ZEE
en México: privatización de territorios y recursos geoestratégicos, despojo a
pueblos originatrios
Carlos
Fazio
América
Latina en Movimiento
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13
septiembre, 2017
ALAI AMLATINA, 13/09/2017.- Desde finales de los años 80, ante las amenazas a su
hegemonía por competidores inter-imperialistas, Estados Unidos (EU) ha venido
desplegando una renovada estrategia de apropiación neocolonial de territorios y
refuncionalización del espacio a escala mundial. Como las dos caras
de un mismo proyecto hegemónico, el reposicionamiento militar de EU en el área
llegó acompañado de una serie de planes geoestratégicos que combinan intereses
de seguridad y económicos relacionados con el acceso a zonas privilegiadas por
sus recursos geoestratégicos e infraestructura crítica instalada, con una
acción de control directo sobre poblaciones y puntos geográficos determinantes,
para los que han sido diseñados megaproyectos de infraestructura (redes
multimodales de carreteras, puertos, aeropuertos, vías de ferrocarril, canales,
cables de fibra óptica, etcétera).
Desde entonces asistimos a una nueva fase de acumulación capitalista que
remite a la acumulación originaria descrita por Marx en el capítulo
24 de El Capital (basada en el saqueo, la depredación, el
fraude y la violencia), y que David Harvey ha denominado “acumulación por desposesión” o despojo, lo que junto con la
financiarización y reprimarización de la economía (con eje en el extractivismo),
implica una mercantilización y privatización de territorios, incluida la tierra
como mercancía y otros recursos geoestratégicos de ámbitos hasta entonces
cerrados al mercado, así como la expulsión del campesinado de tierras bajo
propiedad ejidal, y su utilización como una mercancía más susceptible de ser
desechada (matable, diría Agamben) o como fuerza de trabajo excedente,
en algunos casos bajo regímenes de semiesclavitud.
Del nuevo “arreglo espacial”
se deriva que la acumulación de capital construye una geografía a la medida de
sus necesidades, y que en momentos de crisis sistémica como el actual, el
capital desplaza sus contradicciones mediante un proceso de construcción
violenta del espacio. En ese marco, la irrupción de nuevas formas de
acumulación legales, que muchas veces derivan de actividades ilegales, ha
propiciado una nueva geografía del capital generada a base de una violencia
criminal que es utilizada para la ocupación de nuevos territorios, así como
para la desocupación o reocupación de otros.
Lázaro
Cárdenas: un ejemplo
Un caso paradigmático era el de Los Caballeros
Templarios, que según la versión oficial difundida, controlaban “todas” las operaciones del estratégico
puerto de Lázaro Cárdenas, en Michoacán, que por razones de soberanía y
seguridad nacional estaban −o deberían estar− bajo control constitucional de la
Marina de Guerra y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen, la
policía política).
Ubicado en una de las nuevas
zonas de influencia geopolítica en disputa entre EU, Canadá y China
–con eje en la pelea por materias primas y las rutas comerciales marítimas−,
Lázaro Cárdenas es el segundo puerto industrial y comercial del continente
americano sobre el Océano Pacífico, después de Long Beach, en Los Ángeles, California.
Asiento de uno de los puntos
principales de la industria siderúrgica nacional, Lázaro Cárdenas se conecta a
través de una red multimodal de transporte a 13 estados del centro-norte de la
República mexicana que generan 60 por ciento del producto interno bruto
nacional. En sus muelles se descargan materias primas y manufacturas
que abastecen el mercado nacional, y los componentes que demandan las plantas
maquiladoras instaladas en la región del Bajío, principalmente empresas
ensambladoras de automóviles y del rubro aeroespacial. Y a través de
una red ferroviaria controlada por la empresa estadunidense Kansas City
Southern de México (KCSM), se enlaza a través de dos ramales (cuyos destinos
son Nuevo Laredo y Matamoros) con la frontera norte, pero en particular con la
costa este de EU y Asia, gracias a una conexión transfronteriza con el
mundialmente conocido corredor Singapur-Kansas City.
El puerto de Lázaro Cárdenas fue rediseñado como una pieza clave en la
dinámica desordenar/destruir/reconstruir/reordenar iniciada por Felipe
Calderón, que tuvo continuidad en el Plan de Desarrollo 2013-2018 del
presidente Enrique Peña Nieto, donde anunció la creación de tres Zonas
Económicas Especiales (ZEE). Publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de junio
de 2016, la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales responde al capitalismo
criminal y militarizado de nuestros días y a la nueva fase de acumulación por
desposesión o despojo neocolonial.
Sus escenarios principales
serán el puerto de Lázaro Cárdenas, abarcando los municipios colindantes de la
Tierra Caliente y la Costa Grande de Michoacán y Guerrero; Puerto Chiapas
(antes Puerto Madero), en el municipio chiapaneco de Tapachula; el corredor
industrial interoceánico Coatzacoalcos-Salinas Cruz en el istmo de Tehuantepec,
que unirá el estado de Veracruz sobre el golfo de México con el Pacífico
oaxaqueño, y el corredor petrolero que irá desde Coatzacoalcos hasta
Ciudad del Carmen, Campeche, pasando por Tabasco.
