¿POR QUÉ SE
MATA EN AMÉRICA LATINA?:
causas delictivas, interpersonales y sociopolíticas
Autores:
Miguel Ángel Barrios (Profesor en
Historia y Magister en Sociología. Doctor en Educación. Doctor en Ciencia
Política).
Norberto Emmerich (Doctor
en Ciencia Política y Licenciado en Relaciones Internacionales).
América
Latina en Movimiento (ALAI AMLATINA)
URL de este
artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/186025
08 junio, 2017
ALAI AMLATINA,
08/06/2017.- El pasado 4 de junio el diario New York
Times publicó una nota titulada: “Por
qué se mata en América Latina”. Según los periodistas Alejandra
Sánchez Insunza y José Luis Pardo Vieiras, América Latina ocupa el primer lugar
mundial en los tres tipos de homicidios catalogados por Naciones Unidas:
delictivo, interpersonal y sociopolítico. El Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) señala que el 50% de los crímenes en las ciudades latinoamericanas se
cometen en apenas el 1.6% de sus calles.
La mayor parte de los asesinatos se concentra en 7 de los 20 países de
la región: Brasil, Venezuela, Colombia, Honduras, Guatemala y México, en gran
medida por narcotráfico.
Aunque el tráfico de drogas es un potenciador de problemas y no la causa
de ellos, se trata de un negocio ilegal donde el asesinato es la forma habitual
de toma de decisiones y resolución de problemas. Sin embargo países como
Nicaragua, Panamá y Costa Rica, que están en la ruta de la droga hacia Estados
Unidos, tienen las tasas más bajas de Centroamérica. Lo mismo sucede en Perú y
Bolivia, dos de los tres productores mundiales de cocaína. Brasil, el país más
violento del mundo, tiene un mercado de drogas poco vinculado con Estados
Unidos y centrado en el consumo interior.
Estos siete países tienen problemas comunes pero también especificidades
propias. En México la guerra contra el
narcotráfico se convirtió en el segundo conflicto más letal del mundo, sólo
superado por Siria. En Guatemala, El Salvador y Honduras la guerra de pandillas
la convirtió en la región mundial con la mayor tasa de homicidios. En Colombia
las muertes asociadas al conflicto con la guerrilla descendieron más de un
tercio en una década, mientras otras formas de la violencia dejaron más de 12
mil muertos en 2016. Venezuela vive una crisis política y social sin
precedentes, con 21.752 homicidios en 2016. En Brasil crece la disputa por el
control territorial, ya sea en la ciudad o en el campo. En total 144.000
personas mueren asesinadas anualmente en América Latina.
Cada año la ONG mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y
Justicia Penal publica el “Listado de las
50 ciudades más violentas del mundo", casi completamente ocupado por
ciudades latinoamericanas (43 en 2016).
En América Latina 400 personas terminan en la morgue cada día, cuatro
cada quince minutos. Con apenas el 8% de la población mundial América Latina es
el continente más desigual y violento del planeta.
Desde la Geopolítica de la seguridad, un nuevo paradigma de seguridad,
esta descripción cuantitativa de la violencia en América Latina merece algunas
consideraciones y aclaraciones:
1.- Tomar como formatos
sinónimos las tasas de homicidios cada 100 mil habitantes y la tasa genérica de
inseguridad es una simplificación que impacta negativamente sobre la percepción
de inseguridad en la ciudadanía y que demanda a los decisores políticas de
seguridad centrada en homicidios en vez de estrategias de aseguramiento de la
vida cotidiana. La ciudadanía se preocupa por los arrebatos, el asalto a
viviendas con violencia, el robo de autos y eventualmente el secuestro de
personas, dependiendo de las características de cada país. La tasa de
homicidios, tomada como indicador clave de inseguridad, no expresa la
complejidad de la problemática real.
