La valiente apuesta teatral de
Caborca
Agencia SubVersiones
Publicado el 19 feb. 2016
Caborca resulta una
pieza polémica. Por un lado, el montaje es ambicioso, en su minimalismo
industrial pero también en la presentación de personajes que no sólo encarnan
la historia sino también se vuelven símbolos de nuestro presente: el gatillero,
el cocinero, la madrina, la hija, el policía. Es difícil hablar de desaparición
forzada y muerte dentro del contexto de la guerra contra el narcotráfico sin
caer en lugares comunes. Sin embargo, en este caso, la obra está en un borde
muy interesante, juega con estos estereotipos y al mismo tiempo se aleja para
que quien asiste al espectáculo los retome y los interprete de una manera muy
personal, es decir para que, sean el espejo en el que podemos reflejarnos. Ver
el trabajo completo en http://subversiones.org/archivos/121238
La obra Caborca se presenta desde el pasado 5 de
febrero y hasta el 9 de abril de 2016 en el sótano del Teatro Carlos Lazo de la
Facultad de Arquitectura de la UNAM. Se presenta viernes, 20:00 hrs y sábados a
las 19:00. Suspende el 11, 12, 25 y 26 de marzo.
Dramaturgia:
Paulina Barros Reyes Retana.
Dirección:
Andrea Salmerón Sanginés.
Elenco:
Alfonso Cárcamo, Mario Eduardo de León, Olga González, Alejandra Herrera,
Roberto Ríos (Raki) y Leonardo Zamudio.
Por Heriberto Paredes
Fotografía de portada de
Jorge Salgado Ponce
Agencia SubVersiones
19 febrero, 2016
Ahora la muerte es una invitada que nunca se va.
Diálogos de Caborca
Ha pasado casi una década desde que Felipe Calderón comenzó
una estrategia de guerra abierta, violenta y sin tregua alguna en contra de un
supuesto enemigo común: el narcotráfico.
Con esa definición tan general, el enemigo comenzó a tener rostros jóvenes,
comenzó a materializarse en decenas de miles de muertes y desapariciones, en
desplazamientos, en la fractura de comunidades y poblaciones enteras, nunca
esta guerra se materializó en la tranquilidad y bienestar que se prometía en
discursos. Nunca la guerra tuvo rostro de paz. Esto, al igual que el propio
combate al narcotráfico, es un contrasentido.
El Estado desató una
suerte de esquizofrenia armada para combatirse a sí mismo, porque todo mundo
sabe que partidos políticos, escaños de gobiernos, políticos y funcionarias
públicas, son el rostro burocrático e institucional del crimen organizado. No
su enemigo, sino uno de sus rostros. Pero lo fuimos asimilando entre la
tragedia de la muerte diaria y la incertidumbre de que la guerra debe terminar
algún día.
Este día no ha llegado
aún. El hecho de que una apuesta teatral retome una historia como la de Caborca
para hacer visible la normalización de todo este horror, no es un mero asunto
creativo o estético. Pocos son los intentos de mostrar esta realidad de manera
confrontativa desde el teatro, pero cada vez se aborda más la tragedia humana
que vive México para iniciar –en el mejor de los casos– un debate, una
reflexión crítica, sobre lo que estamos viviendo en el país.
Caborca resulta una pieza
polémica. Por un lado, el montaje es ambicioso, en su minimalismo industrial
pero también en la presentación de personajes que no sólo encarnan la historia
sino también se vuelven símbolos de nuestro presente: el gatillero, el
cocinero, la madrina, la hija, el policía. Es difícil hablar de desaparición
forzada y muerte dentro del contexto de la guerra contra el narcotráfico sin
caer en lugares comunes. Sin embargo, en este caso, la obra está en un borde
muy interesante, juega con estos estereotipos y al mismo tiempo se aleja para
que quien asiste al espectáculo los retome y los interprete de una manera muy
personal, es decir para que, sean el espejo en el que podemos reflejarnos.
«Las artes teatrales se hallan ante la tarea de crear una
nueva forma de transmisión de la obra de arte al espectador. Tienen que
renunciar a su monopolio de dirigir sin réplica y sin crítica al espectador, y
plantear representaciones de la convivencia social de los hombres que permitan
al espectador una actitud crítica, incluso de desacuerdo, tanto hacia los
procesos representados como hacia la misma representación», escribió Bertolt Brecht
hacia 1933 y con esto quisiera apuntar que Caborca es esto, una puesta en
escena que nos muestra un cuadro casi costumbrista de una realidad que aún nos
atrevemos a negar. ¿Cuál sería nuestra crítica y nuestra reacción ante la
muerte que no se va y se lo traga todo?
