante análisis
geopolítico, este convincente ensayo revela vívidamente los efectos
devastadores sobre México de la guerra de clases global de las últimas décadas
y su impacto sobre EE.UU. Tal vez la demanda más impactante de las víctimas es
“el derecho a no emigrar, el derecho a vivir con dignidad y esperanza,
amargamente atacado bajo la versión neoliberal de la globalización”.
Truthout habló con David Bacon, autor de The Right to
Stay Home [El derecho a permanecer en el país propio], sobre qué parte de
la migración mexicana a EE.UU. tiene lugar como espantosa reacción ante
explotadoras estrategias económicas y de nación-Estado.
Mark Karlin: Cuando las personas se convierten en peones de
ajedrez en vez de ser consideradas como seres humanos, a menudo pierden su “derecho a permanecer en su país”,
argumenta. En vista de las masivas fuerzas gubernamentales, corporativas y del
comercio global que crean horrendas circunstancias económicas en México y
Centroamérica –particularmente en las poblaciones indígenas– ¿dónde comienza la
resistencia como dice usted en su último capítulo?
David Bacon: Comienza en las comunidades locales de los
propios migrantes. El libro describe una de las organizaciones más importantes
que llaman a la resistencia y al derecho de permanecer en casa, el Frente
Binacional de Organizaciones Indígenas. Logró que el primer gobernador de
Oaxaca, que no es del PRI (partido político dominante), asumiera un compromiso
por el desarrollo que ofrecía a la gente una cierta alternativa a la migración
forzada. Pero esta demanda también es planteada por organizaciones de
migrantes, especialmente de migrantes indígenas, en toda Latinoamérica, en las
Filipinas, y ahora la oiremos en la reunión alternativa Agenda Popular Global
sobre Migración que tendrá lugar el próximo mes en Nueva York durante el
diálogo a alto nivel de las Naciones Unidas sobre la migración.
MK: Usted es magistral e infatigable en el detalle de
cómo diversas políticas económicas neoliberales han devastado en particular a
los pobres en México que dependían de una existencia de subsistencia agraria.
¿Cómo afectó el NAFTA a las economías rurales indígenas empobrecidas pero
sustentables, imponiendo esfuerzos para migrar a EE.UU.?
DB: El NAFTA permitió el dumping a bajos precios de
maíz, carne y otros productos agrícolas en México por inmensas corporaciones
cuyos costes en EE.UU. son subvencionados por la ley agrícola de EE.UU. Lo
hicieron para apoderarse del mercado y actualmente una compañía, por ejemplo
Smithfield Foods, vende un 25% de todo el cerdo en México. Eso hace que sea muy
difícil para los agricultores mexicanos tener cultivos o criar animales y
venderlos a un precio que compense el coste de su producción. Cuando no
pudieron sobrevivir como agricultores, tuvieron que irse de su país en busca de
trabajo.
MK: Usted detalla que el programa de trabajadores
temporales, conocido ahora como visas H2A y H2B (para continuar en la propuesta
“reforma” de la inmigración en otra
guisa (antiguamente el programa bracero en gran escala) explota derechos
humanos básicos y formaliza la utilización de trabajadores con salarios de
miseria desde México. Yo supe que esa característica continua de la “reforma de la inmigración” era mala
cuando George W. Bush la apoyó plenamente. Hablé un poco de las injusticias de
los diversos programas de trabajadores temporales y a quiénes ha beneficiado.
DB: Existen actualmente
programas de visa de trabajo para trabajadores agrícolas (H2A), trabajadores
no-agrícolas menos cualificados (H2B) y trabajadores altamente cualificados
como enfermeras, maestros y trabajadores de alta tecnología (H1B). Todas estas
visas requieren que alguien trabaje para quedarse, por lo tanto la pérdida de
un puesto de trabajo significa que hay que irse del país. Y todos se basan en
que los empleadores recluten trabajadores en otros países.
A los empleadores les gustan estos programas porque les
permiten contratar trabajadores a bajos salarios, más bajos de lo que tendrían
que pagar si contrataran a personas que ya viven en EE.UU., sean ciudadanos o
inmigrantes. Y al pagar bajos salarios y mantener la inseguridad de sus
empleos, también los colocan en competencia con los trabajadores que ya están
presentes. Para los trabajadores temporales hay una larga historia de abuso de
los empleadores, incluso en el engaño de los términos que prometen a los
trabajadores cuando los contratan y al no pagarles salarios legales o
suministrar las condiciones legalmente requeridas. El Centro Legal de Pobreza
del Sur los califica de próximos a la esclavitud.
