La manifestación
del 27 de agosto, el desalojo y el “desagravio”
La
Voz del Anáhuac
27
agosto 2017.
El movimiento alcanzó su punto máximo de protesta el
27 de agosto. La simpatía y participación de amplios sectores del pueblo
mexicano iba en aumento: obreros, empleados, vecinos de los barrios populares,
campesinos de áreas rurales del Distrito Federal y estados vecinos, locatarios
de mercados públicos, amas de casa, además de los profesores y padres y madres
de familia tenían una participación que iba más allá de la solidaridad. Se
sumaban a las manifestaciones, acompañaban las guardias en las escuelas en
huelga, llevaban volantes a sus barrios y centros de trabajo. Pero también se
organizaban para luchar en sus respectivos lugares. Pedían apoyo para imprimir
sus propios volantes, invitaban a las brigadas a realizar actos públicos en las
guardias de sus centros de trabajo si estaban en huelga o habían tomado tierras
para trabajarlas o para fundar una colonia popular.
Así, el
movimiento estudiantil se vinculaba de manera cada vez más comprometida con
diversos sectores del pueblo. Esto se notaba en las manifestaciones, ahí
formaban parte diversas personas y contingentes no estudiantiles.
En todas
las escuelas en huelga se habían roto los mecanismos de control oficialista.
Las sociedades de alumnos controladas por las autoridades fueron repudiadas.
Las asambleas generales, comités de huelga, las brigadas tenían el mando y se
coordinaban en el CNH. Las sucesivas manifestaciones realizadas en la ciudad de
México crecieron exponencialmente. El trabajo de las brigadas en los barrios,
centros fabriles, mercados y diversos sitios públicos revirtieron la campaña
mediática de linchamiento desatada por el gobierno.
Así
llegamos al 27 de agosto. Ese día se realizó la manifestación más grande del
movimiento. Días antes algún emisario gubernamental se comunicó telefónicamente
con compañeros del CNH dando señales de que había disposición para dialogar. En
el CNH se formaron seis comisiones, una por cada punto del Pliego de demandas,
preparándose para ir a un diálogo serio. Pero como la comunicación no era
formal se exigió que esta fuera por escrito y de manera pública. Público
también debía ser el diálogo, trasmitido por radio y TV. Se consideraron como
posibles sedes: el Palacio de Bellas Artes, el Auditorio del Centro Médico
Nacional y otros.
La
manifestación partió del Museo de Antropología, recorrió el Paseo de la
Reforma, luego por Juárez, para llegar al Zócalo por Madero y 5 de Mayo. Cuando
la descubierta de la manifestación arribó al Zócalo aún había contingentes
esperando incorporarse en el Museo de Antropología. En un ambiente festivo,
alegre, triunfalista, pues veíamos próxima la solución dadas las señales de
diálogo que envió el gobierno, colmamos la plancha del Zócalo. Lleno total.
Hubo contingentes que no lograron entrar a la plaza, colmamos todas las
bocacalles. Se calcula que a esta manifestación asistimos 500 mil.
Desde el toldo de uno de los
camiones del IPN, que servían en las manifestaciones como templetes, dos
panorámicas distintas. Raúl Álvarez Garín, emocionado, decía:
-¡Ya ganamos, con esta fuerza, en cosa de días el
gobierno tiene que dar una solución!
Federico
Emery, menos optimista, vaticinó:
-¡Nos van a partir la madre…!
Ya anochecía. Encendimos antorchas
improvisadas. Un grupo de estudiantes de medicina tocó las puertas de la
Catedral y pidieron acceso al campanario. Les fue permitido y los propios
encargados de la Catedral encendieron las luces de la fachada. Esto le dio un
aspecto triunfal al mitin. Alguien amarró una bandera de huelga en el asta del
Zócalo. Tomaron la palabra representantes del CNH, la Coalición de Maestros,
una madre de familia. En su turno, cuando un delegado del IPN informaba de la
posibilidad de que se iniciara el diálogo y que este podría ser en Bellas Artes
o en el Centro Médico, la muchedumbre gritó:
-¡No, aquí en el Zócalo…!
Esto
turbó al orador en turno. Entonces, Sócrates Campos Lemus, uno de los delegados
de Economía del IPN, más experimentado, le quitó el micrófono:
-¿Dónde el diálogo?, -preguntó…
-¡Aquí, en el Zócalo…!, respondió la
muchedumbre enardecida.
-¿Cuándo…?
-¡El 1º de septiembre…!
-¿A qué hora…?
-¡A las 10 de la mañana…!
Pidió entonces que se
votara:
-Levanten la mano quienes estén de acuerdo en que el
diálogo en que sea el 1º de septiembre, a las 10 de la mañana, aquí, en el
Zócalo.
Abrumadora mayoría.
-Es un acuerdo entonces: aquí nos quedamos, en
plantón, para que el 1º de septiembre, inicie el diálogo a las 10 de la mañana.
Al terminar el mitin los contingentes
regresaron a sus escuelas para llevar anafres, tiendas de campaña, cobijas,
alimentos, guitarras y todo lo necesario para instalarse en campamento en el
Zócalo. Y para realizar asambleas para organizar las guardias que cubrirían
diferentes turnos en el plantón.
La forma tumultuaria en que
se acordó esto luego sería criticada en el CNH. Incluso se acusó de provocador
a quien indujo ese acuerdo. Pero a lo
hecho pecho, se dijo.
Ya se instalaba el
campamento en el Zócalo, cuando a medianoche, la plaza fue rodeada por
patrullas, contingentes de granaderos y del ejército, ambulancias, carros de
bomberos.