2.- El narcotráfico
explica descriptivamente los homicidios y bastante menos la inseguridad
general, aunque los gobiernos vuelquen sus preferencias hacia la consigna de “guerra contra las drogas” como catalizadora
del conjunto de las políticas de seguridad. Pero los homicidios por
narcotráfico implican un grado creciente y generalizado de ilegalidad por parte
del Estado, no todo se reduce a la simplicidad de las peleas entre bandas o las
disputas de mercado.
3.- Se suele afirmar que la
causa de la violencia es la desigualdad “cara
a cara”. Para demostrarlo, Argentina y Uruguay son países con menor
desigualdad y menos violencia. Estados Unidos, el país más desigual del primer
mundo, tiene 4 ciudades entre las más peligrosas (Saint Louis, Baltimore, New
Orleans y Detroit). Sin embargo Venezuela es el país menos desigual de la
región y el más violento, con 7 ciudades dentro de las 50 más peligrosas del
mundo, siendo Caracas la primera del ránking
global. Menos pobreza y menos desigualdad no implican menos violencia. Hay
problemas de institucionalidad y de estatalidad que están presentes y deben ser
considerados.
4.- En América Latina la
violencia es un proceso construido históricamente: desde las guerras civiles posteriores
a las independencias nacionales, pasando por el asesinato de Eliezer Gaitán
hasta la Operación Marquetalia, en
Colombia; como derivación de la política exterior americana de los años 80’s en
Centroamérica o de la guerra contra las
drogas de Nixon, en México. En el Cono Sur (Argentina, Uruguay y Brasil)
las dictaduras militares forjaron instituciones policiales y militares
corruptas, ilegales y criminales que subsisten. Con o sin Estados Unidos el
sistema internacional opera en el trasfondo de la violencia latinoamericana.
5.- En los 7 países
mencionados el Estado es el principal actor generador de inseguridad y
violencia. México, Colombia, Guatemala, El Salvador y Honduras le han declarado
la “guerra” al narcotráfico, mediante
el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida. En Brasil el rol
criminal de las fuerzas de seguridad es generador de la mayor tasa de
asesinatos policiales (gatillo fácil), superando las muertes por narcotráfico.
Decir que América Latina es la región más violenta del mundo sin mencionar el
ingrediente estatal es un dimensionamiento apenas estadístico del problema.
6.- Los indicadores de
violencia carecen de utilidad política si son mencionados globalmente y no
localmente. México tiene una tasa nacional de homicidios=peligrosidad de 16,
mientras que Guachochi (sierra de Chihuahua) tiene una tasa de 116.7 (año 2015)
y en la colonia (barrio) de Coyoacán, en la ciudad de México, es de 3.7. La
mirada local permite apreciar la “peligrosidad”
cercana y cambiante, con indicadores precisos y políticas que pueden apelar al
empoderamiento ciudadano. Incluidas dentro de criterios orientadores generales,
las políticas de seguridad deben ser predominantemente locales, incluso con un
gobierno local de la seguridad.
7.- La territorialidad es
el principal componente de los análisis de seguridad, dentro de los cuales los
insumos cuantitativos son un instrumento imprescindible para la comprensión de
la realidad, pero no la definen automáticamente. En términos de seguridad la
realidad debe ser significada mediante la incorporación de la dimensión
territorial, o sea geopolítica. Los homicidios, vistos dentro de un panorama
completo de seguridad que incluya todas las problemáticas, son parte de una
territorialidad que circula permanentemente ida y vuelta entre Estado y
sociedad, o sea entre las instituciones de seguridad y las organizaciones
criminales. No hay delito sin Estado pero si hay Estado no hay delito.
Recuperar la estatalidad mediante la ocupación del territorio aumenta la
seguridad y mejora los indicadores, en una región donde sólo el 1.6% del
territorio urbano está perdido. Es poco territorio, pero es mucha
territorialidad.
La violencia en América Latina no es un relato simple
y acumulativo sino la expresión de una región de desarrollo intermedio,
fronteriza con Estados Unidos, donde se encuentran dos potencias emergentes
(Brasil y México), llena de desigualdades y pujas por la distribución de la
renta.
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