Por Santiago Navarro F. y Renata Bessi
Agencia SubVersiones
04 marzo, 2016
Los gobiernos y las empresas han mostrado su preocupación sobre el
calentamiento global y han implementado una serie de mecanismos para evitar que
la temperatura en el planeta aumente hasta 2ºC de aquí al año 2100. Un tema de
vital importancia que se abordó en La COP 21, desarrollada en París del 30 de
noviembre y hasta el 11 de diciembre del año 2015.
Las empresas y gobiernos han
utilizado un discurso de desarrollo limpio para continuar con su crecimiento
económico exponencial con proyectos y tecnologías denominadas limpias, como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL),
impulsado en los países subdesarrollados. No obstante, existen posiciones
contrarias, principalmente en las geografías donde se desarrollan estos
proyectos considerados alternativos, como el de la generación de energía limpia
en el sur de México. Estas posiciones cuestionan el despojo del territorio
ancestral indígena y de los campesinos, así como la afectación a los
ecosistemas en su conjunto.
¿Bajo qué lógica están siendo
construidos estos proyectos? ¿Realmente son una solución al cambio climático? ¿Están
llevando el desarrollo limpio para los países pobres?
Cargados de una serie de
cuestionamientos, el equipo de este reportaje recorrió uno de los complejos
eólicos más grandes del mundo, edificado en el Istmo de Tehuantepec, al sur
México, una región que alberga a los pueblos indígenas Huaves, Mixes,
Zapotecas, Zoques y Chontales. En esta zona, en estos últimos 21 años se han
instalado por lo menos 21 parques eólicos que componen el Corredor Eólico del
Istmo Tehuantepec, donde se tiene proyectado la construcción de 28 parques para
generación de energía limpia.
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