Desde un altavoz, un mando
militar conminó:
-“Están ustedes violando las leyes, han alterado el
orden público, han ofendido a la autoridad… Tenemos órdenes de desalojar la
plaza. Retírense pacíficamente. Tienen 5 minutos para desalojar…
Acto seguido se abrieron las
puertas de Palacio Nacional y de ahí salieron tanquetas militares y batallones
de fusileros paracaidistas con la bayoneta calada, arremetiendo contra los
cerca de 10 mil estudiantes que habían permanecido en el Zócalo para iniciar el
plantón.
-No nos esperábamos esto –diría más tarde un compañero de la
Prevocacional 4 que permaneció en el Zócalo-. Estábamos listos para iniciar el diálogo cuando el gobierno decide
volver a utilizar al ejército para reprimirnos…
-Creíamos tener al alcance de la mano la posible solución. Creímos la
palabra del gobierno -dijo un compañero de la Vocacional 7-, pero ahora vemos que nada bueno puede
esperarse de estos déspotas tiranos…
Los titulares de los
diarios, la radio y la televisión vociferaban que habíamos ofendido los
símbolos mas preciados del pueblo mexicano: “agravio
a la bandera”, decían mostrando una fotografía de una gran bandera
rojinegra en lo alto del asta. Cierto que alguien había amarrado ahí una
bandera, mucho más pequeña y modesta, pero al concluir el mitin fue retirada
para regresarla a la puerta de alguna de las escuelas en huelga. La que ahora
se mostraba en fotos de primera plana en los diarios era mucho más grande, al
parecer de seda. “Un símbolo extranjero
en el lugar reservado a nuestro lábaro patrio”. La bandera rojinegra es
símbolo internacional de la lucha de los trabajadores, no un “símbolo extranjero”. Un montaje para
exacerbar el patrioterismo.
Y que habíamos “profanado” la Catedral, mostrando en
páginas interiores de los diarios imágenes del grupo de compañeros que pidió
permiso para subir al campanario, y la fachada iluminada de la Catedral. Otro
montaje y tergiversación, para exaltar el odio de la población mayoritariamente
católica.
Así se pretendía revertir en
nuestra contra el apoyo y solidaridad ganada hasta entonces entre la población.
A la mañana siguiente fueron
forzados empleados de diversas dependencias del gobierno a concentrarse en el
Zócalo para realizar un acto de “desagravio”.
Pero este se les salió de
control y se transformó en un mitin de protesta. Primero, los acarreados
comenzaron a manifestar que estaban ahí bajo amenaza, forzados. Luego fue
arriada y quemada la bandera rojinegra, el símbolo “extranjero”, diciendo que con este se había “agraviado la bandera patria”. Acto seguido, cadetes del Colegio
Militar izaron la bandera nacional, pero ésta se les atoró a la mitad.
-¡Ahí déjenla, en honor a tanto estudiante asesinado!, -gritó la
muchedumbre.
Ahora, otra vez la tropa
contra la gente, a desalojar a los que el mismo gobierno había concentrado ahí
de manera forzada para realizar esta farsa de “desagravio”.
Días después, las
autoridades eclesiásticas aclararon públicamente que no se había profanado la
Catedral en modo alguno. Que quienes tocaron las campanas contaron con el
permiso de los encargados de la Catedral.
Pero el daño ya estaba
hecho. Llegó al extremo del linchamiento el 15 de septiembre, cuando un grupo
de empleados de la Universidad de Puebla fueron de excursión a La Malinche. Cuando
llegaron a las faldas de La Malinche cayó una lluvia torrencial. No podrían
escalar, por lo que decidieron pasar la noche en el pueblo de Canoa. Enterado
el párroco del lugar que había universitarios en el pueblo, azuzó a los
habitantes a lincharlos, diciendo que eran comunistas, que iban a cerrar la
iglesia y les iban a quitar sus tierras. Algunos excursionistas fueron
asesinados a machetazos, sólo tres sobrevivieron, mutilados.
A partir del desalojo del
Zócalo la noche del 27 de agosto, se desató una escalada de represión que se
extendería casi todo el mes de septiembre.
Esto será comentado en
nuestra siguiente entrega.
Esta
es nuestra octava entrega de una serie
de artículos de La Voz del Anáhuac, con motivo de que en estas fechas se
están cumpliendo 49 años del Movimiento Popular-Estudiantil de 1968 en México.
Si quieres ver las entregas anteriores, puedes visitar los
siguientes vínculos:
Primera:
1968:
De la protesta por la brutalidad policíaca a la lucha por las libertades
democráticas
Segunda:
26 de
julio de 1968: una chispa incendia la ciudad. Inicia un gran movimiento
https://sexta-azcapotzalco.blogspot.mx/2017/07/26-de-julio-de-1968-una-chispa-incendia.html
Tercera:
29 de
julio de 1968: HUELGA GENERAL EN EL POLITÉCNICO, CRECE EN TODO EL PAÍS
Cuarta:
IPN: 5 DE AGOSTO DE 1968,
MARCHAMOS LIBRES, SIN DIRECTOR, SIN CHARROS
https://sexta-azcapotzalco.blogspot.mx/2017/08/ipn-5-de-agosto-de-1968-marchamos.html
Quinta:
1968:
NUESTRAS DEMANDAS CORRESPONDÍAN AL MOMENTO QUE VIVÍAMOS
Sexta:
MOVIMIENTO ESTUDIANTIL
1968: 13 de agosto, gran manifestación toma el Zócalo
Comentarios