En la Sierra
mixe-zapoteca, comunidades afectadas siguen incomunicadas
Por G. Juárez Vega
Agencia
Autónoma de Comunicación SubVersiones
10
septiembre, 2017
El terremoto de más de ocho grados Richter que la
madrugada del pasado viernes 8 de septiembre dañó principalmente a la región
del Istmo oaxaqueño -sumado a las lluvias derivadas por huracanes, tormentas y
depresiones tropicales de la temporada- afectó también a pequeñas comunidades
de la región mixe-zapoteca alejadas de la capital oaxaqueña, que hasta el
momento no figuran en la lista de afectados: Santa María Nativitas Coatlán, San
José el Paraíso, Santa Isabel de la Reforma, Villa Esperanza, Guigovelaga, El
Cuajinicuil, Linda Vista, entre otros. Pertenecientes a los municipios de Santo
Domingo Tehuantepec, Santiago Lachiguiri y Guevea de Humbolt.
Las pérdidas de casas
recabadas hasta el momento son: Guevea de Humbolt, 364; San José el Paraíso,
160; Santa María Nativitas Coatlán 40, El Cuijinicuil, 15; Guigovelaga, 4; San
Miguel, 1. Los daños fueron causados por las lluvias intensas previas al
terremoto; cabe señalar que muchas casas más quedaron agrietadas o con otros
daños parciales que tendrán que ser reparadas también con urgencia.
Dichas comunidades han
quedado siempre al desamparo de los programas destinados a prevenir y atender
desastres naturales. Así sucedió en octubre de 1997, cuando el paso del huracán
Paulina destrozó viviendas, siembras y cosechas en la zona. En Nativitas
Coatlán, las lluvias de aquel año generaron grietas en la comunidad y
desniveles que destruyeron las viviendas de adobe, y una constante zozobra
debido a que las fuertes lluvias abrían cada vez más las grietas en la tierra y
el agua corría hacia dentro de ellas indicando constantemente un posible
deslave, que para fortuna de los habitantes no sucedió.
Algunas autoridades
comunitarias no han tenido la oportunidad de comunicarse hacia el exterior -por
ejemplo, en Santa María Nativitas Coatlán- porque las líneas telefónicas no
funcionan debido a la falta de energía eléctrica. Se está utilizando
intermitentemente una planta generadora de electricidad hacer llamadas
telefónicas por pequeños lapsos de tiempo.
La exigencia de las
autoridades comunitarias y de las familias afectadas hacia las instituciones
federales, estatales y municipales, es que atiendan a la recuperación de las
viviendas que sufrieron daños y que no corran la misma suerte que en 1997,
cuando las propias familias tuvieron que costear la reparación y reconstrucción
de sus viviendas. Por eso, ahora llaman a la sociedad mexicana para que se
solidarice y, además, ayude a presionar a las instancias competentes.
La ironía
de la vida es fuerte. Es a las comunidades más pobres, las que no cuentan con
servicios básicos de salud o de vivienda, a las que les llueve sobre mojado.
Basta recordar el ejemplo de Haití, que sufrió un terremoto en 2010 y donde una
serie de huracanes azotó apenas hace unos días. En la sierra mixe zapoteca, las
comunidades siguen sufriendo las consecuencias de estar “aisladas”, alejadas de los centros de poder y de toma de
decisiones. Ese “aislamiento” es
derivado de los fenómenos naturales pero, también, del desinterés de los
funcionarios y la malversación de fondos.
Comentarios