Enclaves
productivos de exportación
Promovidos por el
Banco Mundial (BM), la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Universidad de Harvard, y
con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y
el sector público y privado, los territorios incluidos en las ZEE serán tomados
por el gran capital y funcionarán como enclaves productivos de exportación al
gusto del capital transnacional, con eje en empresas maquiladoras.
Las inversiones incluirán importantes autopistas (como la que conecta
Michoacán con Puerto Chiapas), la modernización de Tuxtla Gutiérrez, obras de
infraestructura, gasoductos y la rehabilitación del Ferrocarril del Istmo.
En junio de 2014, Petróleos Mexicanos (Pemex) informó que había
comenzado la operación del poliducto del Corredor Transístmico (o Cinturón
Transoceánico), que a lo largo de 381 kilómetros enlazará por un lado la
terminal logística de Pajaritos, en Coatzacoalcos, Veracruz, con la refinería
Antonio Dovalí Jaime en el puerto de Salina Cruz, en Oaxaca, lo que permitirá
trasladar gas LP hacia el litoral del Pacífico y, por otro, un gasoducto de
Chinameca, Veracruz, a Salina Cruz, para el traslado de gas
natural. Ambos gasoductos, que atravesarán 14 municipios
veracruzanos y 13 oaxaqueños, fueron proyectados hacia la costa
oeste de Estados Unidos y el mercado del sureste asiático y permitirán
trasladar hidrocarburos en sólo siete días, en comparación con los más de 16
que requiere un buque para cruzar por el canal de Panamá.
Con respecto a Chiapas, la ZEE contempla la creación de un agroparque en
el Soconusco conectado con Puerto Chiapas. También está proyectado
un gasoducto que enlazará Salina Cruz con Puerto Chiapas y Guatemala, cuyo
objetivo es transportar gas natural desde la terminal oaxaqueña de Salina Cruz
a Guatemala a lo largo de 600 kilómetros. El proyecto forma parte de
una estrategia de encadenamiento regional que involucra a México con
los países del Triángulo Norte de Centroamérica, con asesoría y apoyo
financiero del BID y del Departamento de Estado de EU a través del Buró de
Recursos Energéticos.
Las ZEE incluyen estados como Michoacán, Guerrero, Veracruz, Oaxaca,
Chiapas, Quintana Roo, Campeche y Tabasco, ricos en biodiversidad, recursos
forestales y que albergan riquezas arqueológicas y etnológicas que han sido permanentemente
amenazadas por el gran capital. Más
del 50 por ciento de los terrenos necesarios para las ZEE son una mezcla de
propiedades estatal, municipal y privada, lo que emergerá como una nueva fuente
de conflictos por la tenencia de la tierra y la conservación de los ecosistemas y las
culturas locales.Según el legislador Luis
Sánchez, la ley afectará al menos a 5 mil 866 ejidos, a 37 mil 877 localidades
en 266 municipios y 12 estados con previsiones de gas o petróleo.
El 8 de julio de 2016, el ex
presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CEE), Gerardo Gutiérrez
Candiani, fue nombrado titular de la Autoridad Federal para el Desarrollo de
las Zonas Económicas Especiales (AFDZEE). El funcionario cuenta con
autonomía técnica, operativa y de gestión, y desde allí tendrá oportunidad de
servir a los nuevos zares energéticos mexicanos, que compartirán los negocios
con las megapetroleras mundiales. Entre ellos destacan Carlos Slim
(Grupo Carso Oil&Gas), Germán Larrea (Grupo México), Alberto Bailleres (Petrobal),
Bernardo Quintana (Grupo ICA), Armando Garza Sada (Grupo Monterrey, Alfa),
Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas, Typhoon), Pedro Aspe (Evercore) y Luis
Téllez (Monterra Energy/KKR).
Según la gaceta
parlamentaria del 8 de marzo de 2015, el ejemplo de referencia de las ZEE de
México son las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico, también conocido como “ciudades Modelo”, aprobadas en Honduras
en 2011. El modelo hondureño no se restringe al sector de las
manufacturas, sino que puede incluir centros financieros y centros logísticos
internacionales; ciudades autónomas; distritos especiales de
inversión; distritos de energéticos renovables; zonas
agroindustriales especiales; zonas turísticas especiales; zonas mineras
sociales; zonas forestales sociales o cualquier otro régimen especial no
especificado que incluya una combinación de varios de esos regímenes, pero
además incluye zonas sujetas a un sistema jurídico especial, que podrán
recurrir a cortes comerciales internacionales.
En el caso mexicano el proyecto
pretende formar zonas exclusivas para el capital, con excepcionalidad
arancelaria, libres de impuestos, con tribunales autónomos e independientes con
competencia exclusiva sobre las mismas, que podrán adoptar sistemas o
jurisprudencia conforme a “las mejores
prácticas internacionales”. Contarán además con reglas laborales
propias y los incrementos salariales de los trabajadores se determinarán por
productividad y desarrollo de conocimientos.
Carlos Fazio,
escritor, académico de la UNAM y la UACM. Periodista de
investigación, colaborador del diario La Jornada de México y
el semanario Brecha de Montevideo. Artículo publicado en la
Revista América Latina en Movimiento de ALAI Nº 527: Los
territorios de la guerra (Coedición con OLAG).
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