Los huracanes y el
bloqueo contra Cuba
Publicado originalmente en el diario Por Esto! de Mérida, México.
América
Latina en Movimiento
15/09/2017
Aunque el bloqueo a Cuba se inició
oficialmente el 7 de febrero de 1962, en la práctica comenzó en 1959, apenas
triunfó la revolución popular contra la dictadura pro estadounidense de
Fulgencio Batista. La reciente tragedia que –para Cuba y varios otros países
del Mar Caribe- ha significado el huracán Irma, me ha hecho recordar una
discusión que tuve hace exactamente diez años con un amigo estadounidense de
visita en Cuba quien sostenía que Fidel Castro debía estar agradecido al
gobierno estadounidense por el bloqueo que le había impuesto durante medio
siglo a la revolución cubana. Según el criterio de ese amigo norteamericano, a
los cubanos les habría resultado sumamente difícil, casi imposible, mantener la
unidad de acción que han mostrado para el logro de sus grandes avances
sociales, culturales, educativos, científicos y económicos, “si no hubiera existido la feroz y estúpida
hostilidad contra la isla” de su poderoso vecino del norte.
Por ello,
especulaba él, el gobierno de Cuba ha actuado de manera muy astuta al no hacer
todo lo que ha estado a su alcance por lograr que Estados Unidos suspenda el
bloqueo económico y normalice sus relaciones con la isla.
Argumenté contra
tal especulación recordándole la vertical posición del gobierno cubano contra
el bloqueo, la promoción que ha venido haciendo desde hace muchos años en
pro de acuerdos internacionales de condena a éste y su permanente disposición
de negociar equitativamente todas las disputas con Washington.
Es
incuestionable –reconocí- que la posición de una docena de sucesivos gobiernos
de Estados Unidos en aras de la persistencia del bloqueo contra Cuba ha
contribuido, al igual que su política de amenazas y agresiones abiertas y
encubiertas, a la promoción de una política de unidad popular de los cubanos
que ha servido para estimular el apoyo entusiasta de la población al proyecto
político. Similarmente, hay que considerar que los ciclones aportan beneficios
importantes mediante lluvias torrenciales que enriquecen el manto freático,
llenan de agua los embalses y hasta renuevan los bosques derribando viejos
árboles, pero sus secuelas perjudican en grado superlativo a la población
mediante los daños que ocasionan sus vientos, las lluvias, las mareas y las
olas del mar en aras de tales efectos presuntamente provechosos.
Cuba es azotada
frecuentemente por los poderosísimos huracanes que caracterizan a la región
geográfica donde está ubicada. A veces lo hacen con muy poco tiempo entre uno y
otro para permitir una recuperación efectiva, pero, cada vez que esto ocurre,
recuerdo este intercambio con mi amigo estadounidense.
Los cubanos se
sienten orgullosos de pertenecer a un pueblo que ofrece demostraciones tan
extraordinarias de unidad, disciplina, solidaridad y creatividad al enfrentar
estos fenómenos naturales con evitación de víctimas fatales y con efectos
materiales intangibles en comparación con otros países que no cuentan con una
similar organización social basada en la solidaridad.
No puedo evitar
la comparación de esta actuación de los cubanos con la que manifiesta este
pueblo en el enfrentamiento a los efectos del bloqueo y frente a la hostilidad
que hace casi 60 años practican los gobiernos de Estados Unidos contra Cuba.
Los ciclones
traen aguas para las siembras y las represas; el bloqueo contribuye a la
firmeza de la concertación de los cubanos para la defensa de la nación. Pero
cuando se considera la magnitud de los perjuicios materiales, los sufrimientos
y los flagelos que derivan de los ciclones y del bloqueo, cualquiera comprende
por qué son tan indeseables.
Ojalá la ciencia
meteorológica alcance algún día la capacidad de disolver o desviar los
huracanes a lugares no habitados. Y que los científicos encuentren los medios y
maneras de obtener por otros medios el agua que ellos aportan.
Hasta tanto ello
no ocurra sería deseable que la sensatez mueva al gobierno de Estados Unidos a
renunciar al bloqueo que ha venido ejerciendo contra Cuba.
Los cubanos
sabrán encontrar y perfeccionar cada vez más las fuerzas centrípetas capaces de
hacer irreversible, a partir de bases cada vez más democráticas y permanentes,
la práctica y defensa del proyecto revolucionario nuestroamericano de Bolívar y
Martí.
Lamentablemente,
para los cubanos, volver a la normalización tras el devastador fenómeno
atmosférico Irma, significa también volver a vivir en las condiciones del no
menos demoledor fenómeno criminal que es el bloqueo económico, comercial y
financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba en inútil esfuerzo por hacer a la
isla regresar al redil imperialista.
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