Junio: plumas y lodazales.
Grupo Editorial de la Casa de Todas y
Todos.
04 junio, 2017
Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!”
Salvador Díaz Mirón
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan… ¡Mi plumaje es de esos!”
Salvador Díaz Mirón
La valoración de lo presente es una tarea compleja. Más
aún si lo presente es un evento de naturaleza política; aún más si en el
conjunto de hechos está implícito, en mayor o menor medida, lo propio en una
historia compartida.
Como ya hemos afirmado, alentar la participación del pueblo en la falsa
democracia electoral mexicana, va en contra de nuestra historia y nuestros
principios; no podemos sino rechazarla. La complejidad del caso proviene de lo
que podríamos llamar “el otro lado”
del proceso a valorar. El de la organización “desde abajo” que se plantea como objetivo final de la estrategia
política a seguir. Desde esta perspectiva, la candidatura y la asistencia al
proceso electoral es sólo un momento de un camino más largo, que pondría
énfasis en la formación política de las y los concejales, en el desarrollo de
una articulación nacional entre los pueblos indígenas a partir del margen de
representatividad actual de dicho Concejo entre la población indígena del país.
Sin duda, de este proceso, puede surgir una fuerza política que sume un peso
específico de gran consideración al camino de transformación radical de las
condiciones de vida de nuestros pueblos. Que nadie ponga en duda la enorme capacidad
política del pueblo trabajador consciente, particularmente indígena: de ello,
hay amplias lecciones en la historia de nuestro México.
El problema, según vemos, es que ese proceso, como tal, apenas
comenzaría –según lo afirmado hace unos días por los propios concejales. Esa
construcción es una aspiración cuyo calendario va más allá de la coyuntura
electoral. Pero el peso histórico de ese momento coyuntural –una candidatura
independiente, abanderada por una candidata-vocera indígena en 2018- es innegable.
Pensamos que de concretarse este evento político, en última instancia,
los aparatos de dominación de las clases en el poder en México se verán
fortalecidos, justificados, alentados. Nunca en la historia política de México
los pueblos indígenas han acudido organizados a participar de forma
independiente en los procesos políticos electorales de la clase dominante, por
más que hayan sido obligados a apoyar a los diversos grupos en el poder. Esta
será la primera ocasión. Y será, sin duda, por ese mero hecho, una ocasión que
entrará en los anales del liberalismo mexicano, que nunca fue capaz de lograr
un evento parecido. Esto, sin considerar lo que pueda o no lograrse después, en
un proceso que se ve lleno de importantes retos.
Para las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), según su historia y
trayectoria política, las elecciones forman parte del aparato de dominación y
control de las clases en el poder sobre las comunidades del campo y de la
ciudad. Somos conscientes de que, en verdad, muchas cosas han cambiado en
México y el mundo desde la fundación de las FLN, y aun así, no hallamos sentido
a un planteamiento que se quiere anticapitalista y anti sistémico, y que sin
embargo, parece aceptar la premisa de que se puede intervenir y participar en
un ejercicio corrupto y de origen antidemocrático sin convertirse en eso mismo,
como el ave del poema, que cruza el pantano sin ensuciar su plumaje. Cabe decir
que, con ese arreglo de palabras, Salvador Díaz Mirón justificó su
participación en el gobierno golpista del tirano Victoriano Huerta.
Pensamos además que es incorrecto ver las elecciones y sus entretelones
como una “fiesta” del poder, que de
algún modo puede ser “arruinada” por
sus participantes, sean quienes sean y sin importar qué tan disruptivo sea el
ánimo o el programa político que les impulsa al llegar ahí. En nuestra lectura,
las elecciones no son una fiesta, son más bien un grillete, un yugo, y la suma
de participación en su proceso –cualquiera que sea el modo o forma que ésta
adquiera, siempre que se adscriba al ámbito de lo político- sólo fortalece su
agarre.
Efemérides:
El 10 de junio de 1971 el Estado mexicano
mató estudiantes que manifestaban su descontento por las calles de la Ciudad de
México. Algunas, algunos de quienes más adelante engrosarían las filas de la
militancia en las FLN afianzaron en
esos dolorosos hechos su decisión de combatir para que nunca más en México el
poder estuviese en posibilidad de acribillar a su juventud. Los esfuerzos no
han sido suficientes. El Estado Mexicano, continuamente en nuestra historia
contemporánea, acude a esta criminal táctica para acallar las múltiples luchas
de nuestros pueblos. Ni perdón, ni olvido, justicia para los caídos
ese Jueves Negro, ¿cómo olvidar que
el asesino de estudiantes, tanto en Tlatelolco
como el Jueves de Corpus, era el
mismo presidente que creía engañar a todos diciendo que la reforma política estaba en marcha, que ahora si cualquier partido político podía ganar en elecciones limpias,
que eso era la “apertura democrática”?;
y ¿cómo olvidar que respondíamos: “el pueblo de México no votará por sus
verdugos”?. ¿Cuántos crímenes impunes hay que perdonar?, ¿Cuántos más
desaparecidos debemos buscar?, que respondan eso quienes no tienen memoria.
En junio, cada junio, recordamos a nuestra compañera Ruth, que tuvo a bien nacer en sus
días. Recordamos por el mismo motivo a Manolo,
compañero fundador de nuestra querida organización madre. Ambos fueron, en sus
propias circunstancias, compañeros ejemplares que dieron su vida por la
liberación de nuestra madre patria.
Hoy como siempre, decimos:
¡PRESENTES!
¡Vivir
por la patria! o ¡Morir por la libertad!
Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.
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