MK: ¿Cómo explotan a los trabajadores dentro de México
las industrias de extracción agrícola y de procesamiento de alimentos y además
contaminan las tierras indígenas (ejidos), haciendo más difícil ejercer el
derecho de permanecer en el país?
DB: El libro comienza con
uno de los mayores ejemplos, el inmenso complejo de granjas porcinas en el
Valle Perote construido por Smithfield Foods. Los desechos del millón de
animales criados cada año hacen que el valle sea casi inhabitable por el hedor,
las moscas, la contaminación del agua potable y las enfermedades. Muchos
residentes creen que la gripe porcina de hace pocos años comenzó por la inmensa
concentración de cerdos. Grandes compañías mineras canadienses, también
descritas en el libro, han tenido un impacto igualmente devastador sobre el
medioambiente en otras comunidades indígenas rurales. La contaminación en sí es
un factor que impulsa a la gente a partir. Pero la manera en que se ha
reformado la economía con el fin de “dar
la bienvenida” a compañías extranjeras mediante la violación de los
derechos a la tierra, el pago de salarios bajos y la lucha contra los sindicatos
ha profundizado la pobreza y ha desplazado a mucha gente.
MK: Comenzando por el corrupto presidente mexicano
Carlos Salinas durante la presidencia de George Herbert Walker Bush, justo
antes de la ratificación del NAFTA bajo Clinton, México comenzó a moverse hacia
su participación en la fuerza arrolladora neoliberal global. Defino el
neoliberalismo como la creación de un mundo formado por cuatro grupos de gente:
consumidores, trabajadores de bajos salarios, los ultra ricos y los
descartables. Los descritos en su libro parecen caer en la segunda y la cuarta
categorías, ¿es así?
DB: Se desplaza a la gente
en México y el libro describe este proceso, luego se convierte en migrantes.
Tienen que trabajar y la pobreza de sus familias los obliga a aceptar bajos
salarios, en México como en EE.UU. El libro luego describe la forma en que la
ley inmigratoria de EE.UU. se utiliza contra ellos. En muchos casos, como en la
campaña sindical en Smithfield Foods en Tarheel, Carolina del Norte, cuando los
inmigrantes hicieron causa común con los trabajadores locales y trataron de
organizar sindicatos o protestar contra los malos salarios y las condiciones,
los empleadores los despidieron con la cooperación, y a veces por orden, del
gobierno de EE.UU. Por lo tanto así se convierten en descartables, por lo menos
para sus empleadores.
MK: No puedo dejar de pensar al leer The Right to
Stay Home y el último libro suyo que reseñamos, Illegal People, la
forma en que la esclavitud trató a los seres humanos como mercancías, y aunque
ya no existe la propiedad de personas, de algunas manera sigue existiendo
mediante el control estratégicamente planificado de las circunstancias
económicas de los que carecen de poder.
DB: Sí, Illegal People,
y ahora The Right to Stay Home, describen el desarrollo de la idea de
ilegalidad, cómo llegamos a la idea de que un ser humano puede ser “ilegal”. Las raíces se encuentran
evidentemente en la esclavitud, porque el estatus de esclavo, la propiedad de
otra persona, hace que el esclavo sea ilegal, la forma más terrible y brutal de
ilegalidad. Pero después de que se aboliera formalmente la esclavitud esas
mismas ideas de desigualdad e ilegalidad se aplicaron a otros, chinos, japoneses,
filipinos y mexicanos. La ley de inmigración se ha convertido en una forma
importante de imponer el estatus de ilegalidad a las personas.
MK: ¿No va a la par la dependencia económica de EE.UU.
de la mano de obra mexicana de bajos salarios con el movimiento antisindical en
EE.UU.?