Cuando la organización habla, tú
escuchas.
Diálogos de Caborca
Caborca, es además una historia en donde el enemigo común
(repito, construido maniqueamente por su alter ego, el Estado) se muestra de
una manera algo distinta. No es la misma forma en la que lo aborda el grupo
teatral «Lagartijas Tiradas al Sol»
en su magistral está sembrada en sus campos, a través de monólogos e
investigación, es otra forma de abordar a los personajes más polémicos. Y sus
historias personales.
Hacer hablar a un
gatillero, escuchar sus razones y escucharle una inquietud particular: «¿Por qué no hablar de las cosas buenas?».
¿Qué cosas buenas puede tener una profesión que consiste en ejecutar a quienes
la organización decide que deben dejar la faz de la Tierra, y hacerlo de la
manera más rápida y eficaz?
Si algo propone la obra de
teatro es replantearnos nuestros juicios de valor sobre el ejercicio de una
actividad criminal. ¿Qué pasa cuando nuestros destinos vitales nos llevaban a
realizar actividades fuera de nuestras propias expectativas? No olvidemos los
casos, aún polémicos para nuestras conciencias, de aquellas personas que fueron
«violentamente requeridas» por la
maña para desempeñar tareas especializadas y así engrasar una máquina tan
extendida como lo es el crimen organizado.
Las diversas realidades en
que viven y sobrevivimos son tan complejas que ya no basta con señalar a
ciertas personas como las responsables de crímenes y desapariciones, ahora
también estamos convocados a comprender cómo llegaron a este punto y cómo se
convirtieron en eslabones de una cadena que no les permite el ejercicio del
libre albedrío. Los enajena a través de la violencia y los vuelve seres
desechables aunque funcionales. Se aprende a matar y en adelante se normaliza
la violencia. Eso es también México y Caborca nos lo recuerda
constantemente. «Es tu dignidad contra
sus AK-47»
Todos sabían pero nadie dijo nada.
Diálogos de Caborca
Lo que Caborca deja claro es que todo mundo
sabe algo del problema, del asunto que nos trae de cabeza nacionalmente.
Sabemos –y ese es nuestro inicio de complicidad– quién vende en las tienditas,
quién distribuye, quién vigila, dónde se esconden, quiénes los encubren, qué
negocios se manejan; todo mundo sabe pero nadie dice nada. No hablamos de desaparición
forzada, nos conformamos con hablar de levantones;
no se habla de los temas de la maña en público, existe un silencio que también
es responsabilidad nuestra y que nos compete romper y transformar en la lucha
para transformar lo que sea necesario. Este también es uno de los argumentos de
Caborca,
la necesidad de no callarnos el horror. A pesar del miedo, a pesar de las
amenazas, y para que éstas cesen y no se conviertan en una tragedia más.
Desde el teatro se nos
está invitando a romper con la imposición del silencio. Se nos coloca
nuevamente frente a un reto a partir de la exposición de lo que se espera
suceda entre nosotros, la omisión de lo que sabemos, el ocultamiento de la
información, el sometimiento al miedo de las armas y las torturas. Mirado desde
este ángulo, el reto es superlativo, da en uno de los puntos nodales para
comenzar a revertir el horror, ¿será que somos capaces de hablar y luchar
abiertamente pese a todos los malos presagios?
Finalmente, la invitación
es a asistir a esta puesta en escena y confrontar críticamente la propuesta
teatral en su conjunto: su lenguaje, su estética, su mensaje, su estructura
narrativa, en fin todo lo que implica un esfuerzo de esta magnitud. Tal vez no
resulte fácil aceptar lo que se nos muestra y propone, pero en todo caso, el
llamado a la sensibilidad y al cuestionamiento interno y colectivo es una de
las riquezas potenciales de este trabajo, toca a nosotras y nosotros aceptar el
reto.
La obra Caborca
se presenta desde el pasado 5 de febrero y hasta el 9 de abril de 2016 en el
sótano del Teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Se
presenta viernes, 20:00 horas y sábados a las 19:00. Suspende el 11, 12, 25 y
26 de marzo.
Dramaturgia: Paulina Barros Reyes Retana.
Dirección: Andrea Salmerón Sanginés.
Elenco: Alfonso Cárcamo, Mario Eduardo de León, Olga González,
Alejandra Herrera, Roberto Ríos (Raki) y Leonardo Zamudio.
Comentarios