¿Cómo
protegen los zapatistas su territorio del Coronavirus? Con un territorio difuso
y extenso, el EZLN ha apostado por la prevención y la desmovilización física de
los habitantes
Pie de
Página:
Texto:
Orsetta Bellani
Foto:
Isabel Mateos
04 de
julio de 2020.
Ocosingo, Chiapas.- El doctor Luis Enrique
Fernández Máximo se enteró de la alerta roja del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN) a través del Internet. Se alejó de la clínica
autónoma zapatista de la comunidad de Las Tazas, donde colabora, y compró una
ficha que permite conectarse a la red hasta en esta zona de la Selva Lacandona
donde no hay señal. Desde que dejó Tlaxcala para trabajar con la organización
no gubernamental Sadec (Salud y Desarrollo Comunitario) en esta comunidad, el
joven doctor descubrió no sólo que le encantan la vida sencilla y los silencios
nocturnos de la selva, sino que su real necesidad de conectarse al Internet es
de un par de horas por semana.
Era el 16
de marzo de 2020 y en México había sólo 82 personas positivas al coronavirus.
Luis Enrique Fernández leyó en su celular el comunicado del EZLN:
“Considerando la amenaza real, comprobada
científicamente, para la vida humana que representa el contagio de Covid-19;
considerando la frívola irresponsabilidad y la falta de seriedad de los malos
gobiernos”, escribe el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia
General del EZLN.
“Considerando la falta de
información veraz y oportuna sobre el alcance y gravedad del contagio, así como
la ausencia de un plan real para enfrentar la amenaza. Considerando el
compromiso zapatista en nuestra lucha por la vida. Hemos decidido: declarar la
alerta roja en nuestros pueblos, comunidades, barrios y en todas las instancias
organizativas zapatistas”.
Al leer
el comunicado, el joven doctor pensó que el EZLN lo iba a invitar a salir de su
territorio. Así se hizo con los demás cuatro médicos y dos odontólogos de
Sadec, que trabajan en cuatro comunidades de los municipios de Palenque y
Ocosingo. Sin embargo, no fue así. Se permitió su permanencia para apoyar a la
única “promotora de salud”, como se
les dice a las y los zapatistas que curan con las plantas y con la medicina
occidental.
Cuando en
1994 se levantó en armas, el EZLN recuperó más de 150 mil hectáreas de tierra,
donde construyó un sistema de gobierno, justicia, educación y salud totalmente
autónomos del Estado; esto en regiones donde no llegaban maestros, doctores ni
abogados. Lo hizo con el apoyo solidario de algunos colectivos y organizaciones
nacionales e internacionales, como Sadec. Éste, desde 1995 colabora en la
consulta médica en algunas comunidades autónomas y en cursos de formación para
los promotores de salud, muchos de los cuales son a su vez formadores de sus
propios colegas.
Joel
Heredia, fundador de Sadec, dice que de ellos aprendió que la salud es mucho
más que la ausencia de enfermedad; y tiene que ver con “la capacidad de sentirse con ánimo de despertar, caminar, reírse, ir a
la milpa. Salud es que su corazón esté contento, que uno se sienta a gusto
consigo mismo y los demás”.
Paralelamente
a la declaración de Alerta Roja, el EZLN cerró los Caracoles y los Centros de
Resistencias y Rebeldías; asimismo, los “centros
administrativos” que son sedes de su gobierno y de las clínicas autónomas
más grandes y equipadas. Los promotores de salud fueron capacitados sobre la
prevención del Covid-19; luego fueron enviados a sus propias comunidades,
también a las más remotas, donde existen pequeñas casas de salud
autónomas.
“Es un planteamiento claramente estratégico:
no tener movilidad para impedir la difusión del virus y tener capacidad de
atender estacionalmente, localmente, en cada punto donde hay un promotor de
salud”, explica Joel Heredia. “Me
sorprende que no hayan instalado un ‘Centro Covid autónomo’, para aislar a los casos
sospechosos. Supongo que al hacer un cálculo frío de costos y beneficios
asumieron que no valía la pena intentar atender en la parte asistencial; esto,
dado el alto riesgo de contagio del personal de salud y se enfocaron a la
acción preventiva comunitaria. Sin duda pusieron en la balanza que esto
conlleva unos costos, pues no se están atendiendo personas con otras
enfermedades”.
El
elemento que complica esta estrategia es que el territorio bajo influencia del
EZLN no está delimitado claramente; en él, los zapatistas conviven con los
partidistas, y resulta muy difícil para las autoridades autónomas ejercer un
control sanitario estricto.
