Nuestra responsabilidad como lectores ante una clase intelectual parasitaria sin pensamiento crítico
Babel
Javier Hernández Alpízar
Publicado por Zapateando
https://zapateando.wordpress.com/2016/02/18/nuestra-responsabilidad-como-lectores/
18 / febrero / 2016
Allá en los neoliberales años 90 escuché a una maestra de
letras hispánicas participar en una mesa redonda, parte de un ciclo llamado “América Latina, entre la ira y la
esperanza” (sí, parafraseando el título del libro del sociólogo ecuatoriano
Agustín Cueva). La docente saludó la invitación y la oportunidad de hablar de
literatura desde una lectura política, la convocatoria era antiimperialista, y
abordó el tema retomando algunos, poquísimos, aspectos políticos e incluso
antiimperialistas y latinoamericanistas en la obra de escritores mexicanos, por
ejemplo en algunos poemas de Carlos Pellicer. Entre los comentarios que hizo
ella entonces y que recientemente he recordado por diversos motivos estaban
éstos: dijo que desde muy joven, como lectora interesada en la literatura,
solía leer los periódicos y guardar recortes sobre escritores. Había archivado
una foto de Carlos Fuentes muy joven, en un congreso; años después se enteró de
que ese congreso había sido organizado por la CIA y ella se preguntaba ¿qué
hacía ahí Fuentes? El comentario se quedó en mi memoria y seguramente regresó
cuando hace algunos años me enteré de la existencia del libro de Francés Stonor
Saunders La guerra fría cultural, una
crónica de cómo la CIA usó fachadas para organizar una cruzada cultural que
implicó cooptar, financiar y utilizar a artistas y escritores, revistas y
editoriales, orquestas, exposiciones, reseñistas, industria cultural en pleno.
Entre sus financiados la autora menciona a George Orwell, Hannah Arendt,
Salvador de Madariaga, Bertrand Russell e Isaiah Berlin. Así que Fuentes no
sería un único pez gordo en una convención de esas. El libro menciona la
publicación de textos de Borges, pero no dice nada más sobre el autor
argentino, en realidad no menciona autores latinoamericanos.
Regresando a la
conferencia de “Entre la ira y la
esperanza”, la maestra comentó también que estaba casi ausente el
antiimperialismo en escritores mexicanos, no era tema. Sí había, dijo,
denuncias valientes como las de 1968, y mencionó a Poniatowska y Monsiváis,
pero no una postura antiimperialista. Y agregó que se atrevía a decir que es
porque los escritores mexicanos que ella estudiaba no conocían el marxismo.
Claro, no rebasaban, agrego yo, un horizonte conceptual liberal, por algo los
liberales ganaron la disputa en el siglo XIX. Pero, como dice García Márquez,
la diferencia entre liberales y conservadores es que unos van a misa de seis y
otros a misa de siete. En otras palabras, liberales y conservadores no
cuestionan el sistema capitalista, el status
quo, a lo sumo ponen reparos menores y esperan prebendas especiales. Alguna
vez Carlos Fuentes llegó a Xalapa, Veracruz, dio una conferencia en la
Universidad Veracruzana y al final fue entrevistado como un gurú (los
periodistas entrevistan así a todo escritor, como todólogo. Solamente a JEP le
vi negarse a hablar de todo sin preparase para ello). Fuentes dijo que el mayor
obstáculo para la democracia era el PRI (olvidó citar a Pero Grullo) y cuando algún reportero le cuestionó ser invitado por
un gobernador priista, se enojó y respondió que Alemán Velasco era su amigo.
Era un crítico amigo de casa. Cuando se iba a firmar el NAFTA o TLCAN, los
canadienses estaban muy preocupados por la cultura. Propusieron a México
apoyarlos en excluir el petróleo a cambio de que los apoyaran en excluir la
cultura. El gobierno mexicano no aceptó y ambos entraron en el “libre comercio”. Cuando a Fuentes le
preguntaron si la cultura mexicana sería afectada por el libre comercio, el
narrador comentó que la cultura mexicana era más antigua, rica y fuerte que la
de Estados Unidos, nada tenía que temer. Acababa de exhibirse en Estados Unidos
una exposición de esas que llevan desde una cabeza olmeca hasta cuadros de
Diego y Frida. La declaración de Fuentes era de consumo populista, demagógica.
México ha sido tan afectado por el TLCAN que está ahora inundado de muerte,
crimen y su cultura se ve colonizada por lo peor del sistema, no sólo lo
yanqui, sino la escoria del mundo. Como decía la maestra, no han leído
marxismo. Es más: cuando aparecieron los primeros comunicados del EZLN Fuentes
celebró que el vocero zapatista parecía haber leído más a Carlos Monsiváis que
a Carlos Marx. Décadas después, el EZLN ha roto con la clase política, con esa
intelectualidad clasemediera que se negó a leer a Marx (y peor aún: se niega a
leer la realidad), y los zapatistas citan no sólo a autores comunistas sino al
mismísimo Lenin.
Si juntamos varios niveles
de error, el despiste, supongamos que fue despiste, que lleva a un autor como
Fuentes a participar en un congreso organizado por la CIA. (Mientras no
tengamos una investigación para América Latina análoga a la que Stonor Saunders
hizo para Europa, no podremos ahondar en donde hubo más que despiste) La
ignorancia del pensamiento crítico (marxismo, anarquismo, Illich, etc.) y la
adhesión a un ya rebasado liberalismo (y neoliberalismo), la dependencia de las
instituciones y sobre todo de los gobernantes del país (o de Televisa como Paz
y su grupo Vuelta, o de Carlos Slim como los de “izquierda”), su admiración colonizada por lo que pasa en muchos
otros lugares y sus deseos de importar esas admiradas mercancías sin pensarlas
en contexto, pero sobre todo la ausencia de una crítica implacable, por parte
de los lectores, y en su lugar una admiración bobalicona de los personajes y su
defensa a ultranza ante toda crítica (por ejemplo las defensas de Poniatowska
que le garantizan impunidad así se valga del plagio, la falsificación y otras
formas de fraude ético e intelectual), el resultado es una clase política-intelectual
parasitaria que no cumple con la función política que podría tener: pensar
críticamente. Por ejemplo, no entendieron jamás a cabalidad el peligro del
TLCAN, de la decadencia neoliberal, no han superado el fetichismo de las urnas,
e incluso han sido incapaces no sólo de contestar sino ni siquiera de acusar
recibo del pensamiento crítico realmente existente, por ejemplo de las críticas
zapatistas, que la mayoría desconocen y desdeñan olímpicamente.
La responsabilidad de los
lectores ante el vacío que esa farándula literaria genera es no tanto no
leerlos sino leerlos críticamente y sobre todo y ante todo leer críticamente la
realidad a la que ellos y ellas dan la espalda, así como acusar recibo del
pensamiento crítico que sí hay, aunque no tenga espacio en los foros de los
bienpensantes.
Comentarios