DB: Los empleadores quieren
pagar bajos salarios y buscan los instrumentos que mantengan la vulnerabilidad
de los trabajadores y los obliguen a aceptar esas condiciones. El
desplazamiento de mexicanos por reformas y acuerdos comerciales produce una
inmensa cantidad de personas que no tienen otra alternativa que la migración, y
entonces tienen que aceptar el trabajo bajo cualesquiera términos que ofrezca
un empleador. Hay tantos migrantes de México que la agricultura, las plantas procesadoras
de carne y otras industrias dependen de esos trabajadores y los empleadores
obtienen altos beneficios por los bajos salarios que pagan. Cuando esos
trabajadores organizan sindicatos para aumentar sus salarios, los empleadores
combaten esos esfuerzos por el simple deseo de mantener los altos beneficios y
controlar su fuerza de trabajo. La política antisindical es utilizada por los
empleadores contra los trabajadores en general, no solo los inmigrantes, y
parte de esa política es el esfuerzo para mantener a los inmigrantes y a los
que ya se encuentran aquí inseguros y opuestos los unos a los otros. El libro
describe este proceso, pero también describe algunas de las ocasiones en las
cuales la gente ha logrado resistirse con éxito.
MK: En vista del impacto financiero de los miles de
millones de dólares enviados a familias mexicanas por parientes que trabajan en
puestos inseguros y de baja paga en EE.UU., ¿no tiene un incentivo el Gobierno
mexicano para no mejorar la economía para los pobres?
DB: Sí, lo tiene. Y más que
eso, utiliza las transferencias de dinero enviadas a casa para compensar los
recortes en el presupuesto de servicios sociales a fin de hacer pagos de la
deuda, que van en su abrumadora mayoría a bancos estadounidenses. Se podría
decir que las remesas de dinero también subvencionan indirectamente a los
bancos de EE.UU. Es una política de exportación de mano de obra, y otros países
también lo hacen.
MK: No parece que Obama haya mejorado la probabilidad
del “derecho a permanecer en el país
propio” en términos de crear puestos de trabajo con salarios que permitan
vivir; su papel al hacer que los mexicanos vuelvan a casa ha sido el de
deportador-en-jefe, y está batiendo récords en las medidas contra los migrantes
indocumentados. En vista de que Obama es un propugnador del neoliberalismo,
¿existen muchas esperanzas de que haga algo para devolver dignidad y viabilidad
económica al suministro de un incentivo económico para que los migrantes
permanezcan en sus comunidades?
DB: Pienso que el impulso
para hacer eso tendrá que provenir de la propia gente. Obama es partidario de
acuerdos comerciales y ha negociado varios durante su gobierno. Es una política
bipartidista. Por lo tanto para cambiarla, necesitamos un movimiento popular lo
bastante fuerte para imponer otras prioridades como renegociar o simplemente
eliminar el NAFTA. El hecho de que el gobierno deporte a 400.000 personas al
año, despida a miles de sus puestos de trabajo y luego negocie acuerdos
comerciales que desplazan a las personas, las obliga a migrar, no tiene sentido
a menos que se trate deliberadamente de producir una inmensa cantidad de
trabajadores muy vulnerables, de bajos salarios. Es una política inhumana,
brutal.
MK: ¿Son la política y el “debate” político de EE.UU. sobre los trabajadores indocumentados
representativos de una mayor injusticia: la explotación de trabajadores
migrantes a escala global?
DB: The Right to Stay Home se refiere a México y a
EE.UU. no porque los dos países sean excepcionales, sino porque al estudiarlos
de cerca podemos comprender un proceso que tiene lugar en todo el mundo. Hay
más de 213 millones de personas que viven en países en los que no nacieron, 58
millones más que hace 20 años. Aunque unos 45 millones viven en EE.UU., se
puede ver que se trata de algo que ocurre a escala global. Por lo tanto las
fuerzas que lo impulsan son globales, y desgraciadamente los tipos de políticas
impulsadas en el debate estadounidense –especialmente la criminalización y los
programas de trabajadores temporales– también se han convertido en globales.
David Bacon es escritor y periodista gráfico en Oakland y
Berkeley, California. Editor asociado de Pacific News Service escribe en TruthOut,
The Nation, The American Prospect, The Progressive y San
Francisco Chronicle. Es autor de los libros The Children of NAFTA, Communities
Without Borders e Illegal People, entre otros.
Mark Karlin es editor de BuzzFlash
en Truthout. Trabajó de redactor y editor de BuzzFlash durante diez años antes de unirse a Truthout en 2010. BuzzFlash
ha obtenido cuatro Project Censored
Awards.
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