“Cuando el coronavirus llegó a México, en la
comunidad Arroyo Granizo las autoridades zapatistas convocaron a toda la
población -zapatista y partidista- para
plantear las medidas de seguridad”, explica Joel Heredia. “Funcionó unos días y luego se perdió la
capacidad de mantener la vigilancia, sobre todo debido a la gente migrante que
regresó”.
Como en
muchos rincones del mundo, una de las mayores preocupaciones del EZLN es la
recepción de los migrantes que regresan a sus comunidades tras haber perdido su
empleo en las maquilas del norte o en las playas del Caribe. La recomendación
de la Comandancia Zapatista es ponerlos en cuarentena.
“Nosotros sabemos que los hermanos de algunas
comunidades que vienen de fuera los han aislado. Después de 15 o 30 días
ingresan con sus familias”, dice el comandante Tacho en un audio de
Whatsapp que se difundió entre los bases de apoyo del EZLN. «Ese cuidado que ustedes han hecho es lo
correcto. Así estamos seguros que estamos evitando un contagio que pueda llegar
de afuera. No lo deseamos para nadie, pero tenemos que tomar las precauciones
necesarias. Para que todos salgamos con vida para enfrentar esta enfermedad que
tanto se ha extendido en diversas partes del mundo”.
La
Clínica Autónoma de los Pobres
La clínica autónoma de Las Tazas se inauguró
en 1995; y se encuentra en la zona Dolores Hidalgo, uno de los nuevos Caracoles
zapatistas anunciados hace poco más de un año. Es un edificio de barro pintado
de azul, con murales de mujeres con estetoscopios, plantas y rostros
encapuchados. Una lona de plástico que cuelga de un muro externo explica los
síntomas del nuevo coronavirus y sus medidas de prevención. Afuera, un cartel
advierte las nuevas reglas: “Por motivos
de contingencia sólo pasarán dos personas a la vez adentro de la clínica. Atte.:
los compas”.
La
Clínica Autónoma de los Pobres tiene una farmacia; las consultas son gratuitas
pero las medicinas tienen un costo. También cuenta con un consultorio dental y
uno médico con aparato de ultrasonido y doppler. La promotora de salud
zapatista y el médico de turno de Sadec atienden todos los días de la semana;
en la tarde y en la mañana. Antes de la emergencia sanitaria causada por el
nuevo coronavirus hacían también consultas a domicilio. Reciben unos diez
pacientes al día, originarios de Las Tazas y de otras ocho comunidades.
El
servicio de la clínica autónoma es fundamental para la población de la zona:
zapatista y partidista; ya que la Unidad Médica Rural del IMSS de Las Tazas
abre sólo tres días a la semana, y en el mes de mayo la doctora llegó sólo unos
pocos días.
“Muchas personas que acuden a la clínica
autónoma ya estuvieron en la del IMSS y llegan preguntándonos si el diagnóstico
del otro médico está bien”, dice Luis Enrique Fernández de Sadec.
Cada
veinte días, Luis Enrique se turna en la clínica autónoma de Las Tazas con Juan
Carlos Martínez Vásquez. Éste es otro joven médico originario de Ciudad de
México, que antes de llegar a la Selva Lacandona no tenía conocimiento alguno
sobre el pensamiento y la práctica zapatista. Su dificultad más grande es la
comunicación en tzeltal, pues buena parte de los pacientes no hablan
castellano; aunque la promotora de salud lo ayuda con la traducción. Gracias a
ella, Juan Carlos Martínez conoció las plantas medicinales y aprendió lo que no
se enseña en universidades: tratar con personas en lugar de enfermedades. “Si un día vieras un promotor hablar con un
paciente es de verdad el acercamiento más humano que llegarías a tener”,
dice.
Hasta
ahora a las clínicas de Las Tazas han llegado seis pacientes con síntomas de
Covid-19, que se están resguardando en sus casas. A los casos más graves habría
que trasladarlos al Centro de Atención Respiratoria abierto por la Secretaría
de Salud en Ocosingo. Éste se encuentra a tres horas de distancia.
Según
Joel Heredia, fundador de Sadec, en Ocosingo y Palenque, la atención en el
sistema de salud pública paradójicamente mejoró con la pandemia. “Antes, los hospitales no tenían áreas ni
ambulancias de cuidados intensivos; porque las que más lo necesitaban eran
mujeres indígenas que tenían complicaciones durante el parto”.
“Esta pandemia nos dejó ver la vulnerabilidad
de todo el mundo, hasta de un presidente municipal o de un diputado. No es la
bondad de la pandemia, es lo terrible de la pandemia” remató
Heredia.
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