Publicado el 31/08/2015
- Ishtar Cardona.
Video realizado por un
Colectivo de artistas y sociedad civil organizada
Señor Presidente, escuche en
verdad:
¡Estamos
muy hartos de la impunidad!
Los ciclos del hartazgo. Al parecer los
reclamos a la figura presidencial no cambian mucho en este país, no de Don
Porfirio a la fecha.
Dicen
algunos investigadores que el “Señor
Presidente” se toca en el Sotavento desde finales del siglo XIX, dedicado en
un principio al caudillo que timoneó México durante 35 años. En el son se le
informa al Señor Presidente las cosas que se pudren bajo su mandato. En un país
en el que hemos crecido pensando que la última palabra la tiene aquel que se
posa en la silla del águila es un gesto casi natural levantar los ojos a la
cúspide del poder y pedir que por gracia ejecutiva cesen las calamidades.
De
tiempo en tiempo aparecen nuevas versiones del son. Nuevas versadas que dan
cuenta de nuevas tragedias. Nuevas cuartetas que interpelan al mandamás en
turno.
Pero el
hartazgo evoluciona de ciclo en ciclo, la figura presidencial se desdora. De
más en más la petición de gracia se va transformando en exigencia. Ya no se
trata de la súplica de los desposeídos hacia el poder unipersonal, sino de la
demanda de una sociedad que lucha por estar cada vez más presente hacia un
funcionario a quien se le ha delegado el mando. No se le ha regalado.
Y así
en el México de hoy el “Señor Presidente”
vuelve a sonar para exigir respuestas, para recordarle al poder ejecutivo que
no es gracia ni ofrenda: es trabajo gobernar y en todos los trabajos se rinden
cuentas. Acteal, Atenco, Ayotzinapa. Los desaparecidos por el narco y por la
represión gubernamental. Las componendas de los que se meten a hacer política
por hacer negocios. Las reformas chuecas y cojas. Los periodistas amenazados,
desaparecidos, asesinados. Los encarcelados por su activismo. La negligencia y
el valemadrismo que mata niños.
Pendientes que esperan contestación.
Nos han
acostumbrado a creer que el Estado nomás son usted, Señor Presidente, y su
séquito. Pero ya no. Poco a poco nos damos cuenta que el sentido del Estado
reside en nosotros, en los ciudadanos, que nosotros somos quienes definimos el
rumbo de la nación. No crea que este “Señor
Presidente” es una petición. Es una indicación. De cómo estamos, de lo que
pensamos y creemos. De lo que ya no vamos a tolerar.
Esperamos
que este “Señor Presidente” se
multiplique, que otros como nosotros lo hagan suyo. Que muchos más lo canten.
Que asumamos el papel que nos toca. Para que sea la última vez que tengamos que
decir con horror: “Fue el Estado”.
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