Venezuela: los
símbolos de “La Resistencia”
Raúl Romero
América
Latina sin fronteras
10
agosto, 2017
Jueves 27 de julio de 2017. La edición
americana del diario El
País dedica nuevamente su primera plana a la “Crisis en Venezuela”. La fotografía
principal es muy llamativa: en lo que pareciera ser un salón de clases, cinco
jóvenes -todos hombres-, permanecen sentados sobre sus pupitres. Sus rostros
están cubiertos con máscaras antigás y otros objetos. Uno de ellos destaca
sobre los demás. Lleva puestos unos tenis color azul de la marca Adidas y en su sudadera, también azul, sobresale en color naranja el
símbolo de Nike. Su boca está protegida por un respirador
antigás y el resto de su cabeza se encuentra cubierta con una máscara del
personaje emblema de The
Walt Disney Company,
Mickey Mouse. Dos muletas y una pierna vendada terminan por desatacar la heroicidad del personaje. La imagen bien
podría inspirar a Naomi Klein para hacer un agregado a su célebre libro: No-logo. El poder de las marcas.
El pie de foto señala que los jóvenes son
integrantes de La
Resistencia, un grupo de
estudiantes universitarios que protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El reportaje que le acompaña, “La
rebelión de los encapuchados”, se esfuerza en presentarlos como héroes que
enfrentan “sin armas letales” al
gobierno. Lo que el reportaje no dice, es que son grupos como este los
responsables de prender fuego a 19 personas por considerarlas “chavistas”. Nada nuevo en la línea
editorial de dicho diario, referente y espacio de opinión predilecto de las
derechas de Latinoamérica.
Tampoco es nuevo
que se quiera presentar a jóvenes y estudiantes como el rostro fresco de la
oposición en Venezuela. El fenómeno responde a una estrategia de largo plazo
lanzada desde los primeros años de la Revolución Bolivariana. Veamos.
Luego de que la
resistencia popular de aquel país lograra echar atrás el golpe de Estado de
2002, restableciendo a su legítimo gobierno encabezado por el Comandante Hugo
Chávez, los organismos norteamericanos que impulsaron el golpe tuvieron que
hacer ajustes en su estrategia. Fue así como la Agencia del Desarrollo
Internacional de Estados Unidos, el Instituto Republicano Internacional, la
Fundación Nacional para la Democracia y la Agencia Central de Inteligencia se
dieron a la tarea de invertir millones de dólares para crear y financiar “organizaciones de la sociedad civil”
que reclutaran nuevos cuadros. El sector juvenil y estudiantil tuvo prioridad.
Eva Golinger,
una de las especialistas más documentadas sobre las políticas injerencistas de
EUA contra Venezuela, escribió que el Instituto Albert Einstein había
entrenado a estudiantes y jóvenes venezolanos, así como a otros miembros de la
oposición, para que, usando el discurso de la no-violencia, los derechos
humanos y la libertad de prensa; desarrollaran habilidades para “restaurar” la democracia en Venezuela.
Dicho Instituto reconoció estos hechos en su Reporte de actividades
2000-2004.
Tanto el
Instituto como su gurú Gene Sharp y uno de sus principales operadores, el
coronel retirado Robert Helvey, han estado varias veces bajo el escrutinio
de periodistas y analistas políticos. Se les acusa de apoyar luchas que
favorecen a los intereses de los gobiernos de EUA. También se les ubica como
los principales referentes teóricos y prácticos de las “revoluciones de colores” o “golpes
suaves”. Públicamente Sharp ha negado que él o su Instituto reciban
financiamiento de gobiernos, pero guardan silencio cuando se les asocia con
financiadoras y organizaciones que median entre el gobierno de EUA y el
Instituto. Además, Sharp y su Instituto también ocupan a sus antiguos alumnos destacados
para recibir financiamientos y entrenar nuevos cuadros. Así lo admitió Srda
Popovic, alumno de Sharp y fundador del movimiento serbio Otpor, artífice del
derrocamiento del presidente de la entonces República Federal Yugoslava.
Popovic también ha aceptado más de una vez trabajar con la oposición en
Venezuela.
Por su parte, Roberto Alonso, otro militante antichavista y fundador
-desde Miami- del Movimiento de Resistencia
Nacional de Venezuela, ha dicho que su movimiento se inspira en las doctrinas de Sharp,
al tiempo que se adjudica la creación de las guarimbas, expresiones organizativas que entre 2013 y 2014 provocaron la
muerte de cientos de personas, esto según denuncias del Comité de Víctimas de
las Guarimbas y el Golpe Continuado.
Algunos de los
cuadros reclutados y entrenados por el instituto de Sharp fueron, en 2007, los
principales líderes del movimiento estudiantil “Manos Blancas”, el cual fue ampliamente cubierto por medios
internacionales de comunicación abiertamente antichavistas. Tres de los
principales líderes de aquel movimiento hoy son activos militantes de la
oposición: Yon Goicoechea, ganador del premio “Milton Friedman para el Avance de la Libertad” y Freddy Guevara y
Stalin González, ambos diputados en representación de la Mesa de Unidad
Democrática.
Basta con echar
un ojo a la historia de América Latina y a la historia reciente de Venezuela
para saber quién aviva el conflicto hoy y está detrás de grupos como “La Resistencia”. Si quedaran dudas,
siempre será bueno releer los libros y cronologías del gran Gregorio Selser
para entender que las intervenciones de EUA en América Latina son una
constante.
También hay que reconocer que
el gobierno de Nicolás Maduro enfrenta graves complicaciones, pero igualmente
hay que preguntarnos qué proceso que se proponga cambios radicales está exento
de contradicciones. Además, hay que aceptar que si el gobierno de Maduro se
sostiene es porque hay millones de personas organizadas en colectivos, comunas,
sindicatos, etc., que le mantienen ahí. Son ellos y ellas las que desde el
inicio han defendido su proceso en las calles, los que están dispuestos a
defender las escuelas, las casas-habitación, los hospitales y muchos otros
logros de su revolución. Hay que mirar abajo, al pueblo combativo que apostó
por la paz por medio de la Constituyente, ese pueblo que reclama la
profundización de la revolución. Sin duda este es el mejor momento para seguir
avanzando hacia el gran sueño de Chávez: la construcción de un Estado Comunal.
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