El
Che tendría 92 años y sigue vivo
Tatiana
Coll (Investigadora de la UPN. Autora de El Inee)
La
Jornada:
11 de
junio de 2020.
En memoria de Jesús Escamilla, muy querido
compañero, insustituible en el Movimiento de Solidaridad con Cuba
Ernesto Che Guevara, cumpliría este 14 de
junio 92 años si no lo hubiesen asesinado en Bolivia, o en alguna otra esquina
rebelde del mundo. Hablar del Che es un reto muy complicado, son tantas las
facetas que desarrolló, que siempre queda algo fuera. El rasgo central fue, sin
duda, su enorme congruencia entre el pensamiento y la práctica en todos los
aspectos de la vida. Esa congruencia lo convirtió en el símbolo que sigue
presente en los movimientos sociales del mundo.
Para corresponder, necesariamente, tenemos
que volver a su pensamiento, reencontrarnos con esa fértil, abierta, creativa,
en constante movimiento y sobre todo, no esquemática y dogmática fuente de
ideas. El Che, como Fidel, no puso por delante la barrera ideológica de un sólo
camino cierto; observadores muy rigurosos de la realidad política y social,
contradictoria y compleja, construyeron desde allí su reflexión. El Che
polémico y agudo, logró reunir en Cuba a los grandes marxistas de la década
delos 60 para debatir en torno a la ley del valor, su vigencia tanto como sus
implicaciones en el capitalismo y en el socialismo. ¿Acaso en la realidad
neoliberal que erige al mercado como valor absoluto no es necesario volver a
ello?
En un intento por agrupar en cuatro grandes
campos su pensamiento, creo que el Che desarrolló:
1.- Las principales nociones sobre el
subdesarrollo y la dependencia en la que se encontraba Latinoamérica y el mal
llamado tercer mundo. La imagen del enano cabezón y de escasas extremidades
sigue vigente.
2.- Un debate y propuestas retadoras sobre los
sujetos históricos y las estrategias de una posible lucha de liberación
nacional.
3.- Una recuperación sistemática de la economía
política marxista, como el sentido necesario de análisis.
4.- Estructuró todo un sistema teórico sobre las
especificidades de la construcción y la transición al socialismo en las
sociedades subdesarrolladas y deformadas por el capital financiero.
Estos elementos llevaron a Sánchez Vázquez a
apuntar al Che como uno de los grandes pensadores latinoamericanos. Es obvio
que esa capacidad de percibir al mismo tiempo el funcionamiento del comercio
mundial, del intercambio desigual, hasta un pequeño detalle de la organización
del trabajo en un centro productivo, le permitieron crear esta propuesta
sistémica única en la propia tradición marxista y sin embargo soslayada,
evitada por algunas izquierdas, no sólo por la derecha.
Si recordamos algunos elementos más en torno
a las condiciones de América Latina, percibimos su actualidad: en el histórico
discurso de Punta del Este, donde EU compró, con los créditos de la Alpro, la
expulsión de Cuba de la OEA, el Che inició con la sentencia de que la economía
no es técnica, sino esencialmente política, y demoledoramente desnudó la
propuesta intervencionista disfrazada de desarrollismo.
Allí quedaron claramente delineadas las
cuatro diferencias importantes entre los desarrollismos existentes: el
realizado por gobiernos nacionalistas, el teórico cepalino, el estadounidense y
el camino de desarrollo soberano propuesto por Cuba.
A la luz del desmantelamiento de los
gobiernos progresistas antineoliberales, ¿acaso no es necesario retomar este
debate? ¿Acaso el despojo y voracidad del capital financiero no es mayor? ¿Acaso
la dependencia no se ha profundizado?
Un producto de este proceso de acumulación
conceptual fue la II Declaración de la Habana, escrita por Fidel y presentada
en una magna Asamblea del Pueblo, un análisis histórico del capitalismo, de sus
rasgos y consecuencias principales para los pueblos del mundo, para los
indígenas, afroestadounidenses, mestizos, y la convicción de la lucha por la
liberación. Esto gestó el nacimiento de la teoría de la dependencia, momento
cumbre de la autonomía del pensamiento latinoamericano.
Un concepto clave en el Che es el de
imperialismo. Muchos intelectuales de seudoizquierda han tratado de eliminarlo,
la congruencia siempre es compromiso fuerte. Sin embargo, para el Che, Fidel y,
sobre todo, para el pueblo de Cuba, el imperialismo en todas sus expresiones es
una presencia cotidiana, eslabonada por invasión, atentados, terrorismo,
asesinatos, quema hasta de escuelas, ganado infectado, etcétera, pero sobre
todo con la imposición del bloqueo.
Un bloqueo que cuesta 4 mil millones de
dólares al año. Un bloqueo ilegal que se mantiene en contra de las votaciones
en la Asamblea General de la ONU, donde EU se queda sólo con Israel. Un bloqueo
extraterritorial, un empecinamiento aberrante reflejado en las leyes Torricelli
y Helms-Burton que Trump ha revivido. Un bloqueo asesino que en medio de la
pandemia mundial impide que Cuba adquiera fármacos y equipos médicos.
Mientras que Cuba asediada y bloqueada le
ofrece al mundo su apoyo solidario con sus médicos y especialistas, como lo viene
haciendo desde aquella primera brigada de 1963 y como fue la única en hacerlo
en la epidemia del ébola. No sólo médicos, sino constructores, ingenieros,
maestros que desinteresadamente han ido a apoyar. Esto es lo que da Cuba al
mundo: ciencia, cultura, solidaridad, educación; mientras que EU da invasiones,
guerras, armamentos, despojo. El Che sigue vivo sin duda para los pueblos en
lucha.
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